Con 'C' de Cádiz

Emilio Trigueros: «Mi ilusión es dar a conocer la figura de Falla a los niños gaditanos»

emilio trigueros lópez. administrador de fincas

Tiene una obsesión y no es otra que acercar la figura del prestigioso compositor que nació en la casa donde lleva disfrutando desde que su padre le abriera la puerta de las grandes vivencias de Cádiz

Emilio Trigueros heredó la administración de fincas de su padre y que ahora ha convertido en La Oficina. Francis jiménez
Alfonso Carbonell

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Uno tiene la impresión tras charlar un divertido e instructivo rato con Emilio Alberto Trigueros López (Cádiz, 1982) que podría haber sido lo que él se hubiera propuesto. Porque este gaditano de la plaza Mina siempre apuntó alto, pero lo hizo desde la trinchera de una depresión que le hizo engañarse a sí mismo hasta que se dio cuenta que no había peor cosa que precisamente eso, el autoengaño. Algo que a los años no duda en repetírselo a sus hijas Ana, Carmen y Leti. Las pequeñas de una bonita familia que forma con la podóloga y Estrella de Oriente, Marta Barba.

Porque Emilio vive felizmente en Cádiz, pero quién sabe dónde habría llegado si no hubiera tenido un padre como el que ha tenido, responsable directo de la vida que disfruta en una ciudad de la que se ha empapado y se sigue empapando su historia. Licenciado en Derecho por la Complutense, este gaditano de pro no puede decirse que haya perdido el tiempo en su trayectoria, que le ha llevado desde pasearse por Empresariales a hacerlo por un escenario como actor de teatro. También iba para intérprete de cine, pero se quedó en figurante por normas de un guion del que finalmente le borraron, que no su presencia.

A pesar de su juventud, este hermano pequeño del gran Alberto e hijo del patriarca don Emilio Trigueros, es un libro abierto sobre todo aquello que atañe a la ciudad de Cádiz, un territorio por el que suspira y que no se cansa de recorrer con tal de cumplir con un hábitat saludable que aprendió en sus años en El Escorial y cuando más cuesta arriba veía, sin saberlo, la vida. Amigo de sus amigos, en su cabeza no paran de brotarles felices e instructivas ideas. Es lo que tiene vivir en la casa que vio nacer al músico Manuel de Falla, una figura que tiene el empeño de perpetuar en la mente de los más pequeños de los gaditanos. Y este señor no va en broma.

-Ubiquemos la acción con sus datos personales.

-Emilio Trigueros López. Soy de Cádiz, de enero del 82.

-Antes que todo, no tuve la suerte de conocer a su padre. Hábleme de él. ¿Cuándo falleció?

-Mi padre fallece en junio del 21. Fue por un cáncer de páncreas. Fue todo muy rápido, pero mi padre lo hizo muy bien. De hecho, a mí me siguen parando por la calle hablándome de él. Antes, hasta hace poco, eran todos los días; ahora son todas las semanas. Siempre con cariño, siempre. Mi padre era economista y administrador de fincas.

-¿Gaditano también?

-Gaditano de pura cepa, además. De la la plaza Mina; nació en el número 3. Él es el pequeño de tres hermanos; tiene dos hermanas mayores. Yo soy la cuarta generación de administradores de fincas. Tuvo dos hijos, mi hermano Alberto y yo.

-Grande Alberto, al que de vez en cuando le pierdo la pista ¿Qué estudió y por dónde lo tenemos?

- Estudió Empresariales. Ahora está Madrid y le va muy bien.

-Yo creía que era el triunfador de los dos... hasta que he entrado aquí. Jejeje. 

-Lo es, lo es. Es el triunfador de los dos. Además, se lo ha ganado él solo. Hombre, yo he tenido la suerte de siempre de ir arropado por mi padre. Alberto tiene muchísimo mérito. Vamos, así te lo digo, él es mi referente, Alfonso. También te digo que siempre sale el cachondeíto entre los amigos porque mi hermano y yo nos llamamos igual, pero al revés. Él, Alberto Emilio y yo, Emilio Alberto.

-Suena a telenovelas

-Jejeje. Muchas veces se lo decíamos a nuestros padres. Tiene su explicación. Resulta que con Alberto venía un hermano gemelo, pero por desgracia se quedó en el camino. Entonces, el primer nieto de mis abuelos se tenía que llamar Alberto porque era el primer nieto varón. Así que Alberto Emilio por si no venía nadie más. Lo que pasa es que yo por lo visto fui un milagro que llegase, o eso al menos es lo que decía mi padre aunque a mi madre no le gustara que lo dijera. Jajaja.

-¿Es que su padre no le quería?

-No, no, fui más que buscado. De hecho, mis padres hubieran tenido muchos más hijos, lo que pasa es que la naturaleza no se lo permitió. Como decía, mi padre era el menor de tres hermanos. Mi familia viene de bajito. De hecho, ellos nacen aquí, como su padre; el primero que viene a esta casa es mi bisabuelo y ahí estaban con los pollos y las gallinas en la planta baja. Y de hecho, aún guardamos las rejas que tenían las gallinas en aquel corral.

-¿De qué año habla?

-Finales de los 1890, principios de 1900.

- ¿Y su padre era del...?

-Del 43.

-¿Y esa cuna de la entrada?.

-La cuna es la cuna de Falla, que nació aquí, en la segunda planta.

-¿Y dónde vivía su padre?

-Mi bisabuelo empieza en el bajo y después mi abuelo alquila al primero.

-¿Llegó a ser vecino de Manuel de Falla su bisabuelo?.

-No creo porque Falla estuvo aquí cinco o seis años nada más.

-¿Y la cuna se quedó en la casa porque supongo que era de la casa, no?

-Claro, eso es lo que siempre se solía hacer. Lo que pasa es que esta casa era una casa de nivel; especialmente las plantas altas; la familia de Falla era gente de dinero. Después hablaremos, pero esta casa tiene mucha historia y me la estoy hartando de estudiar para algo que quiero impulsar. La primera escritura que hay de esta casa es de 1624, que aparece como tierra de labranza. Esto no pertenecía a los franciscanos; esto era Callejón del Tinte, creo que el 194. El Callejón del Tinte era enorme. Como decía, esto era territorio de labranza, y donde está ahora la plaza era la tapia de los franciscanos, y el huerto estaba detrás. El primer propietario fue un franciscano; la casa se construye en 1800 como una típica casa gaditana. Comercio y oficinas en la primera planta y bajo; la dueña del edificio vivía en la segunda y el servicio en la tercera.

Falla nace en el 1876. La familia Falla vive aquí cinco o seis años; pero después aquí ha vivido también Francisco Prieto, el pintor vallisoletano afincado en Cádiz que tenía en el museo su sala. Él estuvo viviendo en la segunda planta y yo conocí a su mujer, doña Fernanda. Porque aquí, al final, éramos todos como familia. Otra cosa importante es que esto también fue la casa de Correos de Cádiz. Ahí verás en la entrada un buzón donde se puede leer 'Cartas para toda España'. Recuerda los buzones de los leones donde se leía 'cartas para la provincia', 'cartas para la capital' y ahí ya ponía 'cartas para toas partes'.

-Sí que he visto un buzón en la entrada.

-Porque mi abuelo, que era administrador, llegó a ser también jefe de Correos de Cádiz. Pero eso es casualidad porque entró como botones y se jubiló como jefe de Correos.

De izquierda a derecha, abuelo y padre de Emilio, junto a un amigo de la familia.

-Sí que tiene historia la casa, sí.

