con 'c' de cádiz

«No tengo más ambición que estar aquí, trabajando en la playa como estilo de vida»

iván periano jiménez. hostelero

Su chiringuito Tirabuzón fue de los primeros restaurantes sobre la arena que Cádiz disfrutó en la playa «más mimada de la ciudad junto a La Caleta»

Iván Periano lleva toda una vida ligada a la playita de Santa María del Mar, donde sigue la estirpe de su padre con su chiringuito Tirabuzón, antes Pikachos. antonio vázquez
Alfonso Carbonell

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A lo largo de la vida hay personas que sorprenden de mil maneras; Iván Periano Jiménez (Cádiz, 1978) lo hace desde su extremada sencillez, su pausada elegancia y su tímido, pero amplio sentido del humor, ese que parece tenerlo guardado por su natural forma de expresarse; siempre cauto, siempre correcto, siempre agradable. Gente así llenan el mundo de sentido cuando una charla desde la moderación, que no equidistancia, da para perfilar la forma de ser de un empresario que con su chiringuito Tirabuzón le pone la guinda a la mejor playita urbana del globo.

Este gaditano de nacimiento, catalán de transición y de Cádiz por recuperación lleva desde pequeño curtiéndose sin querer en un negocio al que llegó de la mano de su padre, Antonio Periano, uno de los primeros valientes gaditanos que se bajó a la fina arena de la playa de Santa María del Mar para deleite de los siempre sabios usuarios de una playa donde los vecinos del barrio del Avecren han sido mayoría. Iván iba para un cuerpo del Estado tras hacer la mili, pero la boyante industria catalana le acogió en su seno antes de enamorarse y bajar a Almería, donde fue taxista, monitor, conductor de autobuses especiales y hasta se hizo, sin saberlo, un más que respetable triatleta. Los pesarosos avatares de la vida le hicieron regresar a su Cádiz natal de la mano de un padre que 'usó' su vida para marcar el camino de la felicidad a su hijo.

Iván Periano fue durante cuatro años y hasta hace uno el presidente de la Asociación de Empresarios de la Costa de Cádiz (AECCA). Quizás por ello, sea normal que cada vez que habla de los derechos del hostelero le salga su vena más combativa aunque prefiera morderse la lengua para no incendiar nada más puesto que el fuego ya pasó. En esta entrevista apenas se habla de una carta de platos que es para comérsela, pero este servidor no sería quién es si en una de las ciudades más croqueteras del mapa no asegura que como las croquetas de jamón que se hacen aquí, pocas. Tan pocas como esta conversación en la que hace falta coger el DeLorean de Martin McFly para disfrutar de una buena Skol a pie de playa o ver entrar a canasta a Chichi Creus vestido con la camiseta del Cacaolat Granollers.

-Periano, ya me explicará de dónde le viene ese apellido.

-Ese apellido viene de aquí cerquita, del barrio del Avecren.

-Qué grande. Gran página en Facebook que tienen sus vecinos, que suben fotos de incalculable valor sentimental. Soy adicto a ella. Bueno, pero siga con lo de Periano, que ya le empiezo a cortar y ni hemos empezado.

-Jeje. Pues eso, mi familia por parte de padre fue siempre de ese barrio. Mi bisabuelo era 'el Piri'.

-¿Y dónde se crio usted?

-Yo nací en el barrio Santa María aunque parezca que no.

-Jeje. Ya sé por dónde va... Y ya que lo va a contar, le digo que no he visto a un gaditano que pronuncie mejor. De hecho, venía con la intriga de preguntarle a qué se debe esa finura en su habla. Que me parece de gran categoría, vaya por delante, eh.

-Jeje. Parece que soy de fuera porque me he criado gran parte del tiempo en Barcelona. Yo nací aquí, pero mis padres se separaron cuando yo era muy pequeñito y mi madre se fue a Barcelona.

-¿Los dos eran de Cádiz?

-Sí, sí. Mi madre era del Barrio y mi padre de aquí, del Avecren.

-Vaya mezcla. 'Pa' no separarse... Jajaja

-Jeje. Ya ves, uno beduino y otra de 'Cádi, Cádi'. Ellos se conocieron muy jovencitos y vivimos los primeros años en el Barrio hasta que se separaron y mi madre se fue a Barcelona a vivir con su hermana y allí me críe yo, en un sitio que se llama Granollers, que está a una media horita de Barcelona. Pero mi vida la hacía básicamente en Granollers; allí estuve desde los cinco años a los veintidós.

-Recuerdo que allí en Granollers había un equipo de baloncesto mítico y otro de balonmano si no recuerdo mal. El Cacaolat Granollers, mitiquísimo.

