Con 'C' de Cádiz
Emilio Pérez Mayuet: «Me gustaría que Cádiz estuviera más cerca de Madrid, pero entre lo que voy y los que vienen, se lleva»
ingeniero de telecomunicaciones
Afincado en la capital de España desde hace años, este 'teleco' es un apasionado del servicio público, donde desembarcó tras una exitosa carrera en el sector privado
Emilio Pérez Mayuet (Cádiz, 1978) es una de esas personas que aparenta frialdad desde las distancias pero que a medida que uno se acerca a él va aclimatándose cálidamente a su maravillosa forma de ser. Culto, inteligente y con el don de loa escogidos, esos a los que se les ve desde pequeño que llegarán a ser lo que quieran ser porque lo valen. Y lo más importante, lo hacen desde la discreción, la sencillez y las buenas maneras, esas que heredó de su añorado padre y de las que sigue atendiendo de su señora madre.
Pero todo lo anteriormente descrito no sería nada sin una virtud que hace que su cultivada cabeza resplandezca si cabe aún más. Emilio es un cachondo. Responsable, sí, pero terriblemente divertido. A él le debo alguna que otra noche de lo más loca enganchado al zoom donde nos metió este gobierno con la excusa del controlavirus. Él lo vivió en La Adrada, una villa recóndita de Ávila y enclavada en el corazón del Valle del Tiétar, donde se confinó con los suyos pero sin perderse del mundanal ruido gracias a esa legión de aplicaciones que todos conocimos con tal de mantenernos enganchados a la vida que siempre dan las amistades.
De padres profesores, se crio en Los Porches y estudió en San Felipe Neri, donde desde muy temprana edad se aficionó a los cacharritos electrónicos, un pasatiempos para él. Negado para los deportes, no dejó de intentar meter la cabeza en alguno de ellos aunque fuera solo para subir la nota dada su responsabilidad en la materia. Ocupado en su futuro, lo enfiló de manos de las ciencias puras aunque sin despreocuparse de las letras, a las que llegó a ellas por la noble tarea de estar en el mundo informado y formado en todo lo que se pueda alcanzar que ataña a la cultura. Amigo de sus amigos, creció en Cádiz, disfrutó en Sevilla y desde hace unos años reside en Madrid tras hacerse con una oposición para contribuir al servicio público, tan denostado por los políticos pero no necesariamente por las personas que verdaderamente hacen que funcione un país. Este gaditano es uno de ellos y vale más por lo que calla que por lo que dice. A pesar de ello, se abre hasta donde puede en esta entrevista a pie de una calle de Madrid.
-¿De padres gaditanos?
-Padre gaditano y madre cordobesa.
-Colegio.
-Estuve en San Felipe, desde preescolar hasta los 18.
-Barrio.
-Yo nací en Los Porches, detrás de la residencia. Estaba pegado a lo que era la antigua vía del tren; ya luego lo soterraron.
-¿Recuerda mal ambiente?
-Hombre, no era el mejor barrio. No era el mejor barrio, pero bueno, enseguida te cruzaba la avenida y ya estabas por ahí.
-Ah, es verdad. No estaba detrás de la vía.
-No, no, yo no estaba en el otro lado de la vía, yo estaba en el lado de la avenida, pegadito justo a la vía.
-¿Y cómo recuerda esa zona de la vía?
-Pues yo recuerdo de esa zona que era muy curioso el paso a nivel que había; lo recuerdo muy bien. Es verdad que yo no jugaba mucho cerca de la vía porque mi padre me aleccionarían bien, supongo. Date cuenta que al estar en San Felipe solía tirar más hacia la avenida. De hecho, solía recoger a nuestro amigo Jorge, que vivía al lado de la farmacia Guerrero; íbamos a los JM, justo a los Reyes Católicos.
-Míticos recreativos, sí señor.
-Se daba la circunstancia, por esa zona, que yo jugaba mucho en el patio de la Tacita de la Plata, cerca de donde está la calle de Canelo.
-En esa calle había un mítico taller de bicicletas. Eloy creo que se llamaba el hombre.
-Ufff, yo se eso no me acuerdo. Entre otras cosas, porque yo en Cádiz nunca he tenido bicicleta, al tenía en Chiclana.
-Así me gusta, deportista desde chiquito.
