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Dos iconos etnológicos de Cádiz
En los últimos meses ha habido novedades en la dilatada historia de la Confitería El Pópulo y de la cafetería La Marina
La rica historia de Cádiz se escribe también en sus bares, cafés, almacenes, tiendas, churrerías, freidurías, mostradores... Si las paredes hablaran.
El listado de establecimientos de gran valor etnológico es bastante extenso. De hecho, son espacios protegidos en virtud de la Ley de Patrimonio Andaluz, una normativa que en el caso de Cádiz llevó a proteger un buen número de nombres propios de comercios con sus respectivos apellidos.
Hasta 65 elementos etnológicos de la ciudad tienen cabida en ese catálogo, o subcatálogo, de protección. Desde el Pozo de la Jara, en la calle Veedor, al Bazar Casa Durán, en la calle San Francisco... pasando por míticos como el Pay-Pay, el Casino Gaditano, el Ventorrillo El Chato, la Taberna La Manzanilla, el Bar La Estrella, el Café Bar Liba, la heladería Salón Italiano o Casa Manteca.
La lista, interminable, podría seguir con nombres propios, con sus respectivos apellidos, como Café Brim, Freiduría Las Flores o Churros La Guapa.
Pero, vaya por delante, este tipo de protección con el que cuentan numerosos establecimientos no ha podido evitar el cierre de muchos de ellos.
Dos de ellos se han visto amenazados en estos últimos tiempos. Por un lado, la Confitería del Pópulo, la tienda más antigua de la capital gaditana, cuyo cierre se anunció en septiembre y debe tener lugar a lo largo del próximo mes de diciembre, y la cafetería La Marina, que cerró sus puertas recientemente, concretamente durante este mes de noviembre.
De La Marina se ha sabido que reabrirá en febrero de 2025 de la mano de unos nuevos propietarios.
Pero del devenir de la Confitería El Pópulo, la tienda más antigua de la ciudad, nada nuevo ha trascendido a expensas de su cierre inminente. Una dulce esperanza, eso sí, se abría para ella. José Manuel Cossi, responsable de Urbanismo en el Ayuntamiento de Cádiz, explicaba que la finca que ocupa la tienda más antigua de la ciudad no puede albergar viviendas con fines turísticos y que el proyecto de remodelación contempla un local comercial en el bajo.
«Lo poquito que puedo contar, de la información presentada en el Ayuntamiento, es que esa finca está protegida a nivel 0, no pueden admitirse pisos turísticos. Eso sí, se permite el uso de hospedaje, según el PGOU, bajo el formato de apartamentos turísticos o hoteles oficiales. Esa parece ser que es la intención de los nuevos compradores, y digo parece porque nosotros tenemos una primera referencia a nivel de la comisión de patrimonio, pero no se ha iniciado aún la tramitación», explicaba el responsable de Urbanismo al frente del Ayuntamiento de Cádiz, José Manuel Cossi.
«Atendiendo a ese proyecto, en el bajo se contempla un local comercial, por lo que no sé muy bien por qué se habla de que el negocio tenga que salir de allí. Aunque se trata de cuestiones privadas de las que no tenemos más información, cuestiones que ya se nos escapan», añadía José Manuel Cossi.
La concejal del PSOE, Natalia Álvarez, también advertía con acierto el día después de darse por hecho el cierre de que «el inmueble cuenta con el grado 2 preferente de protección de elementos etnológicos protegidos».
«Eso conlleva el mantenimiento del uso relacionado con el comercio de confitería o, en su caso, preservando el mobiliario y la maquinaria antigua de valor etnológico. Y por otro, se encuentra en un eje comercial del centro histórico», explicaba la edil del PSOE.
Nombres propios
El subcatálogo de elementos etnológicos protegidos también se recoge el nombre de conocidas casas como el Ultramarinos Santa Inés, Barreda, Tienda Honda, la Cepa Gallega, la Posada del Mesón, Confitería Maype o históricas farmacias, entre otros tantos, para los que se recomiendan la preservación de sus mismos usos o la preservación del mobiliario y la antigua maquinaria.
En total son siete bares, cafés y tabernas y cinco churrerías y freiduras que pasaron en su día a estar teóricamente protegidos por el nuevo Plan General de Ordenación Urbana.
En la mayor parte de los casos se establece un grado 2. Esto supone una protección etnográfica preferente. O lo que es lo mismo, se permiten obras de conservación, restauración, consolidación, rehabilitación y reestructuración parcial. Siempre y cuando sean aprobadas por la Comisión de Patrimonio.
En general, las acciones permitidas implican que se puedan llevar a cabo la mayor parte de las intervenciones siempre y cuando no alteren en gran medida la fisonomía del bar.
El grado 2 tampoco implica que se tenga que mantener la actividad de los bares o cafés más allá de sus dueños. Aquellos establecimientos que echen la baraja para siempre podrán traspasar sus negocios sin que se tenga que mantener la actividad.
En esos casos, el nuevo dueño tendrá que respetar los elementos estéticos y colocar en el lugar una placa «que permita la preservación de la memoria histórica», tal y como señala el PGOU en el apartado de normas urbanísticas.