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Carles Porta presenta 'Luz en la oscuridad': «Detrás de cada crimen hay una gran historia»
«Hemos dado un paso más hacia lo que yo considero esa zona media entre el periodismo y el cine»
«Es muy difícil contar estas historias, pero también pregunto ¿quién tiene un morbómetro? Eso no existe. Lo que yo creo que sí existe es la elegancia y el intentar no hacer daño»
El crimen del churrero de Chiclana, por Carles Porta: «Los hijos, las víctimas, necesitaban ser escuchados»
La voz de Carles Porta resuena entre las paredes mentales de los grandes seguidores del 'true crime', ese género que mezcla el documental ficcionado, el periodismo de sucesos y aderezado con tintes cinematográficos que con tanto éxito ha fabricado la industria norteamericana. En España, Porta es la referencia indiscutible, en forma de libros, podcasts y posteriormente en versión audiovisual. Llega a Cádiz para presentar la segunda temporada de 'Luz en la oscuridad' (Movistar Plus+), donde en ocho capítulos narra cuatro historias donde el crimen, la estafa y el asesinato son el telón de fondo de sus verdaderos protagonistas, las víctimas y los criminales.
Entre ellas destaca el crimen del churrero de Chiclana. Le hubiera gustado estrenarla en su tierra, pero no. Será más adelante. En unos días o en unas semanas, cuando toque. Porque este producto necesita de cuidado y maduración para luego cocinarse a fuego lento hasta poder degustarse con el deleite obligado. Hay en este plato mucho de rigor, seriedad, honestidad, elegancia, investigación... y eso requiere tiempo y dinero. Al lado del mar, de ese mismo mar que tanto recuerda porque estuvo de campamento en San Fernando (Camposoto) antes de cumplir con el servicio militar en Melilla. Asegura que esa experiencia se le ha quedado muy dentro y por eso estos días se le podrá ver pasear por estos lugares con una sonrisa. No en busca de nuevas historias, sino de recuerdos pasados.
-Es una persona multifacética. Periodista, director, guionista, escritor y productor. ¿Con qué se queda, si es que tuviera que elegir?
-Jajajaa. Pues no lo sé. La vida me lleva a donde quiere y toco todo lo que me gusta. Soy ante todo un narrador que intenta aprovechar todo lo que la vida y la profesión me ponen a mi alcance para contar historias. Me encuentro cómodo en todo, pero quizás más escribiendo libros, que no tengo que discutir con nadie. La realidad es que soy muy feliz con el trabajo que hago.
-Nos encontramos ahora con la presentación de 'Luz en la oscuridad'. ¿Qué es lo que trae esta nueva temporada?
-Tratamos cuatro casos que son: 'El descuartizador de Majadahonda', 'O Chucán', que es un crimen que sucedió en Galicia, 'El churrero de Chiclana', que conocéis muy bien aquí, y 'Turistas', que se ubica en Aragón.
Hemos dado un paso más hacia lo que yo considero esa zona media entre el periodismo y el cine. Nos acercamos más al séptimo arte. Nos gusta contar historias, contamos con las víctimas, con familiares directos de éstas, que son los que más me preocupan. Intentamos que sean historias muy rigurosas, muy bien contadas y con muchísimo respeto. Me gusta ser muy sólido a la hora de contar historias que duelen a la gente. Con el churrero de Chiclana veréis que están los hijos y que hay gente muy cercana, que lo vivieron con mucho dolor y lo cuentan desde esa cercanía, tan importante a la hora de contar estas historias tan tristes.
-Son historias difíciles de contar porque siempre está rayando el morbo. No obstante, en sus documentales, en este género relativamente reciente del 'True Crime', se huye esa casquería.
-Es muy difícil, sí. También pregunto ¿quién tiene un morbómetro? Eso no existe. Lo que yo creo que sí existe es la elegancia y el intentar no hacer daño, intentar no herir, y el respeto para contar una gran historia. Porque, desgraciadamente, detrás de cada crimen hay una gran historia: de la víctima, del asesino, de los que investigan... y todo eso configura. Es una gran historia pero se puede se puede contar de muchas maneras y nosotros intentamos con elegancia, que no duela.
En este género nos nutrimos de dos mundos. Un nicho de gente a quien siempre le ha gustado la crónica negra y el suceso, y yo diría que pequeño. Y luego hay un interés por las grandes historias que es adonde vamos nosotros, que le interesa a muchísima gente. Por eso nosotros tenemos tanto éxito y somos tan transversales. Eso es lo que nos hace más generales, más aptos para todos los públicos.
-Pregunta clásica ¿por qué gustan tanto estas historias de crímenes y asesinatos?
-Las cifras de consumo de este tipo de historias son siempre muy altas, de toda la vida. Creo que nos traslada a lo más profundo del ser humano, en lo bueno y en lo malo, nos lleva a los extremos. Y y matar a alguien de tu misma especie es un extremo muy evidente. Ante esa evidencia nos interesa por qué alguien llega al extremo de matar a un ser humano, a un prójimo, a alguien cercano, a alguien querido.