-Jaja. Pero se da la circunstancia de que mi abuelo materno era el conserje de los Reyes Católicos de los pequeños, o sea, 1º y 2º de EGB y preescolar, que estaba en frente de la ferretería que hacía esquinas.
-¿Y por qué estudio en San Felipe?
-Porque mis padres eran profesores de San Felipe.
-¿Qué recuerdos le dejó San Felipe?
-Pues de San Felipe tengo muy buenos recuerdos. La mayoría de mis amigos de toda la vida son de allí, de San Felipe. Recuerdo un ambiente agradable, recuerdo un ambiente muy familiar, cercano. Porque los Marianistas no son unos colegios religiosos demasiado intensos.
-Suele decirse que dentro de las órdenes, son de izquierdas.
-No había escuchado yo eso, pero sí, sí, yo siempre los he visto moderados, muy moderados. Pero es verdad que comparado con otros... Lo que sí hacen es mucho hincapié con el deporte, cosa que a mí no me caló mucho, pero bueno. Jaja.
-Jajaja. Es verdad que su pandilla tampoco estaba llena de 'sportbillys'.
-Bueno, alguno que otro hacía sus pinitos; Jorge al baloncesto, Isi al balonmano... Yo intentaba jugar a todo para subir nota porque la Educación Física era la que me jodía siempre la media.
-Joe, qué control. Qué ansía.
-Jajaja. Claro, claro. Me lo decían los profesores: 'si quieres sobresaliente tienes que apuntarte al equipo'. Me apuntaba a baloncesto, me echaban. Me apuntaba al balonmano, me echaban...
-Jajajaja ¿Fue a alguna olimpiada marianista?
-No. Yo que iba a ir si era un 'matao'. Era muy malo, muy malo, 'mu' malo. Pasé por balonmano, pasé por baloncesto, pasé por atletismo. Nada, nada. Era 'oa subí' nota, 'pa' demostrar voluntad, esfuerzo. Y ya está.
-Jajajaja
-Eso así, te lo juro. Como te lo estoy contando. Pero, a lo que iba, es verdad que los marianistas fomentaban mucho el deporte, la amistas y los buenos momentos. Yo recuerdo muy buen rollo en el colegio. Recuerdo siempre mucha amistad, mucha felicidad; una familia.
-Ahora que es padre, ¿cómo ve esa educación que tuvo a la que tienen ahora sus hijos?
-Es curioso porque te cuento, mis hijas aquí van a un colegio italiano. Van a la Escuela Italiana de Madrid, que es un colegio estatal italiano. O sea, es la representación de Italia en España. ¿Por qué? Porque mi mujer fue antigua alumna de ahí.
-¿De dónde es su mujer?
-Es de aquí, de Madrid. Pero sus hermanos y ella estudiaron allí porque tienen una tía política italiana que llevaba a sus hijos a este centro, que es una inmersión lingüística. Pero, vamos, que si mis hijas no hubieran ido al colegio italiano, hubieran ido a los marianistas en Madrid; al Pilar o cualquier otro como Santa María del Pilar. De hecho, yo me casé en Nuestra Señora del Pilar, y me casó Rafa Iglesias, de hecho. Él era párroco en Santa María, pero me casó en Nuestra Señora. Por tanto, mis hijos hubieran ido a los marianistas, y con eso respondo a la pregunta de que esa educación, mi educación, yo la querría para mis hijas hoy. Lo que pasa es que he elegido un modelo un poco más innovador, en el sentido de que la inmersión lingüística que le proporcionan a las niñas, aunque sea italiano, lo considero beneficioso.
-¿Es religioso?
-No, no, es laico completamente. Pero esa inmersión lingüística, aunque sea en polaco, en ruso, en lo que tú quieras; meterle al niño desde pequeño, dos idiomas tan pequeños, eso es una escala. Y aparte, la educación de los italianos; ellos no tienen ramas, sino que van con todo 'palante'. Entonces los niños tienen mucha más carga lectiva porque van con mucha literatura, mucha historia, mucha matemática, mucha física, mucha química... Puede ser una merienda de negros, en el sentido de que muchos abandonan al final, pero si aguanta, sale muy bien preparado en todas las ramas. No como yo, que soy Teleco, y de la parte de Humanidades, me he tenido que poner las pilas.
-Bueno, Teleco no está mal, eh.
