con 'c' de cádiz

«He sido un loco de la Semana Santa, pero cada vez me está aburriendo más»

pedro ramos gonzález. capataz de semana santa

Este legendario capataz repasa su extensa y prolífica carrera desde el desparpajo que le da la experiencia y la sapiencia que atesora desde que en los años 50 se metiera a cargar en la recogida de Sentencia vestido de marinero

Pedro Ramos sonríe con su gesto característico cuando mira a cámara.
Alfonso Carbonell

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Pasado el Carnaval, con permiso del chiquito, llega la Cuaresma, y qué mejor que entrar en ella a la voz de un legendario capataz como don Pedro Ramos González (Cádiz, 15 de mayo de 1928), que a pesar de estar a nada de cumplir los 95 mantiene su memoria intacta. Esos recuerdos a los que se agarra para seguir advirtiendo que el estilo de Cádiz «se está perdiendo» tras defenderlo con su martillo durante más de cuatro décadas. Que se dice pronto.

Charlar de Semana Santa con don Pedro, o Perico, como le llaman los suyos, recuerda a hacer lo propio cuando se habla de Carnaval con Antonio Martín o Joaquín Quiñones, otros guardianes de otro estilo señero de Cádiz. Porque Pedro, como los antes citados, guarda las raíces de otra época, de otra forma de cargar, de otro sello, de otras costumbres, de otra vida que ya ha pasado y a la que vuelven con tal de defender «lo que no ha de perderse».

A don Pedro le da igual que se le pregunte por sus vivencias como gaditano porque todo lo conduce a la Semana Santa; al palo, al martillo, a las maniguetas, a las cuadrillas, a la carga, en definitiva. Como mucho, me concede hablar una mijita de su otra gran pasión, su nieto Chris, que ahora juega en el Cádiz y por el que le han 'asaltado' a nivel nacional desde las radios al Chiringuito hasta que su hija ha dicho basta para proteger su descanso. «Pero esto es diferente; yo sabía que a él hablar de Semana Santa le entusiasma, le apasiona y que podía ser muy bonito», me confiesa Auxi, que lo acompaña en la entrevista junto a su madre, a los que cuida en su casa con el mimo propio que ofrece el amor de una hija. Y sí, Auxi no se equivoca. Porque a don Pedro que se le enciende la cara cuando huele a incienso y, por ende, cuando se le habla de Semana Santa. Da igual por lo que se le pregunte que él ya encontrará la manera de devolver al primer plano a su querida Semana Mayor. Porque este abuelo de futbolista, padre de comparsista y patriarca de una familia que lo ama es el que manda. Y como antaño lo hacía sobre sus cargadores, ahora lo hace sobre este humilde plumilla, que hace lo que puede por seguir los pasos de un capataz con solera. '¡A esta es!'

-Don Pedro, usted dirá.

-Yo empecé cargando vestido de marinero. En el año 50, con Sentencia.

-Explíqueme eso, hombre. ¿Cómo que se metió debajo de un paso vestido de marinero?

-Iba vestido de marinero porque salía del Observatorio de Marina (donde hacía el servicio militar) y me dio por meterme dentro del paso porque iban amigotes míos, que ya iban de recogida.

-¿Cómo fue metiéndose por derecho en el mundo de la carga?

-Cuando salí de la mili me incorporé a trabajar en la Fábrica de Tabacos, donde coincidí con un capataz de entonces que era Serafín Duarte. Este hombre era compañero en el trabajo de Raimundo y ambos eran capataces de cofradías. Y con ellos me acoplé. Estuve varios años cargando con Raimundo; yo iba fuera, de maniguetero. Hasta que llegó un año en el que se rebelaron los dos llevando al Nazareno. Tiraron los martillos al agua.

-¿Y eso por qué? ¿Qué pasó?

-Porque quisieron hacer una entrega a la gente y...

-(Interrumpo) Y la hermandad no les dejó. Como si lo viera.

-Claro.

-¿Y cómo acabó eso?

-Recuerdo que yo iba con la horquilla dándole a la gente en los pies. Y cuando llegamos ya, a fuerza de mucho, a la plaza San Juan de Dios, el Cristo siguió para arriba y nosotros (el palio) cogimos por Jabonería. Cuando llegamos al tablao del Nazareno, nos dijeron: '-Ahora, pa la cárcel'. Y para la cárcel que fuimos, donde la gente le hizo una entrega a Raimundo y Serafín. Allí tiraron los martillos. Poco después, fue Raimundo, tras cerca de diez años cargando y aprendiendo con él, el que me presentó como capataz a las cofradías que sacábamos. Y desde entonces ya empecé yo de capataz.

