con 'c' de cádiz

«Si no me hubiera rodeado de tanta buena gente no hubiera llegado a nada»

gonzalo torreira cabrera. fundador de la copistería copiarte

Gonzalo disfruta de su jubilación tras cuatro décadas ininterrumpidas imprimiendo para una clientela «más que competente»

Gonzalo Torreira, de Copyarte. francis jiménez
Alfonso Carbonell

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Cuarenta años al pie del cañón de un empresario que prefirió Cádiz y montárselo por su cuenta que irse al norte como delineante de la mano de una potente constructora nacional. Su copistería Copiarte cumple cuatro décadas al servicio de una ciudad a la que Gonzalo Torreira Cabrera (Cádiz, 1950) le regaló una mítica revista con las novedades de la semana y en donde se publicitaban bares tan legendarios como el 'Cutty Sark', 'Jopo de top' o el 'Wimpi', entre otros muchos.

Pero tras hacer sus pinitos en ese periodismo de servicio, su futuro lo enfocó en lo que era su pasión, los planos. Gonzalo puso su formación y su experiencia al servicio de una empresa que no ha tenido otra que irse amoldando a los cambios de los tiempos. 'Renovarse o morir', ese es el 'leitmotiv' de un negocio que ahora ha dejado en manos de Mari Carmen, su sobrina, recuperando tiempo para aficionado como viajar, la fotografía, la música y la lectura.

De imprimir a tinta a un mundo digitalizado al extremo, Gonzalo Torreira no ha parado en su carrera de reinventarse a medida que el mercado se lo iba exigiendo; eso sí, este trabajador nato no ha cambiado nunca algo que si no lo ha considerado sagrado, así le ha salido: su buen hacer, su gran talante y su empeño en crear un ambiente familiar dentro de la empresa. Sólo así se entiende que en cuarenta años no haya habido ningún despido. Y eso dice mucho más que una buena impresión. Él asegura que sin la gente que ha trabajado a lo largo de este tiempo, Copiarte no hubiera llegado ni a la vuelta de la esquina. Se equivoca, si la copistería sigue viviendo con fuerza como el primer día se debe a lo que él ha inculcado en el día a día de una tienda que tiene vida en el corazón del barrio de La Laguna.

-Formación académica y personal.

-Estudié en el colegio La Salle, después pasé al Columela e hice Delineación en Bellas Artes, allí en la plaza de Mina.

-¿Cómo era esa especialidad?

-Teníamos todo tipo de asignaturas; Historia del Arte, modelado, carpintería, dibujo artístico y lineal… Era una especie de formación profesional que se hacía en tres años.

-¿De casta le venía al galgo o era vocación propia?

-No, no, Mi padre era mecánico en el ayuntamiento.

-¿Y cuándo comienza a percatarse que se le da bien eso de ser 'un manitas', como se suele decir?

-No sé si llamarme 'manitas', pero sí, ya de pequeño montaba con los amigos un quiosquito y vendíamos por la calle juguetes que yo hacía como voladores, cometas...

-Vamos, que de hambre no se iba a morir. ¿Cuáles fueron sus primeros pasos en el mundo laboral?

-Una vez que terminé la delineación, estuve contratado como delineante en Hacienda, en el catastro. Aquello sería finales de los 60. También hacía algunos contratos con el Ministerio para hacer el catastro. Yo me buscaba mi equipo de trabajo y me iba con él a todos los pueblos a medir casas, fincas... Nos relacionábamos con la gente, hacíamos planos y ya una vez regresábamos hacíamos el trabajo de administración. Había veces que nos íbamos de alquiler una temporada a Zahara de la Sierra, Grazalema...

-¿Le gustaba eso?

-Sí, sí, lo que pasa es que lo dejé para hacer el servicio militar, que lo hice aquí en Cádiz, en el Instituto Hidrográfico como delineante, claro.

-¿Y qué hace cuándo sale de la mili?

-Como no salían las oposiciones para Hacienda, me llamaron de Dragados y Construcciones y me fui cuatro años a Sevilla. Terminó el contrato y me quisieron mandar para el norte, pero preferí quedarme en Cádiz, donde fundé con un amigo una revista semanal que se llamaba 'Semana gaditana'.

Míticas ediciones de 'Semana gaditana', una revista que se repartía por Cádiz en la década de los 80.

-Olé, qué arte. ¿Cómo era y cómo se financiaba la cosa?

