Con 'C' de Cádiz

«A mí me gusta, pero en Cádiz no hay nada para los jóvenes»

Ricardo Docampo Garrido. Autónomo

Gaditano con mil historias, este hombre de negocios comenzó a trabajar a la vera de su padre, una figura de la que aprendió la sana costumbre de ayudar al prójimo

Ricardo Docampo, en la plaza Asdrúbal. Antonio Vázquez
Alfonso Carbonell

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Ricardo Docampo Garrido (Cádiz, 1954) proviene de una una familia que es para comérsela y si así lo es se lo debe a sus padres, una pareja entrañable llegada de Madrid que se dio a conocer en el ámbito gaditano gracias a la rectitud de él, la simpatía de ella y la distinción de ambos. Del patriarca Luis, Ricardo y sus seis hermanos aprendieron el trabajo, la responsabilidad y la lógica de dar tres pasos cuando solo hay que dar tres y no cuatro; de su madre, Marichu, la alegría, el desparpajo y el don de gente que florece cada vez que uno se para a charlar con cualquiera de ellos. Esta semana le ha tocado a un servidor cruzarse en el camino con el mayor de ellos. Y, claro, ¡caña aquí!

Tomar una cerveza con el Pila de 'Cádi' es poder empezar hoy y acabar mañana, pero como no está el lunes para jugársela mucho nos ceñimos a lo prometido, que no es otra cosa que acercarnos al Cádiz que ha vivido a lo largo de sus 70 años a punto de cumplir. Su mote le viene que ni pintado. Y es que en ningún sitio se apoda como se apoda aquí. Su pasión por el fútbol le llevó a la radio, esa que le permitía estar conectado a cuanto deporte estuviese en juego. El paso del tiempo no le ha hecho cambiar, quizás modernizarse, pero no pierde detalle de cuanto acontece en el deporte durante el fin de semana. Ríanse ustedes de la parabólica de Maldini en cuenta vean el centro de operaciones de nuestro protagonista, un coleccionador de periódicos, folletos, revistas y recortes desde los años 70.

Pero Ricardo Docampo es mucho más que sus aficiones. Estudió ingeniera técnica, pero muy pronto comenzó a trabajar a la vera de su padre en el sector de la construcción, donde después fue por libre hasta chocar de frente con la crisis y malos pagadores. Probó suerte en otros negocios, pero el que mejor se le da, el de ayudar, no ofrece cuantiosas retribuciones. Dice que lo de ayudar lo vio en su padre y en base a ello ha forjado una vida llena de familia, deporte, calle, amistades y mil y una historias basadas en su experiencia.

Andaba uno buscando una persona para la entrevista de esta semana y así, cavilando, choco en el ascensor del edificio donde ambos crecimos. Total, que tras el cariñoso saludo de siempre nos despedimos mientras sigo mi camino con la esperanza de dar caza a un protagonista cuando, ya en el bajo, se me enciende la lucecita: '¡Coño, si me lo acabo de topar delante! ¡Ricardo, que tiene más vidas que un gato!' Y no me equivoco. Dicho y hecho. Ese domingo no podía porque tenía que asistir a su exmujer enferma, pero la quedada es para el día siguiente, lunes. Nada más llegar le pregunto por su padre, del que tengo vago recuerdo. Y ya él solito empieza.

-Precisamente, esta mañana me estaba acordando de mi padre, de una frase que me dijo cuando yo era jovencito: 'Ricardo, tú siempre ten una cosa presente: cuando tú vayas a hacer algo, usa siempre la lógica'. Lo principal. Tú podrás saber más o menos de algo, pero si tú llevas una cosa que es la lógica te tiene que ir bien esa decisión. Date cuenta que yo siempre me he dedicado toda mi vida a hacer presupuestos y a estar en la calle.

-Eso suena bien, lo de la calle, claro. Y los presupuestos, siempre y cuando no haya que pagarlos. Jejeje. Hablemos de la vida, de su vida.

-El 19 de este mes cumplo 70 años.

-Muy bien llevados, sí señor. Hábleme de su padre.

-Mira, tengo una ventaja con todos mis hermanos, que es la siguiente. Yo, por gracia, he estado muchos años con mi padre. Hice ingeniería técnica, pero cuando vi que mi padre, que trabajaba en la construcción, se acostaba todos los días a las 3 de la mañana, me dije que 'yo a este hombre le tengo que echar un cable'. Y, entonces, empecé a trabajar yendo todos los días en el coche con él; me tiraba 14, 13 horas. Yo había tenido padre, pero como si no lo hubiese tenido porque nada más que hacía trabajar, trabajar y trabajar para traer dinero a casa.

-¿Más que un padre fue su jefe?

