cádiz
«De la calle queremos salir, no queremos quedarnos a vivir aquí»
personas sin hogar
Una decena de personas sin hogar sigue acampada a las puertas del Ayuntamiento gaditano, tras el vallado de los bajos de Capuchinos el pasado 3 de junio
«De aquí os tenéis que ir porque esto es malo para el turismo», denuncia Paco Sánchez que le ha trasladado el concejal de Asuntos Sociales, al tiempo que incide en que «sólo queremos que nos ayuden a salir de la calle»
Personas sin hogar desalojadas de Capuchinos acampan a las puertas del Ayuntamiento de Cádiz
«De la calle queremos salir, no queremos quedarnos a vivir aquí». Con estas palabras saluda Paco Sánchez (56 años), una de las personas sin hogar que desde hace dos semanas acampa, junto a su mujer, Jessica Argudo, y otra decena de personas, a apenas unos metros de la puerta del Ayuntamiento de Cádiz.
Este matrimonio gaditano, que lleva año y medio malviviendo en la vía pública, se refugiaba anteriormente en los bajos de Capuchinos, pero desde que esa zona fue vallada y clausurada por decisión del Gobierno municipal el pasado 3 de junio se cobijan bajo los soportales de la Casa Consistorial. No obstante, ya han sido advertidos por el propio concejal delegado de Asuntos Sociales, Pablo Otero, de que deben abandonar este lugar. «De aquí os tenéis que ir porque esto es malo para el turismo», asegura Paco que le ha trasladado esta misma semana el edil. Incluso denuncia que personal del equipo de calle del centro Fermín Salvochea que atiende a este colectivo le ha comunicado que si no se marchan por iniciativa propia, «se hará a la fuerza».
«¿Pero dónde vamos?, ¿dónde dormimos esta noche?, ¿dónde nos metemos? Eso es algo que a ellos no les preocupa, como están demostrando… Les sale más barato que nos muramos en la calle que darnos un alojamiento, eso es así. Estamos hartos… La cosa es meter los esqueletos debajo de la alfombra…».
Y es que Paco asegura que hasta el momento las pocas soluciones que se han ofrecido a este colectivo son «soluciones tiritas», como que «nos vayamos al albergue siete días para luego vernos otra vez en la calle y no poder volver allí hasta dentro de tres meses, porque no te dejan quedarte de forma permanente». Y tampoco convence a la pareja la propuesta que le han realizado desde el equipo de calle y que pasa por separarlos para que cada uno acuda a una casa de reinserción socio-laboral. «Somos marido y mujer, somo una familia. ¿Por qué nos tienen que separar?, ¿no pueden enviarnos a una casa a los dos juntos? Nosotros estamos dispuestos a irnos a donde sea, a cualquier localidad de la provincia donde podamos vivir con los 500 euros que yo tengo de paga por enfermedad, pero para eso necesitamos encontrar una casa de renta baja que podamos pagar…», expone con tono de desesperación Paco mientras Jessica asiente con la mirada perdida.
Tras unos segundos de silencio, es ella quien toma la palabra para agradecer el apoyo que están recibiendo tanto de vecinos de la ciudad que les llevan mantas y comida, como de las asociaciones Despertares, Calor en la Noche y Cruz Roja, y del promotor Agustín Rubiales, «que ha estado aquí trayéndonos zumos, agua y comida». Sin embargo, el rostro amable que mantiene mientras habla de estas muestras de solidaridad se torna serio cuando se le pregunta por el equipo de calle. «¿Tú los ves aquí? Sólo vinieron dos días para hacernos entrevistas... ¿Cuántas veces más han venido? Porque yo no los he visto…». A lo que añade su pareja: «El equipo de calle está insensibilizado… Aunque son personas que trabajan en Asuntos Sociales, están a las órdenes de lo que les dicen desde el equipo de Gobierno. No demuestran empatía con nosotros», se quejan.
Paco insiste en que no son «ni personas drogadictas, ni alcohólicas, ni robamos, ni nos metemos con nadie. Es más, cuando llega alguien que vemos que tiene ganas de bronca o que no se comporta como debe, somos nosotros quienes llamamos a la Policía. Ya lo hacíamos en Capuchinos y aquí igual, porque no queremos problemas con nadie. Sólo queremos que nos ayuden a salir de la calle…».
Igualmente, saca a relucir el tema de la limpieza y de la higiene personal, porque «ser pobre no significa ser sucio», apunta señalando a una papelera improvisada que han realizado con una bolsa de basura y una caja de cartón, junto a la que hay dos garrafas de lejía, un cubo de fregona y una escoba con su recogedor. «Además de tener esto siempre recogido, como hacíamos en Capuchinos, acudimos al centro Fermín Salvochea para ducharnos todos los días». No obstante, Jessica y Paco sólo acuden a este centro de día para asearse, porque «no nos tratan bien allí». «Alguna vez hasta nos han robado», apunta de pasada.
Mientras ellos hablan, Guadalupe escucha atenta sentada sobre una banqueta, pero no interviene. Esta gaditana, con rostro apesadumbrado, fue desahuciada el pasado invierno, y durante varios meses ha estado alojada en diferentes pensiones. En ese momento no hay ninguna otra persona del colectivo bajo los soportales del Ayuntamiento, pero sí los carteles que hablan por ellos, escritos con su puño y letra. Como el de Paula y Julián, una pareja de veinteañera sin ingresos que lleva dos años en la calle y que ha sido víctima, en ese tiempo, de robos con heridas graves; o como el de Georgi, un hombre de 71 años de nacionalidad búlgara que tampoco percibe ingresos y que expone en esa cartulina que huyó de su país por razones de etnia y religión, y que accedió por primera vez a los recursos municipales de personas sin hogar el pasado mes de enero. Relata que padece problemas mentales desde que fue atropellado por un camión, por lo que reclama un alojamiento donde pueda curar su salud mental; y también como el de Cristina, una mujer maltratada, o el de Cloe, una joven trans con una discapacidad mental.
El Ayuntamiento trabaja en soluciones
Desde el Ayuntamiento de Cádiz apuntan que todas estas personas han sido «atendidas una a una» en dependencias de la propia Casa Consistorial esta misma semana, tanto por el concejal delegado de Asuntos Sociales como por el equipo de calle.
Tras conocer la situación vital de cada una, desde Asuntos Sociales se está trabajando ahora en la búsqueda de soluciones o alternativas, aunque por el momento no se ha precisado ninguna. Y por el momento el colectivo de personas sin hogar no tiene intención de levantar la acampada a las puertas del Ayuntamiento. «Ésta es la casa del pueblo y es una zona neutral, no hay ninguna política que te prohíba estar aquí y nosotros estamos reclamando un techo de forma pacífica», proclama Paco.
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