-Aquí también se rodó Marisol. De hecho, aquí estuvo Bensusan, el fotógrafo. Estuvo el padre y después el hijo hasta 2010 o 2012. Fíjate el arte que tuvo esta casa que estuvo aquí Bensusan, que era el Kiki de la época. Estaban Juman, Movellán y Bensunsan. Como te decía, se rodó aquí Marisol, con Valerio Lazarov; el documental aquel en el que sale bailando Marisol en Puntales. Pues en la primera escena de ese documental aparece Marisol que se está casando y es en ese local, donde tengo yo ahora mi despacho. Y ahora, encima, lo de Disney que pasó hace un par de años.

-Después llegaremos a ello. Sigamos, si le parece, con su padre.

-Mi padre es la mejor persona que te puedas echar y no te lo digo como amor de hijo [Interrumpo].

-Sino por lo que estás viendo.

-Claro. El día que fallece, que es un 5 de junio del 21 y era de un viernes para un sábado, lo del tanatorio fue de locos y eso que era época de covid, complicada. El domingo fue cuando se entierra. Y yo el lunes llevo a mis hijas al colegio y tardo desde San Felipe Neri a aquí cinco horas. Me paró todo el mundo. Brutal. Y hay una cosa que me llamó mucho la atención y era que yo tenía que consolar a la gente. De eso me di cuenta incluso en el tanatorio porque fue llamativo ver desde gente de la calle como toxicómanos hasta personas que habían sido diputados nacionales. Fue la leche.

-¿A qué se debía esa devoción de la gente con su padre?

-Porque date cuenta que casi todas las casas de Cádiz eran propiedad de las grandes familias. Y mi padre era el gestor, uno de los gestores. Había tres despachos importantes que eran la Cámara de la Propiedad, los Ortega y los Trigueros.

-¿Trigueros en plural, verdad?

-Plural, siempre. La verdad es que a mí hay una cosa que me jode y es que me digan Triguero porque me recuerda al colegio cuando te reñían. '¡Triguero!'. Joder, pero por qué no me llaman Emilio.

-Jajaja. Algo parecido me ocurre a mí, pero en este caso cuando se comen una L de mi apellido. Iba contando lo conocido que era su padre como administrador de fincas.

-Mi abuelo tuvo que ser duro como administrador por lo que me cuenta la gente y tal; aunque a la vez también era humano, pero es que mi padre era muy humano, muy humano. Porque tú date cuenta que nuestro negocio es muy delicado porque intermediamos entre dos partes, entre propietario e inquilino, y las dos son igual de importante. Ojo. Y hay gente buena y mala en las dos partes y los derechos hay que respetarlos. Porque aquí no estamos en un negocio cualquiera, aquí hay algo que es muy susceptible y son las casas de la gente; que donde alguien ve un número en la otra parte hay una casa y una vida o varias. Ojo. Aquí hay que tener mucho cuidado porque estamos hablando de la casa, de la vida de las personas.

-E imagino que como intermediador solucionaría muchos problemas para dejar la fama que dejó tan buena.

-A mi padre le nombraron administrador honorífico, fue de los que fundó el colegio de administradores de fincas de la provincia de Cádiz, Y hasta el día que se murió, quillo. ¡Hasta el mismo día que se murió en la cama! Yo recuerdo que para ver si estaba activo le hice una pregunta al azar de Veedor 15. 'Papá, esto dónde estaba y tal'. ¡Y el tío me lo dijo!

-Jajajaja ¿Con cuántos años falleció?

-Mi padre falleció con 78 años y trabajó hasta el último día porque no tenía otro hobby. Desde los 50 años tenía un problema de enfermedad idiopática, un problema de movilidad. La enfermedad suya era idiopática, que no se conoce el motivo, una enfermedad rara, desconocida. Porque mi padre había perdido la musculatura de la espalda y tenía que ir algo doblado. Pero el nota 'pin, pin, pin' [dice mientras golpea con los nudillos la mesa]; tenía un sentido del deber que era brutal. Yo ya desde pequeño veía el trajinar de gente que había por la oficina.

-¿Qué es lo que más ha aprendido de su padre?

-Todo, sobre todo, la manera de tratar, la empatía. Porque aquí te viene la gente con problemas y claro [Interrumpo].

-Es que debe ser complicado atender a clientes con problemas, que vienen ya enfadados de casa. Para eso, desde luego, hay que valer.

-Claro. El inquilino, fíjate, que es su casa. A ver, tú te tienes que poner de su lado, pero sobre todo, ponerte al lado de la verdad. Mi padre tenía grandes frases. Por ejemplo, esta me flipa: 'Hay que tener las manos libres para aplaudir y para pitar'. Aquí cada uno puede tener su verdad, pero la verdad es una. Y nunca hay que ir al juzgado, y yo soy abogado, pero nunca hay que ir a juicio. Siempre hay que hablar y hablar y ceder y ceder. También es verdad que cuando se está del lado más fuerte, siempre es más fácil. Pero hay que hablar mucho.

-Vayamos con su vida. ¿Cómo recuerda la infancia?

-Somos también de la plaza Mina de siempre. Soy el pequeño de dos y siempre he ido con mi hermano, que me saca dos años y medio. Fuimos alumnos de San Felipe.

-¿De baloncesto siempre?

-Sí, bueno, empecé en el balonmano. La verdad es que no se me ha dado mal el deporte, aunque es verdad que el baloncesto fue donde más jugué.

-No le recuerdo en fútbol...

-Sí, sí, y de pequeño tampoco se me daba mal. En Madrid, por ejemplo, puede que porque el nivel fuera bajito, yo parecía Ronaldo jejeje.

-¿Dónde estudió en Madrid?

-En Madrid estuve en María Cristina, en El Escorial.

- No recordaba yo eso. ¿Y Alberto?

-En el CEU.

-Ahhh, es verdad.

-Pero mi hermano es diplomado aquí y licenciado en el CEU. Y yo empecé Empresariales en Cádiz. Me fue bien, pero no me gustaba. Porque eso es lo que te quería decir antes. Nosotros, desde los cuatro años, hemos estado todos los veranos aquí dando recibos con mi padre; echando un cable. Es que date cuenta que mis padres trabajaban los dos y estaban todo el día, por lo que no nos podían dejar con nadie. Y yo venía aquí y disfrutaba porque por aquí pasaban un montón de personajes. De hecho, un día mi hija, perdona que te mezcle cosas.

-Dele, dele. Sin problemas.

-Yo paro mucho en la tienda de Pelayo, con el sanedrín de las motos, que es como yo le digo. Y en eso que mi hija Ana le dice a mi mujer un día: '¡Mamá, todos los amigos de papá son mayores, tienen canas!'.

-Jajajaja

-Y es porque siempre he hecho muy buenas migas con gente mayor. Porque mi padre nos llevaba con él a todos lados y he conocido a unas magníficas personas. Gracias a él, mi hermano y yo hemos vivido un Cádiz a través de los recuerdos de gente mayor que sí que eran personajes como Ricardo Aparicio 'Pirri', Paco Ramos, El niño Lucas, Pepe Garzón, el Pelón, que fue chófer de Julio Aparicio o Felipe Campuzano, Gabriel Gómez Campos de Los Tarantos... Tú fíjate lo que hemos podido aprender mi hermano y yo de ahí, de la vida y de gente de Cádiz. Eran personajes, pero ante todo unos auténticos señores, educadísimos. Todas esas vivencias han marcado mucho lo que ahora somos Alberto y yo y nuestra forma de ser. Hemos tenido muchísima suerte; primero por tener los padres que tenemos y segundo por lo bien rodeado que hemos estado.

-Hemos pasado muy rápido por San Felipe. ¿Cómo recuerda esos años?

-Yo era de la B

-Los Azules.

-Sí, después en sexto me pasan a la C, los amarillos. Empezaron a cambiarlo un año antes. Tuve una infancia bonita y de buen estudiante en San Felipe, aunque después me desvié un poquito. Allí hice muy buenos amigos, como Emilio Guzmán, de Taboga, un gran personaje que para mí es como si fuera un hermano porque siempre hemos estado juntos en el colegio. Y mucho deporte, que San Felipe es lo que tiene

-De entrar de día y salir de noche.