-Antes de seguir con su trayectoria. ¿Dónde nació usted?

-Yo nací en la calle la Botica, número 25. En pleno barrio Santa María. Ya después mi padre se casó, de segundas, y me fui a vivir a Adolfo de Castro.

-¿Su primer contacto con los pasos fue de niño o ya como cargador?

-Mi primer contacto es cuando entro a trabajar en la Fábrica de tabacos. Es en ese momento cuando me incorporo a las cofradías cargando con Raimundo y Serafín.

-Ajam. ¿Recuerda cuál fue su primer año como capataz titular?

-Sería mediados o finales de los 50, que sacábamos el mismo año el Lunes Vera-Cruz, el Martes Piedad, el Miércoles Angustias y Cigarreras, el Jueves Afligidos y Perdón y el Viernes Victoria.

-Ahí lo lleva. ¿No se cansaba, no? ¿Y era todo con la misma cuadrilla?

-No, no, no. Nos juntamos tres cuadrillas; la de José Carrera Benítez, que trabajaba con los cristales; la de Francisco García Sanz, que repartía butanos; y la mía, que trabajaba en Tabacalera. Y entre los tres sacábamos las cofradías hasta que ya me quedé solo.

-¿Cuándo colgó el martillo?

-En el 92. Yo he sacado todas las cofradías de Cádiz menos tres y porque no pude sacarlas al estar con otras.

-Vive usted en una calle con nombre la mar de cofrade, Santísimo Cristo de las Aguas.

-También lo he sacado, de San Felipe y con Corbacho, que fue el presidente de la Junta Local de Cofradías, que estaba en Servicios Eléctricos.

-De ahí su relación con una hermandad vinculada a Eléctrica y Aguas. Es usted un amante de los palios por encima de los misterios. ¿Por qué esa querencia a sacar más vírgenes que cristos?

-Porque de siempre me gustaban los palios y yo, como he sabido 'jugar' con ellos, me apetecía más porque lo disfrutaba. Pero vamos, que cuando ha habido que sacar un Cristo también lo sacaba. Yo he llevado el Cristo de la Paz, Buena Muerte... Lo que pasa es que me ha tirado más los palios desde siempre.

-Bueno, don Pedro, ¿si hablamos de estilo de carga le metería en un charco o no?

-No me hables de charcos que una vez me metí en uno hasta la cintura. Es que entonces las calles no eran como las de ahora, eh. Antes había boquetes por todos lados.

-Jajaja Después iremos a eso, pero antes contésteme a los de los estilos ahora que llevamos tanto tiempo que si es mejor el gaditano, que si el sevillano. ¿Usted qué dice al respecto? Digo yo que en sus tiempos no se llevaba el estilo sevillano, ¿no?

-Ni sevillano, ni americano.

-Jajajajajaja Veo que es partidario del estilo de aquí, del de toda la vida.

-Nosotros éramos de Cádiz y ya está. Y como Cádi, ná.

-Olé. ¿Y cómo ve la deriva que fue cogiendo el tema hasta lo que se ve ahora? ¿No considera que otro estilo o forma de llevar el paso puede enriquecer la Semana Santa?

-Eso lo que hace es estropearla, hombre.

-Vale, vale, don Pedro. No se me enfade.

-Ese problema lo empezó (Ramón) Velázquez. Ese fue el que empezó con La Palma y con Sentencia. Y ya después le siguieron algunos, como el Despojado.

-Le veo actualizado. ¿Le gusta seguir viendo Semana Santa?

-Claro que sí, pero si tú eres de Cádiz no puedes llevar el estilo de fuera.

-Totalmente de acuerdo. Volvamos a sus inicios. Tengo entendido que antiguamente las cuadrillas cobraban. ¿Cuándo y por qué se dio ese cambio de cargar cobrando a querer cargar pagando?