-No, yo nunca he tenido jefe. Y mi padre, bueno, más que un jefe era un compañero, mi compañero. Porque mi padre trabajaba para una empresa y yo iba siempre con él a todos los lados; eso me hizo vivir y conocer a mi padre muy bien. No te puedes imaginar la de cosas que he aprendido de él.

-¿Cuándo falleció?

-A principios de los 90, con 67 años, se acababa de jubilar. El funeral fue en San José y me acuerdo que la gente llegaba hasta el cementerio; todo lleno, Vinieron de todas partes porque era una persona que nada más que hacía favores a todo el mundo. Eso lo aprendí de él. Y hacer las cosas bien; ¿qué pasa? que mi vida se basa en eso, en tratar de hacer las cosas bien y hacer favores. De hecho, me separé en el año 2000 de mi mujer y ahora, desde hace cuatro o cinco años, tengo que ayudarle porque está enferma. Ya ves, a los años, he tenido que volver para hacerles las comidas, llevarle las cuentas... Porque nuestros hijos una está en Denia como directora de un centro comercial y el otro, Ricky, está en Brighton. Entonces, qué pasa, que me llevo todos los días haciendo favores, entre otros, a vecinas de dónde vivíamos con nuestros padres. Y así con todo el mundo, con mi hermana, con mi mujer, al que yo veo. Por ejemplo, a un amigo mío al que le quitaron el carnet le he estado llevando por toda la provincia porque no tenía forma de hacerlo.

-Antes de preguntarle por su madre, me suena que su familia vivió en Estados Unidos.

-Eso es por mi tío, que era general de aviación y estaba allí de agregado del embajador en Washington. Entonces, aprovechando eso, mi hermano Luis, que había terminado COU y no sabían qué hacer con él, se fue con ellos para estudiar su carrera de informática, que es a lo que se ha dedicado. Y para allá que se fue con Manuela, nuestra criada de la infancia, para que tampoco supusiera una carga para el servicio de la casa.

-Grande Manuela. Descanse en paz, como su madre, otra grande.

-Esa es la otra parte que tengo buena, la de mi madre. ¿Por qué? Porque no tenía nada que ver con mi padre, que ni bebía ni fumaba. Y mi madre era todo lo contrario, una cachonda mental.

-Jajajajajaja Sí que lo era, sí. ¿Dónde se conocieron sus padres?

-En Madrid, donde se casaron. Luego se vinieron para acá porque destinaron a mi padre en Obras Públicas. Del fallecimiento de mi padre guardo dos cartas (adjuntas a la entrevista) que le hicieron sus peones camioneros que no tienen desperdicio; la otra la mandaron a la comunidad de vecinos agradeciéndoles ser como fue con ellos: un hombre recto. Como no lo era que hasta mi mujer muchas veces me decía que posiblemente había querido más a mi padre que al suyo por cómo la trató siempre. Tiene 'coone' eso, eh. Pero es verdad que te dice mucho de cómo era.

-¿De dónde eran sus padres?

-Mi madre era madrileña y mi padre de Ejea de los Caballeros, Zaragoza. El padre de mi padre era registrador de la propiedad en Madrid; entonces mi padre estuvo dando volteretas por todos lados hasta que llegó a Madrid, con la mala suerte que duró solo un año porque de lo contrario seríamos millonarios porque imagínate un registrador de la propiedad en Madrid esos años...

-¿Y por qué se vino?

-Porque mi padre se sacó la carrera, se casaron y ya se vinieron a Cádiz porque fue el destino que le dieron en Obras Públicas. Se vinieron con Jacinto Micó y con s mujer Carmen, tus vecinos de toda la vida del séptimo.

-Otra gran familia. Inolvidables

-Anécdota que tengo de ellos y que luego nos contaron porque me acuerdo que cuando llegó Jacinto a Cádiz, le preguntó Carmen: '-Oye, ¿qué tal tu compañero? ¿Qué tal la mujer? -Pues mira, son un poquito rarillos porque resulta que estábamos en el tren y me dice, '¿quieres un sándwich?'Y yo, sí. Y me saca una maleta llena de sándwichs'. Jajaja. Y era porque en aquellos tiempos era de cateto viajar con jamón. Y como mi madre era especial pensó que 'yo el jamón no lo voy a dejar aquí'. Y se lo llevó 'pal' tren.

