DEP
Cientos de gaditanos despiden a Gonzalo Córdoba, el Faro de la cocina gaditana
Con una misa en la Parroquia de la Santa Cruz, Cádiz da el último adiós al fundador del grupo de restauración El Faro hace más de 60 años
Muere Gonzalo Córdoba, de El Faro, la persona que levantó todo un altar gastronómico en el barrio gaditano de la Viña
Nació en Jerez, solo, en los brazos de su madre. Y se marcha de esta vida respaldado por cientos de gaditanos que lo han acompañado en este último adiós. Porque Gonzalo Córdoba, a ellos y a tantos miles, les ha dado de comer. Literal. El fundador del grupo de restauración El Faro, referencia de esa cocina de Cádiz al mundo, ha fallecido a punto de cumplir los 91 años de edad y deja un inmenso y profundo legado en la ciudad que por desdicha no le vio nacer, pero hoy le vio morir.
A las 17 horas arrancaba el sepelio en la Iglesia de Santa Cruz, la catedral vieja vecina de su barrio de la Viña. Mientras sonaban las primeras notas del 'Más cerca Dios de ti' enfilaba el féretro portado a hombros por sus familiares, hijos y nietos, en una parroquia que era fiel reflejo del cariño que se le profesa al hostelero. Generaciones de gaditanos: abuelos, padres, hijos, nietos, desde la insultante juventud a la parsimonio vejez, representaban ese aprecio transversal.
Gaditanos de a pie, que se sentaron en su mesa, que disfrutaron de su agradable conversación, que elogiaron su incansable capacidad de trabajo y que valoran toda esa dedicación por su tierra. Y rostros muy reconocibles en la capital gaditana, como su hijo adoptivo Isidoro Cárdeno, Enrique Huget, Miguel Cuesta, Antonio Vergara, Carlos Lucero, Pablo Otero, José Manuel Cossi, Juancho Ortiz... y la anterior alcaldesa Teófila Martínez. «Fue un hombre bueno, que trabajó todo lo que pudo y más. Fue una de esas personas que como alcaldesa más me animó a pelear, pues viendo su ejemplo de como trabajaba, no se me podía pasar por la cabeza arrojar la toalla», reconoce la presidenta de la Autoridad Portuaria.
Oficiaba la misa Rafael Fernández Aguilar, quien lo definió como «trabajador incansable, que deja el legado de dar y de servir. Con una sonrisa siempre, todo lo que ha hecho lo ha entregado, con su familia y sus conocidos, hasta el final, hasta el último suspiro».



Familia y amigos asumían la pérdida con resignación cristiana. Con ese dolor por dentro que martillea las entrañas y se replica al exterior en la mirada vidriosa y los ojos entumecidos. Sin aspavientos. Una de sus hijas, Eva, recitaba una poesía como fórmula para manifestar ese sentimiento compartido por la familia. «En esa madrugada insomne la muerte merodeaba lentamente esperando tu último aliento. La mañana se despertó con un frío que atravesaba... Exhalaste tu último suspiro. Descansa tranquilo padre, vuela alto hacia la eternidad. Aun sigue siendo invierno en primavera». El silencio anudaba las gargantas que sólo se distensaban con los acordes de la agruación coral polifónica. La interpretación de la Salve Marinera infundía un toque romántico a ese epílogo marinero.

«Es un referente por su trayectoria, empresarial y personal, dejando una profunda huella, y se va un embajador de Cádiz«, lamentaba Juancho Ortiz, vicepresidente de Diputación. »Es una familia muy querida«, incidía Carlos Lucero, cuyo abuelo participó de manera amistosa en el nacimiento de El Faro. »El aplauso en ese final, saliendo por la puerta de Santa Cruz, muestra todo el cariño que le tiene Cádiz a Gonzalo Córdoba«.