-Y tanto. Después me descarrilé un poquito en BUP, donde tuve que tener una época regular mía personal. Si te soy sincero [Interrumpo].

-No lo sabía, pero algo iba mal.

-Hombre, yo llegué a pesar 180 kilos, 188 para ser exactos.

-¿A qué se pudo deber?

-No sé. Yo creo que tuve una depresión de categoría y ni lo sabía. En COU no tenía los 188, pero sí los 140. Aún así, jugaba al baloncesto, medalla en las olimpiadas... Yo destacaba en el baloncesto. ¿Tú sabes cuál ha sido para mí mi mayor hito? Pues que estando en 1º de BUP me convocaron dos partidos con los de COU, los juveniles. Con Rafa Galeano de entrenado y con el equipo de mi hermano. A día de hoy, no sé si alguien de 1ª de BUP le han llamado a jugar con los juveniles. Y ese equipo, el de tu quinta, la del 79, ha sido el mejor de la historia de San Felipe con Fernando García Acuña, Salva Ramallo, mi hermano Alberto, Jaime Fernández Vicenti, Luis Maqueda...

-¡Grandes personajes!

-Yo entrenaba con ellos; nos llamaron a tres: a Willy, el hermano de Fernando, a Jaime Torres, el arquitecto, y a mí.

-Buena camada camada, sí. ¿Cómo le fue en Madrid?

-En Madrid vuelvo a nacer, quillo. De lo mejor que me ha pasado en la vida.

-Sospecho que 'val' carajo la depresión.

-Claro, es que de hecho yo hice Empresariales en Cádiz y como no me gustaba, me voy a Derecho a Jerez. Y en Jerez, hasta diciembre, enero, bien, pero en febrero me la meten por 'tos lao'.

-Jajajajajaja ¿Entonces qué es lo que fue bien en diciembre y enero, Emilio?

-Que estaba motivado, me refiero.

-Vale, vale.

-Claro. Entonces me la dan mortal porque Jerez era muy complicado. Tenía catorce asignaturas; Derecho romano, privado y público...

-¿Qué eran cuatro o cinco?

-Cuatro, cuatro.

-Por eso metían tantas asignaturas en un año. Ok, ok. Plan nuevo que se llamaba.

-Era brutal. Para mí, la gente que la ha terminado allí tiene mucho mérito. Y al año ya me quito el sombrero. El segundo cuatrimestre me fue mal, pero porque también ya me puse aquí con mi padre. Como te he dicho, yo no dejaba de venir aquí, pero estaba descentrado, no estaba. Yo lo que tenía que hacer era estudiar.

-Y quitarse de aquí.

-Sí, pero yo venía aquí para quitarme de en medio. Mi padre tampoco me obligaba a venir.

-Vamos, que le gustaba dispersarse en la oficina de su padre.

-Creo que fui un gran engañado. Yo me engañaba mucho a mí mismo, que eso es lo peor que puede hacer una persona en la vida. Engañarse a uno mismo. Eso se lo digo yo a mis hijas, que a mí me pueden engañar, pero que no se engañen ellas.

-Gran frase, gran verdad.

-Y claro, ese verano ese me harto de estudiar y lo hice mal en los exámenes. Quillo, suspendí. A mí no me suspendieron, yo suspendí; me llama mucho la atención cuando se dice 'yo he aprobado' y cuando se dice 'me han suspendido'.

-Suspensos a granel a pesar de que se dejó la piel estudiando.

-Así es. Entonces, mi padre me ve 'reventao' y mal, con los 180 kilos... Y me dice un día. '-Tú te fías de mí? -Claro, ¿cómo no voy a fiarme de ti, papá? -Po vamos a hacer esto'. Y me llevó a El Escorial, que es donde él también había estudiado.

-La verdad es que la primera persona que conozco que ha estudiado en El Escorial. ¿Que era una especie de interno?

-No, no. Tenía su colegio mayor, pero estaba adscrito a la Complutense. ¿Tú sabes quién ha estudiado en el RCU María Cristina? Nuestro presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, que es licenciado en la Complutense, como soy yo, pero en un centro adscrito. Entonces, El Escorial para mí es un sitio fundamental en mi vida. Mis padres se conocieron allí ya que mi madre es de Madrid; ella tenía nueve años menos que mi padre.

-¿Y cómo que su padre estudió en El Escorial?

-Porque fue la primera universidad privada de España; en mi época entrar a estudiar era fácil, pero en la época de mi padre era muy complicado. Era un sitio de mega notas, como el ICADE de entonces. Mi padre tenía ese buen recuerdo de allí, donde tenía algún contacto; además, él fue allí un personaje, por ejemplo, siendo también un tío grande fue nombrado Míster Simpatía de El Escorial en sus tiempos de alumno. No pasó desaapercibido, no.

-¿Y tiró de contactos para mandarlo allí?

-Bueno, no te creas. Lo que pasa es que como tenía mucha cara, llamaría allí, diría 'soy Emilio Trigueros' y alguno habría por ahí de su época. Es verdad que ya durante la carrera un profesor de Derecho Romano que había sido antiguo alumno me preguntó si yo era hijo de Emilio. De hecho, mi padre era de Económicas, no de Derecho.

De pie, don Emilio Trigueros, mientras departe con sus amigos Adolfo 'el niño Lucas' y Paco Ramos.

-¿Y cómo le fue la carrera?

-La empiezo y me convalidan dos.

-Jajaja. Bien curradas, hombre. ¿Y cuánto tiempo está allí?

-Estoy cinco años. Pero ya eran cinco o seis asignatura al año.

-Vivir en El Escorial no es Madrid. ¿Salía por allí?

-Apenas. Yo no tenía coche y allí todo era autobús. Hacíamos vida en el colegio mayor, donde teníamos de todo. Y tengo la suerte de encontrar allí a ocho hermanos. Somos un grupo de ocho; de mi clase éramos cuatro o cinco y ya después hicimos piña con otros del colegio o de otras clases. Yo no tengo grupos de 'wasap', Alfonso. Tengo dos y uno es con los del Escorial, que para mí son mis hermanos. Y gente que está llegando super lejos en la vida; nadie les ha regalado nada.

-Se llevó una buena formación.

-Es que estudiaba y hacía deporte o, picha, era 'pa' matarte,

-Jajajajajaja

-Entonces a mí me cambia la vida. ¿En qué sentido?, en que yo me centro.

-A eso le unió un ambiente y un entorno sano.

-Claro, con el cachondeo propio de la edad y el contexto, pero un gran ambiente. Nuestro grupo de amigos está formado por un leonés, uno de Granada, otro de Cambados, otro de Ibiza...

-El gallego sería el que llevaba el material...

-Jajaja. Pero escucha, el padre es el que tiene la mejor conservera de España y que se llama Conservas Daporta, una empresa muy chiquitita, no una gran fábrica. O sea, éramos todos gente normal, es decir, no necesitados; quiero decir que no eran uno de esos centros privados sino que era adscrito a la Complu, como el Cisneros. Entonces, allí me puse las pilas. Los dos primeros cursos fueron relativamente fáciles.

-También le ayudaría el año en Jerez y algo le sonaría.

-Sí, pero sobre todo porque yo ya iba a piñón. Mis padres estaban haciendo un esfuerzo y yo lo cogí aquello como si fuera un último vagón.

-Y empieza adelgazar.

-Eso es lo que te iba a decir; después del primer febrero, que me fue muy bien los exámenes, me empecé a encontrar encontrar mal; pasaban las horas y me seguía encontrando mal. Me encuentro tan mal que me voy a urgencias solo, allí en El Escorial. Una noche de tarde de invierno duro del Escorial.

-¿Estaba muy asustado?

-Un poquito asustado estaría, pero no mucho, la verdad. Después ya fui un poquito más cagón, pero en ese momento, no te creas, era inconsciente. Y cuando llego a urgencias me cogen la tensión y la tensión por las nubes.