Imagen principal - Su padre, Luis Docampo Guitard, fue un ingeniero que dejó muy gratos recuerdos en trabajadores que tuvo a su cargo tal y como reflejan los dos escritos de arriba. Ricardo también formó parte de algunas chirigotas ilegales.
Imagen secundaria 1 - Su padre, Luis Docampo Guitard, fue un ingeniero que dejó muy gratos recuerdos en trabajadores que tuvo a su cargo tal y como reflejan los dos escritos de arriba. Ricardo también formó parte de algunas chirigotas ilegales.
Imagen secundaria 2 - Su padre, Luis Docampo Guitard, fue un ingeniero que dejó muy gratos recuerdos en trabajadores que tuvo a su cargo tal y como reflejan los dos escritos de arriba. Ricardo también formó parte de algunas chirigotas ilegales.
Imborrable. Su padre, Luis Docampo Guitard, fue un ingeniero que dejó muy gratos recuerdos en trabajadores que tuvo a su cargo tal y como reflejan los dos escritos de arriba. Ricardo también formó parte de algunas chirigotas ilegales. L. V.

-Jajajajaja Cuénteme algo de su infancia.

-Mi infancia ha sido mucho deporte, mucho deporte. Yo jugaba todo. A fútbol, a balonmano, a todo menos a baloncesto porque yo era muy chico, muy bajito. He jugado los campeonatos de Andalucía de hockey sobre patines, a lo que le dedicaba muchas horas.

-¿Dónde se jugaba?

-Aquí, en la Bolera, pero el campeonato ese fue en Sevilla, en un internado donde iban todos los que no estudiaban. Yo era el más joven de todos, además, es que me dedicaba todos los días, todos los días al hockey. Me pegaba trece o catorce horas diarias. Yo cogía y me iba a las siete de la mañana para poder jugar; en los recreos también le daba, terminaba las clases, no comía prácticamente, y me quedaba con los internos a jugar. Se ponían porteros y sin guarda ni nada yo pegando pelotazos. Yo he jugador mucho hockey sobre la patines.

-No sabía yo mucho de esa 'picá' en Cádiz por el kockey patines. ¿Dónde lo practicaba?

-En la pista de San Felipe Neri, donde estudié. Otra cosa también de la que tengo muchos recuerdos fue la época del balonmano, con don Gregorio, que era el presidente de la Federación de Balonmano. Por eso yo conocí mucho a Quique La Fuente.

-¡Hombre, gran amigo! ¿Era buen árbitro?

-'Regulá, regulá na má'.

-Jajajajajaja

-Jajajajajaja Por eso, cuando lo escucho en la radio 'hablá' de los árbitros digo 'vaya tela, vaya telaaaaaa'. Jajaja. Es que se formaron en Cádiz como 30 o 35 equipos. Había un equipo, que era el más famoso, que era el Laureano, que lo montó el Orgambides, Fernando. Pues en ese equipo estaba toda la gente cachonda de Cádiz; después yo hice otro que se llamaba el Nereo, que era de una fábrica que tenía mi tío en Málaga de barcos. Y cuando aparecimos en el pabellón ' to equipao', la gente diciendo '¿quién carajo son esta gente que viene a jugar!'. 

La época del balonmano. L. V.

-Jajajajajajaja

-¡Íbamos mejor equipados que el Avante y todos estos equipos que había! ¡Mucho mejor, hombre! Unos chándal y una equipación que teníamos... Después me quedé sin ninguno porque los 'hijoputa' se los llevaron 'to'. Me acuerdo que nosotros siempre quedábamos los segundos.

-¿Se jugaba ya en el Portillo?

-Sí.

-¿Quién quedaba primero?

-Un equipo de San Fernando que eran soldados 'tos'. Tenían una forma física extraordinaria; eran del TEAR, del Tercio de la Armada, y estaban super preparados. Y claro, nosotros éramos el Goenetxea, el otro... Gente cachonda toda, pero vamos, que jugábamos bien también. Tendríamos 23 años y serían los 70. Fíjate si había equipos que tuvieron que habilitar lo que es Valcárcel para poner ocho o diez campos de balonmano, todos uno a continuación de otro separados por una raya y pegados. Todo el mundo estaba los domingos en Valcárcel. Se ponía aquello...; todas las niñas allí; se ligaba no 'vea' tú. Es que se puso de moda. Se jugaba en el Portillo, en Valcárcel y en la Bolera, donde también se jugaba al hockey patines.

-Joe con los deportes minoritarios. Y al fútbol, ¿no le daba?

-Sí, sí. En otra época se montaban campos desde el hotel Playa hasta el final de Cortadura; ocho, nueve o diez campos de fútbol. Se jugaba con marea baja, pero era acojonante. Allí jugaba el Carnicería no sé qué, el Electricidad no sé cuanto... No 'vea', ¡la gente se creía que iba a jugar la Champions! Y las entradas que te hacían, ¡cojones!

-Jajajajajajaja

-Los vestuarios eran las casetas de las olas cuando estaban; ahí nos cambiábamos y metíamos las cosas. Eran casetas particulares hechas de ladrillos, pero abrían tres o cuatro para los equipos. Allí que iba la gente porque eran un campo detrás de otro y tú te ponías a ver el partido que querías. Eso estaba de pm. Yo no sé ni cómo no se hacen esas cosas ahora. Hablando de fútbol, me acuerdo muchísimo del Cádiz, que empecé a ir con cinco o seis años.

-¿Cómo su primer día en Carranza?

-Estábamos en el Club Náutico y dijo mi padre que nos llevaba al estadio; como los niños entraban gratis, pues nos metió. Fue el primer día que mi padre iba al fútbol aquí en Cádiz con nosotros. Y me encantó, y ya a partir de ahí, todos los partidos. Todos los años menos cuando Gil cogió el equipo y se llevó a Kiko y Quevedo y nos puso al Cacho Heredia ese que se trajo de Madrid. Me cago en la leche... Esos años perdí la antigüedad, pero es que no soportaba al personaje.

-¿Con qué Cádiz disfrutó más?

-¿Yo? Con el de Ibáñez, Machicha, Carvallo... Tengo yo qué sé cuántos recortables de esos años 70, lo menos 200 periódicos guardados. Desde siempre fui un aficionado a la radio para escuchar los partidos. Es más, yo no sé si tú lo sabes, pero a mí en 'Cádi' me llaman 'el Pila', o sea, la mayoría, el 90%. ¿Por qué? Porque desde que era chico me pasaba tooooodos los fines de semana con mis transistor escuchando la cadena Ser, Carrusel Deportivo... de toda la vida. Por eso a mí, ni mis hermanos, ni mi hermana, ni nadie de mi circulo me llama Ricardo, a mí todo el mundo: 'Pila, Pila, Pila'. Voy a un bar: '¡Qué pasa, Pila!' Tú le preguntas a mi sobrino el Luiti quién es el Pila y te lo dice del tirón jajaja. Ricardo Docampo 'El Pila de 'Cádi''. O sea, tú te vas a donde sea y preguntas al Cama, al Chico Linares a 'to' esta gente y me conocen como el Pila. Y todo eso me viene de la cantidad de años que me he tirado escuchando fútbol; y como eso, la gran cantidad de recuerdos que tengo guardados.

-¿Qué le queda del Pila?

-Todo, jajajaja. Tú tienes que ver mi cuarto de estar todos los sábados y domingos desde que me separé de mi mujer. Tengo cinco o seis cámaras y ahí que me ponía con mi hijo, cuando era más pequeño; que si pillando una web mora para ver un partido de una liga de por ahí, que si el periódico, que si la radio, por supuesto Carrusel Deportivo Cádiz en Youtube, que si un canal árabe para pillar no sé qué partido; sus muertos, todo eso montado para ver todos los partidos que pudiésemos ver. ¡Por eso me llamaban el Pila! Jajajajaja. En definitiva, que soy un 'picao', joe.

-Me ha hablado del Cádiz de Domingo Balmanya, el mejor entrenador de fútbol que ha pasado por aquí según muchos que vieron jugar a su equipo.

-Eso es que no tenía nombre. Eloy... Es que todos los que jugaban; vamos, es que yo creo que no quisieron subir porque esos le daban un baño a 'to' el que pasaba por aquí. Cada vez que jugábamos aquí en Cádiz, 4-0, 5-0. Después hay una cosa que siempre lo digo y es que cuando el Cádiz salía con la camiseta amarilla y los números rojos a la espalda, siempre ganábamos. Igual que hace poco cuando jugaba fuera con camiseta verde nunca perdíamos. En esos tiempos de Balmanya, Daučík o Milosevic había una cosa que gustaba mucho a la gente de Cádiz y era que los entrenamientos eran en Carranza a puerta abierta y no te puedes imaginar el ambientazo que había; yo no sé si es que la gente no trabajaba y había mucho paro, pero la tribuna estaba como si fuera un partido de fútbol de cualquier día. Todo el mundo iba allí, desde los viejos que no tenían nada que hacer a los menos viejos, y todo el mundo leyendo el Diario de Cádiz. Estaba lleno. Era la época, por supuesto, de Manuel Irigoyen y también de Gutiérrez Trueba, un tío muy interesante.

Uno de los muchísimo recortes que Ricardo guarda de su pasado cadista. L. V.