-¡Exacto! Los dos equipos fueron fuertes, pero el de baloncesto desapareció de la ACB hace ya unos pocos de años. Y tengo que decir que yo he jugado en ese equipo de baloncesto; fui muchos años integrante de su cantera.

-¡Qué grande! Puede que fuesen de amarillo, ¿verdad?

-Sí, sí, exactamente.

-¡Claro, joder. Si yo tenía empapelada mi habitación de pequeño con póster de la revista Gigantes del Basket y por ahí que andaban algún que otro jugador del Cacaolat! A mí me gustaba el equipo porque moría con los batidos, para qué le voy a engañar. Recuérdeme algún jugador medianamente conocido de esa época.

-Chichi Creus, el famoso base que estuvo muchísimos años y al que tuve la oportunidad de conocer por estar de la cantera, claro. Cuando acababa de entrenar con mi equipo, me pasaba a ver a los mayores.

-¡Olé! ¿Ya era alto de pequeño?

-Yo con doce años ya medía 1,90.

-¡'Collons' con el Cacaolat!

-Sí, sí. Jeje. Ya después no seguí, pero me formé jugando como de 4 y de 5. Estuve jugando en el Cacaolat desde los cinco años que llegué a los dieciocho que me fui a la mili.

-¡Qué bueno y qué bonitos recuerdos me ha despertado! O sea, que estuvo hasta los juveniles.

-Sí. Lo que pasa es que tuve una lesión muy fuerte, ya con 17 años, que me impidió seguir con normalidad [dice mientras muestra su dedo ligeramente deformado y que no puede doblar].

-Se nota, se nota. ¿Cómo se lo hizo, jugando?

-Sí; se me fracturó por tres sitios.

-¿Qué dedo es ese?

-Este es el... cuarto dedo de la mano. Jajajaja

-Jajajajajajajajaajaja Bueno, después lo buscaré en Google. (El que tiene defectuoso es el anular).

-Así que me quedé sin poder usarlo y estuve cerca de un año y medio sin poder jugar.

-Sea sincero, ¿cree que podría haber llegado a la elite de no haber tenido esa lesión?

-No, no, no. Nunca fui un buen jugador. Sí es verdad que en la época escolar despuntaba muchísimo porque era muy alto y se me daba muy bien, pero es verdad que 1,90 con doce años está muy bien, pero 1,90 con trece, 1,90 con catorce, 1,90 con quince.... ya me estanqué y no seguí creciendo. Me veía con 1.90 jugando de 4 y de 5 con gente de 2,05 y tampoco es que tuviera yo un talento muy grande.

-Pero bueno, al menos la habrá valido como excusa para pegarse el pegote de que no llegó a la ACB por el dedo.

-Sí, sí, eso sí. Jajajaja.

-Entonces, bien 'jugao'. A ver, otra cosa. ¿En qué año hizo la mili?

-Me fui a hacerla en el 97, en el primer reemplazo. De hecho, fue el último año que se hizo.

-Digo, yo soy del 79 y los de mi generación ya no la hicieron. Me jodió una mijita porque yo ya me había librado antes por no ver tres en un burro. Figúrese, podría haberme cargado al sargento sin querer en una prueba de tiro. ¿Dónde le tocó hacerla?

-En Calatayud.

-¿Eso es Zaragoza? ¿Y cómo le fue?

-Sí. Yo en la mili lo pasé realmente bien; los primeros meses estuve de soldador en la Unidad de Servicios.

-¿Y con la lesión del dedo no la pudo esquivar?

-No, no. Además, fui también por convicciones; yo tenía ganas de quitarme del medio de casa y de aprender algo. La verdad es que ni lo miré; además, la lesión no me ha impedido hacer una vida normal.

-Bien, bien. Un tío como Dios manda, de los que cuesta encontrar. Acaba la mili y qué hace con su vida. ¿Quiso seguir con el tema militar?

-Me gustó aquello; de hecho, me licencié con Honor. Tengo el Diploma. También me lo dieron un poco pensando en unirme a los Cuerpos del Estado posteriormente, aunque como en Barcelona había una facilidad muy grande para ponerse a trabajar me incorporé enseguida al sistema laboral. De hecho, ya estaba antes de empezar la mili. Por eso fui perdiendo ese interés por meterme en los Cuerpos del Estado.

-Ahora que estamos todos en lo que estamos, la pregunta me viene botando. Supongo que seguirá yendo a Cataluña por familia, ¿no?

-Te voy a ser sincero. Yo ya voy muy poquito. Mi madre continua viviendo allí y tengo un hermano más pequeño por parte de madre que sigue viviendo allí, pero te confieso que cómo se vive en Cádiz, me tienen que matar para salir de aquí.

-Jaja. Bien ahí, ¿Pero las pocas veces que va nota cierta diferencia entre la Cataluña en la que creció a la Cataluña actual?

