SAILGP 2022

Cádiz se lanza a su perfil marítimo y a la Bahía desde primera hora

El tramo entre Santa Bárbara, Alameda y recinto portuario acoge a muchos paseantes, a grupos de visitantes y al turismo internacional para anticipar una jornada de fiesta turística grande

El público, a cubierto del sol, cruza la Avenida del Puerto llena de motos a mediodía de este sábado. NACHO FRADE

LA VOZ

Cádiz

La fuerza de atracción de esta competición nueva extraña y lejana, la SailGP, consigue incluso volcar el eje turístico de la capital gaditana. La precoz afluencia de público, incluso antes de mediodía, en este sábado que abre las dos jornadas de competición en Cádiz lo demostraba. Grupos de forasteros rubicundos, agrupaciones familiares, más tráfico del habitual en el perímetro del casco antiguo un sábado tan temprano, una boda en el Parador Hotel Atlántico... Todo apuntaba desde temprano a fiesta hostelera y turística mayor. Distinta pero grande.

Porque habitualmente, los grupos, las parejas, las familias, que se hacen fotos y recorren la ciudad con ese aire pausado y despistado -casi siempre en tirantes, pantalón corto y cabeza cubierta- que provoca el turismo vacacional se concentran en el Campo del Sur. La vista es imbatible, oceánica, hasta Cuba se ve si se aprietan fuerte los ojos. La cercanía de las grandes playas a las que acceder de forma continua, natural, el brillo dorado de la Catedral, la proximidad del circuito crucerista y la cerveza barata... Todo invita y atrae al forastero.

Igual sucede con La Caleta, pese a las obras que este último sábado de septiembre aún dificultan el tráfico con todo un carril cerrado. Pese al tétrico, guarro y peligroso aspecto de la Escuela de Náutica y su acera cortada, en la teórica milla idílica, es un imán para cámaras (de teléfono, claro) y miradas todo el año. Sin embargo, ni Campo del Sur ni La Caleta sirven esta vez. No tienen el campo de regatas delante y pierden su habitual protagonismo.

Los catamaranes (los que vuelan sobre el mar, no los que se pasan el día estropeados) y esta competición tan novelera consiguen volcar el mapa turístico de Cádiz. Por unas horas, por dos días, el escenario principal, el palco para ver y ser visto, es el opuesto, el interno, el de la Bahía. El Paseo de Santa Bárbara, trastero y patio trasero lastrado por décadas de abandono, proyectos absurdos y obras frustradas, se convierte de repente en graderío, en centro de algo. No lo era desde los años 80 ó 90, cuando acogía los cacharritos de alguna festividad local o esa verbena gigante y golfa llamada carpa de carnaval. La SailGP, como si tuviera remolcadores en vez de flechas voladoras, es capaz de tirar de una de las zonas más abandonadas de la ciudad, como el contiguo Campo de las Balas, otro potencial espacio público o turístico asombroso condenado a ser polvoriento parking de conveniencia.

La Alameda Apodaca, apocada por lo común, semiclandestina y ajena a las muchedumbres turísticas de Catedral, Mercado Central o San Juan de Dios, también ofrece en la mañana del sábado un trasiego mayor. Hasta el recinto portuario -atestado con las espectaculares velas y esas grúas que mueven los bólidos marinos- anuncia actividad llena de hangares plásticos.

San Juan de Dios cumple, como casi a diario, su función de Puerta del Mar (ubicada frente a la plaza) pero renovada con la presencia de un crucero, también madrugador, y miles de curiosos. Curiosa la presencia de moteros. Ruidosos, claro, y numerosos. En grupo. Será que simplemente han quedado para venir. Deslumbrante la presencia de pequeños veleros, lunares blancos en el azul oscuro de la Bahía, privilegiados espectadores, y esforzados colaboradores, de la competición que se avecina con la tarde de este sábado.

Ahora vienen los lugareños

Muchos vecinos de Cádiz, de la Bahía, además de esos turistas españoles o extranjeros, harán lo mismo con el paso de las horas: bajar a Cádiz, tomar posiciones en perímetro, en esas barandillas de piedra protegidas con metal rojo, para hacer como que siguen la competición, como que les interesa. Lo que quieren es estar. Ver y oler mar. Como si fuera una carrera de caballas lo que hay de fondo. La expectación y la alegría parecen garantizadas. Ni los primeros, leves, síntomas de clima otoñal resultan una amenaza. Quedan para este domingo y en forma de dos nubes inofensivas.

El madrugador avance del bullicio lo pronostica. La competición es lo de menos. La necesidad de «democratizar» la vela, como decía en la víspera una organizadora, es secundaria. Allá ellos si son república o monarquía. Como la Magna, todo es un McGuffin, una distracción, una justificación colectiva e innecesaria para moverse, para que todos miren. Lo importante es tener una excusa para salir y bajar al borde del centro. Crea uno en el mar o no, en el glorioso pasado navegante de Cádiz, en la existencia de las sirenas o de las mareas bajas.

Música y Carnaval

El programa de actos paralelos también confirma ese vuelco en el perfil turístico de Cádiz. El Baluarte de la Candelaria, frente a la Iglesia del Carmen, se convierte en una gran terraza: After Sailing. Los escenarios para actuaciones carnavalescas están en el templete del Parque Genovés, a 20 metros de Santa Bárbara, y en la plazuela del Mentidero, a 50. El mayor escenario, eso sí, coincide con el carnaval y está en San Antonio. Allí actuarán grupos gaditanos tan notables como The Agapornis y The Electric Alley. Decenas de bares y restaurantes esperan al respetable, desde la Plaza de Mina hasta San Agustín, de San Francisco al Pópulo. El interés de gaditanos y visitantes por pasear, disfrutar y tomar algo debe completar el resto de la jornada festiva de este sábado y la de este domingo.

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