Con 'C' de Cádiz
«Puse cartelitos en la calle ofertando mis cursos y al día siguiente tenía en el correo a mucha gente apuntándose»
manuel esteves. fotógrafo
Llegó a España por el norte y ha acabado por el sur; es lo que tiene ser el padre de María, una gaditana que le abrió la mente para lanzarse con decisión a un mundo que desde pequeño le entusiasmó
Encorsetarse no es lo suyo, ni mucho menos apalancarse en ningún lugar. Ni tan siquiera en casa de sus padres siendo un chaval, y ni mucho menos en el ejército siendo ya un hombre, por eso Manuel Esteves (Caminha, Portugal, 1972) quiso volar desde muy pequeño y por eso se propuso ser piloto de aviones. Y lo fue en Portugal formando parte de la Fuerza Aérea del país vecino. Dejado atrás el cuartel, llegó a España por el norte, pero ha acabado en el sur, donde es padre de dos jóvenes gaditanos.
Este portugués tiene un acento muy suave, como con aroma a fado, que debe servirle, y muy bien, para aleccionar a muchos gaditanos que desde hace ya más de diez años aprenden fotografía en su escuela, anclada en el edificio Melkart de la Zona Franca de Cádiz desde hace unos pocos años. No obstante, a esta profesión llegó de rebote y por culpa de la crisis del 2008, donde comenzaron a llegar las curvas en muchos negocios, entre ellos, los concesionarios, donde él trabajaba.
Dos anhelos tuvo de pequeño: ser piloto y ser fotógrafo. Y ambos los ha llevado a cabo. El primero de ellos ya lo disfrutó en su país y el segundo lo domina y lo labora en España, donde antes de asentarse en Cádiz comenzó a buscarse la vida tras aterrizar en la tierra tras varios años sobrevolando las nubes. Pero al sueño de la fotografía llegó por necesidad y como consecuencia de la crisis del 2008, que le hizo despedirse de vender coches para adentrarse en un mundo que su hija le abrió como el que abre un caramelo. Y desde entonces, pues sí, su vida de dulcificó para delicia de muchos gaditanos que aprenden arte con sus sabias palabras.
-Ese acento como que denota que no es de aquí.
-Efectivamente, soy portugués. Pero mi apellido es acabado en S, que no en Estévez, que aquí en Cádiz siempre me escriben con Z.
-¿Y dónde y cuándo viene al mundo?
-El 20 de octubre del año 72; dentro de poco es mi cumpleaños.
-'Pa' eso estoy yo aquí. Como anticipo, aunque no sea el mejor de los presentes. ¿De qué parte de Portugal?
-Nací en un pueblo que hace frontera con Galicia. Si localizas en el mapa el río Miño [Interrumpo].
-¿Cerca de Tui?
-A pocos kilómetros, pero hacia el delta del Miño. Estará como a 80 kilómetros de Oporto.
-¿Y cómo fue su infancia por esos lares?
-Pues fue en un pueblo de montaña.
-Perdona, obviamente apenas recuerda la Revolución de los Claveles.
-No, no, apenas. Date cuenta que yo apenas tenía dos años porque fue el 25 de abril del años 74. Te decía que soy de un pueblo de interior, a unos 15 kilómetros de este pueblo donde nací, Caminha, que sí es un pueblo costero. Mi pueblo es de montaña. Si has visto Heidi, los dibujos aquellos y tal; pues más o menos trasládalo a lo que era mi pueblo en Portugal. No tan alta montaña, pero más o menos. Es un pueblo que se llama Dem. Ahí estuve hasta los diez años, que ya nos fuimos a Caminha con mi familia.
-¿Cómo era un pueblo del norte de Portugal en esa década de los 70?
-Pues imagínate; mediados y finales de los años 70 era complicado.
-¿Qué eran sus padres?
-Trabajaban en el campo; antes, mi padre emigró a Lisboa de joven para trabajar en la hostelería y allí se casó con mi madre. Ya cuando dejamos el el pueblo de Dem, montaron un restaurante en Caminha. Por eso me traslado a vivir a este pueblo costero.
-¿Y cómo cambia su vida en un pueblo con más vida?
-Bueno, ya empiezo a estudiar en el colegio y al mismo tiempo trabajo en el restaurante con mis padres.