-Nada que ver. En mi opinión, yo conocí a una Cataluña mucho más pluralista, mucho más social y no tan en la movida en la que hoy en día se ve; incluso mis amigos y conocidos antiguos también se han ido radicalizando mucho con esa idea y he perdido mucho el vínculo porque no me gusta en absoluto esa forma de pensar y esa deriva.

-Ha quedado muy claro y muy sencillamente explicado. Me ha dicho que antes de hacer la mili, ya empezó a trabajar. ¿En qué sector?

-Estaba en una fábrica; se me daba bien el torno y la fresadora aunque el metal no me apasionaba. Era una cosa que hacía más bien derivado del sitio que me envolvía y las circunstancias me llevaron a eso. Y se ganaba muy bien.

-Vamos, que a esa edad uno es el rey de la fiesta.

-Me levantaba un sueldo bastante digno con esa profesión, la verdad. Estuve trabajando de eso hasta los 22 años en la periferia de Barcelona.

-Haciendo exactamente qué.

-Bueno, trabajaba en recambios de piezas de coches, fabricación de contornos y demás.

-Y lo deja a los veintidós a pesar de ganarlo bien. ¿Por qué?

-No me gustaba la vida que llevaba en Barcelona porque era una vida muy industrializada, por así decirlo. Era fábrica - casa - pareja - fábrica - pareja - casa...

-Ufff... El tridente... o la triada. Jajaja

-Sí, además era un entorno... parecía aquello Mordor. Para mí todo aquello era muy oscuro. Yo vivía en Granollers y trabajaba en la periferia de Barcelona. Y bueno, allí conozco a la que ha sido mi mujer durante 24 años.

-¿Catalana?

-No, no, ella es de Almería. Había acabado la carrera y se fue a vivir a Barcelona a cuenta de un trabajo y nos conocemos; ella tenía intenciones de volverse a Almería en cuanto pudiese y la verdad es que a mí también me seducía mucho la idea de venir a Andalucía.

-Y eso que apenas recordaba nada de Cádiz.

-Claro, date cuenta que me fui a Barcelona con cinco años; apenas mamé Cádiz. Cádiz lo empiezo a mamar después, a partir de los doce, trece, catorce años que empiezo a venir los veranos con mi padre. Ahí es cuando ya empiezo a conocer la playa.

-Y comienza a llegar a los sitios en cinco minutos y no en cinco horas.

-Exacto. Jejeje.

-Nos quedamos en que conoce a su pareja, que tenía la intención de bajarse al sur de nuevo.

-Conozco a la que es la madre de mis dos hijos y con la que he pasado 24 años juntos. Tanto en el sitio donde trabajaba ella como en el sitio en el que trabajaba yo se daban una serie de despidos incentivados. Había exceso de personal; yo, por ejemplo, trabajaba en una fábrica con 2.500 trabajadores y en la de ella había 1.500 personas. Entonces, hay un momento, un repunte en el que comienza a bajar el trabajo.

-¿Qué año sería aquello?

-Esto que te cuento fue en el 2001.

-Ajam, ahí empezaron a darnos coba a todos con el euro. La primera de las grandes crisis de un siglo XXI que da miedito.

-Exactamente, pienso que aquello (de las bajas incentivadas) fue algo derivado de aquello.

-Desde luego, en esa época empezaron las curvas gordas.

-Pues sí, porque las cargas de trabajo de redujeron sustancialmente; aunque en mi caso, la empresa no quería que yo me fuera, pero no pudieron negarse porque esa medida se expuso a toda la plantilla.

-Vamos, que se fue como ese gran futbolista que gana mucho en el club.

-Más o menos, jeje. Yo vi esa baja incentivada como una oportunidad para volver a Andalucía. Se alinearon los planetas porque a mi novia le pasó lo mismo y también quería lo mismo.

-¿Y qué hacen tras decir 'vemo' a sus trabajos?

-Con ese dinerillo que cogimos compramos un solar en un pueblecito de la sierra de Almería, hicimos una casa y montamos dos negocios.

-Póngale nombre al pueblo ya que estamos.

-Es un pueblo del interior que se llama Tíjola. Ahí estuvimos varios años y conservamos la casa.

-¿Son almerienses sus hijos?

-No, no; mis hijos nacieron aquí en Cádiz gracias a Dios. Jajaja.

-Sí, porque si no, ¿cómo se hubieran denominado, tijoleños? Vaya a saber si no lo confundirían con un cártel mejicano. Jaja.

-Sí, sí, pero por suerte son más gaditanos que la torre Tavira.

-Eso es bien. ¿Y cómo le fue en ese pueblo perdido de la serranía almeriense?

-Pues allí montamos una papelería-librería y yo compré un taxi, el único que había en el pueblo. Paralelamente yo venía los veranos a Cádiz a ayudar a mi padre desde los catorce años.

