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Un peligro de altura en la Cuesta de las Calesas de Cádiz

Una persona, sin ser consciente, se expone a muchas amenazas potenciales cuando sale de casa y pone sus dos pies en la calle

Un hombre, aún mareado tras toparse con el árbol que hay en el inicio de la Cuesta de las Calesas de Cádiz la voz

J.M.V.

CÁDIZ

Una persona, sin ser consciente, se expone a muchos peligros cuando sale de casa y pone sus dos pies en la calle. Te puede caer una maceta en la cabeza, te puede pillar un coche al cruzar la carretera, puede llevarte por delante un patinete eléctrico en cualquier punto de la ciudad, te puedes tropezar con una de las losas en mal estado que hay repartidas por todos los barrios y caerte, te puedes chocar con un semáforo o una farola... No resulta peligroso pisar la caca de un perro, pero esa es posiblemente la opción con más probabilidades de que te ocurra si te da por pasear o tienes que ir andando de un punto a otro de Cádiz.

Peligros, lo que se dice peligros, potencialmente hay muchos. Y uno de ellos, que se lo digan si no a un hombre que se ha topado con él esta semana, es un peligro de altura que se encuentra, sin aviso alguno de que pueda acabar haciéndote daño, mucho daño, en el inicio de la Cuesta de las Calesas. Concretamente a la altura, ya que hablamos de altura, del Palacio de Congresos.

Es un peligro que puede pasar perfectamente desapercibido para personas bajitas, pero ojo para personas de altura. El peligro no es otro que un árbol que se encuentra entre el acerado y el carril bici, un árbol que te puedes 'comer', tal y como le ha pasado a esta última víctima, si bajas del autobús con cierta celeridad.

El hombre en cuestión se llevó un tremendo golpe en la cabeza tras bajarse de un autobús de la línea número 3 en la parada de la Cuesta de las Calesas con cierta celeridad. Se incorporó de un salto a la calle y nada más avanzar se llevó el porrazo, cayendo desplomado de espaldas.

El susto para quienes pasaban por la zona del suceso y para el chófer del autobús fue notable, ya que esta persona tardó en reaccionar y tuvo que recibir ayuda para poder levantarse del suelo. Ya de pie, seguía visiblemente mareado y tocándose la cabeza. Que saliera el chichón era cuestión de tiempo.

No tardó en aparecer otro conductor de autobús y entre los dos y un paseante que pasaba por allí, atendieron al hombre. Uno de los conductores le ofreció la posibilidad de presentar un parte y así se hizo, estando parado el autobús en la parada durante el tiempo en el que se formalizó el escrito.

El hombre hizo foto del árbol con la intención de presentar alguna queja más al margen del parte que le ofreció el conductor del autobús. «Esto es un peligro, vaya golpe me he llevado», dijo cómo buenamente pudo.

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