Yo he llegado a ir al Carranza con mi hermano Antonio, al que invitaba de pequeño para llevármelo a 'tos lao', en Tercera División. León Lasa era el entrenador, que nunca había estado en Tercera; ese año ganamos todos los partidos menos el último, que perdimos contra el Sevilla Atlético. Me acuerdo de un chaparrón que nos cayó, y los dos ahí, viendo al Dorao, que era el más malo del mundo entero que trajeron aquí. Allí, con barro, y ese hombre pegando pepinazos y no le daba ni siquiera al balón y los dos ahí cayéndonos una 'mojá' de pm. Y después también me acuerdo con Santiago, un delantero centro que tenía el Cádiz que era canario. Este sí, este metía los goles hasta con el culo si hacía falta. Pero no solo hay historias con poca gente en la grada; recuerdo también algo apoteósico y que fue cuando medio Cádiz se fue al Bernabéu en la liguilla del ascenso contra el Castilla. Ese ha sido el viaje en el que más autobuses ha habido; es que tú ibas por la carretera y te parabas en cualquier venta del camino y 'na ma' que te encontrabas a gente de Cádiz. Se me ponían los vellos de punta en el estadio de ver la de gente de Cádiz que allí estábamos. Y otra cosa importante es cuando en el cine Gaditano, que estaba en Ciudad de Santander, ponían los partidos importantes del Cádiz porque no se televisaba entonces. Recuerdo uno que no veas tú para conseguir una entrada para ver ese Alavés - Cádiz en el que metió dos goles Mané. No veas tú cómo se ponía eso; un ambientazo de cojones. Creo que era un partido para subir y estaba allí 'to' la gente de Cádiz. Me acuerdo de Miky Elorza, entre otros muchos que estábamos. Se ponían muchos partidos en el cine Gaditano; se jugaba el partido el domingo, pues el lunes o el martes lo ponían y había hasta cola para comprar la entrada.

-Vaya tiempos. Y ahora que todo es inmediato, ya.

-Bueno, de esos años también guardo unas octavillas, que era como la ficha del partido que iban repartiendo unos chavales por la calle cuando a lo mejor tú ibas con tu piba o te estabas dando una vuelta por Cádiz y, obviamente, ni estabas escuchando la radio ni habías ido al fútbol; pues estos muchachos las iban colgando por los bares o dándolas por la calle al tiempo que la iban cambiando con el resultado, quién había marcado, cómo quedaba la clasificación. Esto era una cosa de pm para enterarte de lo que estaba haciendo el Cádiz. Pues todas esos recortables, diarios y recuerdos las tengo por aquí en mi casa; menos mal que vivo solo porque nadie lo aguantaría jajajaja. No tengo solución. Paciencia conmigo, chaval.

-Para nada, eso es algo que todos los futboleros siempre soñamos hacer y que al final por una cosa u otra no se continua haciendo; son reliquias. Tirando de recuerdos, ¿cómo eran esos Trofeos Ramón de Carranza?

-Esa es otra. Recuerdo con mi hermano Antonio tirarme una noche entera y parte de la mañana siguiente para poder comprar una entrada para el Trofeo Carranza.

-¿Cuál fue el mejor Trofeo que recuerde?

-Uno que ganó el Madrid y que empezó perdiendo; recuerdo que metió Ferreira; el campo del Cádiz estaba repleto y como no cabía la gente, muchas personas estaban sentadas en el césped alrededor del campo. Los Trofeos Carranza eran dignos de ver, todo lleno; arriba, abajo, fuera, todo lleno de gente. Increíble. Y después, te ponías tú en la ventana de casa de mis padres en la Avenida viendo pasar coches y más coches en dirección al centro; yo no sabía dónde carajo podían ir tantos coches, pero era como dos o tres horas seguidas pasando y pasando coches por la avenida, que entonces era solo de un carril para cada sentido.

-Jajajaja. Bueno, ¿y qué Cádiz vivía un joven de la época de los finales de los 70?

-Lo que pasa es que normalmente yo llegaba de trabajar 'mu' tarde.

-Vamos, que no salía.

-Sí, sí, yo salía, lo que pasa es que al día siguiente no sabía ni cómo iba al trabajo. Yo tenía que estar en la calle, en cada esquina, aguantando el sueño.

-¿Y por dónde se movía, por qué ambiente?

-Me acuerdo mucho de Isecotel. Ahí iban todas las enfermeras y todas las chavalas del colegio que estaba al lado de donde está el Charlotte, donde la Cruz Roja. Lo pasábamos del carajo en Isecotel. También pasábamos muchos ratos en el Boca, que estaba en la calle Plocia; el que lo llevaba era hermano del que tenía El Anteojo. De hecho, ahora El Anteojo otra vez se ha puesto en Plocia. También se montaban una barras metálicas justo delante del hotel Playa, donde ponían copas las 'Sherlo', dos hermanas que eran muy guapas y encantadoras personas; y 'to' el mundo allí en bañador venga beber cerveza. Eso era tremendo.

-Y por esa zona también andaba la cervecería El Barril, que supongo que, como buen beduino, la castigaría bien, ¿no?