-¿Cuántos años tenía?

-20 años, 21. Y estando allí en urgencias, me ponen la pastillita en la lengua y me dice el residente: 'Escúchame o te pones la pila o ya sabes'. Y entonces ahí con 21 años, lo vi claro.

-¿Estuvo cerca del infarto?

-No, no, no. O si lo estuve nadie me dijo nada o no fui consciente. Vamos, que estuvo todo muy bien. Y a la semana de eso me vine para los Carnavales, que yo salía en una chirigota ilegal. Y no salí, tal vez un día o dos. Pero qué pasa, que el colon irritable apareció en ese momento. San colon irritable. Me puse a hacer deporte y a estudiar; también me operaron de apendicitis. Total, que entre una cosa y otra me quité 60 kilos de febrero a final de verano.

-Qué bueno.

-Pero no me costó, Alfonso. Y ahora quiero adelgazar y me cuesta la p. vida.

-Jajajaja. ¡Nos ha 'jodío'. Se lo digo o se lo cuento!

-Estaba súper centrado y no me costaba. Pero es que aquel susto me hace cambiar todos mis hábitos de vida. Porque adelgacé estando en un colegio mayor. De hecho, el cachondeo cuando llego a Cádiz era si había ido a Supervivientes. Mucha carguita gaditana, pero ante todo se alegraban por mí. Aquí recuerdo que me sirvió mucho mi amistad con Jorge Cuadrado y Gonzalo Suardiaz que tan bien conoces; dos 'cracks' que son deportistas natos. De hecho, ellos me metieron en la cultura del correr, del senderismo; desde entonces, todos los días intento hacer mínimo diez mil pasos andando. En 2008 corrí mi primera media maratón en Lisboa con Jorge y con Alo. Y además hice un 'tiempazo' bajando de los cinco minutos. Y la terminé porque estaba Jorge ahí, al que le tengo muchísimo que agradecer.

-¿Y no le costó mantenerse?

-Bueno, me cuido mucho. Yo tenía clases por la mañana y por la tarde me iba a correr cuando no corría nadie. Que estamos hablando del año 2002, 2003. Te voy a decir una anécdota que me pasó a mí. Yo venía en verano y me buscaba la vida también trabajando como 'menkeeper', que mi padre se ponía malísimo. Yo seguía teniendo mis 110 kilos y lo primero que hago como seguridad de conciertos fue uno de Iron Maiden en Jerez. ¡Yo iba 'acojonao'! Ya antes, estudiando el COU, estuve trabajando en El Arrecife siendo menor de edad porque yo pesaba 160 kilos y con eso me ponían ahí en la puerta.

-Los veranos en Cádiz y los inviernos en El Escorial. No suena mal.

-Bueno, allí llegué a salir en una película de Lola Flores.

-Cuente eso, Clark Gable.

-Tenía hasta un papelito.

-Jajaja. ¡Qué me está contando?

-Estando en El Escorial en el último año, justo antes de venirnos para Carnavales. Estaba en cuarto de Derecho y estaban rodando en El Escorial la película de la vida de Lola Flores. Entonces, estábamos en la cafetería de la universidad y no sé si me escucharon hablar o no, pero el tema es que se levanta uno de al lado y me dice: 'Oye, ¿tú te vendrías a rodar mañana...?'

-¿Sería por el acento?

-No lo sé, no lo sé. De hecho, había un montón de gente que habían convocado, pero yo estaba en la cafetería sin saber nada de la historia. El caso es que me convocaron a mí y a cuatro chicos más. Bueno, a tres señores más de distintas edades; a mí, que era el más joven, y a una señora nos citaron para el día siguiente a las 8 de la mañana en el Hotel Miranda & Suizo. Total, nos cambian, nos peinan y empezamos a hablar con la gente ahí y todo el mundo diciendo 'yo pertenezco a la agencia tal, yo a aquella...' Quillo, que eran actores todos. ¡Y al que me cogen es a mí!

-Jajajaja.

-Y, además, y esto no lo digas que me van a dar carga, pero cuando dicen a quién van a coger dicen 'al guapo, que venga el guapo'.

-Jajajajajajajajajaa Como que no voy a poner eso, home. Jajaja.

-Que no, que no. En serio, quillo, que me la van a dar mortal.

-Vale, vale. Que sí, tranquilo. Bueno, y ¿qué tenía que decir en su intervención?

-En la última escena de la película, en una cafetería, decía: 'Por favor, la cuenta'. Y me lo cortaron los hijos de p. Jajajajaja. Y salgo yo, se me ve perfecto, andando yendo para la cámara cogida de la mano de una señora, que era mucho mayor que yo; levantándonos de la mesa y saliendo hacia la puerta. Yo hacía del supuesto marido... Ya ves tú que descontrol tenían con las edades. Jajajaja. Estaríamos rodando dos horas o así.

-O sea, que al final no dice nada. Que se quedó en figurante, vaya.

-Claro, claro. Pero bueno, pero lo dije, eh. Es más, allí también fui actor de teatro dos años en la universidad, donde teníamos un grupo de teatro que lo dirigía el hijo de María José Cantudo. 'Cúchame', era súper pro, pero súper pro. Momentos brutales.

-Y yo que creía que era tímido...

-La gente no se cree que yo soy tímido; también fui torero en el año de 'Las gordis' (una chirigota ilegal que iban todas de embarazadas). Pues tú no sabes lo mal que yo lo pasé ahí, pero le eché cojones. Cuando tengo que actuar como Emilio Trigueros soy tímido, pero cuando tengo que actuar de otra cosa no.

-A ver si al final tenía madera de actor...

-Me hubiera encantado. Fuera de cachondeo, es algo que me hubiera encantado. Evidentemente, ya cada vez valgo menos.

-Jajajajajaja

-Sí, porque me cuesta, pero en esto del teatro tengo una anécdota también chulísima; actuamos en el Coliseo Carlos III, que es un Falla en chiquitito y que está allí en El Escorial. Es un teatro super antiguo, precioso; con sus camerinos; super pro, de verdad. Hicimos dos obras de Jardiel Poncela: 'Usted tiene ojos de mujer fatal' y 'Los ladrones somos gente honrada'. Bueno, pues en la primera de ellas yo salía en la segunda escena vestido de época y con la que era mi esposa. Yo entraba en el escenario con el público en frente.

-¿De público sería como aquí la Central Lechera?

-Claro, o menos, pero más chulo; con su gallinero, sus palcos; quillo, un teatro antiguo. Total, que cuando entro en escena hay un sofá, dos butacas y una chimenea de cartón que habíamos hecho nosotros. Yo tenía que entrar y desde siempre en los ensayos yo tiraba mi sombrero para el perchero que había al lado de la chimenea. Qué pasaba. Pues que nunca entraba, nunca entraba. ¿Y qué pasó en la función oficial? Que me coge el hijo de María José Cantudo, que era el director, y me dice que no lo vaya a hacer, que no se me ocurra, 'a ver si le vas a dar a la chimenea, val carajo y no es plan'. 'Vale, vale, no lo hago', le respondí.

-¿Y qué se supone que tenía que hacer con el sombrero?

-Nada, nada, ponerlo tranquilamente sobre el sofá. Todo menos tirarlo. No, no, miento; yo le tenía que dar el abrigo a mi mujer y también el sombrero y después me sentaba de piernas cruzadas. Claro, super machista con la época. Y yo cojo y entro; le doy el chaquetón... Tengo que decir que antes de entrar en escena, en los preparativos de la obra, había cambiado un poco el perchero de sitio.

-Vamos, que sabía que se la iba a jugar.

-¡Hombre!