-Grandes anécdotas en ese taxi quiero imaginar.

-De todo. Pasó de todo.

-Pocas confesables.

-Jajaja. No, no, no por eso. Pero sinceramente, yo el don de gente que pueda tener se lo debo a ese taxi.

-Decía que paralelamente solía venir a ayudar a su padre en los veranos. Cuente, cuente.

-Mi padre ya tenía el chiringuito.

-Vayamos con esa historia. ¿Este chiringuito, en la zona en la que está actualmente, cuándo se abre por primera vez? De hecho, antes hice referencia a la página de Facebook que tienen los del barrio del Avecren y es ahí donde creo haber visto ese mítico chiringuito metálico de principios de los 80 aproximadamente. ¿No me diga que fue su padre el precursor?

-El mismo, ese era.

-¡Qué me dice! Pues si le parece, aparquemos por un momento su historia y centrémosnos en esa primera ochentera y que protagoniza su padre.

-Te cuento. Todo empieza con un chiringuito que monta mi padre en el 80, que empezó siendo un kiosquito que estaba arriba, en la acera. No podemos hacernos la idea de lo que vemos hoy porque entonces no había playa; lo que había era como, vamos a decir, un acantilado. Entonces, creo recordar, el acceso a la playa se hacía por medio de una escalerilla y cerca de ella mi padre monta un pequeño kiosco.

-Un tío listo.

-Mi padre era trabajador de Astilleros y lo que hace para ganarse un extra es montar un pequeño kiosco en los veranos; uno de esos kiosquitos de la cerveza Skol.

-Para hacernos una idea, un kiosco similar a los de Frigo, Camy y demás marcas de helados que proliferan por las playas españolas.

-Exacto. Quizás podía ser un poquito más grande; ahí lo que vendía era refrescos, cerveza y bocadillos.

-Un kiosco sin más; sin nombre ni nada, entiendo.

-Así es, ya con el tiempo fue evolucionando. Y es que llegó un punto en que se hace la playa artificial, se construye la bajada y se regenera hasta ser la playa que conocemos hoy en día. Desaparecen todas las piedras que conocíamos y entonces se le da la oportunidad a él y a otro kiosco que había...

-El del Media Barba.

Chiringuito el Media Barba, años 80, a la altura del cementerio. Ruso, su propietario, sentado de blanco y con su media barba.

 -Exactamente, el Media barba estaba en el cementerio más o menos.

-Sí, sí. Grande el Ruso, al que da gusto verlo pasear con su triciclo con flores.

-Ese, ese. Entonces, mi padre se establece aquí abajo con un kiosquito en el año 86, 87 mientras yo estaba en Granollers.

-¿Qué recuerda de esos primeros años del chiringuito ochentero de su padre?

-Era muy divertido, muy divertido. Esto era un kiosco de barrio donde la gente aquí se lo pasaba teta. Se pasaba muy bien y obviamente no era muy turístico. Yo me acuerdo que me bajaba todos los días y le abría los bocadillos a mi padre que después iba a vender. Ahí estaba yo metiendo en los panes el salchichón, la mortadela con la aceituna y la tortilla de papa. Hacíamos esos tres tipos de bocadillos; luego ya cuando tuvimos cocina ya empezamos con los fritos; porque era todo freidor y algunos aliños de huevas.

-Y el kiosco se hizo hombre...

-Pues sí, con el paso de los tiempos el kiosco fue evolucionando de kiosquito pequeño de fibra a un kiosco un poco más grande de madera; luego se fue ampliando en metros y se fue cambiando el sistema constructivo hasta el día de hoy que es una instalación propia de un restaurante en la playa.

Imagen principal - El chiringuito de Santa María del Mar ha pasado de ser un kiosco de chapa en los 80, a un clásico bar de madera en los 90 bajo el nombre de Pikachos al actual restaurante sobre la arena que es el Tirabuzón.
Imagen secundaria 1 - El chiringuito de Santa María del Mar ha pasado de ser un kiosco de chapa en los 80, a un clásico bar de madera en los 90 bajo el nombre de Pikachos al actual restaurante sobre la arena que es el Tirabuzón.
Imagen secundaria 2 - El chiringuito de Santa María del Mar ha pasado de ser un kiosco de chapa en los 80, a un clásico bar de madera en los 90 bajo el nombre de Pikachos al actual restaurante sobre la arena que es el Tirabuzón.
Evolución. El chiringuito de Santa María del Mar ha pasado de ser un kiosco de chapa en los 80, a un clásico bar de madera en los 90 bajo el nombre de Pikachos al actual restaurante sobre la arena que es el Tirabuzón. L. V.

-Buen resumen y después volveremos, pero le dejé en un pueblo de la sierra de Almería llevando un taxi. ¿Cómo le fueron las cosas por esos lares?

