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Las puestas de sol en La Caleta, el maravilloso espectáculo (nuestro y de ellos) de cada día
Durante el verano hay concentraciones a diario en puntos estratégicos en los que se mezclan con la boca abierta vecinos de la ciudad y visitantes
De las puestas de sol en Cádiz se ha dicho y escrito mucho. Y aquí va una aportación más: es el espectáculo (nuestro y de ellos) de cada día.
Y es que durante el verano hay concentraciones a diario en puntos estratégicos en los que se mezclan con la boca abierta vecinos de la ciudad y visitantes.
Antiguamente se gastaría fácil un carrete de 36, los de 24 fotos se quedarían cortos, y en estos tiempos modernos, donde se hacen las imágenes más para los demás que para uno mismo, qué pena de sociedad, se tira de móviles y de redes sociales.
Se ha escrito por activa y por pasiva. Se trata de un instante, pero de un instante mágico. Cádiz sabe mucho de magia.
De magia y de luz. Capital de la Costa de la Luz, en Cádiz la luz es única y ciega en el mejor de los sentidos. Y sus atardeceres, porque no es un atardecer, son varios, un espectáculo diario diferente, irrepetible, recibieron hace unos años, allá por 2020, la palmada en la espalda, el reconocimiento, por parte de los usuarios de un concurso de puestas de sol de la revista de viajes Condé Nast Traveler.
«No hacen falta filtros: aquí la gama de colores que abraza los rosados, anaranjados y violetas son cortesía de la casa. La playa de Cádiz por derecho, la única que baña su casco histórico, nos hace poner los ojos como platos mientras miramos atentamente cómo el sol cae en el horizonte. Pero qué barbaridad. Se trata de minutos, pero ojalá fueran horas. No nos cansamos de admirar un espectáculo que nadie quiere perderse», se destacaba desde la revista de viajes Condé Nast Traveler.
«Los móviles y cámaras, da igual si son de locales o forasteros, se afanan en captar el momento. En guardarse para sí, y para siempre, ese hipnótico instante en el que el sol toca el mar y el paisaje explota. Nosotros nos quedamos con la retina: esta ceremonia es para conservarla dentro, bien cerquita de uno, y no olvidarla jamás», se añadía, pudiendo leerse entre líneas algo así: «qué coraje la dependencia casi natural de los modernos a los móviles».
«Sobre el mar, que por aquí suele lucir calmado, un sinfín de barquitas de pescadores se dejan mecer por las olas. La brisa nos envuelve. El olor a sal nos atrapa. Está claro que por el sur, las cosas bonitas, se las toman muy en serio. En el cielo, con suerte, un puñado de nubes flotan dispersas y añaden garra y carácter a la escena. Nadie, nunca, jamás, hará que nos olvidemos de este momento. Porque La Caleta es mucho, y su atardecer solo una excusa más para pasar por ella. Por eso si nos piden que contemos las mil y una razones por las que dedicar un pedacito de vida a descubrirla, nosotros nos venimos muy arriba: nos sobran palabras. Nos sobran lugares». Y es que el atardecer en La Caleta es inspiración para los amantes de las palabras.
Cuánto y de qué manera se le habrá cantado a ese rinconcito llamado Caleta. Y a esa luz que la ilumina y que, durante su marcha, va cambiando los registros para dotar el escenario de otro espectáculo, diferente también, aunque más parecido cada día: la noche.
La playa del casco antiguo de Cádiz no entiende de estaciones y sus arenas siempre albergan a gaditanos y extranjeros. Refugiada entre dos castillos, recuperado ya el de San Sebastián, las barcas balanceadas por la mar producen destellos que la hacen brillar. Disfrutar de un entorno familiar, descansar a la sombra de un antiguo balneario, pasear por un camino de rocas y disfrutar de la esencia de Cádiz, son algunas de las actividades que se puede hacer en la playa de La Caleta antes o después de un bello atardecer.
El paseo que da acceso al castillo de San Sebastián divide la playa en dos tramos, quedando al sur una pequeña lengua de arena que también es aprovechad para tomar el sol y disfrutar del baño en piscinas naturales de piedra. Ese es otro trípode humano para sacar las mejores fotos. Con un vino, en compañía de la soledad o con gente, con un perro tal vez.
Cádiz no hay más que decir: «La Caleta es bella porque sí. Porque siempre tuvo que serlo».