-Pues cuando se comenzaron a formar las cuadrillas de cargadores que no cobraban y se podían hacer los relevos que ellos querían. Claro, a las cofradías les venía muy bien para su economía. Pero, mira, yo he estado en la Junta Local de Cofradías en representación y como jefe de los capataces; nos reuníamos en el Pópulo y cada vez que pasaba la Semana Santa e iba yo allí a pedir el sueldo me querían comer los cofrades y hermanos mayores. Y yo les decía que debían pagar a los cargadores, que para eso eran los que hacían lucirse a las cofradías; en cambio no protestaban cuando compraban lo uno y lo otro. Siempre hubo problemas con los sueldos, siempre. Hasta que se terminaron quitando y comenzaron los problemas con los cargadores, que mejor no me hables de eso porque eso no lo aguanto yo.

-Jajaja ¿Cómo que no, don Pedro? ¿El que no aguanta?

-La forma en cómo llevan los pasos ahora y la de gente que llevan. Tanto relevos para que después no lleguen todos bien; el personal que va debajo de los pasos no es el que se llevaba antiguamente.

-Ahhh, vale, vale. Quedó claro, quedó claro. ¿Pero en qué sentido ha cambiado el personal que carga?

-Pues muy fácil. Artillería era la gente alta e infantería, la baja. Pero ahora ves tú a los pasos de vírgenes y cristos y eso va todo igual, feísimo. No son gente para ir en los palios; son cuadrillas formada toda por gente muy alta, excesivamente alta. Yo, cuando cargaba, iba de manigueta y detrás mía, según los cuerpos. Pero cargaba, no que ahora se ven los maniguetas que no le llega el palo. Será que hoy la juventud es muy alta, pero desde luego no me gusta como van los palios. Van feísismos.

-Se lo digo yo, que me quedé sin cargar Esperanza Cigarreras por mi poca altura.

-Claaaaro. Pues queda muy feo en los palios las cuadrillas tan, tan, tan altas. No lo entiendo. Además, hasta los propios capataces me lo decían a mí, que estaba viendo las procesiones en San Juan de Dios en 2019.

-¿Qué le decían?

-Pues cuando se paraban delante mía como detalle por ser quien fui les decía que iban horroroso. '-Que eso está feo, hombre'.

-Jajaja Espere, espere. ¿Cóóóóóóóómo? Vamos a ver. O sea, ¿que se lo mecían delante suya y se lo paraban y encima les echaba la bronca? Está bueno eso, don Pedro.

-Así era, así era. ¡Es que un paso de palio debe ser bajo porque si no, cuando lo levanten, cómo levantan eso? No lo entiendo. Ya te digo, horroroso.

-Jajaja. Es usted único. Ya que estamos en harina, ¿qué piensa de los relevos?

-¡Eso lo han hecho los mismos y las cofradías para ahorrarse el dinero y meter más! Además, también creían que tendrían más garantías de que los pasos llegasen bien. Pero mira, ahí no está el problema. Yo he sacado pasos con 50 personas y ahora llevan 150 para llevar dos cuadrillas y hasta tres, como Ramón Velázquez en La Palma.

-Los partidarios de llevar relevos dicen que es para que llegue bien el paso.

-Pero si yo veo bien que haya relevos, pero eso no significa nada porque hasta con relevos se han quedado en la calle las cofradías.

-¿Y a qué se debe eso?

-A que no pueden porque hoy en día no hay gente, no hay cargadores. Antes, por los trabajos en el muelle, en la fábrica, en la cementera, donde fuera; todo el mundo cargaba al hombro. ¿Hoy quién carga al hombro? Los que traen la bombona na má.

-Jajajajajajajajaja

-Claro, antes todo el mundo tocaba el hombro en su trabajo porque había mucho trabajo de mano de obra. Fíjate, yo he sacado la Borriquita desde San José; 50 en la Virgen y 60 en el Cristo nada más. Eso es lo que llevaba y la he traído a paso tambor y sin problemas hasta Cádiz. Y con la misma gente. Hoy llevan tres relevos y se ha quedado en mitad de la calle. Es que no hay gente.

-Bueno, pongamos que la culpa no es de la carga en sí, sino de la sociedad, que ya no se trabaja tanto con el hombro como antes.

-Un capataz que sea antiguo, porque yo ya no tengo edad para eso, debería tener una cuadrilla suya, que es lo que yo tenía, que era buena, buena, buena. Sobre todo, formada por veteranos. Pero para eso, para tener una buena cuadrilla hoy en día, te tienes que calentar el coco y aun así no te fías de ella del todo.

