Marianistas

Un «hombre de Dios», el Padre Feliciano, cumple 100 años

El religioso marianista, hijo adoptivo de Cádiz, ha llegado al siglo de vida rodeado del cariño de todos los que le han conocido

El Padre Feliciano cumple 100 años. L.V.
Verónica Sánchez

Esta funcionalidad es sólo para registrados

«Un santo varón», «sencillo», «humilde», «la personificación del espíritu marianista», un «hombre de Dios». Así definen al Padre Feliciano Ruiz Gainzarain los que le han conocido. Este burgalés hijo adoptivo de Cádiz, cumple este martes 24 de enero 100 años, una vida llena de amor y dedicación por los demás.

Llegó a Cádiz en 1951, su primer destino como sacerdote marianista fue el de profesor en el colegio San Felipe Neri. Después su carrera religiosa lo llevó a Valladolid, Madrid, Ciudad Real o Segovia, hasta volver a Cádiz en 1966, donde ha estado viviendo y ejerciendo, primero en el Oratorio de San Felipe Neri y después de nuevo en el colegio, hasta hace apenas cuatro años, cuando su salud hizo que tuviese que trasladarse a residencia Siquem, que tiene la comunidad marianista en Madrid.

Un referente

«Formé parte de la primera promoción a la que dio clase el Padre Feliciano recién ordenado, en 1951», cuenta el abogado José Luis Suarez Villar. «Era un 'oasis' en mitad de la dureza de la enseñanza de aquella época. Nos escuchaba, nos atendía e intercedía ante los profesores por nosotros. Un santo varón», asegura.

«Todo lo que soy como catequista se lo debo al padre Feliciano. Un referente en mi vida», asegura Isabel Escolar. «Es un santo terrenal. Lleno de bondad y humildad. Nunca quería destacar, siempre el último». Narra Isabel que el Padre Feliciano era director espiritual de su madre y que hizo con él la comunión y años después también ofició su boda. Para esta catequista de Las Esclavas, San Felipe Neri y la Casa del Niño Jesús, el Padre Feliciano ha sido «un gran pastor», con un «enorme carisma». «Ha dejado en todas las catequistas una huella imborrable. Lo queremos mucho, nos ha enseñado muchísimo. Hemos sido muy felices a su lado. Es un gran ejemplo», cuenta.

«Tuve la suerte de conocer al Padre Feliciano cuando él tenía 33 años y yo 13. Yo soy de un pueblo de Zamora y allí me reclutó», declara José Luis Veleda, religioso marianista. Tras ello estuvo interno en Segovia y Valladolid y allí lo tuvo de profesor. Recuerda cuando, contando con 17 años, él y sus compañeros le dijeron al Padre Feliciano que no rezarían el Rosario si no podían ver un partido de la selección española que había esa tarde y cómo intercedió por ellos consiguiendo que viesen el fútbol. «Después he vivido con él en comunidad, ha sido una gran alegría para mí. Es una persona muy humilde, muy sencilla, muy bueno y también tiene su genio».

«El Padre Feliciano ha sido un referente en mi vida y en la de mi familia», cuenta Manoli Montero, anterior directora de Educación Primaria de San Felipe Neri. Esta docente lleva 40 años en San Felipe y asegura que el Padre Feliciano es «la personificación del espíritu marianista. Una persona constante en la enseñanza, que ha enseñado y educado a través del Evangelio. No dejó nunca de pasar por las clases y de visitar a los alumnos, a los que leía alguna poesía de cuando era joven o incluso una canción», detalla. «No le he visto nunca enfadado. Llegaba y con su sencillez, con su voz, los niños se callaban y le atendían, tiene la autoridad en su personalidad, transmitiendo ese sentimiento de humildad y sencillez a los niños. Ha sido siempre un pastor», explica. «Los compañeros del claustro le queremos mucho porque además nos cuidaba mucho, es muy detallista».

«Conocí al Padre Feliciano cuando era alumno aquí en San Felipe Neri. Él era el capellán de los medianos. Todavía lo recuerdo así, pequeñito y siempre lo he visto igual, parece que los años no pasaban por él», dice el Padre José Antonio Barbudo, sacerdote marianista, antiguo director general de San Felipe Neri. Define al Padre Feliciano como «un hombre de Dios», sencillo y humilde, al que le gusta pasar desapercibido. Siempre muy religioso, otorgando gran importancia a los sacramentos y las oraciones y haciendo «referencia a Dios en cualquier momento». «Todos los domingos por la mañana estaba en el confesionario recibiendo gente», explica. «Fue un modelo para él el padre Vicente López, del que quería continuar su obra».

Las personas que han formado parte de este reportaje, en la puerta del despacho del Padre Feliciano en San Felipe Neri. De izquierda a derecha, el padre José Antonio Barbudo, Manoli Montero, José Luis Suárez, Isabel Escobar y José Luis Veleda. L.V.

