sociedad
«¡Qué le estáis haciendo! ¡Que llamo a la Policía!»: vuelven los problemas de convivencia al barrio de La Viña
El mal ambiente, el ruido y la gresca vuelven a ser protagonistas en la escalera de Capuchinos ante la impotencia de los vecinos tras el regreso a la zona de hombres y mujeres que viven en la calle
El último episodio se ha vivido esta misma noche ya que entre cuatro personas golpeaban y robaban a un hombre sin hogar
El Ayuntamiento de Cádiz aborda el sinhogarismo trabajando en «varios frentes»
Hay problemas endémicos con difícil solución. Uno de ellos es el agua y el aceite que se mezclan en la difícil convivencia entre personas sin hogar que se buscan la vida para tener un lugar en el que vivir, o malvivir, y los vecinos de la zona en cuestión.
Decíamos ayer... Hablamos de la zona de la escalera de Capuchinos, del barrio de La Viña. El mal ambiente, el ruido y la gresca vuelven a ser protagonistas, ante la impotencia de las personas que allí viven, tras el regreso de hombres y mujeres que viven en la calle.
El problema es a diario. No cesa. De hecho esta pasada noche los vecinos han tenido que colaborar con la Policía Local ya que entre cuatro personas de la calle atacaban a un hombre sin hogar y que estaba sondado. «Uno le agarra una mano, el otro la otra, otro la boca, le pegan y ahí ha sido cuando los vecinos nos echamos a la calle. El barrio se portó como campeones, nos echamos a la calle. Y los detuvieron pero sabemos que de nuevo volverán a la calle y a ver si no toman represalias», relata un vecino.
«Y no sólo es un tema de gente sin hogar, hay toxicómanos y chavales de origen magrebí que campan a sus anchas por aquí», asegura Alejandro García, vecino de ese problemático punto desde hace 14 años, el tiempo que lleva sufriendo de día y de noche molestias y más molestias originadas debajo de su propia casa: practican sexo en la calle a plena luz del día, hacen sus necesidades sin cortarse un pelo, peleas y más peleas, alcohol, drogas... y todos con niños que están creciendo siendo testigos de todo. De todo.
«Otra vez más de lo mismo, más de lo mismo. Hemos estado estas semanas muy tranquilos. Ha habido en este tiempo un par de personas sin hogar, pero apenas han estado haciendo ruido. El único problema es que hacían sus necesidades en la calle, en una esquina, pero hablábamos con los concejales y cuando el hedor era insoportable venían y lo limpiaban», explica Alejandro sin esconder su lamento, su impotencia..
Tras la calma, de nuevo la tempestad. La generación de problemas va en aumento, según explica Alejandro: «Llevamos varios días seguidos lamentando otra vez todo tipo de situaciones desagradables. He hecho vídeos y lo que se ve da pena, da pena. De pena también en lo político, porque el alcalde se reunió conmigo y me prometió una cosa que no está cumpliendo. Me prometieron seguridad... y a la vista está que no la hay».
«¡Que le estáis haciendo! ¡Que llamo a la Policía!», se grita desde las ventanas: vuelven los problemas de convivencia al barrio de La Viña.
«Ahora estamos en verano, los niños salen y entran de casa continuamente. Nosotros, los padres, seguimos trabajando. Con el calor dejas las ventanas abiertas...», apunta este vecino de La Viña, padre de un niño de 11 años y de dos niñas de14 y 18, poniendo el foco en el calendario.
«Olores insoportables, se ponen ahí a defecar... hacen de todo. A las 12 de la noche con los altavoces, chillando... y ya no es eso, que tiene lo suyo», relata Alejandro volviendo a asegurar que no sólo campan a sus anchas personas sin hogar. «Toxicómanos, gente que vende droga y gente que la compra, mucho trapicheo... Y se pegan entre ellos», añade.
«Uno de estos días he sentido mucho coraje. Llegó un equipo de Cruz Roja y le dio bocadillos a las dos personas sin hogar que digo que llevan tiempo por aquí sin generar muchos problemas. Tal y como cogieron los bocadillos, los tiraron a la basura. Y después de venir la Policía por aquí, en cuanto se fueron los agentes, siguieron bebiendo alcohol. A partir de las diez de la noche en plena calle, lo que se supone que está prohibido», expresa Alejandro sin estar aún curado de espantos pese al enorme historias de asuntos delictivos que han pasado por sus ojos.