-Ya hemos arreglado la carga, don Pedro. Vayamos con el público. ¿Cómo ve al actual en comparación al que usted tenía cuando empezó con esto del martillo?

-Ha ido progresando. Aquí sí hemos mejorado mucho. Ahora hay más respeto que antes, que se te metía la gente por dentro de la procesión y por todos lados. E incluso en la carga, donde te veías a muchos con el cigarro en la boca. Todo eso sí que ha mejorado. Antiguamente era raro el que no fumaba en mitad de la procesión. En eso sí estoy conforme en que ahora todo es mejor, más bonito, más formal, más ordenado todo. Aquí sí.

-Ha sido capataz de casi todas las hermandades, pero ¿cuáles son, por circunstancias, las que más lleva dentro?

-Cigarreras y Perdón. Y mira, Cigarreras era porque me gustaba sacarla de siempre porque si fuera por Tabacalera cogían a otro y a mí me dejaban fuera pese a que yo era empleado. Dice que nadie es profeta en su tierra y eso me pasó allí con ellos. Yo trabajaba allí, era capataz de la Virgen y sin embargo siempre había problemas conmigo. Pero yo estuve pendiente de los dos pasos nuevos que se hicieron, tanto el de la Virgen como el del Cristo. El de la virgen se hizo en la misma carpintería que allí teníamos y allí estaba yo todos los días dirigiéndolo junto a Serafín Duarte.

-Hablando de la Esperanza Cigarreras. Recuerdo, siendo yo pequeño y hermano de la hermandad, que cuando llegábamos al Compás de Santo Domingo, a las tres de la mañana, había allí una montada tremenda. Yo llegaba todos los años, además de roto, atemorizado por los pitotes que allí se formaban. Pitos, abucheos, gente con litronas; una cosa horrible, lamentable, el Cádiz más chungo. La gente esperaba la recogida, la última del Miércoles Santo, y no había porque la Virgen siempre llegaba de ruina con todo aquello atestado de gente. Se decía que era la mesa, que pesaba horrores. Usted vivió en primera persona todos esos problemas que daba ese paso. ¿Por qué llegaba siempre tan mal y cómo lo llevaba?

-Los problemas eran de las candelerías que llevaba ese paso, que eran de hierro fundido, que eso pesaba una barbaridad. Y un capataz que lleva una cofradía que va malamente te puedes figurar como puede ir. Todo lo contrario que cuando va bien, que uno va disfrutando. Recuerdo que en San Antonio, cuando entraban los refrescos y yo iba a tocar el martillo para formar a la gente veía que me faltaban seis, siete u ocho tíos; se habían pirado.

-Esos desertores se lo veían venir lo que llegaba de lo que ya estaba cayendo y no se había llegado ni a la mitad del trayecto, ¿no?

-Digo. Siempre había problemas con ese paso hasta que se cambió.

-¿Y su relación tan íntima con El Perdón a qué se debe?

-Pues por lo mismo; yo he pasado por tres generaciones de mandamás en El Perdón. Tanto tiempo fui el capataz que el último año antes de la pandemia, el 2019, me hicieron un homenaje. Me llamaron para hacerme el homenaje, que consistía en tocar el martillo (en la primera levantá) y largarme, pero yo no hice eso.

Imagen principal - «He sido un loco de la Semana Santa, pero cada vez me está aburriendo más»
Imagen secundaria 1 - «He sido un loco de la Semana Santa, pero cada vez me está aburriendo más»
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1. Pedro Ramos, en el centro, se jubiló a mediados de los 90 sacando la Borriquita. 2. En la imagen, el trío de capataces (Sanz-Carrera-Ramos, a la derecha) en plena levantá de Afligidos en los 80 para pasar por una tribuna. 3. Pedro Ramos, con su hija Auxi, en el homenaje que le rindió la cofradía de El Perdón.

-Jajaja ¿Y qué hizo si no?

-Yo toqué el martillo y saqué el paso hasta el Campo del Sur. Y con un brazo roto y to.

-Jajajajajaja

-Allí había dos que habían sacado el paso conmigo años atrás y decían a la gente. '¿Que ese solo va a tocar el martillo y se va a ir? Sí, vamos. ¡Ese saca, mínimo, al paso de la iglesia!' Y eso pasó.