Siempre con los enfermos

Todos destacan del Padre Feliciano su gran adaptación al cambio, sobre todo tras el Concilio Vaticano II. «Lo asumió y se formó. Es una persona que lee mucho, se preparaba, asistía a cursos, a formaciones. Muy meticuloso y con un gran afán de que todo saliese bien», cuenta el Padre José Antonio Barbudo. «Siempre muy activo. Con su grupo de catequesis hasta hace apenas cuatro años», detalla.

Siempre impecable, el Padre Feliciano se ha cuidado mucho. Su cara, por la que no han pasado los años, es reflejo de su espíritu joven. De hecho, pasados los 90 años dedicaba sus veranos a trabajar como voluntario en la residencia Siquem, en la que está viviendo ahora.

Y es que toda su vida la ha dedicado además a acompañar a enfermos y ancianos. «Hiciera el tiempo que hiciera, cogía su carterita e iba a dar la comunión a los enfermos», cuentan. Como detalle, Luis cuenta que una vez estuvo ingresado con su mujer en la Clínica La Salud, por un accidente que sufrieron en Palma de Mallorca y el Padre Feliciano acudía casi a diario a verles y darles la comunión. También destaca Luis la implicación del religioso cuando falleció su hijo Jesús, yendo al tanatorio y oficiando las misas que se hicieron.

Siempre que un feligrés lo necesitaba, estaba en el confesionario. De hecho, el Padre Feliciano fue confesor del obispo Antonio Ceballos. En su persona se cumple, afirma el Padre José Antonio Barbudo, la definición de José María Pemán: «los marianistas en Cádiz han hecho de todo menos ruido». Y es que, aseguran los presentes, Cádiz es la ciudad más marianista de España. Un lugar en el que la comunidad se ha integrado completamente, con el oratorio y el colegio, siempre abierto a la ciudad, como estandarte. El Padre Feliciano, Hijo Adoptivo de Cádiz, también ha estado muy vinculado a la Semana Santa gaditana, siendo director espiritual de la cofradía de Las Penas.

Un siglo dedicado a los demás

Este martes 24 de enero el Padre Feliciano cumple 100 años. Miembros de San Felipe Neri viajan a Madrid para compartir un rato de este día tan especial con él. Y los alumnos de las clases de infantil del colegio Amorós, pegado a la residencia, irán a felicitarle y a entregarle una carta que han escrito para él.

«Mis años más felices han sido en Cádiz porque he podido cumplir mis dos funciones, como docente y como pastor», cuenta Isabel que le dijo hace unos días cuando algunas catequistas fueron a verle y felicitarle por su centenario. El Padre Feliciano aún conserva todas sus facultades mentales. «De hecho me preguntó por una de mis hijas, que es religiosa misionera y está en Camerún», detalla Isabel, al tiempo que subraya que durante la visita el Padre Feliciano se emocionó mucho. No es para menos. Porque no todos los días un «santo en la Tierra» cumple 100 años.

Felicitaciones al Padre Feliciano

Pedimos a los presentes que feliciten al Padre Feliciano por su 100 cumpleaños.

«Desearle que Dios lo siga protegiendo como hasta ahora. Sus «niñas de Cádiz», como él nos llama, le deseamos lo mejor. Aunque no le gusta que le digamos piropos porque es una persona muy humilde, se los seguiremos diciendo. Viva el padre Feliciano, viva los marianistas. Y muchas felicidades. Sus niñas están aquí rezando por él», Isabel Escobar, catequista.

«Agradecerle, ya que tuve la suerte de que me pusiera en camino, poder continuar y seguir el camino que usted ha seguido. Muchas felicidades», José Luis Veleda, religioso marianista

«Muchas felicidades. Todos en Cádiz le queremos. Los compañeros del colegio, el claustro de San Felipe Neri, le quiere, le recuerda y le admira. Deseamos que este con nosotros mucho tiempo y que siga dando ejemplo de vida», Manoli Montero, anterior directora de Educación Primaria de San Felipe Neri.

«Un gran abrazo. Muchas felicidades. Es un santo en la tierra, como lo fue el Padre Vicente. Que Dios lo conserve mucho tiempo más. Es un baluarte de la Compañía de María», Luis Suarez Villar, abogado.

«Felicidades padre y gracias por su ejemplo y por lo que Dios ha hecho a través de su persona entre nosotros. Que nos de usted fuerzas para continuar en la obra que usted ha seguido, para que vivamos en unión con Dios como usted está viviendo. Que el buen Dios le acoja y le proteja. Amén», Padre José Antonio Barbudo sacerdote marianista, antiguo director general de San Felipe Neri.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación