festividad de la patrona

Un Rosario de nardos y fervor recuperados

Brillante y populoso recorrido de la Virgen de los gaditanos en el primer año sin limitaciones sanitarias pero con numerosos complementos estéticos, musicales y sentimentales

José Landi

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Han sido varios los reencuentros pero aún conservan la fuerza telúrica de los primeros. Desde que la desgracia planetaria en forma de virus rompiera el triángulo mágico que forman imágenes, feligreses y calles, con las suspensiones del terrible 2020 y los miedos de 2021, las ocasiones de regresar a los mejores rincones de la memoria cofrade han sido varios.

Después del mayor dolor, con el alivio generalizado, progresivo, desde hace un año ya se han dado ocasiones para recomponer esa figura geométrica del fervor. La primera de ellas se produjo justo hace un año, precisamente con motivo de la salida de la Virgen del Rosario que ponía fin a 18 dolorosos meses de sequía imaginera para los cofrades gaditanos. Pero aún fue con parihuelas, con prudencias y distancias, además de mascarillas. Esta vez, no.

El pasado 17 de septiembre, la Procesión Magna supuso la rotunda confirmación de que las ganas atrasadas de encuentro son tantas que no van a agotarse con facilidad. Este viernes 7 de octubre, festividad de la Virgen del Rosario, Patrona de Cádiz, ha permitido entender que los reencuentros apasionados van a ser muchos.

Hay vida pendiente y cada cual la entiende de una forma. Los destinos turísticos de todo tipo han estado a rebosar, como los eventos, las fiestas y los conciertos durante todo el verano. Para otros -que coinciden con los hedonistas paganos en miles y miles de casos- la celebración también consiste en acudir al encuentro de su fe, formada por rostros como el de la Madre que preside Cádiz desde el mirador sagrado de la escalinata frente a la Iglesia Conventual de Santo Domingo.

El lleno en las calles adyacentes desde las cinco de la tarde, 90 minutos antes del inicio del cortejo, dejaba claro que las ansias de reencuentro no quedaron apagadas con la recuperación de la salida en 2021 ni con la Magna. Quedan ilusión, fervor y entusiasmo en el depósito que cada cual fue llenando en silencio durante aquellos meses terribles.

75 aniversario del entrañable prólogo

Otra prueba de las ganas guardadas fue que la ofrenda floral de los escolares (nardos, como manda la tradición) durante las jornadas previas a este viernes algo ventoso, algo nuboso, pero luminoso y venturoso recuperó sus notables dimensiones de siempre. Otra vez multitudinarias. De nuevo bulliciosas como corresponde a la incontenible vitalidad de los protagonistas. Tras el periodo de dudas sanitarias y distancias sociales, arrecia la costumbre que comenzó allá por 1947, el año de la terrible explosión del polvorín de San Severiano. Quizás porque había tantos motivos para rezar arrancó aquel año para no parar más que por el virus. Primero fueron los niños con sus familias, hasta hace unos 30 años cuando empezó a extenderse el hábito de que fueran alumnos con sus profesores.

Si las crónicas son exactas, el habitual trasiego de escolares ante la Regidora Perpetua de Cádiz ha cumplido esta semana 75 años y comparte números de aniversario con el horror del cielo rojo, vivido en agosto del mismo año, lejano. El prior de los dominicos, el padre Pascual Saturio se mantiene como el anfitrión perfecto para todos los que quieren visitar a la Patrona.

A las 18.30 horas abría sus puertas el templo y salía puntualmente el cortejo, encabezado por la Banda de Nuestra Señora del Rosario, con su uniforme tan marinero que recuerda la tradición de galeona. La imagen no llegaría a la calle hasta las 18.58 horas. Una petalada y la marcha 'Campanilleros' marcaron sus primeros pasos. La multitud presente en la escalera, y ya en todo el recorrido, comenzó gritando emocionados y sonoros «vivas», al modo que el periodista Pablo Durio cerró su brillante pregón en la víspera.

La ilusión que se había vivido en los momentos previos tomaba forma. Desde muchos minutos antes, Sopranis, Plocia y San Juan de Dios estaban llenas de una multitud formada por participantes en el cortejo, de numerosas hermandades gaditanas, público y algún turista con cara de asombro. En las mesas y las aceras de la calle más hostelera del casco antiguo no cabía nadie. La actividad era constante en los lugares que las cofradías, como Nuestra Señora de los Desamparados, tiene en los alrededores de Santo Domingo. El repique de campanas anunciaba la expectación hecha procesión con las últimas luces del día.

La Virgen lucía todos los nardos recibidos. El reverendo Pascual Saturio se encarga de que la totalidad de los recibidos acompañen a la virgen, ninguno se queda en el templo. Minutos antes de la salida se supo que todas esas flores (las más baratas de la época de escasez en la que nació la tradición) se supo en el templo que serán donadas, también en su totalidad, al colegio de Las Esclavas. Después de lucir este viernes de celebración estarán este próximo martes, 11 de octubre, en una misa de acción de gracias por la ausencia de víctimas en el derrumbe del templo en ese colegio de Extramuros.

Además de las flores, brillaban la imponente corona, el bastón de mando como alcaldesa perpetua y la Medalla de Oro de la Ciudad de Cádiz. Como detalle sentimental, el niño portaba la cruz pectoral del que fuera obispo emérito, Antonio Ceballos Atienza, recientemente fallecido. Camino de la plaza de San Juan de Dios, atestada también, se comentaban los estrenos de la cruz parroquial y dos ciriales, además de la pértiga para el cuerpo de acólitos, todo obra de los Talleres Villarreal.

'Reina de la O' fue otro de los grandes momentos de la Banda del Rosario en este primer tramo, que también tuvo como protagonista musical a la banda Maestro Dueñas de El Puerto. La formación portuense, de hecho, marcaría uno de los grandes momentos de la velada de fervor al estrenar, ya en la calle Sopranis, el himno 'Rosario de los Gaditanos' de Luis Rivero y también en esa significativa vía, que lucía engalanada por banderas de España, de pared a pared, con leyendas como «Ella es nuestra alegría» también se rendía homenaje a la Virgen de las Penas, con la interpretación del himno de su Coronación, de Juan Antonio Verdía.

El capataz Juan Pidre estuvo al frente de la cuadrilla de la archicofradía, uniformada de celeste con rigor, que llevaba a la Virgen del Rosario de nuevo ante los gaditanos. El recorrido seguía por la avenida 4 de Diciembre (Canalejas), para girar y volver a las calles más estrechas, íntimas, como Sánchez Barcaiztegui, Manzanares y Cobos, camino de nuevo del espacio abierto e imponente de la plaza de la Catedral. Al cierre de esta edición estaba previsto que la Patrona iniciara el sendero de regreso por Pelota, San Juan de Dios, Sopranis y, finalmente, el Compás de Santo Domingo.

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