-¿Le gustaba trabajar en el restaurante?
-No. Y no me gusta porque desde los diez años la hostelería fue un castigo, como una cárcel de algún modo. Hombre, dicho así suena más duro de lo que es.
-Se entiende, se entiende. Imagino que mientras sus amigos jugaban en la calle a usted le tocaba pringar en el bar.
-Eso es. Lo mío era del colegio al bar y del bar al colegio. Y en verano eran todos los veranos allí metido. Es verdad que económicamente nos fue muy bien, pero a base de muchísimo trabajo.
-¿Qué aficiones tenía de pequeño?
-Yo siempre desde pequeño he querido ser piloto de aviones.
-Andá.
[En ese momento entra en el estudio su socio Daniel Casares Román «sin novedades» mientras organiza un poco el papeleo que toca en la clase que se va a dar según finalice la entrevista)
-Pues eso, quería ser piloto de aviones y lo que hago desde siempre es encaminarme a ello.
-¿Lo consiguió?
Sí, pero fue complicado porque con 17 años decido independizarme de casa; voy a la mili, entro en la academia militar y directamente en la Fuerza Aérea. Y ya ahí pues me profesionalizo. Pero fue duro.
-¿Y lo de las fotos?
-Pues mira, con doce años me acuerdo que descubrí en casa una cámara de fotos de mi padre, que la conservo todavía; es una cámara muy pequeñita, una Instamatic de esas pequeñas y aquello fue como un flechazo. Me acuerdo perfectamente. Y con doce años, mi padre, que era muy aficionado a la fotografía, pues me apuntó a un curso. Entonces, la fotografía y los aviones fueron dos cosas como que siempre estaba dividido entre qué me gustaba más. Ya con 17 años me compré una cámara de fotos en Andorra, una Reflex Nikon 601F; luego, cuando ingresé en la Fuerza Aérea pues recuerdo que hacía muchas fotos.
-¿Desde lo alto el avión?
-No, no, no. Dentro de los aviones no he hecho fotos, pero sí que he hecho muchas dentro de la base, a los compañeros, a los hangares... Recientemente, encontré en mi casa de Portugal un archivo de esa época que ya ni me acordaba y me hizo mucha ilusión.
-¿Cómo fue su trayectoria en la Fuerza Aérea de Portugal?
-Cuando me gradué me fui a la base aérea de Las Lajes, en Azores
-¿Con cuántos años?
-Ahí tendría unos 21. Allí me pego tres 'pa' cuatro y luego ya me salí. Yo estuve en las Fuerzas Aéreas unos siete años.
-¿Y qué balance hace?
-Bueno, estuve bien los años que estuve hasta que decido dejarlo para irme por ahí.
-A la libertad.
-Posiblemente. Estuve primero viviendo el Galicia.
-¿Buscándose la vida, a la aventura?
-Eso es. En Galicia decidí que iba a ir a trabajar a las islas.
-¿A qué islas?
-A las islas. Porque a mí todo el mundo me decía que en las islas había mucho trabajo.
-¿Pero en Galicia?
-Yo viví en Galicia un tiempo, en un pueblo cerca de Vigo y allí todo el mundo me decía 'que en las islas había mucho trabajo'.
-¿Las Islas Cíes?
-Las islas.
-Jajajajaja. Bueno, está bien.
-Entonces yo, cuando descubro que las islas son las Islas Canarias [Interrumpo].
-¡Acabáramos!
-Jeje. Cuando ya sé a qué se refieren las islas pienso que están bastante lejos de Galicia; al final decidí comprar un billete solo de ida a Fuerteventura y para esa isla que me fui con 25.000 pesetas 'na' más.
-¿De sus ahorros o de dónde? Porque desde que dejó los aviones aquí no se ha vuelto a hablar de doblarla.
-Cierto, cuando dejé la Fuerza Aérea me fui a Galicia y empecé a trabajar en una sidrería gallega; volví a la hostelería. Y de ahí saqué mi billete de avión y mis 25.000 pesetas.
-¿Y cómo le fue en Fuerteventura?
-En Fuerteventura me fue bien; hice de todo.
-Como por ejemplo.
-Allí he trabajado de camarero, de fotógrafo, de jardinero, repartiendo pan, en los hoteles...