-Para mí era la mejor cervecería que había. Mira, a mí había dos sitios que eran los que más me gustaba: uno era El Barril y el otro era el Char & Sons.

-El Barril es el McDonald's hoy, pero ese Charson otro dónde estaba.

-Lo que hoy es el Pirata del Paseo; era de madera y aquí en Cádiz no había ningún pub. Tú querías ir a tomar una copa y te ibas a Char & Sons y encontrabas a 'to'; a 'to' el mundo de PuertaTierra.

-Volvamos al plano laboral. Fallece su padre y cómo sigue con su labor profesional.

-Monté una empresa de construcción, aunque primero estuve tres años trabajando en el Servicio de Agua de Jerez, en Ajemsa. Estaba como técnico y no ganaba mucho dinero, pero hice mal en irme porque hubiera tenido una buena pensión. Yo tenía muchas inquietudes, porque cuando yo trabajaba allí trabajaba en las dos cosas, en la empresa privada y en Ajemsa. Trabajaba una barbaridad, incluso los sábados, yo no salía los viernes. Y eso que había una costumbre de salir todos los viernes; tú quedabas con tus amigos y no se perdonaba. '-¿A dónde vamos? -Aquí -¿Cuánto vale? -5.000, 10.000. Da igual, lo que sea'. Después de copas, hasta las 5 de la mañana. Eso era así. Yo llegaba a casa de la obra 'reventao' y me decía Inma, mi mujer. 'Venga, quillo, que nos vamo'. Y yo, 'me cago en su'. Y luego cuando ella me decía 'venga, vamo pa casa', le decía yo '¿¿que qué. De eso nada, yo me quedo hasta las seis de la mañana aunque después me tenga que ir a las 7 a trabajá'. Yo me pegaba unas 'pechás'... Es más, más adelante me pasaba lo mismo porque llegaba a casa muy tarde de trabajar, a las tres, cuatro de la mañana, y me veía a 'to' el mundo sobando en mi casa y decía '¿quién me va a echar de menos aquí, joe? Nadie. Y cogía y me iba a la calle a tomar un vaso'. Y, después, te digo otra cosa. Ese Cádiz era muy agradecido porque salías y te veías a uno, a otro; al Gamba, por ejemplo. Claro, o todos los que trabajaban en la noche o los que salíamos muy tarde de trabajar.

-Jajajajaja. Antiguamente, habría periodistas, pero ya me da que ni eso, que hasta eso ha perdido una profesión. Bueno, ¿y cómo le fue por el sector privado?

-Yo empecé a trabajar para varias empresas y más adelante monté una empresa con mi hermano Enrique, con la que nos dedicamos a hacer pabellones y un montón de cosas peeeeeero... nos dejaron a deber mucho dinero, mucho.

-¿Y?

-Entonces ya me dediqué a hacer fachadas y cosas que me pagasen por adelantado; el 50 por ciento antes y el otro 50 después y con pagarés de 120, 150 días.

-¿Siempre ha estado ligado al sector de las obras?

-No, no. También, en 2013, monté en Avenida de Portugal una tienda de ropa con mi hermana Marichu que llamamos 'El armario de los Docampo' y antes, en 2010, una inmobiliaria en la calle Pintor Zuloaga de la Laguna. Y en Roche, con mi hermano Antonio y su cuñada Sara, un pedazo de restaurante, con el que estuvimos unos cuantos años.

-¿Y el Carnaval?

-Los he disfrutado mucho, siempre y cuando el trabajo me dejaba porque apenas podía ensayar, pero formé parte de alguna que otra ilegal, como por ejemplo, 'Los espermatozoides y el óvulo de una pureta'. Con esa cantamos en el Colegio de Ingenieros, que nos llevó tu padre, por cierto. También actuamos en Jerez de la Frontera para Rocío Jurado porque nos contrató una bodega. Otras que sacamos fueron 'Los tocadores de la Señorita Pepi' o 'Los sátiros de la gabardina'. Antes de ello, me acuerdo mucho de la caseta de El polvorín, en la parte del Parque Genovés; ahí se ponían casetas.

-¿De qué año hablamos?

-Pues mira, mañana precisamente he quedado con una amiga que la conocí precisamente allí hace 50 años; y casi que desde entonces no nos vemos. Aquellas casetas empezaban en lo que es el aparcamiento de Santa Bárbara, en frente justo de los militares. Eso estaba genial.

-Lo que ha cambiado Cádiz, ¿no?