-Pero me he tenido que poner las pilas en la parte de Humanidades. Yo en Arte, en Literatura, en todo esto, tenía muchísimas carencias.
-¿Y un profesional de telecomunicaciones tiene que saber Humanidades?
-Nooooo, pero una persona sí. Entonces yo cuando cogí Ciencias Puras en COU, perdí un montón de asignaturas, que en aquel momento me daban igual, pero luego de adulto, de adulto echo en falta ciertas cosas. Porque al coger Ciencias Puras, en el sistema español, dejas muchas cosas de lado; mucha historia, mucha literatura, mucho latín, griego...
-Bueno, eso tiene su debate.
-Claro, pero al final, ahora con la edad, después de muchos años, me interesan otras cosas. Me interesa el arte, la historia, la literatura.
-Pero para el trabajo eso nada de nada.
-Sí, pero tú no eres solo un profesional, tú eres una persona con más intereses en la vida. Entonces, yo creo que el colegio tiene que formarte, no solo para una... Nos estamos metiendo en una cosa, pero vamos.
-Jajajajajajaja. No, bien metidos estamos. Siga, siga.
-Pues eso, que yo creo que el colegio tiene que formarte en ser una persona en todos los sentidos y, una gran parte, en poder ser un buen profesional de lo que sea, ya sea periodista, abogado, ingeniero...
-¿En qué momento tiene claro que su camino es la ingeniería de telecomunicaciones?
-Pues desde 1º de BUP tenía claro, cuando ya vi la rama, que lo mío iba por ciencias porque me gustaba mucho la informática.
-¿De qué eran profesores sus padres?
-Ambos hicieron Magisterio; mi madre dio en 2º de EGB y mi padre en 4º, con lo que cual lo daban todo.
-¿Qué consejos le daban?
-Mis padres me recomendaban ciencia porque ellos veían que la informática estaba de moda; Teleco estaba de moda. Y mira, mi hermana es ingeniera informática y yo ingeniero de Teleco. Mi hermana es mayor que yo y cuando le pedí el temario de Informática de la Universidad, ya no me gustó tanto.
-¿Qué no le gustó?
-Es que a mí me gustaba mucho la electrónica también. Entonces, Informática es mucho más parecido a la matemática, y yo quería más cacharritos.
-Más complejo todavía.
-Quería más electrónica. Un poco más... Entonces le pedí el temario, estando ya en Sevilla ya, le pedí el temario que me trajera, y traje y fue cuando ya vi el temario de la carrera. Y de un ciencias pura a un letras puras.
-De uno de letras puras a otro de ciencias puras. ¿No supone un ladrillo su carrera?
-Si te gusta, no. Es cuestión de vocación. Aunque la informática sí, la informática era un pasatiempo; me gustaban muchísimo los circuitos electrónicos. Yo hacía circuitos electrónicos en mi casa, antes de ir a Teleco, por eso cogí Teleco también. Era un hobby para mí.
-Salgamos de las aulas. ¿Dónde estudia la carrera?
-En Sevilla, en la Escuela de Ingenieros.
-¿Qué tal esos primeros años?
-Muy bien. Lo que pasa es que como me volqué mucho en aprobar la carrera pues esos primeros años fueron muy de estudio, de ir a Cádiz enseguida.
-Un tío responsable, vamos.
-Muy responsable. Mi vida puede decirse que era muy coñazo. Pero es que en mi primer año tenía mucho miedo; yo entraba debajo del cartel de la Escuela de Ingeniería y se me caía encima. porque me daba mucho respeto la carrera, porque tenía mucha fama, porque tenía mucho todo.
-¿Dónde estaba la universidad?
-Estábamos en donde estaba el antiguo campus de BAMI, el original. Es más, yo vivía en BAMI y ese era el campus. Mi primer año estudié un montón, me volqué y salí poco; salía en Cádiz.
-¿Cuatro o cinco años la carrera?
-Son cinco años y proyecto. O sea, al final son seis.
-¿Y dio resultado ese primer año de reclusión?
-Sí, sí. Fue muy bien porque aprobé todo en junio, y ahí ya me relajé un poquito. Jejejeje. Sevilla lo empecé a vivir a partir del tercer año.
-Cuando ya veía, más o menos, que tenía controlado al toro, o sea, la carrera.