-Y un hermano de El Perdón como usted, ¿cómo lleva eso de que la cofradía no salga ya a las tres de la mañana?

-Ya no hay el ambiente que había antes con la cofradía. Lo explico. Si salía El Perdón a esa hora, antes la gente podía ver la recogida del Nazareno y luego se venía a la nuestra. Pero hoy han quemado ya el Jueves Santo, lo han quemado.

-Por cambiar una mijita de paso, nunca mejor dicho. Como gaditano, ¿qué aficiones tenía más? ¿El Carnaval?

-No, eso era más mi hijo, pero a mí el Carnaval no me gustó.

-Hablando de él, ¿también fue capataz?

-Sí. A él le gustaba cargar y yo le dije que viniera conmigo para que aprendiese. Y cargó conmigo hasta que le dio por sacar de capataz el Cristo de la Salud de Cigarreras, que lo estuvo sacando dos o tres años.

-Coincidiendo con el nuevo paso que sustituyó al que cariñosamente se le llamaba la caja de cerillas.

-Digo. A ese fui a verlo hacer yo, que se hacía en Sevilla

Pedro padre, de capataz de Esperanza Cigarreras, con su hijo Pedro, de penitente, el primero de la imagen.

-Ya que hablamos de familiares. Supongo que estará contento con su nieto (Chris Ramos). De tenerlo en el Lugo jugando a tenerlo aquí cerquita con el Cádiz y en Primera. No le digo ná y se lo digo tó.

-Hombre, figúrate.

-¿Ese es capillita?

-No, no, qué va. Es verdad que salió los primeros años de penitente en Cigarreras y poco más. Tampoco es carnavalero porque cansa mucho decía. Pa darle dos guantás jajaja. El tío está hecho un fenómeno. También ha recorrido lo suyo para llegar donde está, eh. Él y yo, los dos. Jajaja.

-Jajaja ¿Lo ha acompañado mucho a jugar?

-¿Que si lo he acompañado, dice? Ojú. Me he recorrido España detrás del niño. Yo he ido con él de chiquitito por tos laos. Jugaba en el Tiempo Libre y lo he llevado y seguido por toda la provincia y hasta Galicia, que jugó unos campeonatos de España porque lo cogió la selección. Y en Portugal también estuvimos, jugando un Mundialito.

-Y entre viaje y viaje no le consiguió meter el veneno de la Semana Santa.

-No, no. Jejeje Para qué, joe, si le ha ido de lujo. Pero a mi nieta Desiré sí. Esa ha cargado incluso cuando Sanidad sacó la cuadrilla femenina.

-Ya ha dicho que el Carnaval nada, ¿alguna afición más?

-A mí es que de siempre me ha gustado la Semana Santa; he sido un loco, un fanático de ella, pero cada vez me está aburriendo más.

-No me diga eso, don Pedro.

-Es que no me entra en el coco tantos cambios. ¡Si yo hasta soñaba con la Semana Santa! Esos concursos de saetas y estaba como loco por escuchar los tambores. Yo lo que digo es que hoy no hay cargadores, no hay gente; la juventud lo que hace es presumir pero no sabe cargar; mucha gimnasia pero no vale un duro ninguno. Digo esto porque yo he tenido a esa gente; ¡esos con un montón de espalda y músculo y se me iban a mitad de recorrido!

-Mucho gimnasio y poco, hombro, ¿no?

-Claro. Y sin embargo, yo he llevado chavales jóvenes en El Perdón y me llegaban hasta por la mañana.

-Deja el martillo en 1992. ¿Por qué?

-Yo empecé a trabajar en la fábrica con 20 años y ahí empecé a cargar. Y con 22 ya estaba llevando yo un paso. Y dejo de ser capataz porque tuve jaleo con El Perdón, con 64 años. Me mandaron una carta a casa diciéndome que si la próxima salida no sé qué no sé cuanto; coincidió ese año que yo caí malo y por eso me llamó Paco Carnota.

-¿Ese fue el concejal, no?

-Sí, y también era el hermano mayor de El Perdón. Pues bien, caí malo y por eso llegó la cuadrilla de Amargura quedándome yo con los dos pasos. Pero al otro año ya me enteré que habían buscado otro capataz. Y dije que ya no volvería más.

-¿Y se jubiló definitivamente?

