PATRIMONIO
Un paseo de gigantes por un Cádiz en miniatura
La Maqueta, uno de grandes lujos de la ciudad, está en pleno proceso de restauración para seguir conservando la pieza histórica casi 250 años después
El reloj marca las 07:30 horas de la mañana y Pedro Macías, el restaurador de la Maqueta de Cádiz, se pone su bata blanca para afrontar una nueva jornada en el Museo de las Cortes. Un total de 350 elementos agrupados en 305 bloques que tendrá que rehabilitar para la conservación de uno de los tesoros más antiguos y preciados de la ciudad.
En la calle Santa Inés número 9 nace el que fue un elemento clave para los actos de celebración de las Cortes, que dieron lugar a la Constitución de 1812. Y es en ese edificio en el que el restaurador estará durante dos meses eliminando humedades, restaurando fragmentos dañados e incluso hallando nuevas sorpresas en esta pieza única en España y en Europa.
«Está siendo un trabajo impresionante. La maqueta de Cádiz no deja de sorprender. Es emocionante ver partes de la ciudad que ya no existen, lugares emblemáticos que siguen intactos. Pero sobre todo es excitante para mí la cantidad de personas que están viniendo a ver la restauración», narra Pedro.
LA VOZ visita los trabajos de limpieza -ya en el ecuador del proceso- y Pedro muestra su día a día. Focos de luces, pinzas, pinceles, productos especiales para la madera. Y el cuidado minucioso del restaurador. Porque de lejos se ve el gran cariño y mimo que le está poniendo a la preservación de la fortuna gaditana.
Desde 2012, con motivo del Bicentenario de la Constitución de 1812, no se hacía una restauración de este calibre. En 2017 sí se hizo una limpieza, pero muy por encima. Pedro Macías relata que «esta vez contamos con una significante novedad. Es la primera vez que se va a exponer al público. En las anteriores restauraciones, el museo se cerraba para que se pudieran hacer los pertinentes trabajos de limpieza sin visitas. Ahora turistas y gaditanos pueden ver de primera mano la labor de saneamiento gracias a la directora del museo, Fátima».
Máxima expectación y agradecimiento de los visitantes
Pedro se levanta de su escritorio para tomar un café a media mañana. También lo hace para aquellos visitantes que lo saludan o le preguntan. «A veces pienso que voy justo de tiempo, pero también me gusta hablar con la gente. Es que lo que se está haciendo es muy importante y aquí vienen muchos curiosos que le dan sentido a este trabajo que estoy haciendo».
Nos enseña una pieza ya rejuvenecida. Otra por rejuvenecer. Y la diferencia es profundamente significativa. Pedro señala las piezas al detalle y se puede divisar el polvo acumulado durante años. El restaurador comenta también que se encarga de pegar aquellas piezas donde la cola se ha deteriorado.
El esmero extremo con el que Macías realiza su trabajo le llena de satisfacción. Y presume de ello. Se le nota en los ojos y en las continuas sonrisas al enseñar cada pieza. «Es una preciosidad todo. Lo mires por donde lo mires».
Pero es que Pedro, en sus labores de limpieza, también ha hallado sorpresas en la maqueta gaditana. Hace unos días se conocía el descubrimiento. En la parte del castillo de Santa Catalina (junto a la Caleta), aparece la recreación exacta del retablo de la capilla. Ninguno de los restauradores anteriores lo había encontrado. «Lo primero que hice fue hacerle una foto y mandárselo a la directora del museo. Subió rápidamente. Luego nos documentamos y efectivamente dimos con la tecla», cuenta entusiasmado. «No sabíamos si iba a generar tanto interés a la ciudad. Sin embargo, cuando destapé la tapa y vi ese aluvión de cámaras fotografiando el momento, me di cuenta la importancia que esto tenía», confiesa.
Este hallazgo importa. Y será relevante siempre que se recuerde. No todos los días se encuentra una parte de la historia de Cádiz. Una pieza inédita. «Me emociono al contarlo pero justo cuando se publicó oficialmente esta pieza, una señora me paró por la calle para felicitarme porque lo había leído en las noticias. A mí me llena de orgullo».
En los pasillos del museo se escucha un «¡cuánta historia tiene Cádiz!» de uno de los turistas que no se va a ir de la ciudad sin empaparse de ella. Todos pasean por el museo embobados por la cantidad de historias que aguarda esta ciudad. Otros se quedan admirando a Pedro «pisando» la maqueta de Cádiz para ponerla a punto. El ambiente del Museo de las Cortes es para quedarse.
Primera visita de videntes
Pedro Macías continúa trabajando con cada una de las piezas. Pero sigue contando anécdotas de lo que esta experiencia está significando para él. Se le acercan muchos visitantes que han querido visitar el Museo de las Cortes. Y la sorpresa que se llevarán después de tener al restaurador a pie de faena.
«El otro día vino por primera vez un grupo de videntes. Me quedé impresionado con eso que viví. Les dejé parte de los módulos que estaba limpiando y ellos lo tocaban. Yo les explicaba en qué parte de Cádiz estábamos. Era alucinante verles», reseña.
Pedro va a su escritorio y saca una imagen. Una foto con una dedicatoria en la parte trasera. «Mirad, esta es la foto de recuerdo que em mandaron los videntes. A mí este tipo de cosas me impulsa a seguir y me llena de orgullo que todos valoren mi trabajo de esta manera».
Historia de la Maqueta de Cádiz
Fue en el siglo XVIII cuando el rey Carlos III de España ordenó que se construyera una colección de maquetas de bulto redondo de todas las plazas fuertes del Reino. Solo la ciudad de Cádiz tuvo el privilegio de hacerse en miniatura, convirtiéndose así en un tesoro que, después de casi 250 años, se continúa conservando.
Algunos ebanistas gaditanos ayudaron al teniente coronel de Infantería, Alfonso Jiménez, e hicieron la maqueta de la capital gaditana entre julio de 1777 y marzo de 1779. Ocupa una superficie de 12'52 x 6'92 m y para se usaron diversos materiales como pino de Flandes recubierto de cedro tallado para las olas; ácana y caoba para las casas; ébano para las ventanas y balcones; marfil para los edificios más señalados.
La base documental usada por los maquetistas fue un plano de Cádiz firmado por Ignacio Sala en 1749. Sufrió varias vicisitudes -traslados, incendio en 1835- siendo restaurada entre 1950 y 1962 por Manuel Pena López.