-Yo allí llevaba tres trabajos a la vez.

-Ya estamos otra vez con las triadas...

-Jejeje. Soy un tío muy inquieto; no me ha gustado nunca estar quieto. Llevaba el taxi, un camión de transportes especiales y también trabajaba de monitor en un centro de menores. Y mi mujer, aparte, gestionaba la papelería. Así pasé mucho tiempo hasta que mi padre comienza a ponerse malo allá por 2005-2006 y el verano ya de antes comienzo a venir para echarle un cable con el chiringuito, que ya era el Pikachos.

-¿Y ese nombre por qué?

-Su nombre originario es porque el primer kiosco que montó arriba de la playa estaba a la altura de la piedra picacho, que está un poco por detrás de la piedra barco; ya desapareció casi. Estaba ahí metida como en el acantilado y tenía forma de pico y cuando se estaba en pleamar se tiraba la gente. De hecho, el nombre lo derivó al Tirabuzón porque era un salto que se hacía desde el picacho.

-Curioso, curioso. Estábamos en verano de 2006, que su padre comienza a ponerse malo.

-Ese verano me vengo y le llevo el chiringuito como buenamente puedo.

-No tenía ni idea de hostelería.

-Sabía prácticamente nada; apenas unas pequeñas nociones de haberle echado algún que otro cable en veranos anteriores, pero nada serio.

-Y la cosa intuyo que se va poniendo desgraciadamente más acuciante.

-Así es, mi padre sufre un infarto en el invierno de 2007 y fallece ipso facto. Justo antes acababa de renovar la concesión administrativa (del chiringuito) y tengo que tomar la decisión entre que esto saliese a licitación de nuevo y seguir con mi vida en Almería o coger el toro por los cuernos y llevarlo a mis formas. Lo hablé con mi pareja, me apoyó en ese momento y decidimos seguir con la explotación.

-Y se vinieron para acá.

-No nos vinimos hasta pasados unos años para saber un poco cómo iba la cosa.

-Ah, claro, claro. Entiendo que por entonces no se podía mantener abierto todo el año.

-Por entonces, el negocio era muy estacional porque no me dejaban (tenerlo abierto) todo el año. Entonces, lo que hacía era hacer la explotación los tres meses de verano y me volvía a Almería. Así estuvimos hasta la renovación de la explotación de 2014, año en el que se hace una licitación nueva y me vuelvo a adjudicar el establecimiento. Es cuando ya tomo la decisión, unido a la posibilidad de abrir todo el año, de vender lo de Almería y establecernos ya aquí. Mis dos hijos, de 14 y 8 años, nacieron ya en Cádiz y.... ¡y aquí estamos! Jajajajajaja

-Jajajajajajajajajaja

-Hasta el día de hoy. El chiringuito ha ido evolucionando mucho.

-¿Cuándo se hizo con el negocio aún se llamaba Pikachos? ¿A qué se debió el nombre?

-Sí, pero con la renovación del 2014 se unen una serie de condicionantes legales por la que tomo la decisión de cambiar el nombre.

-¿Por qué?

-Se trataba de una renovación y por un lado quería pasar de kiosco a restaurante y por otro, el contrato de explotación lo pasamos de tener con el Ayuntamiento como intermediario a tenerlo con la Junta de Andalucía. Entonces, en ese cambio, además tuve algunos problemitas con los dibujos animados del Pikachu, del Pokémon.

-Jajaja Adiós. Otro movida más de derechos de autos y demás.

-Pues sí. Para evitarnos ese problema, y que además le venía bien un 'restyling' al establecimiento, decidimos cambiarlo sin perder la mano del Pikacho puesto que tiene su relación como antes he comentado.

-Pues déjeme decirle como cliente que fue un acierto. Eso sí, aún le tengo guardado en el móvil como chiringuito Pikachos. Jejeje

-Ha habido una evolución positiva por muchas razones.

-De hecho, me atrevo a decirle que cuando abrió como Tirabuzón, entre mis amigos, había sus más y sus menos con la idea de si nos atraía o no un restaurante en la playa. Ya sabe, acostumbrados todos a esos chiringuitos de madera de toda la vida. Fue el primer restaurante por derecho en la playa creo recordar. Entiendo que buscaba esa idea.

