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Las señales que evitaron la tragedia por el derrumbe del techo de la Iglesia del colegio Las Esclavas

Los problemas estructurales del edificio, construido hace 56 años, no habían dado la cara hasta hace apenas unas semanas

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Techo del colegio de las Esclavas de Cádiz

«Fíjate si se cae el techo durante una comunión o ahora, a principio de curso, cuando suelen llevar allí a los niños para darles la bienvenida», comentaban algunas familias mientras observaban con preocupación las numerosas grietas que se dejaban ver en la fachada exterior de la Iglesia del colegio de Las Esclavas de Cádiz, minutos después de la espectacular caída del techo.

Una caída inesperada para muchos pero prevista por los responsables técnicos y por la comunidad educativa del centro, que pese a estas conjeturas, sabían de antemano que estas trágicas previsiones no iban a cumplirse, al menos, en esta ocasión. Más difícil es llegar a saber si este derrumbe podría haberse convertido en una auténtica tragedia si semanas antes no llegan a dar la cara los problemas estructurales de este edificio, construido en 1966. Y es que los propios técnicos aseguran que este tipo de edificios están sobredimensionados y están tan armados que no muestran clarividencias de su mal estado hasta que ya no hay solución.

Aquí tenemos el ejemplo, ya que hasta que no dio la cara el pasado mes de agosto una patología de gravedad en la estructura y los técnicos realizaron las pruebas pertinentes, no se descubrió que la estructura metálica del edificio estaba a punto de colapsar. Ya no había tiempo suficiente para salvar el techo, de ahí que el colegio actuara con rapidez y clausurara la Iglesia el pasado 1 de septiembre.

Un cierre dramático para la comunidad religiosa, que se quedaba sin iglesia, pero incuestionable como medida de seguridad para evitar lo que supone la caída de alrededor de 25 metros cuadrados de superficie. Sólo hay que mirar el estado en el que ha quedado el suelo de la Iglesia y las imágenes aéreas de la zona derruida para hacerse una idea de las consecuencias.

Las clases, con normalidad

Pero afortunadamente, el centro pudo seguir funcionando con normalidad este jueves. El aula matinal abrió sus puertas como cualquier otro día a las siete y media de la mañana y fue testigo en primera persona del enorme estruendo causado por la caída del techo de la Iglesia, que tuvo lugar poco antes de las ocho de la mañana. «Han seguido con normalidad las clases. En estos momentos todos están en las aulas en su jornada habitual», explicaba la madre superiora del colegio de Las Esclavas en Cádiz, que daba explicaciones a las puertas del colegio a todas las familias que así lo solicitaban.

Muchos padres confirmaban la versión del colegio, aunque aseguraban que no fue hasta este miércoles cuando el centro los informó a través de un comunicado. «Nos alertaron de que desde el 1 de septiembre la capilla estaba cerrada por problemas y que incluso se habían desalojado las cuatro clases más cercanas a este edificio por si acaso», apuntaba la madre de una alumna.

Desde el centro aseguran que en todo momento se han tomado todas las medidas de seguridad necesarias y aseguran que fueron ellos los que avisaron a los técnicos de los problemas en cuanto aparecieron las primeras señales del estado del edificio, de ahí que se estuviera llevando a cabo la Inspección Técnica de Edificios en el momento de los hechos. Incluso se habían establecido contactos con algunas empresas para llevar a cabo la retirada del techo antes de que éste cayese por su propio deterioro. Pero no dio tiempo, por lo que ahora se ha puesto en marcha una nueva fase con el objetivo de derribar también la fachada, donde se perciben numerosas grietas.

Por este motivo y como medida de seguridad, los bomberos desalojaron el edificio anexo en el que viven las religiosas, que han sido trasladadas temporalmente a otra comunidad. Según fuentes el Consorcio de Bomberos, la caída del techo de la capilla produjo, en efecto latigazo, una rotura en el muro exterior que da a la avenida a la altura del pilar afectado. A consecuencia de ello, se llevó a cabo de forma inmediata un perímetro de seguridad ante el riesgo de que el muro se derrumbe y agilizaron los trámites para la demolición de la tapia exterior del edificio.

La Policía Local, por su parte, procedió al corte al tráfico de uno de los carriles de la avenida principal de la ciudad -en sentido San Fernando- y también cerró el paso a las calles Santa Rafaela María y Condesa Villafuente Bermeja. Los agentes se encargaron de facilitar el tránsito de peatones de una acera a otra y acotaron la zona con vallas y conos para evitar posibles daños personales.

Mientras tanto, los alumnos jugaban en el patio con tranquilidad plena pero con la pena de haber perdido una parte del colegio, que era un lugar de encuentro y reflexión. Un lugar del que sólo ha quedado la cruz de Cristo y la esperanza de volver a renacer.

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