-Claaaaaaaaaaaaaaaaro. Además, me fui a vivir con mi amigo Josemi, el Griguol, que venía de Económicas de Cádiz. Entonces, ya comenzaban a venir más amigos de la pandilla a las fiestas de la primavera.
-Míticas.
-Digo. Y claro, al estar todo algo más controlado, pues comenzamos a pegarnos unas fiestas importantes. O sea, yo tenía claro que la carrera tenía que sacarla, pero las fiestas también había que pegárselas cuando se podía. Fue entonces cuando Sevilla empecé a disfrutar Sevilla por derecho, a partir de tercero. Es que esas fiestas de la primavera eran impresionante. Raimundo Amador allí en el Palenque, o tocando con el Auditorio de la Cartuja, las borracheras del Nano (uno de su pandilla), esto, lo otro... A todo esto se unió después el Tichi (otro de la pandilla), que se vino para terminar la técnica en Cádiz. Y ya éramos cuatro más dos más que vinieron a hacer una segunda titulación, el Largo y el Lagarto. O sea, para que me sigas, se fueron incorporando a lo largo de la carrera o los primeros años de trabajo amigos míos de Cádiz a Sevilla y se fue montando una pandilla alternativa tremenda. Recuerdo también a Juan Hoces, que estaba estudiando Derecho. Vamos, que llegó un momento que de la pandilla de Cádiz estábamos como nueve en Sevilla. Ahí ya había empezado a trabajar en Sevilla. Eso era impresionante porque eran todos los días salir a tomar cerveza después del trabajo. Fue divertidísimo, divertidísimo.
-¿De qué año hablamos?
-Eso sería año 2003. Yo estaba trabajando en Accenture, una consultora que trabajaba para Endesa, que tenían las oficinas en la isla de La Cartuja. Curraba hasta las tantas y cuando terminaba me iba con estos directamente con el traje de chaqueta y todo. Ahí estuve hasta que me mandaron a Madrid.
-¿Y eso?
-Digamos que nos forzaron a cambiarnos a otra rama y yo decidí quedarme en la que estaba porque quería seguir en esa parte de la empresa, pero resulta que esa parte de la empresa perdió el negocio en Sevilla.
-¿Le apetecía el cambio?
-Al principio sí, pero justo cuando me iba a ir se acabó una relación por la que consideré la idea de irme a Madrid. Entonces, en ese momento, le digo al socio 'escúchame, no me vayas a mandar, no me jodas'.
-Jajajajajajajajajaja
-Jajajajaja El pobre me aguantó un año más.
-Qué grande.
-Sí, sí. Allí estuve un año más prácticamente sin proyecto allí, con poco trabajo. Y ya me dijo: 'Emilio, es inevitable, te tienes que ir'. Y entonces me mandaron a Madrid.
-Pero eso era un paso adelante, ¿no?
-Claro, pero a mí me cogió con el pie 'cambiao'. Pero, laboralmente estaba muy bien porque me mandaron como expatriado. Es decir, empecé a ir desde Sevilla a Madrid con dietas diarias, hotel... [y golpea la mesa en señal de taco cada vez que incluye un gasto]. Al principio estuve un mes de hotel y luego me dieron un piso. Pero al principio estuve un mes de hotel, que era un poco coñazo porque vivir en un hotel un mes es pfff, pero bueno, se compensaba con las dietas y tal. Yo no estaba muy bien al principio, pero tuve la suerte que en Salamanca estaba mi amigo Mario, que venía a verme cada fin de semana.
-Otro grande. ¿Qué hacía él allí?
-Él era ingeniero agrónomo y trabajaba en una presa o no sé qué polla. Recuerdo que hacíamos sushi. Esto es un dato muy curioso. Él llegaba y yo tenía toda la nevera llena de botellas de Cruzcampo, que aquí en Madrid la Cruzcampo no se estila tanto. Pues toda la nevera llena de Cruzcampo. Entonces, como a mí me gustaba mucho hacer sushi en aquel momento, me ponía con ello. Tardaba cuatro horas em hacerlo. Entonces, Mario llegaba y mientras yo hacía sushi nos bebíamos tres butanos cada uno. Y yo me ponía a hacer sushi con él mientras nos contábamos la vida. Lo pasábamos súper bien. Nos poníamos al día de la semana y te prometo que esos momentos es de los mejores que yo recuerdo. O sea, una verdadera relación de amistad.