-¿Cuánto tiempo se llevó en Fuerteventura?
-Unos cuatro años.
[A medida que avanza la entrevista comienzan a llegar los alumnos de una clase que más adelante explicará]
-¿Y qué resultado sacó de su aventura en la isla?
-Allí conocí a una chica, que era gaditana.
-Uhh, ya lo veo yo en Cádiz.
-Eso es, por eso terminé en Cádiz.
-¿De qué año estamos hablando?
-Pues mira, si mi hija nació en el año 98 yo me debí ir a Fuerteventura en el 95, más o menos.
-La conciben en Fuerteventura.
-Claro, claro. Allí conocí a la madre, tuvimos una hija y nos vinimos para Cádiz con su familia.
-¿Y cómo se va haciendo a Cádiz?
-Pues vueltas a buscarme la vida; trabajé en el 10 de Veedor, donde estuve mucho tiempo. Allí conocí a un chico que trabajaba en los hoteles de Chiclana y me fui a trabajar a este de cinco estrellas, al de gran lujo del Meliá. Allí estaría un año o así. Luego, también empecé a vender cursos de inglés de 'Home English'. Iba puerta a puerta para venderlos y los daba presenciales. Cuando estaba con los cursos y eso, conocí a una chica que su novio trabajaba conmigo y que tenía un bar en Chiclana; necesitaban a alguien que pinchara música por las noches.
-¿Otra faceta?
-Yo les dije 'voy a hacerlo'.
-Jajaja
-Entonces, empecé a trabajar por la noche en un bar de la Segunda Pista de La Barrosa en Chiclana, donde me llevé un año y pico. Y allí conocí a un tío que me vendió un coche, que era del concesionario Ford de allí de Chiclana y me fui a trabajar con él de vendedor de coches. Cinco o seis años que estuve vendiendo coches.
-Le iba a preguntar por cuándo llega la fotografía pero igual coge y me dice que fichó por un equipo de fútbol. Jaja. Siga, siga.
-Cuando empecé a pinchar música ya dejé los cursos de inglés y luego, cuando llevaba un año, año y medio en el bar, fue cuando conozco a este chico y me voy a vender coches en el concesionario Ford. Y a tu pregunta, a ver, yo siempre he hecho fotos estuviera trabajando donde estuviera trabajando. O sea, cuando estuve en Fuerteventura trabajé de fotógrafo; luego cuando me vine a Cádiz seguí haciendo a nivel personal y aficionado; además, seguía formándome, he hecho varios cursos; vamos, que me interesaba la fotografía profesional.
-¿Y cuándo da el paso definitivo?
-Pues sería 2008, 2009 que la empresa donde yo trabajo empezó a ir mal porque se comenzaron a vender menos coches en Chiclana; la empresa no iba bien y yo me volví a reciclar y pensé, a ver, 'qué puedo hacer, qué se hacer', me preguntaba. 'Volar no puedo volver a volar porque ahora ya no puedo; hosteleríaaaaaa, no me apetece; los coches, el mercado está muy mal...'. Tuve algunas ofertas de trabajo para seguir vendiendo coches, pero fue cuando decidí que quería dedicarme a la fotografía. Así que un día en casa, hablando así, ya en unas de esas fases de agobio, mi hija, que era pequeña entonces; no sé, tendría once, doce años, me dice: 'Papá, tú por qué no enseñas a la gente a hacer fotos, que a ti se te da bien'. Yo siempre llevo, actualmente, también, una cámara de fotos encima. Siempre voy con la cámara de fotos. Y eso me despertó esa cosa de decir 'oye, es verdad, podría enseñar a la gente a hacer fotos'. Así que hice un cartelito ofertando cursos de fotografía, empecé a pegarlos por las calles y cuál fue mi sorpresa que al día siguiente por la mañana veo mi correo electrónico había un montón de gente preguntando por el curso y queriendo apuntarse. Ya me puse muy nervioso porque no sabía ni cómo hacerlo, ni dónde, ni de qué manera; y ya fue cuando realmente monté el curso. Empecé con un curso de iniciación; luego la gente seguía llamando, preguntando; monté un segundo curso, un tercero hasta que tuve que empezar a alquilar el local por horas. Más tarde alquilé uno en la calle Ancha, que se quedó pequeño y tuve que irme a otro en la avenida, donde estuve bastante tiempo. Ya instalado y asentado, empecé a montar nuevas ofertas de cursos de iniciación; luego el avanzado, luego el de flash y más cosas; hasta que finalmente hemos terminado montando un curso de un año, que es este que estás viendo llegar a gente. Esta es la edición 12.