-Jajajajajajaja

-Y eso está grabado, eh. Así que cuando le doy el chaquetón a mi mujer y lanzo el sombrero hacia el perchero, que podría estar de aquí al enchufe ese (unos tres metros aproximadamente), y veo que cuando ya va por la mitad [va diciendo mientras emula a aquel que está lanzando un 'frisbee']... Alfonso, lo estaba viendo como cuando tiras una falta con rosca y ves por la mitad que eso va 'pa' dentro.

-Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja

-'Pa' dentro [y asevera con la cabeza como si lo estuviera].

-Jajajajajajajajajajajajajajajajajajaja

-Y hace. Te lo juro, Alfonso. Y hace 'plaf'. Limpio. El sombrero entró perfecto en su perchero. Pero, claro, yo estaba en escena y los compañeros que estaban detrás no me veían tirar el gorro porque el perchero estaba detrás y de cara al público.

-Vamos, que lo estaba viendo nada más que el público y usted.

-Claaaaaaro.

-Jajajajajajajajajajaja

-Alfonso, te lo juro. Que yo vi eso como el gol de Roberto Carlos contra Francia. Quillo, entra perfecto y cuando cae en su sitio del perchero me pongo 'to' rojo y todo el mundo del teatro: '¡Jugóóóóóóóón! '¡Máquinaaaa!'. Se lía. Todo el mundo pitando, gritando, aplaudiendo. Y los míos detrás que no sabían que había pasado. Total, que me siento y cruzo las piernas rojo 'perdío' y medio 'descojonao' mientras se seguía liando el pitote en el teatro... Eso estaba 'pa' mí. Hay momentos en la vida, que te habrá pasado a ti también, que son momentos de decir 'esto es pa mí'.

-¿Y qué le dijo el director?

-Se cagó en mis muertos.

-Jajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajajaja

-Es que se lio. De hecho, después la gente, cuando salimos, todo el mundo se venía a por mí para hacerse fotos, pedirme autógrafos o para el simple cachondeo y felicitarme por la jugada... Vamos, que de la obra no habló nadie para cabreo de todos. Jajaja.

-Jajajajajaaajaja

-Date cuenta que yo metí desde tres o cuatro metros un gorro en un perchero, picha.

-Jajajajajajajajajajaja ¡Qué cabrón, jajajaja!

-Y además con un efecto del ca - ra - jo [y repite la rosquita que le había dado al lanzamiento como si lo estuviese contando la misma noche que pasó].

-Jajajajajajajajajajaja. No me extraña que le he hicieran el boicot a su carrera de actos, Emilio. Y con razón.

- Ahí acabaron con mi carrera.

-Jajajajajaja. Hablando de carrera, acaba la de Derecho, la de verdad, y qué hace.

-Te cuento la historia. Yo soy premio extraordinario fin de carrera, con el segundo mejor expediente de mi generación. Me fue muy bien. Me harté de currar, la verdad, sobre todo los últimos años de carrera. Y además es que me gustaba. Así que cuando termino la carrera tenía dos opciones que me gustaban, judicatura o la Guardia Civil. ¿Qué pasa? Que mi abuela por parte de madre, que tiene trece hermanos y son de Madrid, con los que me une una relación como si fueran mis segundos padres porque me han cuidado como a un hijo estando allí. Pues resulta que esta abuela me dijo: 'Guardia Civil ni mijita'. Entonces, ella haría su trabajo y se me quitó la idea. Y entonces, aquí entra en liza un amigo.

-Jajaja ¿Por qué no quería su abuela que fuera guardia civil?

-Según ella yo tenía potencial para otra cosa. Y judicatura me gustaba estudiarla, pero una cosa es verdad, me daba miedo porque una cosa es estudiar para tres meses y otra cosa es para cinco años. Hay que estar muy fuerte de coco. Uno de mis amigos de la carrera que es de León es juez y este va a llegar muy alto, pero tiene un potencial que yo no lo tengo. Esa es la verdad. Manuel Eiriz se llama, un máquina que con la edad que tiene ya es portavoz de una de las asociaciones.

-Antes le he cortado con lo de su abuela. Decía que entraba en liza un personaje.

-Sí, entra en liza mi gran amigo Demo, mi hermano. Gran estudiante de Derecho también y que se encontraba en Madrid. Aquí, si puedes meterlo, tengo que decir que ha sido el mejor futbolista que ha dado San Felipe.

-La mejor zurda, desde luego. Chupaba un poco, eso sí.

-¡No! Y dos pocos. Y tres. Jajaja. Pero si a este tío le hubieran cogido en su momento alguien... hubiera sido un gran futbolista. Hacía cosas que ahora hacen los pibes. Lo que pasa es que Demo es Demo.

-Y decía que aparece por Madrid.

-Eso es. Y coge y me dice: 'Quillo, Emilio. Hay un máster en ICADE de Derecho de la empresa'. Pero al máster no entraba todo el mundo, se entraba por expediente.

 -Y usted lo tenía.

-Además, te becaban. Dependiendo del puesto que quedaras en el máster te daban una cantidad u otra. Te estoy hablando de que te pagaban hasta el 80 y el 90% de la matrícula. Y entré. Fue un año súper duro. Éramos 20 en clase y solo cuatro chicos. Y todas las chicas con un nivelazo. Todas las mujeres son mejores que nosotros en el mundo de la judicatura, la medicina...

-Solo hay que ver cada año la entrega despachos con el Rey para comprobarlo.

-Es brutal. El nivel fue la polla. Yo aprendí ahí una barbaridad; entonces cuando terminamos el máster yo quedo en una buena posición. De hecho, el único que no suspende ningún módulo soy yo. No quedé primero, eh, quedé el sexto de los 20. Pero la verdad es que me llevaba muy bien con todo el mundo. Yo allí era el típico que preguntaba si alguien necesitaba algo, o ayudaba en lo que fuera con los apuntes; organizaba la comida de Navidad, algunas cenas, salidas... Yo me llevaba bien con todo el mundo. Eso, para mí, es una máxima en la vida: Llevarme bien con casi todo el mundo. En el colegio, por ejemplo, yo tenía mi grupo de amigos, sí, pero en los recreos siempre iba yendo y viniendo con otros grupos. Desde siempre me he intentado llevar bien con todo el mundo. Total, que me coge un despacho inglés que se llama Ashurst; la oficina estaba donde el Círculo de Bellas Artes y abajo tenía la Embajada de Cataluña cuando Montilla, ¿te acuerdas?.

-Hombre, claro. El presidente charnego.

-Ese. El primer día que llegué yo al despacho fue brutal porque nos daban una clase de cómo marcar el teléfono, de cómo facturar, del código que tenía que poner en la fotocopiadora y de todas las cosas que yo hacía. Y nos lo explicaban porque todo eso entraba en la factura del cliente. La polla. ¡Y yo era el último mono! ¡Que éramos los becarios! Yo estaba becado 'pal' verano, o sea que no estaba ni contratado. Allí conocí a Antonio López, el pintor, porque desde el despacho se veía la vista de la Gran Vía.

-Hace poco salió en El Semanal de Vocento, cierto.

-Eso es. Pues allí estuve y me fue muy bien. Conecté mucho con la gente del despacho. Eso era Champions League.

-¿Qué año fue?

-Verano de 2008. Y te digo porque me acuerdo; era la final olímpica de Estados Unidos contra España, que eso sería.

-A la hora de comer, recuerdo.