Los extremos son grandes elementos de la narrativa: tenemos gente muy buena, que los que investigan y la víctima. Y luego los antagonistas. Puedes construir una historia una narración en torno a eso.
-¿Cuáles son sus límites?
-La honestidad es un límite. El respeto. El rigor. La elegancia. No herir gratuitamente. No se puede hacer daño a la gente. Por eso siempre intentamos tener la complicidad de la familia de las víctimas, intentamos no vilipendiar ni herir gratuitamente ni siquiera los asesinos. Para contar una gran historia no tienes que ser sensacionalista. Solo tienes que ser un buen narrador. Parece fácil, pero no lo es.
-¿Le han querido forzar alguna vez? ¿Que le echara más pimienta a la historia?
-Tengo la enorme suerte de ser el jefe de lo que hago y de decidir. Tengo el 'Final Cut', que dicen los americanos. Y si alguien lo intenta no va a conseguir forzarme porque no será mío. Si no me siento bien, no lo hago. Tengo una edad y lo que busco es respeto y credibilidad.
Busco esa compañía de la gente que entiende las cosas por la calidad, no por la cantidad de sangre.
-Ahora también triunfan, como antes porque pocas cosas son nuevas, esas series basadas en crímenes en hechos reales. Con un puntito más de sensacionalismo. ¿Cómo las percibes?
-Nosotros vamos a hacer ficción también y yo quiero hablar con hechos, pero no solo por buscar el 'click' fácil. Es un problema el buscar audiencia fácil con morbo y con sensacionalismo y con historias solamente mediáticas. Puede tener éxito, pero se convierte en efímero. No me interesa. Lo que hay que hacer es contar grandes historias, es lo que interesa, no sensacionalismo. Allá cada uno con su responsabilidad, con su credibilidad, con el prestigio de su plataforma, con el prestigio de su firma.
A mí una de las cosas que me entristece más es la generalización. Generalizar nunca es justo, porque hay periodistas buenos y periodistas que no son buenos, hay sensacionalismo y hay gente que hace las cosas muy bien. Yo llevo cinco años o seis ya haciendo 'True Crime' y nunca se ha quejado nadie. Y no tenemos poca audiencia. Hay muchos tipos de vinos, que cada uno compre el vino que le guste y que consuma el que le quiera, pero respeto por la calidad.
-Uno puede pensar que producciones del 'true crime' meten el dedo en la herida. Abren de nuevo las cicatrices de las víctimas. Pero le he escuchado en alguna entrevista hablar de la socialización del dolor.
Esto es súper interesante. Quisimos hablar siempre con las víctimas porque son gente que lo vive obviamente muy de cerca y queríamos contar con su luz verde con su colaboración, con su complicidad, o como mínimo saber que no les hacíamos un daño excesivo. Hemos dejado de hacer muchos capítulos cuando hemos encontrado víctimas que nos han dicho, 'por favor, no lo hagáis. Estamos muy mal'... fuera, no vamos a hacerte más dolor. ¿Para qué voy a hacer dinero yo haciéndote dolor a ti?
Entonces nos hemos encontrado que mucha de esta gente, cuando sucedió el crimen, quien habló con ellos eran: o bien periodistas de sucesos que querían sacar la noticia, puntualmente, o policías o fiscales, abogados que querían condenar a alguien. Pero no gente que quería acompañarles en su dolor. Eso sólo se ha producido en el día del entierro y muchas veces con miradas raras. ¿Qué habrá pasado? Qué habrá hecho?
Somos una sociedad que llevamos muy mal lo de la víctima. Siempre cuestionamos a esa víctima, ¿qué ha hecho para merecer eso para que le pase eso qué ha hecho? Simplemente tuvo mala suerte. Precisamente en el churrero de Chiclana se ve muy bien, te das cuenta de que esas víctimas están solas. Y tienen que sufrir un dolor en una soledad muy complicada. Cuando pueden contártelo se producen dos efectos: el primero efecto es que te lo cuentan a ti, que no les juzgas, que no les cuestionas nada, que solo escuchas. Y luego se produce cuando emites el reportaje, llega esa socialización del dolor. Y muchísima gente que les conoce entiende al fin su problema sin juzgarles.
-¿Cuál es su posición con respecto a los criminales?
-Intentamos no volver a juzgar, por eso son casos que ya están juzgados y sentenciados. Escuchamos a todos, pero no, no vamos a excusar, no voy a aceptar en mi programa justificaciones ni excusas. No quiero 'rejuzgar', a no ser que encontremos resquicios o problemas en la Instrucción o donde sea que nos permitan reabrir un caso y hacer que se replantee. ero en la inmensa mayoría de lo que hacemos nosotros no rejuzgamos ni analizamos. El papel de los asesinos, de sus abogados, es un papel narrativo. No quiero que se excusen. Si quieren pedir perdón, eso es otro tema.
-¿Han reabierto casos judiciales a raíz de sus investigaciones periodísticas?
-En Cataluña hemos reabierto un par de casos. El de Helena Jubany se reabrió y pronto va a haber noticias importantes que van a sorprender a mucha gente. Y descubrimos la identidad de una de una chica después de 32 años en murió en Portbou. Apareció una chica ahorcada en un pino y no sabían quién era. Durante 32 años fue un 'No Name' hasta que descubrimos quién era y le pusimos nombre.
