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El colegio Las Esclavas de Cádiz, dos años sin iglesia
La congregación de religiosas sueña tiene intención de construir una nueva parroquia, pero aún no se ha activado iniciativa alguna para recaudar dinero
22 de septiembre de 2022. El techo de la iglesia del colegio Las Esclavas en Cádiz se derrumbaba a primera hora de la mañana de ese jueves sin que, afortunadamente, el suceso causara daños personales.
Los alumnos tampoco se vieron afectados, porque la iglesia, aunque estaba en el interior del colegio, se encontraban separada de las aulas. De hecho, ya se habían trasladado a otras zonas del centro las aulas anexas a esta capilla.
Las clases siguieron su curso con normalidad, con la normalidad que permitió un día marcado en rojo en la historia de uno de los colegios de la capital gaditana... «Han seguido con normalidad las clases. En estos momentos todos están en las aulas en su jornada habitual», explicaba la madre superiora del colegio a las familias que preguntaban por la situación a las puertas del centro.
El pasado 22 de septiembre se cumplieron dos años de un derrumbe que provocó un gran estruendo en la capital gaditana.
A la hora de ir a trabajar, o de llevar a los niños al colegio, para quien pasara por la zona resultaba imposible no mirar hacia Las Esclavas.
Por la cabeza de algunos se asomaban muchas cosas. Hasta que se supo con certeza lo que había ocurrido realmente en el centro educativo.
«Fíjate si se cae el techo durante una comunión o ahora, a principio de curso, cuando suelen llevar allí a los niños para darles la bienvenida», comentaban algunas familias mientras observaban con preocupación las numerosas grietas que se dejaban ver en la fachada exterior de la iglesia del colegio, minutos después de la espectacular caída del techo.
El derribo obligó a actuar a los bomberos de Cádiz de urgencia, creando un perímetro de hasta quince metros en la zona ante una posible caída del muro que colinda con la avenida, por donde pasaban y siguen pasando a diario cientos de viandantes.
La Policía Local de Cádiz, por su parte, procedió al corte al tráfico de uno de los carriles de la avenida principal de la ciudad, en sentido San Fernando, y también cerró el paso a las calles Santa Rafaela María y Condesa Villafuente Bermeja.
Los agentes se encargaron de facilitar el tránsito de peatones de una acera a otra y acotaron la zona con vallas y conos para evitar posibles daños personales. Se fue ordenando el caos una vez aparcado el temor.
Las labores durante los meses posteriores al derrumbe se centraron en el arreglo de los daños ocasionados con motivo de los desprendimientos, como son la fachada lateral del colegio y las dependencias de la comunidad, que fueron las zonas más dañadas tras la caída del techo de la Iglesia y las posteriores tareas de desescombro, iniciadas a las semanas de la caída del techo.
Las intenciones
Sobre la mesa de la congregación, se pusieron diversas fórmulas de financiación para construir una nueva iglesia. La Asociación de Madres y Padres del centro arrimó el hombro y puso en marcha una campaña de recogida de fondos.
Consultado el centro educativo por este periódico se apunta lo siguiente desde la dirección: «Nos han comunicado desde la Congregación que hay intención de construir una nueva iglesia, pero no sabemos cuándo. Por lo que, de momento, no hay ninguna iniciativa para recaudar dinero».
Y se recuerda: «El colegio pertenece a la Fundación Educativa ACI, que es de las Esclavas, y Congregación y Fundación son entidades diferentes y tienen responsables diferentes».
Ya lo apuntaba este periódico cuando se cumplió un año del fatídico suceso: uno de los grandes inconvenientes a los que se enfrenta la congregación del colegio de las Esclavas a la hora de poner en marcha en marcha un proyecto de reconstrucción es el alto coste que tiene hoy en día la construcción de cualquier tipo de edificio y aún más, en el caso de un proyecto como una iglesia.
El elevado precio de los materiales sumado al proyecto en sí, obliga a tratar el asunto con cautela por parte de la congregación, que tendrá que tomar una decisión cuando se terminen las labores previas.
No se ve la luz al final del túnel y cuesta pensar, sobre todo por eso, por el coste, que pueda haber una nueva iglesia a corto o medio plazo. A largo plazo, Dios dirá.