-Era un pequeño magazine o cuadernito de ocio con actividades culturales, resultados deportivos, información de servicio como horarios de trenes y autobuses, mareas.... La sacaríamos el año 77-78 y la tuvimos hasta bien adentrado el 1984. Todas las semanas sacábamos las novedades semanales que había en Cádiz; los comercios aportaban su publicidad para poderla mantener porque era gratuita. Y todo era con base manual. Teníamos unas plantillas con las letras que usábamos para poner los titulares, que lo hacíamos rascando o frotando sobre ellas una a una. Aquello era un trabajo de chinos. De hecho, las portadas las dibujábamos con tinta china (jeje). Y para los textos de dentro teníamos una máquina de escribir de bola y cada bola tenía un tipo de letra. Había cantidad de noches que no nos acostábamos para poder sacarla a tiempo. Para imprimir teníamos una máquina de offset.

-Sería una satisfacción, después de lo trabajado, ver la revista por bares, establecimientos y demás, ¿no?

-Eso sí, pero era un trabajo que no te daba beneficios apenas.

-¿Y cuándo abre la copistería?

-La abrimos en el 82 y la revista la compaginamos unos dos años aproximadamente. La revista la empezamos a hacer en un local de detrás de la calle Zurbarán, donde hay unas escaleritas que suben a la avenida principal. Y ya en el 82 nos venimos aquí, ya como Copiarte, a Pintor Zuloaga; primero en frente de donde estamos ahora, lo que ha sido una peluquería.

-¿Y a qué se dedicaba fundamentalmente?

--Fotocopias, planos y papelería. No tuvimos otra que dejar de hacer la revista. Nos centramos en las fotocopias, donde empezamos con máquinas de líquidos y copias de plano, que en aquel tiempo se hacían con amoniaco.

-¿Cuál era vuestra clientela principal aquellos primeros años?

-Estudiantes, arquitectos y empresas en general. Aunque nosotros tampoco hemos sido específicos por tener un público encasillado. Igual que con las instituciones, que hemos trabajado para Diputación, la Junta... Pero sobre todo, en aquellos tiempos primeros con arquitectos, que nos pedían planos por un tubo.

-Entiendo que su formación y experiencia laboral era un plus para su copistería.

-Claro, por mi deformación profesional conocía el tema de los planos, sus aspectos técnicos como la ampliación, las diferentes escalas... En Dragados hice muchos planos, muchas copias y plegados de planos. Aquí en Cádiz fuimos los primeros que hicimos los planos desde archivos digitales.

-Ya empieza lo digital. ¿Cómo llevó y lleva el negocio la continua evolución informática?

-Esos avances coincidieron con la entrada de mi sobrina Mari Carmen, que terminó su carrera de Empresariales y como lo que le ofrecían no era muy gratificante en lo económico decide unirse a mí. Fue ella la que empezó a digitalizar la empresa.

-¿Cómo ha llevado los continuos avances que ha vivido dentro del negocio?

-Ante todo, muy rápido. Cuando el negocio empezó a modernizarse yo ya tendría los 60 años y puedo decir que fuimos la primera empresa que trajo un equipo digitalizado. Gracias a ello, los arquitectos nos venían ya con un pendrive o nos mandaban la copia. En otros tiempos nos traían primero el original que habían dibujado y nosotros le hacíamos las copias. También fuimos los primeros que trajimos una plegadora de plano porque eran tal cantidad de planos lo que se hacía que necesitábamos que nos los doblase una máquina. Recuerdo que estuvimos trabajando mucho tiempo con Telefónica, que hacía cientos de planos. Ya fue aflojando el tiempo de hacer gran cantidad de planos debido a los avances. Date cuenta que antes te llegaba un arquitecto y te pedía siete copias; dos o tres para el Colegio de Arquitectos, otras tantas para los constructores, dos para el propietario y una para él. Y todo eso debidamente encarpetado y encuadernado. Hoy en día, eso ya no se hace porque se manda directamente a cada uno de manera digital. Sólo se saca una copia el que la quiera tener, pero no se estila mucho. Un ejemplo claro lo veo todos los días aquí en frente, en la obra del hotel de Ingeniero de la Cierva, donde antiguamente se podía ver a los encargados manejando planos de un lado para otro y ahora con un móvil ya lo manejan todo.

-Como todos los sectores que vivían de la impresión, aquello sería un buen golpe al gremio. ¿Cómo se ha ido renovando el negocio para seguir en la brecha?

