CULTURA

Azahara Alonso: «La ocupación laboral no es lo que más tiene que pesar en la construcción de la identidad»

La escritora presenta este viernes su novela 'Gozo' en la Feria del Libro a las 21.30 horas, en la Fundación Carlos Edmundo de Ory

Azahara Alonso, escritora de la novela 'Gozo'. L.V.
Esther Macías

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La definición de productividad puede entenderse o interpretarse de diversas maneras. Tiene diferentes versiones, digan lo que digan los diccionarios. «¿En qué momento mi vida empezó a ser accesible sólo en vacaciones?», arranca la novela 'Gozo' Azahara Alonso. Un viaje literario sobre el sentido del trabajo, el ocio y el turismo en la sociedad actual. Una reflexión de cómo esta realidad ha pasado a formar parte de nuestra identidad adulta, cómo fagocita nuestra existencia, esclava de la prisa.

Alonso teje con lucidez y entereza la generación joven, o esa que muchos llaman de forma peyorativa, «generación de cristal» porque supuestamente se rompe con absolutamente todo. El trabajo, la prisa, el capitalismo, la salud mental, la precariedad, la obediencia, el fracaso, la insatisfacción, la salud mental. Algunos de los melones que la narradora sí ha querido abrir sin tapujos, sin enredo, con franqueza.

No es casualidad que 'Gozo' haya sido un refugio para tanta gente. Al final, son muchas las mentes agotadas con necesidad de huir. «Para mí es un regalo que haya habido tanta complicidad en esta lectura. Es una maravilla haber puesto orden en ciertas cosas. Cada vez queda más claro que unidos y unidas somos mucho mejores», agradece la narradora.

La inercia de la productividad

Una de las cosas que más le preocupa a Alonso es la productividad. Es la gran enemiga para ella. «El libro en cierto modo es una resistencia pasiva porque no es una militancia, pero sí es una militancia literaria», señala. Los tiempos de productividad son difíciles para los soñadores, quizá. Sobre todo para aquel que sí cree que hay un desligamiento entre el trabajo y el ocio. Sin una cosa no hay otra. Y es que para Azahara «hay una vinculación directa entre quienes somos y de lo que trabajamos». Hay que echarse las manos a la cabeza, claro. «Estamos todo el tiempo en esa productividad incluso cuando creemos que estamos disfrutando del tiempo libre, porque en realidad es un ocio muy elaborado, muy trabajado».

¿Cómo escapar entonces? Y es que el concepto escapismo no termina de calar. Escapar así porque así. Suena raro. «No lo estamos ejerciendo porque si el escapismo, por ejemplo, pensamos que puede ser una vida virtual, que es distinta a la que tenemos -tan entregadas a los horarios-, esa vida no deja de ser una generación de contenidos que también es productiva, por tanto sería un escapismo en forma de espejismo», ahonda. El deseo de escapar sigue estando ahí, diferente sería poder hacerlo. Se tendría que justificar. A este fenómeno Alonso lo identifica como «falacia naturalista: las cosas son así porque tienen que ser así». O es el verdadero mantra de toda una generación.

El problema tiene muchas caras. Este malestar generalizado no cesa. Y es que hasta la soledad o la necesidad de ir a determinados lugares solos no está bien visto, se cuestiona en muchas situaciones. Para la escritora la soledad es una forma de vivir el tiempo, acorde a los propios ritmos, y señala que «es beneficiario y a veces se trata de un deber moral. Hacer cosas solos sirve para descubrirse».

Huir de la prisión del trabajo

 El trabajo es un método para sobrevivir, piensan muchos. Somos lo que trabajamos, plantean otros. La escritora señala que «el estatus se perpetua». Pone un ejemplo: «Hay una diferencia que puede ser interesante: hay gente que tiene una vocación muy clara y la combina con un trabajo, un oficio. Pero otras personas no se dedican a esa vocación porque no tiene un gusto directo». «Habría que quitar toda esa carga tan terrible del empleo con algo que no nos identificamos y que nos sirve sencillamente para cobrar un sueldo y pagar el coste de la vida, ese empleo no tiene porque ser algo que se identifique con nosotros», denuncia.

«Ahora soy lo que trabajo: mi capacidad de esfuerzo, mi mérito, el tiempo que regalo a cambio de algo que nunca lo compensa», se lee en Gozo.

«Los que trabajamos en cultura lo sabemos, nos llevamos las lecturas a casa y no distinguimos horarios. No sabemos qué es placer y qué es trabajo. Sin embargo, si tuviéramos un empleo a media jornada, en cuanto salimos, ese tiempo quizá ya es más nuestro y podemos leer sólo por placer», asevera. Pues le preocupa a Alonso que la ocupación laboral sea lo que pesa a día de hoy en la construcción de la identidad.

Azahara Alonso aborda el turismo y como esta industria también forma parte de este viaje «del que ya es difícil escapar». «Lo que ocurre con el turismo es que se nos ofrece un discurso compacto, sólido y cerrado, que no es otro que el turismo nos beneficia a todos los ciudadanos de los países de acogida de turismo», explica. «Cuando los políticos dicen que todos vivimos del turismo, no están viendo al gravedad del asunto. No interesa hablar de ello. No es centro de debate».

En definitiva, la filósofa narra un año sabático en Gozo, una de las 21 islas del mar Mediterráneo que conforman el archipiélago maltés, donde plantea las consecuencias de salirse de la rueda de la hiperproductividad en la que estamos inmersos. El aburrimiento como estrategia para recuperar el valor del tiempo alejado del trabajo.

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