-Eso es. Empezó a las una de la tarde. Pues yo salí de trabajar ese día que había empalmado toda la noche porque estábamos en ese momento en la venta de Sogecable. Allí vi escrituras y embargos de empresarios muy importantes. ¿Entonces, qué pasa? Que nos coge la crisis del 2008 a piñón. Y entonces, te digo lo que me dijo uno de los socios del despacho: 'Emilio, estamos muy contentos contigo' y aunque el inglés siempre ha sido un poquito asignatura pendiente mía. Y mira que lo he estudiado, eh. Pero me cuesta. No sé si es porque le tengo miedo, pero me cuesta. Con todo y con eso, yo le eché cojones y aprendí en esos meses más que en mi vida. Y me cogen y me dicen en noviembre que espere y que en marzo hablaríamos. Pero, claro, nosotros éramos los últimos que habíamos entrado entonces nos tenían que largar a nosotros. Pero claro, no era lo mismo entrar con el sueldo de un trabajador que con el de un becario. Y más hablando de Madrid. Total, que me coge mi padre y me dice: 'Quillo, pa Cádiz. Te vienes pa Cádiz'. Que yo creo que si hubiera echado cojones me hubiera quedado en Madrid. Y, además, bien. Tuve varias oportunidades. Me salió un trabajo en Bilbao a través de un primo mío que era con el grupo Suez, una naviera. Era para irme yo solo a Bilbao con 25 años. Me dijeron que tenía en dos años que aprender inglés perfecto y francés perfecto y que luego llevaría la oficina yo sólo. Y me hice caca.

-Jajajajajajaja

-Igual era porque a lo mejor yo sabía que tenía esto también. Sabía que podía venirme con mi padre. Entre medias, nada más llegar aquí, me sale una oportunidad para irme a Boston con Nacho Gurrea, uno de nuestra pandilla que estaba allí buscándose la vida. Allí me había salido la oportunidad de hacer unas prácticas con un conocido de la universidad; aquello era más una experiencia que otra cosa porque no me querían fichar ni mucho menos. Al final me quedé con los billetes comprados porque mi padre me dice que no me fuera y así me lo pide. Como he dicho antes, los problemas de movilidad y tal ya empezaban a darle la cara. Y él en ese momento cumplía los 65 palos. 'Que yo me voy a jubilar' y todo eso me decía. Lo típico. Al principio trabajar con mi padre fue horrible. Date cuenta que yo venía de lo de Sogecable a aquí, a las cosas de 'Cádi',

-Ufff. La verdad que visto así.

-¡Oye, que a día de hoy que no cambio las cosas de Cádiz por lo de Sogecable ni de coña!

-Jajaja. Ya, ya, Pero entiendo su contexto del momento. De vivir solo y fuera a venir con sus padres. Por no hablar del plano profesional comentado antes.

-Siete años llevaba fuera. Yo, de hecho, cuando me despido del despacho de Madrid, mandé un correo a toda la oficina diciendo que me había sentido como un canterano que lo convocan con el primer equipo de Champions. Pues yo tengo guardadas todas las contestaciones maravillosas que me dieron. De hecho, sigo teniendo contacto con muchos de ellos y hasta contacto profesional. Para mí fue maravilloso. Hay que salir siempre bien de los sitios. Así que me vine con mi padre; los dos primeros año me costó muchísimo.

-¿Por?

-Porque esta era la vida de mi padre y él apenas me dejaba hacer nada. Y ya te digo, de tener una carrera fuerte a que que me dijeran 'no, no, tu esto no, quillo', o 'haz una fotocopia'. Yo me veía como que estaba desaprovechado. Yo he tenido unos mosqueos con mi padre, 'pfffff', pero por el trabajo, nunca he discutido con mi padre fuera del trabajo. Por trabajo sí, porque había que modernizarse. Aunque él era avanzado, pero fui poco a poco asumiendo responsabilidades. Total, que en el 2010 hablo con Víctor Arnedillo, abogado de Cádiz que sale en el romancero con Fernando Estrella.

-Hombre, claro.

-Una muy buena persona. Estoy con él desde 2012 a 2020 y lo compagino con lo de mi padre. Me metí en el curso de prácticas jurídicas del Colegio Abogados y después, en el 2014, me saqué también un máster de la Federación Española de Fútbol, uno de Empresas de Gestión Deportiva.

-¿Y eso?

-Porque a mí siempre me ha gustado el tema de la representación; me flipa. No hago nada, no toco nada, pero de vez en cuando le echo una ojeada y mantengo el contacto con algunos compañeros del máster.

-¿Podría ser representante?

-No porque ha cambiado la reglamentación. Yo hice un máster de gestión de empresas deportivas, lo que pasa es que todo el mundo de la época hacía eso también. Lo que pasa es que yo me vi que yo no valía para eso. Me gustaba por tener el conocimiento, por conocer gente, los contactos. Fue un año brutal en Madrid, en Las Rozas, donde iba un fin de semana al mes.

-Bonita experiencia.

-Y tanto. Es muy amigo mío el presidente de Fundación Kanouté; también conozco a Iván Maroto, que está ahora en el Leganés con un puestazo; más tarde este era el señor enchaquetado que ponía la pelota cuando el partido de Champions y se la entregaba al árbitro. También estaba Carlos Gazapo, que también es otro máquina. Hice mis contactos y la verdad es que había gente muy buena.

-Y mientras, en su vida personal.

-Bueno, yo me caso en el 14, y lo de máster fue en el 15, Me caso en el 14 con Marta, que la conocí en el 2010. Nos conocíamos del colegio, de vista, porque yo soy dos años mayor que ella. Coincidimos una noche en Cádiz nada más llegar de Madrid y hubo conexión, o 'match' que se dice ahora. Fue en el Barabas; me puse hablar con ella y nada. A finales del 2009 que conozco a Marta cambian las cosas, y para bien. Yo ya me empiezo a hacer en Cádiz, me empiezo a individualizar de mi padre, a través del despacho de Víctor Arnedillo me salen otras cosas y entonces mi padre ahí empezaba a ser más generoso respecto al trabajo; me dejaba más cosas. Poco a poco pero sí. Me caso y hago lo del máster al año siguiente.

-Polifacético.

-Bueno, hablando de facetas, también he sido jurado de infantiles y juveniles del Falla. Es que te digo, fui abogado de la Asociación de Autores del Carnaval .

-¿No le gustó ejercer?

-Me gusta. Yo de hecho ejerzo por que soy abogado de notaría y de llegar a acuerdos extrajudiciales; lo contencioso no me gusta, no me llena. Pero con Víctor me he hartado y me ha enseñado mucho. Víctor sabe un montón y redactar demandas y todo el rollo ese sí me gusta porque es crear. Eso me encanta. Cuando fui abogado de la Asociación del Carnaval de Autores del Carnaval me hizo conocer al Selu, al que le he llevado cosas. Y también a Miguel Villanueva, que es un personaje tremendo.

-¿Este año la ha dejado, no?

-Sí, y yo me alegro por él. El Carnaval de Cádiz le debe mucho a Miguel Villanueva, eh.

-Es verdad que desde fuera siempre se le ha visto como el malo. Lo digo desde la ignorancia, eh. Pero es cierto que siempre ha aparecido como el 'grinch' del Carnaval. No ha tenido buena prensa, no.

-Para nada. Cuando uno se entera de lo que ha hecho, él y el resto de la asociación, se da uno cuenta de lo importante que ha sido. Yo es verdad que no estoy tan metido tanto, pero sí te digo las horas que ha echado y todo con una pulcritud brutal.

-Siga con su trayectoria.

-Pues estoy con Víctor y después de 2013 he tenido mucha suerte. Como siempre te he dicho, he estado muy bien rodeado; soy hombre de fe y el camino me ha traído gente buena 'na má', quillo. Por ejemplo, en el 2013 entran en mi vida gente a la que quiero como mi familia que son los Rosado, la familia Rosado, asesores fiscales; están en frente de donde estaba el Miami. Eso es mega top, pero en todos los sentidos; esto es de las mejores cosas que me han pasado en la vida. La vida me ha dado un hermano, que es mi hermano Alberto, al que quiero con locura, pero también me ha dado a conocer a mi hermano Antonio Jesús, que es un hermano mayor para mí. Tanto él como su padre me han tratado como a un hijo y cuando mi padre fallece me han tendido la mano y, quillo, me he sentido protegido [dice con un hilo de voz emocionado]. Y les estaré eternamente agradecido.