-Yo al sector nunca llegué de empresas de copistería sino que pasé de delineante de Dragados y Construcciones a Copiarte. ¿Cómo he ido aprendiendo? Pues formándome y sobre todo yendo a ferias, a muchas ferias profesionales en las que veía equipos con los últimos avances.

-¿Ha sido duro o siempre le gustó formarse entre tanto avance?

-No, no ha sido duro. Entre otras cosas porque siempre me gustaba ir por delante en los avances que había. Además, yo siempre he dicho que me gusta más una máquina que al tonto un lápiz aunque fuera en detrimento de lo que es mi economía. De esas ferias ma traía los últimos modelos en maquinaria que había en el mercado, para conseguir que nuestros clientes no tuvieran que salir de nuestra ciudad a buscar esos productor y/o servicios.

Gonzalo, en la planta superior de la tienda, junto a la máquina de cartón pluma.

¿De dónde vino el nombre de Copiarte?

-Pues de ningún sitio en concreto. Más bien por recalcar eso un poco, que copiamos pero con un poco de estilo; pensando más en calidad que en cantidad.

-En un sector con tanta evolución, ¿no mina la moral ir cambiando constantemente de máquinas?

-Sí, pero no. Hay que cambiar. Si se quiere estar en primera línea se tiene que cambiar para ir a lo último que vaya. Ahora mismo tenemos la fotocopiadora de color, que ya no se llama fotocopiadora sino impresora, más rápida y de última generación que hay en Cádiz.

-Dentro de su clientela, ¿cuál es ese sector que engrosa normalmente el mayor grosor de los ingresos de la copistería?

-Todo tipo de clientela, desde la copia más sencilla al trabajo más técnico, desde la universidad, Diputación… al cliente más humilde. Todos son importantes.

-A lo largo de la historia de Copiarte imagino que habrán hecho multitud de campañas.

-Sí, sí, de todo tipo. Tema de lonas, vinilo, carpas, anuncios grandes para la calle...

-Y de todas ellas, ¿cuáles recuerda más mediáticas?

-Sobre todo, con el tema de las huelgas generales, algunas hicimos con CCOO y UGT. También hicimos muchas campañas electorales. Siempre, cuando no es uno es otro el que nos llamaba. Eso sí, de puertas para dentro aquí no somos políticos ni hablamos de política. Ya cuando se sale cada uno que haga lo que quiera como no puede ser de otro modo.

-Y dentro de esas campañas, ¿qué años eran los que no daban abasto?

-Principio de los 90 y 2000. Sobre todo, el temas de planos era muy importante para nosotros. Lo que pasa es que nos hemos tenido que reciclar y hemos tenido que meter otro tipo de máquinas, nuevos artículos de regalos. Por eso imprimimos prácticamente todo.

-Entre tanta modernidades, ¿ha tenido cabida en su negocio la impresora 3D?

-Esas impresoras fracasaron; si acaso la tienen en algunos laboratorios. Pero es que no tenían sentido porque ¿quién iba a pedir duplicar una cuchara o un plato, por ejemplo, que se le haya perdido? Las primeras me llegaron y no me convencieron. Las están utilizando para el tema médico.

-Para los más antiguos. ¿Cómo funcionan?

-Es un impresora que tiene un depósito de cerámica líquida y te va construyendo una vasija, un plato, lo que sea y del color que se le meta.

-¿Cuántas tiendas ha tenido?

-Esta es la tercera. Donde ahora está lo que se ve que fue una peluquería empezamos a finales de los 70; allí imprimíamos la revista. Y de ahí pasamos al lado del ultramarino de Pintor Zuloaga. En frente teníamos un local donde estaba la máquina grande donde no entraba público porque era una especie de taller. Allí estábamos hasta que hace cuatro años que me jubilé y salió la oportunidad de venirnos a la ubicación actual. Desde 2019 mi sobrina se hace cargo del negocio.

-¿Cómo lleva la jubilación?

-En 2017 me jubilé al 50% y en 2019 al 100%. Y la llevo muy bien. Me suelo pasar por aquí ocasionalmente, cuando mis hobbies me lo permiten.

-¿Por qué siempre por La Laguna siendo usted del centro?

-Pues mira, porque aquí empezamos y aquí seguimos. Por nada en cuestión y por todo. No hicimos ningún estudio de mercado ni nada de eso (risas). Pero sobre todo, nunca quise vivir al lado del negocio porque sería lo único que me faltaba. Como dije antes, he pasado noches enteras haciendo la revista y acostándome a las diez de la mañana. Eran noches, noches y noches y días enteros para sacarla.