-Sí, era la que buscábamos porque para abrir durante todo el año no podíamos conformarnos con el negocio que se tenía antaño exclusivamente en verano; así que teníamos que romper con lo típico y lo clásico. Y ojo, que también queda gente a la que nos gusta muchísimo ese chiringuito de playa de toda la vida. A mí me encanta; y es que además yo vengo de ahí. Lo que pasa es que eso no nos vale para abrir todo el año lamentablemente porque ya el cliente es mucho más exigente y nuestra apuesta tiene que ser completamente diferencial, de lo contrario no podríamos sobrevivir todo el año. Eso está muy bien para poder competir en verano porque lo que busca la gente es lo típico y lo clásico; estar en el chiringuito con el bañador, sin camiseta y comiéndose unos chocos con una caballa, pero lamentablemente y muy a mi pesar, porque a mí lo que me gusta es eso, tuve que tomar esa decisión que a día de hoy sé que es acertada porque nos ha dado resultado.

-¿Cómo lleva los temporales?

-Hemos tenido algún susto aquí con los temporales, pero poco a poco los combatimos mejor. El último, de hecho, lo hemos pasado con nota. Pero esto lo digo con la boca chica porque debemos tener mucha precaución.

-Hablando de temporales, borrascas y fenómenos atmosféricos o similares. ¿Con qué sufre más como un hostelero anclado en la playa, con un temporal Bernard o con el huracán Martín Vila? Se lo tenía que preguntar, entiéndame.

-Ehhhhh. Voy a ser prudente en mis palabras. Nosotros hemos sufrido mucho, mucho con este señor. El temporal duró tres días, Martín Vila ha durado dos legislaturas. Y ya está.

-Jajajajaja. ¿Lo dejamos ahí? Ok, ok. ¿Ha notado el cambio con los nuevos que han llegado al ayuntamiento?

-A ver, es que nosotros lo que queremos es seguridad jurídica; queremos ejercer nuestra profesión con garantías, con estabilidad para poder también darla en los empleos sabiendo que no estamos nadando contracorriente en muchas de las veces. Nuestras inversiones no queremos que caigan en saco roto y nuestros esfuerzos pretendemos que repercutan positivamente en nuestras plantillas y en los clientes. Todos estos años atrás hemos estado nadando entre incertidumbre, sin saber a dónde íbamos a llegar con toda esta historia y, ahora, de repente, gozamos de una tranquilidad desde hace unos meses que antes no teníamos.

-Vamos, que se ha notado.

-Se ha notado, sí. Se nos ha quitado un peso de encima muy gordo.

-¿Cuáles son los meses del año en los que se tienen que apretar el cinturón?

-Los meses más complicados son noviembre y desde el 10 de enero hasta que empiezan los Carnavales. Noviembre es especialmente duro.

Iván, en el interior de su Tirabuzón. antonio vázquez

-'Pa' eso está aquí el tío, 'pa' darle bolilla en su mes más duro. Jajajaja.

-Sí, sí. Jajaja. A ver, son los meses más condicionados por el tiempo; no sólo porque también son los de menos turismo y menos movimiento. Pero claro, no es lo mismo un noviembre lluvioso que un noviembre donde salga el solecito e invite a la gente a bajar a la playa. Pero paralelamente también te digo que año a año, con el cambio climático, se ha ido mejorando positivamente.

-Vamos, que el cambio climático ha venido de categoría a este tipo de negocios.

-Lamentablemente, sí. A mí me da mucha pena, eh. Es más, por el sitio en el que estoy veo a diario las consecuencias del cambio climático. La temperatura ha cambiado sustancialmente, el agua está llegando a zonas donde antes no llegaba, el nivel del mar ha ido cambiando. En diez años, no hay que ponerse ni a treinta, he visto una evolución muy negativa en cuanto al medio ambiente. Y esto, lamentablemente, es muy positivo para que nosotros podamos estar en funcionamiento todo el año. El verano dura muchísimo más tiempo y los inviernos ya no son al uso.

-Ya que habla del clima y como guardián de Santa María del Mar, ¿cómo ve la calidad de la arena de esta playa?

-Aquí lo que pasa es que se hacen inversiones constantemente para que la arena no se vaya perdiendo. Yo pienso que a esta playa, junto a La Caleta, es a la que más se mima de la ciudad; no puedo decir lo contrario. Lo que sí es verdad es que, en mi modesta opinión, hay un problema con los espigones.

-Soy todo oídos.

-Cuando se hizo el espigón se hizo con un cálculo a una corriente y a un nivel del mar de hace cuarenta años y que ya se ha quedado corto. En pleamar, el espigón llega prácticamente a desaparecer. Entonces, ya que está la inversión hecha, pienso que la Administración debería hacer un recálculo de eso para salvaguardar más la playa. Al igual que se están haciendo inversiones para que la playa no pierda arena, pienso que se podría hacer una inversión definitiva de un espigón, no para ampliarlo porque tienen que haber olas para que los surferos disfruten y para que tengamos una buena entrada y salida de agua, pero sí que se podría ganar en altura el espigón.

-Ojo qué se hace con el espigón que si mal no recuerdo los surferos de la playa vizcaína de Mundaka se quedaron sin olas por la puesta de un dragado.

