Cádiz

Se jubila 'El Millonario' tras haber disfrazado a Cádiz durante cuatro décadas: «La tienda me ha dado la vida»

Comercio

Cierra sus puertas el conocido establecimiento de la calle Barrié, en el que podían encontrarse los artículos más inverosímiles

Muchos aficionados al carnaval han acudido allí para buscar algún que otro complemento que le diera un 'toquesito' al tipo

La mítica tienda de 'El Millonario' anuncia su cierra por jubilación. Antonio Vázquez

Decir 'El Millonario' en Cádiz es hablar de palabras mayores. Casi 40 años ha estado Ramón Gómez Gallardo atendiendo al numeroso público que acudía por su tienda de la calle Barrié, un bazar en el que podían encontrarse una inmensidad de artículos entre los que destacaban los complementos de carnaval, lo que le dio un sello propio en una ciudad en la que esta fiesta es religión.

Pelucas, bigotes, sombreros, caretas, pitos, disfraces... Cuántas y cuántas personas no se han comprado algunos de estos elementos para salir en carnaval. Y cuántos niños no se la han dado mortal a propios y extraños con sus tambores y trompetitas.

Su fama ha trascendido fronteras hasta el punto de que hay gente de fuera que considera como propia una tienda que en algunos casos no han pisado jamás. Y es precisamente la leyenda lo que continúa, porque su alma mater pasa ya a disfrutar de una merecida jubilación: «Ahora me toca vivir de otra forma. Dando paseítos, ayudando en casa o haciendo mandados». «Ahora voy a ser arquitecto», dice de broma sobre ese tópico que señala el amor del pensionista por las obras y construcciones.

Durante la pandemia, en la que las fatigas fueron mayores para los comercios presenciales, amagó ya con echar la baraja. Pero ha aguantado unos años más hasta alcanzar los 65 necesarios para «cobrar la paguita y sobrevivir».

«La tienda me ha regalado muchas satisfacciones y trabajo. Me ha dado la vida», dice sobre lo que ha supuesto este establecimiento en su desempeño día tras día. Sacar un negocio de cara al público tiene su dificultad, admite, pero se ha volcado en satisfacer al cliente «porque es quien te trae el sustento». «Siempre hay que respetarlo porque es el elemento principal de una tienda», expone.

El volumen de venta ya no era el de antaño, motivo por el que ha declinado seguir más tiempo, algo que podría haber hecho porque se siente en plenas condiciones: «Hubiera seguido, pero ya la cosa no estaba muy bien. Entre los chinos, la venta por internet, las grandes superficies... Todo ha ido restando hasta que la vaca ya no da más leche».

Se va con el cariño de la gente, la que le ha pedido que no se marchase porque lo van a echar de menos después de tantísimos años en su céntrica tienda: «Yo les he dicho que estén tranquilos, que nos vamos a seguir viendo por la calle».

Mucho más que carnaval

'El Millonario' es rápidamente asociado con el carnaval, «que es lo que más fuerte me ha pegado a mí», pero Ramón ha intentado aprovechar la 'collá' según el calendario. En el verano era habitual ver flotadores y palas en la puerta, como tampoco han faltado horquillas o pasos en la Semana Santa. «En cada fecha nos teníamos que acercar a la demanda del público».

De hecho, sus orígenes comerciales iban por otros derroteros: «La primera tienda que puso mi padre en la calle Compañía era de frutos secos, que fue la primera que hubo en Cádiz que los vendía». Poco a poco fueron expandiéndose, empezando a trabajar artículos de broma hasta llegar al carnaval.

Una fiesta en la que diferentes agrupaciones le han hecho guiños, aunque guarda con especial cariño el entrañable pasodoble que la chirigota del Lobe le dedicó con 'Los doctores Jekyll', que el protagonista canta por teléfono como si estuviera en una peña con amigos.

Aquella copla, por cierto, terminaba diciendo «y en Cádiz ya se comenta una noticia preocupante, que el pobre del Millonario tendrá que cerrar tres años porque piensa hacer balance». Ramón lo desmiente entre risas: «No lo voy a hacer. Tengo a dos detrás que se lo quieren llevar todo a precio de saldo y me quieren limpiar la tienda». Eso sí, no tiene prisa. La jubilación es lo que tiene: «Ya los llamaré».

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