CÁDIZ
Historias del Pabellón Portillo: la depresión de un barrio que sueña con recuperar el tiempo perdido
Con el inicio de las obras más cerca que nunca tras casi 18 años sin el mítico centro deportivo, los vecinos anhelan recuperar un símbolo de Cádiz «que será seguro un revulsivo económico y social para la zona»
El proyecto de construcción del pabellón Portillo de Cádiz se reactivará este lunes
El solar del antiguo pabellón Fernando Portillo va camino de cumplir la mayoría de edad. El próximo mes de octubre se cumplirán 18 años desde que el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz –entonces dirigido por Teófila Martínez– firmase con la empresa San Miguel Promotora el derribo y la, teórica, nueva construcción del pabellón Fernando Portillo.
Desde entonces muchas promesas, palabras y prácticamente nada. Lo que iba a ser un nuevo pabellón se convirtió en un solar afectado por la crisis de la construcción, luego la aparición de restos arqueólogicos. Meses antes de las elecciones de 2015, Teófila Martínez lanzó un proyecto que su sucesor en el cargo, José María González 'Kichi' tiro por tierra para volver a una casilla de salida en la que ha seguido un proyecto que ahora por fin se ha vuelto a reactivar.
Y es que ya se ha adjudicado el proyecto de ejecución para que las obras comiencen en 2026. Un nuevo pabellón con un parking subterráneo para el que el actual Ayuntamiento de Cádiz ha encontrado la financiación en marcha y ha puesto en marcha en poco más de un año en el cargo.
Un anhelo y el deseo de una ciudad y sobre todo el de un barrio, el de San Severiano y el conocido como el del Avecrem. Las casitas bajas, la barriada España. En definitiva una zona que ha visto como al desastre del Portillo se le sumó el cierre de la Institución Provincial Gaditana, el colegio gestionado por la Diputación de Cádiz. Demasiadas malas noticias para una zona que sueña con recuperar el tiempo perdido.
«El Portillo era un revulsivo económico y social»
Manolo Masón es presidente de la Asociación de Vecinos Beduinos, muchos años dentro del colectivo vecinal y por supuesto residente en una zona que «echa muchísimo de menos el Portillo y todo lo que suponía».
El presidente vecinal habla desde la frustración de muchísimas reuniones con políticos de todos los colores, recordando que «Teófila Martínez nos dijo que en tres años el pabellón estaría levantado de nuevo y en uso, y van más de 17 con un solar que crea una inseguridad enorme», reconoce.
Y es que, Masón no olvida que San Severiano necesita «luz, ese espacio que suponía un pabéllón como el Portillo». Asimismo, reconoce que hay vías que se han visto muy afectadas desde que no está el centro deportivo. «La calle Ciudad de Santander está totalmente deprimida, es una vía en decadencia. El Portillo era un revulsivo económico para todos los comercios de la zona y desde que no está, unido a que se cerró también la Institución Provincial ha hecho que las ventas en la zona de todos los establecimientos hayan bajado muchísimo«.
Mirando al presente y al futuro, Manolo Masón es cauteloso pero también se muestra esperanzado. «Ahora parece que sí, tengo cautela pero me empiezo a creer que el Portillo va a volver y que el año que viene tendremos excavadoras y gruas trabajando en la zona».
«Hay que recuperar un pabellón que era nuestro»
Juan Jurado nació y se crió en la calle Antonio Machado, centro neurálgico del barrio del Avecrem. Su casa, separada apenas unos cien metros de un pabellón «donde hacía deporte todo Cádiz. Los fines de semana era una locura con autobuses de equipos de fuera que se buscaban la vida para aparcar», recuerda.
Años de mucha actividad en todos los sentidos porque «el Portillo era nuestro», insiste Jurado que se ha cansado de ver esa valla en el antiguo solar. «Son demasiados años sin tener un pabellón quera mucho para el barrio y la ciudad. Antiguamente no estaba el Ciudad de Cádiz y en el Portillo se hacía todo tipo de deportes», dice Jurado que desvela que «despedimos el pabellón antes de que fuera demolido con un partido de veteranos de un equipo de balonmano que teníamos».
«Antes abría los sábados, con la demolición dejé de abrir»
Paqui Vázquez lleva 23 años con su baguetería junto a la Institución Provincial Gaditana, puerta con puerta, y evidentemente muy cerca del Portillo. «Hemos perdido muchísima vida sin el pabellón y sin el colegio, no te lo puedes imaginar», dice mientras prepara bocadillos en su cuidado y mimado establecimiento.
La Baguetería Paqui era una de las referencias para cualquier picoteo, chuchería o lo que fuera cuando la activida del Portillo era frenética. «Los sábados era una locura. Los equipos nos engargaban los bocadillos nada más llegar para que los tuvieran listos cuando acababan los partidos. Fijáte como ha cambiado la cosa que ahora los sábado y los domingos ya no abrimos, no nos compensa», explica con sinceridad.
Paqui conoce la noticia de que en 2026 se esperan que comiencen las obras del pabellón pero «no me lo creo. Soy muy espéctica. Me lo preguntaron hace dos años y creíamos que íbamos a empezar y nada. El Portillo puede darle mucha vida al barrio, sobre todo a la gente joven. Entre ese solar y el abandono de la Institución Provincial tienen esta zona muy dejada por parte de todas las instituciones. Esto no es cosa de un partido político, esto viene de muchos años atrás», destaca Paqui.
«El parking en el proyecto es clave para el barrio»
Y no muy lejos de la baguetería, en plena calle Tolosa Latour, está la Cafetería Los Lunares. Un templo gastrónomico del barrio porque son muchos los vecinos que encargan comida en el bar, y más aún después de una Navidad en el que Los Lunares ha abastecido a muchas casas de Cádiz.
Alberto Ares lleva años trabajando en Los Lunares, antes en una panadería cercana, por lo que conoce todo lo que se ha perdido estos años. «Llevamos muchísimos años esperando, tantos como promesas han hecho», destaca.
Con las noticias buenas que llegan sobre la reactivación del proyecto, Alberto destaca la creación del parking. «Va a ser muy importante para mucha gente porque aquí falta aparcamiento. Es vital que se haga también para la zona, además supone la creación de puestos de trabajo. El pabellón crea empleo y luego los puestos indirectos que es todo lo que le rodea. Imagina un pabellón grande con todo lo que eso supone cada día y los fines de semana».
Muchos recuerdos, imágenes y sensaciones perdidas. Hoy el barrio es otro al que fue. Un paseo por la calle Utrera, Antonio Machado, García de Sola o la propia Ciudad de Santander es la melancolía de un símbolo de Cádiz perdido que espera vuelva lo antes posible.
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