-Claro, pero para que eso no ocurriera, simplemente habría que dotar de más altura al espigón que ya hay. Creo que se si le hace recrecer, pues se salvaría la zona de la escalera de caracol, que es el tramo que más está sufriendo. Además, puesto que ahí no hay incidencia de olas, con tan sólo ganarle altura sería suficiente y en mi opinión, que también se pudiera pasear por encima. La inversión no sería muy grande y en cambio sí que duraría mayor tiempo que año tras año regenerar la arena. Sería simplemente recrecer el espigón para evitar que la ola se termine de cargar la escalera de caracol.

-Dejemos a un lado el chiringuito y la playa. ¿Qué me cuenta de sus aficiones?

-Desde siempre me ha gustado hacer deporte y ahora soy aficionado al triatlón de larga distancia. Ya sabes que jugué al baloncesto todo lo que pude hasta que llegué a la mili. También hice full contact, pero fue cuando acabé la mili que dejé de hacer deporte... Entre en el mundo laboral, la lesión, te echas pareja, en fin, por las circunstancias de la vida. Así que dejé de hacer deporte unos añitos, de los 18 a los 25. Dejé de hacer deporte cardiovascular porque siempre he hecho pesca submarina y hago apnea; de siempre me ha seducido. Esa afición la conservo y para ello tengo mi barquita aquí en Cádiz.

-¿No se irá solo, no?

-No, no. Para eso tengo mis secuaces, con los que me voy cada vez que podemos a echar un ratito. Esa afición no la dejé nunca; siempre sacaba un día a la semana para meterme en el agua.

-¿Y cómo apareció el triatlón en su vida?

-Pues yo estaba sólo con la pesca submarina hasta que con 25 años me toca una mountain bike en una cesta que se sorteaba allí en el pueblo. Empiezo a cogerla por allí por la sierra, y veo que se me da bien. Y me doy cuenta de que ¡encuentro un paraíso con la bici! [dice enfatizando su voz y un gesto magno].

-Jajajajajajajajajaajaja Que le gustó, claro que sí.

-Así que al poco tiempo ya me compré también una bici de carretera y empiezo a salir todos los fines de semana. Entonces, como ya comenzaba a venir aquí los veranos, conozco a un grupo de locos a los que le gusta el triatlón y empiezo a salir a correr y a nadar un día con ellos. Y empiezo a meterme sin darme cuenta en el mundo del triatlón con esta panda de locos que somos los Suricatos.

-Algo me suena, sí. Hace poco ganaron algo en Lanzarote. ¿Y ese nombre de los Suricatos?

-Los Suricatos es porque... es que no sé si poder contar esto. Jajaja.

-Bueno, lo que pueda.

-Nosotros salíamos a correr hacia Torregorda y entonces cuando corríamos por las dunas aparecíamos y desaparecíamos pareciéndonos a esos animales que se confunden por el desierto. También nos encontrábamos por esas dunas a personas que van a allí a hacer sus cosas y entonces más nos escondíamos. Jaja. El nombre de suricato salió de broma y ya se nos quedó.

-¿Cúantos son los suricatos?

-En sus orígenes éramos casi veinte, lo que pasa es que ya nos vamos haciendo mayores y conservamos la amistad, pero no el estado físico. A competición solemos ir doce, trece o catorce. Lo más importante en este deporte de larga distancia es la disciplina, que como en el Ironman, debe ser muy dura. Es un deporte muy duro y es por eso por lo que más se nos conoce en las carreras a las que vamos. Las carreras son 'peonás' de doce, trece, catorce, quince horas. Hay que estar muy loco para correrlo, sobre todo porque necesitas de mucho tiempo y dedicación para prepararlo.

-¿Este último triatlón que ganaron por equipos en Lanzarote cuánto duró la carrera en total?

-Te dan 17 horas para completarla; todo lo que le restes a ese tiempo es beneficioso. El ganador del equipo puede entrar en meta entre en ocho, nueve horas y luego los paquetes, que somos nosotros, entramos a tiempo. Se hace media y se ve quien gana. Nosotros entramos todos y lo hicimos en torno a las once y trece horas.

-¿Cómo va el circuito de Ironman y a qué carreras suelen ir?

-El circuito es mundial y lamentablemente no podemos ir a todas las pruebas. Nosotros nos podemos permitir hacer una, dos o tres a lo sumo al año. Tanto por dinero como por esfuerzo, con hacer dos al año nos damos por satisfechos. Cuando haces un ironman después tardas un tiempo en recuperar tu cuerpo.

-¿Cuánto?

-El primer mes de recuperación es prácticamente testimonial y ni entrenas porque ha habido una rotura fibrilar importante; verás, los que son profesionales no sé cómo lo harán para recuperarse tan pronto, pero los que somos mortales, el primer mes te quedas muy tocado y no empiezas a recuperarte hasta el segundo mes.