-¿Qué es lo que más satisfacción le produce de su trabajo?

-Además de que me gusta, también me enorgullece ver como me paran clientes por la calle a los que a algunos ni reconozco porque claro, si tú vas a un bar todos conocemos al camarero, pero seguramente este no se quede con todos. Eso me pasa a mí. Y en aquellos primeros años, la tienda estaba llena todos los días. No parábamos. Y ahora, quien se pase en Reyes verá muchísimas colas.

-En un trabajo tan evolutivo, ¿habrá visto caer muchas copisterías?

-Sí, algunas, pero bueno como en todos lados. Pero también tengo un muy buen amigo, que es Carmelo, de la Copistería San Rafael de la calle Benjumeda, con el que desde siempre me he llevado muy bien. Nunca nos hemos querido meter en el terreno del otro. De hecho, hablábamos en broma que con eso que él está en Cádiz y yo en PuertaTierra era más difícil chocar. Pero la verdad es que nunca he tenido problemas con nadie.

-¿Qué futuro le ve al negocio, en este caso, para su sobrina?

-Mucho. Y le veo mucho futuro porque hoy en día todo es digitalización y ellos están muy preparados. Sobre todo Mari Carmen y Alberto, que lleva dos o tres meses con nosotros y se ha adaptado perfectamente. Estoy muy tranquilo porque ambos trabajan muy cómodos y se entienden a la perfección. Están al día de todo y si yo puedo echarles un cable con una opinión, pues me la piden.

-A pesar de estar jubilado, sigue siendo una pata de la mesa, ¿no?

-Eso intento, sí. De hecho, sigo yendo a las ferias más importantes de Madrid y Barcelona y les cuento los avances que veo. No trabajo, pero siempre que mi sobrina necesita un consejo, ahí me tiene. Digamos que sigo teniendo mi sitio y ellos me lo dan.

-¿Dónde se gasta más dinero en una copistería el gaditano?

-En la fotografía, tenemos un equipo completo de fotografía que permite al cliente llevarse sus copias en minutos, con una calidad fantástica. También se hacen muchas camisetas. Tenemos planchas para textil donde hacemos transfer, sublimación, camisetas con tinta blanca... Si quieres ir hacia delante te tienes que ir adaptando a lo que va saliendo. Esa es la clave de la cuestión, ir avanzado, estar enterado.

-Dice que se forma yendo a ver las novedades que traen las ferias, pero ¿quién le ayuda a saber manejar las máquinas nuevas?

-Cuando se compra una máquina de una gran envergadura se tiene que ir a algunas de las ferias que te comentaba antes, y es allí donde te enseñan a manejarla. También cuando vienen a montarla trabajan contigo para afianzar el manejo del nuevo equipo.

-¿Qué es Copiarte para usted?

-Tengo que decir que Copiarte es lo que es hoy en día no por mí, sino por la gente con la que me he rodeado. Si yo no hubiera tenido un equipo importante, con gente que ha estado cerca de ti y que se ha sacrificado por el negocio no hubiera conseguido nada.

Siempre he tenido un equipo muy competente. Te pongo un ejemplo, Nosotros tuvimos una persona, Pedro, que había estudiado la carrera de Química y estuvo dos años con nosotros y de buenas a primera me dijo que se iba. Le pregunté el por qué y me dijo que era porque estaba tan a gusto aquí que hacía dos años que había terminado la carrera y que ni siquiera estaba buscando trabajo de lo suyo. Copiarte ha sido y será siempre mi casa.

-¿Cuántos empleados habrá tenido en estos 40 años?

-Tengo una anécdota, en esta empresa nunca hemos echado a nadie. Se han ido yendo por una razón o por otra, pero nunca hemos despedido a nadie. Habremos tenido unos doce trabajadores. Todos se quedaron muchos años hasta que por las circunstancias se tuvieron que ir. A todos les estoy muy agradecido por su esfuerzo y dedicación, pero déjame que destaque sobretodos a mi hermana Pepi que durante muchos años fue el «Alma Máter» del mostrador de la tienda. Este buen clima que respiramos en el trabajo se lo debemos en gran medida a la gran clientela que tenemos, gente muy competente a la que intentamos atender con el mayor de los esmeros.

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