DANA EN VALENCIA

La admiración de los policías de Cádiz desplazados a Valencia hacia sus compañeros en Benetússer: «Ves en su mirada por lo que han pasado»

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«Nadie avisó a los tres compañeros que estaban aquella tarde en la jefatura. Nadie les dijo ni advirtió de absolutamente nada»

Los primeros agentes locales desplazados desde la capital gaditana regresan tras días intentando poner algo de orden en el caos: en tráfico y en seguridad, apoyando a los policías municipales de una de las localidades más castigadas por la DANA

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Los policías trasladan a un pabellón el material que habían llevado desde Cádiz. VÍDEO: Imágenes de una de las patrullas que han realizado por la noche contra los saqueos. la voz

Tres policías locales estaban en la jefatura de Benetússer la tarde en la que, de repente, todo se convirtió en barro y desgracia. Solo tres agentes se encontraban ese día de servicio en este municipio valenciano relativamente tranquilo. Realizaban sus labores de seguridad habituales. Esperando los avisos y atendiéndolos. Como siempre. Hasta que dejó de ser como siempre.

«En dos horas se vieron en la jefatura sin luz, sin teléfono, sin poder mover las patrullas, a oscuras, sin nada... y con tanta gente que pedía ayuda, que les necesitaba... con personas atrapadas, muriendo... No me puedo ni imaginar lo que fue». Habla Víctor Alvarado. Es oficial de la Policía Local de Cádiz y mantiene esta conversación con LA VOZ mientras regresa de Valencia por carretera junto a sus otros once compañeros tras haberse desplazado hasta allí para ayudar en lo que hiciera falta.

Cuenta que vuelven con una sensación extraña. Entre la satisfacción, profesional y personal, de haber podido colaborar en parte, pero también con ese insistente peso de todo lo que queda por hacer y podían hacer. Sin embargo, otros compañeros de Cádiz les darán el relevo. «Volvemos fundidos, pero en eso consistía, si no, no vamos».

Pero, antes de todo eso, antes de hablar de la tarea que ellos han hecho, y evitando protagonismos o darse más importancia que de verdad creen que no les corresponde, destacan la labor que están realizando sus compañeros, los agentes municipales de allí tras haber vivido además el 'shock' de esa maldita sorpresa que, sí, les cogió desprevenidos. «Fueron haciendo lo que pudieron sobre la marcha... nadie les dijo nada... nadie les avisó... claro que no».

Una jefatura destrozada

De hecho, los policías gaditanos han podido comprobarlo con sus propios ojos. La Jefatura de Benetússer ya no existe como tal. El agua también la devoró. Las escaleras de su bajo o la puerta de entrada destrozada así lo demuestran. Esa marca horizontal de la desgracia se ve perfectamente en sus paredes. Y eso que se suponía que ése era el 'lugar seguro' del pueblo.

Sin embargo la riada no contempló nada como ya se ha mostrado en prensa y televisiones miles de veces. Y ahí estaban y permanecen sin descanso David, Germán, y los 23 policías que completan la plantilla de Benetússer. «Tienen muy pocos medios pero tienen una predisposición absoluta. Muchos de ellos se han visto implicados, uno ha perdido su casa, otros tienen amigos o vecinos que han muerto... es completamente admirable». «No se... hemos podido ver en su mirada y en sus gestos por lo que han pasado... no se puede describir, pero ahí siguen».

Imágenes de la jefatura de la Policía Local de la localidad que también se vio afectada. Abajo, agentes de Cádiz realizan una patrulla de noche. LA VOZ

Y como apoyo de estos agentes está acudiendo la plantilla de la Policía Local de Cádiz, a más de 700 kilómetros de distancia. Y lo hacen para realizar sobre todo dos labores. «Por un lado estamos regulando el tráfico porque esto es un caos y con el caos no pueden entrar las máquinas, ni el Ejército ni nadie, a hacer su trabajo. La gente viene a la aventura pero sin coordinación no hay nada», explica Víctor. Así, y entre los compañeros, han estado haciendo relevos de día y de noche de doce horas sin descanso. Y han vivido episodios y escuchado testimonios que difícilmente podrán olvidar.

Como la de un chico con el que pudieron hablar. «Tenía una clínica dental que quedó destrozada. Otra en Paiporta y también. Su vida, todo su trabajo. Los amigos iban a ayudarle porque él ya no podía más». O el traslado de personas mayores a centros de salud, o el servicio acerca de un niño con autismo en una situación complicada... y muchos otros más... mirando a la miseria y el dolor a la cara, bregando con gente que se debate entre el desconsuelo y la indignación.

«Es complicado decirle a una persona que quiere ver cómo está su casa o la de su familiar que no puede pasar con el coche, que las máquinas tienen que trabajar y desatascar todo, que todo el mundo no puede circular a la vez, que hay que dejar sitio a bomberos, a la UME... que tiene que esperar... entiendes por supuesto la frustración, el enfado, hay que empatizar, claro, pero hay que ordenar dentro de lo posible».

Y se les agradece. «Íbamos por la calle y nos ofrecían comida, no nos ha faltado ni un café gracias a todo el mundo». Incluso con los pinchazos de uno de los cuatro coches patrulla que llevaban. «Se ha podido pinchar cuatro o cinco veces y la gente nos quería ayudar».

Los agentes han realizado labores de control de tráfico para despejar el camino a las máquinas y el Ejército. Además de funciones de seguridad y otros servicios.

Pero además han colaborado en otra labor también imprescindible: la seguridad. El evitar robos y saqueos. Por ello han estado realizando servicios nocturnos haciendo patrullaje por la localidad. Como si estuvieran aquí en casa pero en otro contexto completamente diferente.

Las imágenes de ese servicio no deja dudas tampoco aunque aseguran que «es todavía mucho peor de lo que se ve». Y lo que se ve mientras el vehículo policial circula de madrugada es la más rotunda destrucción, como un escenario de guerra. Calles de fango, escaparates reventados, luminosos y vinilos caídos, casas con rejas reventadas, puertas de garaje dobladas...

Y aún así, hay quien todavía intenta llevarse algo. «Nuestros compañeros nos contaron que habían cogido a unos que habían venido desde Almería en una furgoneta para robar material».... porque... «la delincuencia se aprovecha y hay que dar seguridad».

Y así, intentando explicar lo inexplicable, continúan los kilómetros de regreso hacia el sur y crece de nuevo la distancia que les separa de la 'zona cero'. Sin embargo, el sentimiento de estos policías de Cádiz no se aleja. Quizá ya quede marcado para siempre.

«Es nuestro trabajo, nos ofrecimos, teníamos ganas, pero una vez allí ves que supera todo lo imaginable, la catástrofe y esa devastación es de unas dimensiones impresionantes... el dolor que ha causado y lo mucho que tardará todo en volver a la normalidad... es un verdadero 'shock' emocional, tanto que a veces trabajando se nos escapaban las lágrimas... pero, claro... sí... volveríamos. Es lo mínimo que se puede hacer».

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