-Ahora, al haber tantos bares, tantos pubs y tantas cosas, pues la gente prácticamente se ve, pero no es lo mismo; es que tú antes ibas a tres sitios y sabías que te encontrabas con todo el mundo sin necesidad de quedar. Es más, yo he tenido a gente trabajando en Olvera, Algodonales y varios sitios más; pues yo me comunicaba igual que con el teléfono ahora y por qué. Porque tú te aprendías los teléfonos de los bares a los que iba la gente a la hora de comer o a desayunar y llamabas al encargado y te ponía con uno o con otro o si no estaban luego te llamaban porque acababan yendo.

-Es verdad que eso es algo que se ha perdido y que se llevó la crisis que azotó el país, las comidas de negocio.

-Es que si tú querías coger antes una obra ya sabías lo que había. Y en otra de las cosas que ha cambiado la sociedad en ese sentido es que en esas comidas de antes había una o dos mujeres, no había más; todo era hombres, no había jefas, no se estilaba. Indudablemente, cuando las había se les trataba de la mejor manera porque no es que fueran como acompañantes ni nada, eran delegadas de tal sitio o de otro, pero había ciertamente pocas.

-Recuerde algunos de esos restaurantes donde se solían hacer esas comidas de negocio.

-Uno era el Gitano, claro. También había uno aquí que se llamaba, creo, El barco y que era de el del Baro; era un barco pintado en azul que es lo que hoy es La Despensa; ahí iba mucha gente. Después otro que había también era El Consuelo, que sigue estando en el mismo sitio pero hubo un tiempo que lo pasaron a donde era El Piano, pero claro, al cambiar de sitio ya la gente no iba igual y volvieron a su sitio de siempre. El Faro siempre, por supuesto. También el mítico Atxuri, el viejo. Esos eran los más esenciales. Recuerdo que cuando se hizo el Consorcio de la Zona Franca trabajé con unos tíos de Huelva; entonces todos los días, todos los días íbamos a comer a algún sitio, y me acuerdo mucho que íbamos un día al Gitano y al otro al Curro el Cojo.

-Otro mítico.

-Si tú querías comerte chacina y un huevo frito te ibas al Curro el Cojo; que tú querías comerte un pescado te ibas a El Faro; también pasaba que cuando te apetecía un cucharón; lentejas, habichuelas..., llegabas a El Consuelo y pedías fabada y ya no había porque 'to' el mundo las pedía. Pedías lentejas, y tampoco había. Luego te ofrecían almejas y demás, pero eso, claro, ya era el material que lógicamente quería vender el dueño. Jajaja.

Imagen principal - Arriba, una imagen del equipo Regio, junto a sus amigos. Abajo izquierda, su centro de operaciones un día de fin de semana de fútbol y a la derecha, en sus años como perito de obra.
Imagen secundaria 1 - Arriba, una imagen del equipo Regio, junto a sus amigos. Abajo izquierda, su centro de operaciones un día de fin de semana de fútbol y a la derecha, en sus años como perito de obra.
Imagen secundaria 2 - Arriba, una imagen del equipo Regio, junto a sus amigos. Abajo izquierda, su centro de operaciones un día de fin de semana de fútbol y a la derecha, en sus años como perito de obra.
Recuerdos. Arriba, una imagen del equipo Regio, junto a sus amigos. Abajo izquierda, su centro de operaciones un día de fin de semana de fútbol y a la derecha, en sus años como perito de obra. L. V.

-¿Y de tabernas, qué me cuenta?

-Teníamos la taberna del Laureano, donde te ponían la mítica media limeta, que era como media botella de vino blanco o manzanilla. Eso estaba en la calle Corneta Soto Guerrero, que al lado había un irlandés que era el primer pub de ese tipo donde se bebían las copas, pero antes la gente iba a la bodeguita del Laureano, de donde salía 'morao', por eso 'to' el mundo quedaba allí. Era muy barato, la gente se ponía hasta arriba con el vino blanco, el moscatel, la manzanilla y ya después 'pa' el irlandés. También había una cosa que se le llamaba el torpedo, que era cerveza con ginebra.

-No 'vea'...

-Eso era tal el zumbazo que te pegaba que salías ya del Laureano que no veas...

-Jajajajajaja

-Otro atractivo de aquella época era ir a todas las ferias; a nosotros nos llamaban los turroneros, con el Jose Mari Borrego, Fernando Orgambides y unos cuantos más. Eso consistía en ir a las ferias y ponernos 'to' el mundo en la puerta de la caseta, unas 40, 50 personas allí tomando torpedos o lo que fuera con la único intención de colarse, que era la cuestión. A veces, te cogía el tío de la puerta y decías que eras el sobrino de uno de dentro o cualquier tontería que se te ocurriera y que no te solían creer. Todo consistía en colarte, una vez que lo conseguías ya no hacías más jajajaja. Esa era la cuestión, colarse en la caseta nada más porque después, dentro, lo dicho, ya no hacías 'na'.

