DE UN DÍA PARA OTRO

En Cádiz todos tienen ocho apellidos italianos

Sin palios ni catamaranes, sin vírgenes ni marinos, apenas tendremos motivos para aliviar el tormento: quiénes serán los candidatos a la Alcaldía de Cádiz. Con ese sinvivir no se puede respirar

Reproducción de la estatua de la Diosa Gades junto a la playa de la Victoria. antonio vázquez
José Landi

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Si la Diosa Gades bajara la mano de visera y sacara un pañuelo. Si se recostara sobre una pierna, sería sirena. Por despedir a los apuestos navegantes, a sus barcos voladores, como merecen. Con nostalgia precoz. Ya no volverán hasta dentro de un año, cuando el verano se pliegue otra vez. ¿Cuánto pagaremos de luz entonces? ¿Cómo estará la gasolina? ¿habrá leche? ¿y plátanos? Las procesiones de la Magna que cubrieron las calles con un magma de gente también son ya recuerdo. Los pasos y las proas sólo se ven, y de recogida, en la memoria. Enfilando la oscuridad de estos días que vienen. Palios y catamaranes, catamaranes y palios ¿existieron?

Quiero mis 174 euros

Dicen que 70.000 vinieron el último sábado. El anterior, dicen, más. Siempre me imagino a uno contando entre resoplidos con un pulsador metálico de pulgar en los arcos de las Puertas de Tierra. O mirando un monitor de seguridad en blanco y negro: «¿A ese lo he contado dos veces?» «Aquel de oscuro se me había escapado, Paco, suma uno más». 20 millones directos, limpios, dejó el sarao náutico, dicen. A ver si hacen pronto el reparto entre todos los gaditanos porque salen unos 174 pavos per cápita que me vienen, te vienen, nos vienen como maná a estas alturas de mes. Incluso si, por lo que sea, hacen el reparto la semana que viene tampoco pasa nada, se agradece igual. Hay confianza. Los hosteleros, los distribuidores, los taxistas, los comerciantes son de fiar a la hora de dar dinero. Una recompensa para los que salieron sin ganas, por no joder las cifras.

Déjame salir

Todo pasa y nada queda, más que números indemostrables y nostalgia permanente, droga favorita de las ciudades viejas. Estelas e incienso se deshacen enseguida. No se ven a los tres segundos. Habrá que buscar otros motivos para bajar a la parte antigua, antiquísima. Ajada como nunca, consumida y agrietada como una momia. Algunos echarán de menos una excusa para salir hasta Tosantos (a.k.a. Haloween). Otros, hasta Navidad (a.k.a. ya está ahí el Falla). Otros no añorarán fiestas que no celebran. Ya no saben festejar nada. Esa procesión sí que va por dentro. Los afortunados que tienen las ganas nuevas, del paquete, no necesitan cruz de guía ni bocina de salida que les llame ni les convoque para ir y venir, entrar y salir.

Inquietantes pasatiempos

Mientras llegan, siempre podremos entretenernos consultando en los posos del café, en la penumbra otoñal de las tardes cortas, si el alcalde se presenta o no. Si hace lo que quiere, lo que debe, lo que dijo o lo que le digan. Si David o Lola. Qué sinvivir araña las entrañas. Cómo soportar tantas semanas así. Que venga otra regata, otra magna, un torneo internacional de futbolín, un proyecto intergaláctico de Vizcaíno&Contreras... Lo que sea. Pero algo. Bastante dolor arrastramos ya. Tamara, Risto y ahora si Óscar o si Rosa. Si le reímos la gracia a Ismael o a Eugenio. Si lloramos todos a tres voces. Si Vox recordará que en Cádiz todo el mundo tiene ocho apellidos italianos o si Cossi (no es la película) o Bruno o Juantxo. Si melones o sandías. Si el enviado de Abascal o el profeta de Olona, ya recuperada. Otra vez hay lobo que gritar. Es el mismo. Sólo que sin mantos ni velas se ve más y con algo habrá que entretenerse. Las noches serán largas. Albergan horrores.

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