-Cuando ganó lo de Lanzarote por equipos me dijo que para el verano se iba a ir a correr uno individual ¿Dónde fue?

-Estoy apuntado a Cozumel (Méjico), pero lo he tenido que posponer por motivos personales; vamos, que me he divorciado. Mi idea era hacer el triatlón y quedarme unos días para hacer pesca submarina pero tendrá que esperar. Jejeje.

-Si es que lo 'queremo to'. Jajaja. Otro tema. ¿Cómo se vive siendo gaditano a los 25 años? ¿Le gusta los Carnavales, por ejemplo?

-Me encantan, pero los de la calle. Me gusta entre semana; irme los martes, miércoles y jueves por la noche para escuchar en la calle. Luego el Falla también tiene su puntito, pero soy más de calle. Y dentro de ella, los carnavales del gaditano, que son de martes a jueves.

-Vamos, igual que la playa, donde septiembre y octubre son los meses para los de Cádiz. Aunque a usted no le venga bien. Jaja.

-Jaja. Pero escúchame, te estoy hablando como usuario de la playa. Y es verdad, es verdad. Lo bonito de aquí es abril, mayo.

-El verano se lo dejamos a los de fuera que para eso somos muy buenos anfitriones...

-Exacto, Y después septiembre y octubre. Mis hijos, como más han disfrutado el chiringuito en la playa ha sido en septiembre y octubre; y en abril y en mayo. Yo muchas veces lo sufro más que disfrutarlo pero porque es mi trabajo. Pero sí, tengo que admitir que como usuario, como gaditano y como aficionado de playa que soy esos meses son los idílicos. Tienes buen tiempo, hay poca gente...

-Los niños están en el colegio...

-Jajaja. Los niños están en el colegio, por qué no decirlo, sí, sí. Ese tiempo es maravilloso.

-Hablando de niños y deportes, al trabajar en una sección de Deportes me doy no pocas veces con equipos de atletismo con el nombre de su chiringuito como sponsor.

-Patrocino no sólo al atletismo por ser atletismo, también al deporte en general. Fundamentalmente lo hago porque le debo mucho al deporte; siento que me vida ha tomado un buen rumbo porque siempre he estado vinculado al deporte. El Deporte me ha quitado de muchos problemas y me ha hecho ser la persona que soy hoy en día. Por eso, creo que estoy tratando de devolver al deporte lo que me dio patrocinando todo lo que puedo dentro de mis posibilidades y limitaciones. Y especialmente, con el deporte de la ciudad. Patrocino al Club Olimpo, al Club Costa de la Luz, al club de fútbol Las Redes de El Puerto de Santa María y al Club Waterpolo Cádiz.

-¿Qué le da o cómo le repercute este servicio que hace al deporte base de la ciudad?

-No, económicamente no me repercute en nada. Ahora bien, sentimentalmente, sí. Y también con el karma de mi vida, jeje. Pero ya te digo que lo que intento hacer es devolverle al deporte todo lo que me dio. Después, es verdad que no es tanto el peso de repercusión mediática y económica que se le devuelve al establecimiento como la satisfacción personal, que es muchísima más.

-O sea, que al Cádiz CF no le ayudaría, por ejemplo.

-Creo que el Cádiz ya tiene ayuda y no necesita de la mía porque, además, esto es un negocio pequeño que no puede llegar a esos niveles. Pero siento que ayudo más en pequeños aportes económicos a otros clubes menores que lo necesitan más. Por ejemplo, ver como das a un club 1.500 euros y lo estiran para equipaciones, traslados en autobús, balones, fichas de jugadores... Es que igual hay padres de niños que no tienen esos 50 euros para federarlo o para mandarlo a jugar a otro pueblo y cuando te dicen que mi dinero sirve para todo eso, pues la verdad es que me siento muy bien.

-Claro que sí, para no sentirse. Bueno, y ¿cómo se ve como hostelero? ¿Se ve abriendo más negocios o se planta de momento?

-Yo estoy encantado tal y como estoy. Y no, no me he planteado abrir más restaurantes fuera de la playa. Bueno, miento, me lo llegué a plantear cuando hemos tenido inseguridad jurídica en nuestro trabajo. Y es que ante la duda de poder permanecer aquí, pues tienes que buscar un plan B, pero mi realidad es que mientras me pueda sacar aquí un sueldo digno y holgado yo no tengo más ambición que estar aquí porque me encanta mi trabajo, me encanta la playa Santa María, me encanta mi chiringuito; este es mi estilo de vida y no necesito más. Si algún día abro otra cosa será más por necesidad, no por inquietud.

-Pues me quedo con eso. Un placer.

-El placer es mío.

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