-Buenos tiempos, joe.

-De esa época también, cuando yo estaba terminando de estudiar, a mí me tocaba llevar las valijas a los bancos, aunque esto no sé si contarlo.

-Cuéntelo, hombre, que ya ha prescrito.

-También es verdad, jeje. Entonces, yo llegaba a la estación, cogía todas las valijas y las metía en mi coche y me iba al banco. Claro, había que entregarlo a una hora en el banco, pero entre clientes y demás había veces que me iba al Baro y nos poníamos a tomar cerveza toda la tarde hasta que '¡quillo, que va a cerrar el banco!'. Y cogíamos el Dos Caballos, que tenía abierta la parte de arriba, y llegábamos a los bancos a lo justo. 'Quillo, el próximo día traerlo más temprano, joe', nos decían. ¡Y con lo que llevaban las valijas!

-¿Y qué llevaban?

-Toda la documentación que te mandaban de Madrid de los bonos del Estado y miles de cosas más que era documentación 'pal' banco. O sea, en lugar de cómo se hace ahora por Internet, había que traerlo todo por valija. Ya llegó un momento que ya no lo hicimos así porque había que ir todos los días a la estación a recoger la documentación y a facturar. Era un caos. Después lo que se hizo fue buscar a un tío con un coche aquí y a otro tío en Madrid. Entonces, el de Madrid bajaba hasta Bailén donde se daba el encuentro con el de Cádiz, que era mi amigo Guillermo Sicre, un gran tipo y un clásico del Gri-Gri, que era el pub más conocido de Cádiz; era muy chiquitito y ahí estaba él, que medía dos metros.

-¿Dónde estaba el Gri-Gri?

-En la calle Santa Cruz de Tenerife, ahí hay como una una bajada, pues la esquina esa que es como un chalet, pues ahí estaba el Gri-Gri. Ahí iba 'to' el mundo. Pues Guillermo iba todos los días a Bailén; yo lo dejaba el garaje de mi padre para que dejase las cosas y él se iba para Jerez. Y yo, al día siguiente, me despertaba, cogía las cosas del garaje y me iba a los bancos. No veas el mamoneo que nos traíamos con todo eso; papeles importantísimos. ¡Como para que se perdiera una valija! Y nosotros ahí, en plena juventud y con las tajás que se cogían en la época. 'Po' nunca perdimos ninguna, eh.

-Jajajajajaja. Vayamos del ayer al hoy. ¿Cómo ve Cádiz?

-A mí me gusta, pero en Cádiz no hay 'ná'. Esto es una ciudad para jubilados, pero para la gente joven, desde luego, no hay nada. La gente, y es normal porque apenas hay discotecas y pubs, ha tirado mucho por las comiditas. De hecho, cada día se come y se cena antes. En Madrid, por ejemplo, a las ocho y cuarto, ocho y media ya están ya todos los restaurantes dando cenas. Y eso en Madrid. A mí lo que me gusta es eso, la hora de la comida, la cervecita. Date cuenta de una cosa, la gente también ha cambiado porque el 90% bebe nada más que cerveza. Algo de vino, pero no toman cubata. Cubatas casi no se toman ya. Pero joe, terminar de comer y meterte otra cerveza... Eso debe costar, eh.

-Ya ve, ahí o se cambia de tercio o 'pa' casa.

-Y te digo más, se ha cambiado también en la forma de vestir; la gente ni se arregla ya; la gente va cómoda y punto.

-Jajaja Home, si es que desde que las autoridades combinan tenis con americana, ¿qué se le va a pedir ya al personal?

-Vamos, que no me gusta, no me gusta lo que hay; además de los precios, muy caros, todo es carísimo ya. Hombre, la gente que viene de afuera, claro.

-Cádiz para cuatro días es cojonudo, sin duda, pero si se es joven ya debe ser más duro si lo que se quiere es hacer vida y cosas distintas.

-Nos queda la playa, eso no tiene nombre. Ahí sí, qué quieres que te diga.

-Y la tenemos ocho meses.

-El día que tú te levantas y vas a las nueve de la mañana a dar un paseo es cuando te dices: ¡Cojones, no sabemos lo que tenemos! ¡Esto es lo mejor que existe, pero luego no vas al día siguiente, carajo! Jajajajajaja

-Jajajajajaja ¡Total!

-Claro, claro. Porque el día anterior te has liado o te ha dado pereza simplemente y lo que haces es acabar tomándote una cerveza en La Bocatería con los amigos. Jajajaja.

-Como lo sabe, como lo sabe... Vamos, que le veo allí un domingo cualquiera. Un placer, Ricardo.

-Lo mismo digo.

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