COMERCIOS DE CÁDIZ

Adiós a la Mercería Chari: «Hay mujeres que ven a un hombre despachando en una mercería y no entran»

Con 30 años en funcionamiento, Mercería Chari echará el cierre a final de este año por la jubilación de su dueño, Rafael Marzo, un auténtico buscavidas que se ha reinventado durante décadas

«Es muy difícil que una tienda de barrio sobreviva». Lo dice claro Rafael, un trotamundos laboral que sabe bien lo que es buscarse la vida de lo que sea y donde sea. Porque a Pedro Rafael Marzo Ramos, gaditano nacido en la calle Sagasta, nunca se le han caído los anillos por comenzar de cero, aventurarse en un mundo nuevo y luchar por sacar su casa adelante.

Ha sido su sino desde que comenzara vendiendo seguros «a puerta fría» y acabara finalmente, por los avatares de la vida, con el comercio que su hermana Chari, fallecida hace una década, que regentaba por entonces. Rafael se hizo cargo de la Mercería Chari, ahora ubicada en el barrio de La Laguna. Más de 30 años de un establecimiento que si nada lo remedia cerrará a final de año por la más que merecida jubilación de Rafael.

Entrar en su tienda de la calle Murillo es toparte con un mundo de colores de hilos, ropa interior y un sinfín de género que Rafa, como le conocen en el barrio, domina a la perfección. Defiende la tienda de barrio, la de toda la vida, porque seguramente sus años de currelo le han hecho apreciar lo complicado que es comenzar desde abajo, desde cero, por eso «tenemos que cuidar a los comerciantes y a las tiendas que tenemos debajo de casa».

La trayectoria de Rafa le hizo hacerse cargo de una empresa de transportes, de paquetería con solo 26 años de edad. «Comencé desde lo más bajo y llegué hasta arriba en más de diez años, llegué a ser delegado de la empresa y tener a 40 personas a mi cargo. Por entonces se trabaja mucho, desde las 7 de la mañana a las 11 de la noche a piñón. Cuando salí de la empresa me establecí como mayorista de productos de automóvil. Salí afortunadamente rápido de allí y fue entonces cuando adquirí el traspaso de un local en la calle Santa Teresa de Jesús, muy cerca de aquí, en la que monté una papelería. Yo no tenía ni idea de esa materia pero me lancé«, explica.

A unos metros de ese local, Rafael se mudó a donde se encuentra actualmente, cambiando solo de calle. «Posteriormente cambié de local a este que tengo ahora en la calle Murillo y amplié la papelería a copistería en los años noventa. Llegó el año 1998 y las tiendas de 20 duros empezaron a salir por todos lados y destrozó el negocio de la papelería junto con la caída de venta de la prensa que comenzaba a decaer por entonces. Traspasé la papelería y me fui al transporte pero este local ya era mío, lo habría comprado. Estuve dos años como responsable de una empresa de paquetería y después de ese paso me convertí en mayorista del envoltorio durante doce años pero la crisis de 2008 se cargó muchos trabajos«.

Fue entonces cuando Rafael Marzo da un nuevo giro de timón a su vida y entra en el mundo de las mercerías. «Tras un par de años sabáticos, fallece mi hermana, responsable de Mercería Chari y decido coger su género y llevarmelo todo a este local que yo ya tenía en la calle Murillo, de ahí que Mercería Chari cumpla ahora 30 años entre su primera ubicación en la Avenida de Portugal, luego la calle García de Sola y ahora en Murillo. Por supuesto cuando me hago cargo de todo el género de la mercería yo no tenía ni idea de este tipo de establecimiento. Mi otra hermana se ponía detrás del mostrador y me iba ayudando, mientras yo aprendía a marchas forzadas».

«Muchos productos son más baratos en las tiendas de barrio que en las grandes superficies»

Con la experiencia que dan años, Rafael reconoce que mantener el negocio abierto no ha sido nada fácil, tanto en su época en la papelería como ahora con la mercería. «Hay mucha competencia pero hay que tener en cuenta los costes de un local. Si tienes que alquilarlo y luego la mercancía es muy complicado sobrevivir en Cádiz. Los alquileres de locales en Cádiz no bajan de 600 euros en cualquier barrio de la ciudad y si tienes que pagarlo es muy complicado«.

¿Hay personas que apuestan más por la tienda de siempre? «Depende», reconoce Rafael. «La mayoría de clientes, con excepciones, va más al centro comercial. El que es vecino de siempre confía mucho en la tienda del barrio. Luego hay gente que compra en una gran superficie, teniendo yo el mismo producto, y lo encuentra mucho más caro de lo que se vende en una tienda de barrio. Los precios en cualquier establecimiento de barrio son más baratos que en un centro comercial. No se está cuidando la tienda de siempre, nos hemos vuelto muy cómodos con el coche y lo compramos todo en el mismo sitio«, destaca.

En las mercerías lo habitual es ver a mujeres atendiendo, sin embargo Rafael es la excepción que confirma la regla. «No se me caen los anillos por estar aquí. La mayoría de productos que se venden aquí son indicados para mujeres pero he visto muchas veces que hay mujeres que se asoman al escaparate y ven dentro a un hombre despachando y no entran. Aquí no se come nadie, yo soy un profesional. Va la gente al médico y si es un hombre el que atiende a una mujer no hay problema. Es una actitud un poco machista que a mi me ha pasado«, desvela.

Y tras muchos años trabajando llega una más que merecida jubilación. Rafael es una enciclopedia viva del barrio de La Laguna y de todo Cádiz pues no hay establecimiento que no conozca de la ciudad. «Yo me jubilo a final de este año y Mercería Chari echará el cierre para siempre. A no ser que venga alguien que quiera continuar con el establecimiento y quiera aceptar el traspaso. En ese caso adquiere todo el género que hay aquí y sigue adelante pagando el precio de alquiler del local».

Si no llega a nadie, Rafael no oculta que su local podría convertirse en un apartamento o en trasteros, algo muy de moda en Cádiz. «Es normal, locales como así son caros y es una manera de que siga teniendo rendimiento porque no todo el mundo puede hacer frente a la compra del mismo».

Con todo, este comerciante, transportista, autónomo, papelero y ahora mercero, se irá con una sonrisa de un barrio, La Laguna, que no tiene calle sin comercios o tiendas de toda la vida. Esas en las que la cercanía y el trato han sido y serán, como muestra Rafael, las de un vecino que tiende su mano.

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