-Esa era la idea, pero me llamaron un par de años después para sacar la Paz, la Borriquita, que salía de El Carmen. La saqué dos años, pero ya de balde; ahí no se cobraba.

-La sacó de San José y se retiró en el Carmen. Un buen epílogo.

-Por eso la saqué, porque era la Borriquita. Ahí tengo la foto.

-Como aficionado, dígame un sitio y un paso para ver.

-Una de ellas era El Perdón, cuando iba de recogida por la calle Nueva y venía la Virgen en busca del Cristo, que estaba en San Juan de Dios. Ahí ya se formaba la marimorena. De eso hace ya lo menos 25 o 30 años. La calle Nueva estaba así (llena) y nos esperaba este que tocaba el piano, Felipe Campuzano. Y hasta lloviendo.

-Uff, el agua, la gran enemiga de la Semana Santa. ¿Cómo la ha llevado cada vez que se presentaba?

-En cuanto me decía el fiscal que nos teníamos que recoger me tenía que poner a pensar por dónde coger para llegar a la iglesia más cercana y dependiendo del paso que llevase. Yo lo pasaba peor con la Victoria, la de la Guardia Civil.

-Esa no se podía meter en cualquier sitio, ¿no?

-Je. Cogía yo toda la calle Sagasta y me metí en un charco que me llegaba a las rodillas; fue en la esquina de un freidor que había. Me cogió también con La Palma, que nos recogimos con la virgen en San Felipe Neri. También con el Prendi me cayó agua; iba yo por Gaspar del Pino con dos guardias civiles al lado que parecía que iba yo escoltado. Como la Borriquita lleva la policía armada.

-A petición de su yerno, jeje ¿Cuántas veces se ha chocado con los balcones o los cables de electricidad?

-¡Nunca, ni una vez! Mira, te voy a decir una cosa. Con La Palma, Enrique, que era electricista y que lo llevó un año Raimundo como ayudante, dejó La Viña a oscuras.

-Jajajaja ¿Qué me dice?

-Digo. Dio con la cruz del Cristo a un cable, lo partió y dejó al barrio sin luz.

-Jajajajaja

-Yo he tenido siempre mucho cuidado. Cuando iba con las vírgenes, yo lo primero que tenía que ir haciendo era mirar los balcones, porque te los abrían. Y a lo mejor, cuando no los veías, tenías que dar fondo. Porque como no tuvieras cuidado te podías llevar una ventana por delante. Yo he pasado por sitios difíciles.

-Me dice su hija que ella veía sus procesiones «muchas veces en la peña La Estrella para escuchar lo que decían todos los criticones» de usted. Allí, donde por cierto eran los concursos de saetas. Y con orgullo me dice Auxi que sus palios entraban perfectos. ¿No era fácil, no?

-Sí es verdad que recuerdo que cuando me iba acercando escuchaba decir a la gente. 'Ahí viene Pedro Ramos, el del pelo blanco'. Y es verdad que Santiago era y es muy difícil para los palios y si embargo yo lo pasaba aquello divino. Yo llevaba un cuadrilla maravillosa que cuando gritaba '¡Quieto!' se quedaban clavados los tíos. Porque antes los palios se movían mucho. Yo he jugado con los palios muy bien.

Pedro Ramos y Ramón Velázquez, con la virgen de Las Penas de La Palma detrás.

-Antes me ha dicho que todo 'lo malo' que ha venido de fuera a la Semana Santa lo comenzó a traer Ramón Velázquez, pero lo que veo en una foto con él como dos amigos. ¿Se llevan bien?

-Claro, somos amigos. ¡Como no vamos a hacerlo si Ramón cargaba conmigo! Yo le llamo el criticón y lo pongo vestido de limpio.

-Jajajaja ¿Y qué le dice él?

-Él se ríe. Y ya está. Jejeje

-Como me he reído yo, don Pedro. Ha sido un verdadero placer estar con su familia y con usted este ratito en su casa.

-Lo mismo digo. Y recuerda, por aquí estoy cuando quieras hablar de Semana Santa, que no veas la de cosas que no te he contado.

-Ya, ya, imagino. Jajaja Mejor me voy ya. Nos veremos en Semana Santa, don Pedro. Y así criticamos un poquito de lo que hemos visto. Jeje

-Yo critico, pero para mí.

-De eso trata, don Pedro. Adiós, familia.

-Adiós.

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