«Y no ponen remedio, no se pone remedio. Ya somos otra vez los vecinos los que estamos tomando cartas al asunto, bajando cada dos por tres. La cosa está muy calentita, mucho», avisa.
Otra mujer «igual de problemática» que la de las muletas
Los tristes hechos que han estado teniendo lugar en los últimos tiempos en la escalera de Capuchinos han llenado titulares e imágenes incluso en medios de ámbito nacional. Entre todo el ruido, la famosa mujer con muletas que hacía la vida imposible a unos y a otros, muy agresiva.
«Mírenla, va en sillas de ruedas. Inofensiva. Pero puede levantarse y usar sus muletas como auténticas armas. Ahí la tienen, es la de abajo. ¿Cómo se quedan? Esa misma señora va en la silla de ruedas, se levanta, coge la muleta y que te doy. Hace la vida imposible a los vecinos de este barrio, donde lo habitual, la verdad, son las peleas, gente durmiendo en la calle o haciendo ahí mismo sus necesidades. Han convertido el barrio en un auténtico infierno».
La periodista y escritora Sonsoles Ónega, en su programa de Antena 3 'Y Ahora Sonsoles', puso el foco durante el pasado mes de marzo en la conflictiva situación que se vive, o se sufre, según se mire, en el barrio de La Viña de Cádiz, entre Capuchinos y el Campo del Sur.
«Madre mía. Y 14 años llevan así. Pues ya es hora de que hagan algo, la verdad. El Ayuntamiento o a quien corresponda. Yo me quedo estupefacta con que las cosas pasen... y no pase nada», decía con impotencia Sonsoles Ónega al término del reportaje y al despedirse de la reportera que cubrió la noticia en persona, Arancha Pérez Ponce.
Según asegura Alejandro García a este periódico, ha habido un relevo y ahora es otra mujer «igual de problemática que la de las muletas» la que acapara más protagonismo con su actitud y gritos. «La mujer de las muletas ya no está. Tengo contactos con la policía y, supuestamente, la metieron unos días en el calabozo y la mandaron para su lugar de origen. Es lo que tenemos entendido. Ahora es otra mujer, delgada, que ya estuvo por aquí en otros altercados. Es una pieza buena, se junta con chavales magrebíes y siempre tiene problemas. Si aparece por aquí, malo», resalta este vecino de Capuchinos.
«El martes empezaron ya los jaleos. Uno de ellos decía que había perdido el móvil. Yo me levanto a las cinco y media para ir a trabajar y eso me despertó a las tres. Quería quitarle su móvil al barrendero que estaba limpiando. Gritaba que le habían robado el móvil y que necesitaba un móvil. El barrendero se tuvo que ir de allí. No respetan nada», explica Alejandro tirando de una de las muchas anécdotas que podría contar.
«Los niños»
Alejandro ha estado manteniendo en los últimos meses contacto con el equipo de Gobierno del Ayuntamiento de Cádiz. «La reunión con el alcalde fue muy bien, pero no vemos movimientos», resume.
La hoja de ruta tras los últimos incidentes que encendieron los alarmas en ese punto del barrio de La Viña quedó de la siguiente manera: los vecinos tenían que ceder los terrenos al Ayuntamiento, para lo que se juntaron firmas y más firmas a favor, y el Ayuntamiento tomaría cartas en el asunto. Lo primero que se activaría, la limpieza y la seguridad. Lo segundo, más a largo plazo, debe ser cerrar la escalera. Ya se sabe. Boca cerrada...
«Hay que buscar una solución: por los vecinos y por el futuro de los niños, que no teman sus padres que jueguen a 30 metros de casa. Hoy día hay miedo de que a tu hijo le quiten el móvil o el patinete, porque se han dado esos casos de robos cada dos por tres. Tiene que haber más seguridad en la zona. En pocos metros tenemos el centro de día, el comedor social y el albergue de noche. Ellos, los indigentes, son personas, pero hay que ayudarles de alguna manera. Los tenemos ahí como si fueran deshechos humanos, y son personas», concluye Alejandro García sin cansarse de repetir un mensaje muy social.
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