Igual, por ejemplo, también tengo la suerte de haber convertido en mis íntimos a amigos de mi padre, como Pelayo. Yo, por ejemplo, voy al fútbol con Pelayo, con quien hablo todos los días aunque sea por teléfono. Es brutal. Lo conozco desde niño porque era amigo de mi padre; yo he estado en momentos muy importantes de su vida y viceversa. Igual que con Antonio.

-Yo ya no sé ni por dónde íbamos. Jajaja.

-Yo empiezo a trabajar en el 2015; nosotros nos cambiamos de local en el 12 porque antes estábamos aquí (dice refiriéndose a lo que hoy ha convertido en una sala de encuentros para amigos, lo que viene siendo la trastienda del estanco original). Mientras, y a través de amigos y contactos, empiezo a colaborar con algunos empresarios importantes de la provincia. Esos contactos también han influido mucho en que me vaya bien. También es verdad que a mí, la vida profesional me ha ido bien, no me va mal y me ayuda haber sido hijo de mi padre porque la primera carta de presentación ya la tenía.

-Pero después hay que valer, Emilio.

-Gracias a Dios de momento no está yendo mal. Por eso, ya te digo, estoy trabajando mucho. Hace poco, hice el traspaso del bar Terraza ayudando a Pelayo a traspasarlo al grupo Demente de Madrid, que después me contrató como su abogado. Eso dice mucho, y ahí estamos haciendo ahora cositas en Cádiz chulas.

-Hablando de cosas chulas.

-[Me interrumpe] Ahora estoy recordando que en el 18 fui a Seattle con 47 '47 Degrees'.

-¿De quééééé?

-'47 Degrees', una empresa de San Fernando fundada por dos gaditanos y dos hermanos gemelos de Seattle que crean una empresa de software que ha sido la bomba; hicieron aquí en el Lambda World, un congreso de programación que metieron en Cádiz a los 600 mejores programadores de Europa.

-¿Cuándo fue eso?

-Ellos empezaron en 2011. Y a mí me me contratan y me nombran Local Committee Advisor (asesor del comité local) para el 2017 y el 18. De hecho, yo voy a Seattle con ellos también para para organizar el del 18. Eso fue magnífico; una experiencia tremenda. He tenido mucha suerte.

-¿Y cómo llegó a eso?

-Por la amistad que me unía de siempre a Jorge Galindo, uno de los fundadores '47 Degrees'. Él es de mi generación, pero de Las Esclavas.

-¿Y cuál fue su papel en el congreso?

-Pues, imagínate. Cuando vinieron todos esos informáticos de medio mundo, unos 600 entre programadores y programadoras, yo conseguí que se llevaran todos ellos un paquete con un paquete de papas del Cortijo del Olivar, sal de San Fernando, nuestro querido Mikel (Elorza) dio productos también de Primeale, café Catunambú... se llevaron al final, cada uno para su casa, una caja con productos de Cádiz. Se lio un pitote, eh. Jajaja. Queríamos que se llevaran una experiencia de Cádiz. Pero no solo hice eso, eh. Jaja. A mí me metieron para que implantara el congreso más en Cádiz y que lo diera a conocer, y la verdad es que yo creo que se hicieron charlas muy chulas con el alcalde, que en ese momento era Kichi; también estuvieron Cossi, entonces concejal en la oposición; la delegada de de Zona Franca, es decir, se hicieron muchas ponencias chulas.

-Vayamos al presente. ¿Qué ronda por su cabeza en esta oficina?

-Pues lo de ahora empezó en 2022. Cádiz tiene la Cádiz Film Office, que no es más que decir que Cádiz es un plató de rodaje a nivel internacional.

-No me vaya a decir que esta idea viene a raíz de lo de la peli que se rodó aquí.

-Claro. Ha sido el hilo rojo, del que se ha tirado hasta llegar aquí. Como dije antes, nosotros nos vamos de aquí en 2012 al local de al lado.

-¿Por qué? 

-Porque esto estaba ya antiguo.

-Lógicamente, esto antes no estaba así.

-Efectivamente, estos antes eran mesas de oficina.

-Pero me raya esa barra de la entrada.

-Claro, la barra está todo igual porque eso era un estanco antes. Esto empezó como un estanco y una administración de fincas.

-Vale, vale, vale, vale.

-Pero esta idea mía empieza en el 2022, cuando viene un chaval de producción que ya es amigo mío, Alberto se llama.

-¿De Disney?

-Bueno, en realidad son productoras que a su vez contratan a una agencia que se encarga de la ambientación de los sitios donde se va a rodar una peli, una serie, lo que sea. Entonces, este Alberto nos viene a decir que van a rodar aquí Río de Janeiro y que quieren que cerremos el negocio esos días.

-¿Y no le dijo que el bar no abría al público?

-Es que a mí no me vinieron aquí (el local donde está el mostrador del estanco y ahora de La Oficina), a mí me vinieron allí (y señala donde ahora tiene la oficina de la administración de fincas. Y cerró todo el mundo porque, la verdad, la plaza se paró esos días.

Mostrado de lo que fue un estanco y será el ultramarino La Oficina.

-O sea, no podía salir ningún vecino ni nada.

-Nada, nada. Los negocios se pararon. ¿No te acuerdas con la peli de Tom Cruise que también cerraron todos los negocios de Cádiz por donde rodaron? Entonces, cuando hablo con este chaval y le digo que sí, sin problemas, que cerramos, le pregunto que de qué va la serie. Porque nosotros también administramos varios locales de la zona y como enlace que somos pues para informar y tal a los vecinos y clientes. Y me coge y me dice que va de una familia judía que tiene que salir de Río de Janeiro y tal... Y le digo. '-¿Del cuarenta y tantos, no? -Sí. -Pues mira yo tengo una cosa ahí que vas a flipar. -No, no, no, no. Gracias, pero ya está todo cerrado. -No, no, quillo. De verdad que tengo una cosa que vas a flipar. ¡Que no te dejo entonces, eh!', le dije en plan cachondeo y en confianza. Y cuando lo ve; te exagero un poco, pero se le abrió la boca y dijo: '¿¿Esto qué es? ¡Esto es la po...!'

-¿Qué estaba viendo?

-Le enseñé como estaba eso, que no era más que una oficina con sus mesas antiguas, sus sillas, su teléfono antiguo, sus papeles antiguos. No te puedes imaginar lo que ha salido de aquí porque mi padre, ni yo, somos de tirar nada. Aquí había historia de Cádiz; escrituras antiguas de casas, cantidad de papeles, de todo... Le enseño todo eso y el nota flipa tanto que hace muchas fotos para mostrarlas luego para convencer a quien tuviera que convencer para rodar aquí.

-Qué bueno.

-Y entonces vienen después los directores de producción de la serie y aparece por aquí uno de los ganadores de los premios Bafta, que son como los Goya en el reino Unido; un tío muy famoso.

-¿Pero la serie era inglesa o americana?

-Americana, americana. Este tío es por lo visto un maquinón y vio esto y se enamoró. De hecho, le subí a casa de mi tía en el primero, donde tiene el despacho de abuelo que sigue estando igual y el nota quería también grabar por cojones arriba, pero no le daba el tiro de cámara. Entonces, eso sería noviembre del 22, me empiezo a pegar una paliza aquí. Recogiendo y limpiando para para dejar todo limpio. Y ahí veía muchísimos expedientes. A mí me ha pasado, por ejemplo, de ver un apellido. Te digo por poner. Cabeza de Vaca, que Javier Cabeza de Vaca es el decano del Colegio de Economista y es muy amigo mío. Y le digo: '-Javier, quillo, tú tienes que ver algo con un Cabeza de Vaca de la calle Gas. -Claro, tío. ¡El contrato de mi padre!'. Jajaja. Del año 37; me lo estoy inventando, ¿no? Pero del 50, o del 60. Así con muchísimas cosas. Me ha aparecido aquí Historia de Cádiz, brutal.