-Pues sí que está consolidado.
-Llevo doce años con este, pero catorce con la formación. Pero es este el curso que ha afianzado realmente a la Escuela.
-Tuvimos a un gran amigo en común, Paco Sanz, que desgraciadamente nos dejó hace un par de años. Me comentaba maravillas de sus cursos; creo que me llegó a decir que fue hasta Noruega a hacer auroras boreales. Se me ponen los vellos de punta de recordarlo.
-Me pasa igual [y muestra el brazo erizado]. Gran persona, Paco Sanz. Paco hizo este curso que estamos dando aquí, ahora, y también se apuntó a uno de los productos que yo hago aquí en la Escuela, que son los viajes fotográficos. Y, en efecto, él fue a Noruega.
-¿A qué países más ha ido la Escuela bajo estos viajes fotográficos?
-Hemos idos a las Azores, Lisboa, Noruega, al Pirineo. Por ejemplo, mi compañero Dani organiza viajes a Namibia, a la India.
-Vive en Cádiz, donde llegó por su hija. ¿Qué le dijo esta ciudad nada más llegar sin conocerla previamente?
-El primer día que yo estuve en Cádiz, que fue una semana, no me acuerdo de nada.
-Jajaja 'Ta güeno'. ¿Y eso?
-No me acuerdo de nada porque fue en Carnaval y no hablaba bien español; entre eso y que estaba todo el día de fiesta pues te puedes imaginar cómo terminé. Jajaja Pero luego ya sí le fui cogiendo la forma.
-¿Cuántos años lleva entre nosotros?
-Pues llevo 24 años o por ahí. Cádiz, y más para un portugués, tiene un poco de todo, tío. La mar, la gente, la luz, una tranquilidad que se vive aquí. Cádiz te da un montón de cosas.
-Vamos, que no se plantea otra aventura por otros lares.
-Ahora mismo, no me lo planteo para nada. Mis hijos están bien, ya son adultos; tengo una nueva pareja. La Escuela va bien. Estoy bien.
-¿Son gaditanos los dos?
-Sí, sí. Mi exmujer es de Cádiz y ellos viven aquí. Tiene 26 años María y 21 Manuel. Y la verdad es que ahora mismo estoy muy bien aquí.
-Para ir terminando que la clase aprieta jeje.
-Por eso he ido a saco. Jeje.
-No pasa nada. Dígame en qué está ahora o si tiene nuevos proyectos.
-Bueno, no te he dicho que desde hace cinco años me dedico principalmente a la fotografía de arquitectura, aparte de la escuela, de las clases y todo. Trabajo con arquitectos, interioristas; obviamente, sin dejar de hacer lo que pueda llegar como algún evento, alguna cosa.
-¿Nunca le llamó el reporterismo, la fotografía informativa, la del día a día en un periódico?
-Sí, sí, sí. Me ha llamado, lo que pasa que es un sector, como tú bien sabes, complicado.
-Ya, ya. Si la culpa por hacer la pregunta. Jaja.
-No, hombre. Jaja. A ver, yo estuve una temporada con el Diario de Cádiz cubriendo el concurso del Carnaval y los carnavales, y tal, pero no es un tipo de fotografía con la que yo me sienta cómodo para trabajar; te faltan muchas tablas para trabajar ahí. Me gusta, pero me resulta muy complejo.
-¿Y trabajar para agencias?
-Coincido con muchos compañeros tuyos, como Antonio (Vázquez) o Francis (Jiménez) en muchos eventos y más o menos sé cómo está la profesión. Y no, para agencias no me suele llegar trabajo; también es verdad que yo tampoco busco nada de eso. Me llegan contratos de arquitectos, de interioristas, que son a los que busco. Porque esto es como todo, cuando antes hacía bodas, las buscaba y se van encontrando esas fotografías; y ahora como no busco bodas, pues no me entran.
-Pues si está bien como antes, para qué buscar. Un placer, Manuel.
-Otro.