-Filosofar de la vida con un amigo. ¿Qué más se puede pedir? ¿Por qué zona vivía en Madrid?
-En la Plaza de los Cubos.
-Uhhhhh. Argüelles total. Tenía mala fama entonces.
-Ahí estaban los nazis, efectivamente. Ahora se ha puesto de moda otra vez. Entonces, salíamos de fiesta Juan Hoces y los amigos con los que Mario había estudiado la carrera en Madrid. Esa etapa también la recuerdo con mucho cariño, con muchísimo cariño.
-¿En qué año llegó a Madrid?
-2006. Y de aquí no me he movido.
-¿Y cómo se perpetua uno en Madrid?
-Pues estando en esta misma empresa me mandaron un tiempo a Cataluña para una central nuclear, no sé qué.
-¿Y qué tal?
-Fue en un invierno; íbamos a Salou un lunes por la mañana a jueves porque el viernes cogíamos otra vez el puente aéreo. Así estuve dos o tres meses hasta que cambié de empresa y comencé a trabajar como ingeniero para Policía Nacional hasta que entré en Telefónica, que para un teleco es como el hito más grande que hay. Además, en la parte de I + D, pero fue un fiasco porque a los dos años nos vendieron a Ericsson. Nos subrogaron el contrato a Ericsson; esa subrogación de contrato fue la que me hizo ya decir 'me voy a lo público'. Fue tanto lo que me había calado mi paso por la Policía y la Guardia Civil que el servicio público me había ganado. O sea, hacer algo en tu trabajo que fuera de servicio público. Estaba trabajando ayudando a la Policía y a la Guardia Civil en unos sistemas técnicos que tenían su impacto y su repercusión. Entonces, yo veía que ese impacto y esa repercusión que tenía me provocaba más satisfacción que una empresa privada que tuviera su beneficio y tal. A mí eso se me había quedado esa chispita. Y claro, cuando Telefónica nos vendió fue ahí cuando me preparo una oposición.
-¿Con qué edad?
-Con 34. Aprobé en el año 2012, hace ya doce años.
-¿Y no le faltaba el trabajo?
-No, yo estaba en plantilla en Ericsson y muy bien. De hecho, mi mujer me decía que para qué me ponía a opositar. Y yo le decía que me había cambiado de trabajo cuando yo quería cambiarme y que tenía esa espinita del servicio público. Y eso hice, sacarme una oposición del Cuerpo Superior del Estado.
-¿Y está ahora trabajando en...?
-Ministerio de Hacienda, pero no estoy en la Tributaria.
-Después de tanto tiempo fuera, ¿qué se echa de menos de Cádiz?
-¿Qué echo de menos de Cádiz...? Mis amigos y mi familia. Hombre, en la playa también. Pero sobre todo mis amigos y mi familia. Me da pena que estén tan lejos. Yo te digo con la mano en el corazón que ahora mismo no me iba a Cádiz. O sea, yo no cambiaba porque ya estoy muy arraigado en Madrid, me gustan muchas cosas de Madrid, pero me gustaría que Cádiz estuviera más cerca. O sea, me gustaría que Cádiz estuviera más cerca para poder acercarme más a ver a mi madre, aunque ahora viene mucho a verme. Pero es verdad que mis amigos, como pasáis por aquí un par de veces al año, os puedo ver bastante porque entre estos momentos y lo que pasamos en Cádiz, se lleva. Jajaja.
-Vamos, que cada vez que ve a sus amistades confirma que no se ha equivocado, ¿no? Jajaja
-Jajajaja. Sigo bien en Madrid, sigo bien aquí, sí. Jajajaja. El tópico de la playa no es tanto. Me gusta la playa, es verdad, pero estoy contento en Madrid. Echo en falta de mi familia y mis amigos.
-¿Y de Sevilla qué echa de menos?
-Uf, de Sevilla sí que hace tiempo que me fui. Es que echo de menos una época que se quedó ahí. Entonces, te diría que no echo de menos nada precisamente por eso, porque volver ya es imposible porque viví lo que tuve que vivir en ese momento.
-Casi que me pasa lo mismo con Madrid, donde, eso sí, siempre es un placer volver para estar con amistades que perduran en el tiempo más allá del escenario. Como esta. ¿Una ronda?
-Vamos por ella.