Crítica FIT: El falso analfabeta del alter ego audaz

Germán Corona

Cádiz

17/10/2024 a las 09:10h.

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Hablar del trabajo de Alberto Cortés como inclasificable es sencillo de decir. Por el contrario, podemos apostillar que su trabajo es clasificable en él mismo. Él, o mejor dicho su alter ego, es ya un estilo propio.

La pieza «Analphabet» es un cúmulo de sugerencias basadas en el verbo, en una prosa peculiar y sugerente, que en todo momento nos hace replantearnos el valor de los conceptos a través de las palabras que brotan y brotan y brotan de su pensamiento libérrimo.

Cortés, en el papel de médium, nos transporta con su lengua fina y soezmente elegante a los submundos del lenguaje. Nos arrastra, nos seduce a veces con retruécanos o barroquismos, que pese a lo escatológico o grosero de algunas de sus frases, siempre parecen exquisitas en su verbalización.

La complicidad que genera con el público en todo momento da buena fe de una sólida presencia escénica y de un estupendo manejo de los tiempos teatrales.

Ego y alter ego se entrecruzan constantemente para alimentar a veces al artista, a veces al personaje, pero siempre de una manera sutil e inteligente.

Hay talento en el hacer y en el decir. En el hacer hay un manejo y control corporal refinado que, quizás, peca de permanecer siempre al mismo nivel y sin combinar planos, alturas y dimensiones. Pese a ello, las estructuras coreográficas de movimiento entrecortado y, a veces, en modo trance son funcionales.

En el decir, el planteamiento performático de Cortés es a veces exacerbado, poético y metafóricamente rico y sarcástico a la vez. Es un ejercicio de honestidad con el ser, con el sentir y el pensar del propio artista. Su a veces irreverente ejecución nos lleva a compartir el patio íntimo y reservado de sus sentimientos en los que se pasean de forma fantasmagórica las cosas del querer. Esas cosas que uno no quiere dejar de querer quererlas, pese a saber que no debe querer quererlas.

La luz que arroja esa trastienda del dolor del amor y del desamor convertidos en pretexto para la creación dramática llega al espectador de forma fluida y mordaz.

Las transiciones de la iluminación junto con la música apoyan favorablemente al relato dramatúrgico del peformer.

Cortés es a fin de cuentas un falso analfabeta de alter ego audaz que sabe sacar provecho de su mundo interior a través de una prosa libre y fresca, que desvela a un creador comprometido consigo mismo, pero también con el lenguaje y con el rigor que la escena reclama de cualquier artista.

Esperemos que lo que hoy es un estilo auténtico y unipersonal no se convierta en un futuro en zona de confort.

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