-¿Y qué ha hecho con ella?

-A la gente que le podía conocer por los apellidos y tal, me ponía en contacto con ellos por si lo querían y si no daba con ellos, pues cumplía con los protocolos de destrucción de datos. Y entonces, nada, empiezo a ordenar y a ordenar; me aparecen un montón de cuadros, aparecen cosas antiguas. Me aparecieron, por ejemplo, muchísimas cajetillas de tabaco antiguo, como esas que se ven del bisonte; plumillas antiguas, la radio antigua. Por ejemplo, cuando mi padre, que era el administrador, ve la obra del 'Café del correo' en la plaza San Agustín con Cardenal Zapata, y ve que iban a tirar el cartel les dijo él que 'ni de coña, eso me lo quedo yo'. Y aquí está. Pedía permiso y tal y se lo traía. O como el cuadro de luces de la relojería alemana, donde nosotros participamos en el traspaso. Le pregunté a Toni, esto sería el 2010, que qué iba a hacer con eso y me lo dio. O el cartel de Casa Lucas, que me flipa.

-Mítico.

-Yo recuerdo preguntarle a Adolfo si me lo podía quedar y me respondió con todo el arte que no porque a ver si se le iba a caer la casa. Jaja. O la placa del oftalmólogo Pérez Llorca, familia con quien nos une una gran amistad. Este es el padre de José Pedro, que era como hermano de mi padre.

-Y poco a poco, va viendo que con las cosas que tiene en su poder puede hacer un rincón de encuentro gastronómico.

-Claro, y me voy dando cuenta que esto está tomando pinta de ultramarinos.

-¿Por cierto, qué era en la serie americana?

-Una oficina de correos de Río de Janeiro. De hecho, esto se llama ultramarinos La Oficina porque esto siempre ha sido nuestra oficina. De hecho, no pensé en llamarle de otra forma porque así cuando te preguntan que dónde estás se puede responder que en la oficina y así no te riñen.

-Cierto, mi grupo de amigos tenemos otra en La Bocatería.

-Jaja. Claro, claro. Todo el mundo tiene la oficina de guardia. Eso es bueno. Jeje. Entonces, empiezan a surgir cosas; yo tenía la pila esa, por ejemplo, que la compré hace diez años (dice mientras señala donde se lavan los platos) y la puse ahí. Me siguen apareciendo cosas en casa de mi abuelo, en casa de mi tía y empiezo a pensar que a esto hay que darle forma.

-Y se le enciende la lucecita.

-Claro. Pero sobre todo, esto es un homenaje a mi padre. Mi padre me hubiera 'matao' en el proceso. '¡No tires eso! ¡No tires aquello!' no sé qué, no sé cuánto. Porque mi padre no tiraba nada.

-Bueno, y verse aquí a productores, actores y demás...

-No, no. Eso le hubiera gustado porque fue una experiencia chula y, además, cuidaron todo muchísimo, de verdad. Fueron mega tops y mega pro. Me refería al hecho de tirar muchas cosas que había aquí. '¡Eso ni se te ocurra'. Sobre todo, porque eso tendría que haberlo hecho él, no yo, pero desgraciadamente me tocó a mí. Pero, al final, 'pum pum pum pum pum', estamos aquí. Y, además, cada vez que me ve alguien, por ejemplo, el otro día me encontré por la calle Ancha a la familia Gamero, clientes y amigos nuestros y que eran los dueños de la Camelia. Y les dije que me hacía ilusión tener algo de La Camelia y a los dos días me trajeron un papel y unos platos míticos de los suyos que los tengo ahí enmarcados. Ahora tengo otro de Conchita Hidalgo; no sé tengo un montón de cosas de un Cádiz que viví.

-¿Y qué busca con esta feliz y genial idea?

-Esto ahora mismo para mí es una diversión y a medio plazo a lo mejor podría montar aquí un ultramarino para Cádiz. Y ya después también me gustaría hacer una cosa muy bonita que sería poder hacer la casa Falla, para lo que tengo el beneplácito y la ayuda de la familia Falla, a la que le estoy muy agradecido, especialmente a la sobrina nieta Elena García Paredes. El archivo Falla también me está ayudando mucho para dar a conocer la figura de Manuel de Falla a los niños de Cádiz, porque en Cádiz no tenemos ni idea de quién es Manuel de Falla.

-¿Hablamos de un pequeño museo?

-Sería en el patio. Más que un museo, sería la recolección de cosas antiguas para que los niños puedan verlo, porque, ojo, estamos hablando de nuestra casa. Nosotros vivimos y trabajamos aquí. Muchos turistas vienen aquí y les enseñamos el patio, pero creo que es fundamental que los niños puedan entrar aquí y eso es una ilusión que yo tengo; estoy hablando como con las instituciones, pero siempre están muy liadas. Pero confío en que este año se va a hacer.

-¿En qué momento se encuentra La Oficina?

-De momento, esto está siendo un punto de encuentro para amigos. Es más, no sé si te lo he dicho, pero yo solo tengo dos grupos de 'wasap', el de la gente del Escorial y el Gastrolophic Cádiz Band, que aquí se encuentran amigos como Cossi, porque yo soy un gran 'cossista' en todos los sentidos. De hecho, yo soy un gran enamorado del carnaval callejero gracias a José Manuel Cossi; soy 'cossista' en todos los sentidos. No vamos a hablar de política, pero es una gran persona y lo considero un íntimo amigo. Le quiero y admiro mucho.

-Un grande al que tengo el gusto de conocer, sí señor. Menos mal que no hablaremos de política, eso sí. Jaja. Un señor, en todo caso.

-Un tío de p.m. Y todo, cuando yo soy de la generación de su hermano pequeño. En este grupo también están Antonio Rosado, Jesús Galache, José Montesinos, Jorge Fernández Portillo, Jorge Galindo...; o sea, hemos hecho un grupito de 8, 9 amigos que quedamos cada dos o tres meses y nos hartamos de reír. De hecho, esto se inauguró con el gastrológico, con el Gastrolophic Cádiz Band, que me regalaron una pizarra muy chula.

-Qué mejor para terminar que me hable de su familia.

-Pues, mira, tengo una anécdota muy chula que fue sobre cómo me enteré de la llegada de Ana, la mayor de mis tres hijas (Carmen y Leti). Pues me entero que de que Marta está embarazada el mismo día de mi boda. Y fue un detallazo de Marta porque se esperó a ese día para decírmelo a mí primero; ella lo supo dos semanas antes y no se lo dijo a nadie, ni a su madre, ni a su hermana ni a sus amigas... La tía lo sabía dos semanas antes y se quedó callada para que yo no me pusiera nervioso y que disfrutara a tope; no me dijo nada hasta que llegamos al hotel después de la boda; estábamos reventados y sin ningunas ganas de darnos querer cuando me dice 'Emilio, tengo un regalito para ti' y veo que era como una camiseta. Lo primero que pensé fue en la camiseta del Atlético de Madrid porque ese día fue el día que ganó la Liga en el Camp Nou; porque yo he sido simpatizante del Atleti pero ya no, desde que perdimos allí 2-1 con el Cholo 'pa' echarlo. Bueno, abro el regalo y me veo que es un 'body' de niño chico y lo primero que me viene a mi mente es 'fufff, como yo tenga que ponerme ahora a hacer el amorcito', como dicen en Pelayo, 'malo'. Y me dice: 'No, no, no. Leélo'. Y ponía: «De mayor quiero ser como tú, Papá». Y me dejo KO, picha. Fue un acto de generosidad brutal.

-Jajajaja. Muy buena. Y después llegó un 'hat trick'. 'Ta' bueno, como esta entrevista. Un placer.

-Jajaja. Lo mismo digo.

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