-Durante muchos años su trabajo se circunscribió a Cataluña, pero en el último lustro dio el salto al territorio nacional. ¿Hay diferencias en los crímenes según las regiones? ¿Se mata diferente?
-No. O yo no lo sé. Ni incluso en Europa. España es de los países que tiene un menor índice de criminalidad. Se mata muy poco, en Cataluña y Andalucía. Que obviamente para el que tiene un crimen en su familia sí se mata mucho, demasiado. Yo no sé encontrar diferencias entre nacionalidades o autonomías.
-¿Se le ha quedado alguna historia en el cajón?
Sí. Hasta que no se solucionen del todo, hasta que no esté todo completamente atado, no sale. Nosotros trabajamos con muchas historias a la vez. Es un equipo de unas 40 personas solamente para trabajar contenidos y con historias. Además colaboran periodistas locales que nos cuentan sus historias, y con eso tenemos que madurar documentación, intentar llegar al sumario y luego ver si hay archivo audiovisual. Ver si hay testigos o testimonios que nos quieran contar esa historia en primera persona, que eso requiere mucha paciencia y mucho tiempo.
-Es un privilegio trabajar con tanta gente.
-Y es caro, ¿eh? Es un privilegio. Nosotros hemos tenido la suerte, por ejemplo, en este caso de encontrar a Movistar Plus+, que ha entendido muy bien la dificultad y la exigencia del género y nos está acompañando muy bien. Su nivel de exigencia es como el nuestro y estar en una plataforma que te busca por la calidad y sabe valorarla, eso no es fácil.
Hemos encontrado un 'partner' que nos valora por la calidad, que tiene una exigencia de rigor altísima, y ahí nos encontramos muy cómodos. Y eso no es barato.
-¿Qué consume televisivamente?
-Yo me como mucho 'true crime' porque me gusta. Ahora por ejemplo está la serie 'Monsters' en Netflix, que no todo lo de Netflix es bueno, te aseguro que hay mucha mediocridad. Pero tienen cosas muy buenas.
-En España poco producto hay que no sea el suyo. Le costará encontrar algo. Lo último, el Caso Sancho...
-Alguno está saliendo ahora. Por ejemplo, el caso Sancho no sería 'true crime'. Para mí no es interesante. Yo entiendo que una plataforma quiera contar esa historia casi a tiempo real pues evidentemente mediáticamente es muy potente. Tenía un público y seguro que tiene éxito, pero a mí no me interesa porque no me lleva a ninguna capa profunda que me haga pensar y que me haga entender qué pasó allí. Solo cuentan lo mismo que han contado los medios. Para eso ya veo yo periodistas de sucesos.
Es diferente 'El caso Asunta' en Netflix hecho por Ramón Campos. Hicieron un ejercicio narrativo excelente, fueron mucho más lejos de lo que se había contado en periodismo y eso para mí justifica. Cuenta la historia desde una perspectiva que conoce muy bien qué pasó. Ramón Campos investigó muchísimo y lo hizo muy bien, y vas un paso más lejos. Creo que es una gran historia y está bien hecha, hay otras en la misma plataforma y en otros sitios que no están bien hechas y que no llegaron a nada pues era buscar 'clicks' fáciles.
En cuanto a producción estadounidense, me gusta Ryan Murphy (como con el vino, me gusta mucho hablar de bodegueros más que de denominaciones de origen). Se demuestra que los americanos graban todo, absolutamente todo. La que es sensacional es 'Making a murderer', realmente el catalizador del éxito del 'true crime' en el mundo. Desde entonces todo esto explota y se multiplica.
-Hay profesionales en las que se comenta que es mejor no llevarse el trabajo a casa. ¿Qué impacto emocional le dejan todas estas historias?
-Al final te acostumbras. Yo tengo un amigo psicólogo que me dijo eso, que no te puedes llevar el trabajo a casa. Cuando voy a entrevistar hago como que me pongo un mono de trabajo y, cuando acabo, hago como que me lo quito. Si no, no dormiría.
-¿Alguna historia que le gustaría haber contado o que quiera contar?
-Sigo trabajando en grandes historias. Me he tirado 30 años de mi vida para contar la historia de Tor, que se va a estrenar seguramente en enero. Son 27 años de investigación sobre un crimen en el Pirineo. He hecho dos libros, una serie de ocho capítulos. Diría que incluso yo formo parte de esta historia.
Tenemos la historia del pantano de Susqueda, donde que mataron a dos chavales. La estamos trabajando desde 2017 y vamos a esperar a emitirlo a que acabe la instrucción o haya juicio. Porque, si no, estamos haciendo periodismo de sucesos ,y eso ya hay mucha gente que lo hace y lo hace muy bien. Nosotros contamos historias que vienen después del periodismo. Estamos entre el periodismo y el cine y eso requiere tiempo, perseverancia, persistencia, eso vale dinero.
Cada historia nueva aparta a la anterior y para contarla bien tienes que enamorarte de esa historia y de esos personajes, cada vez.