sociedad
Abierta una investigación para esclarecer las circunstancias de la muerte del hombre sin hogar en La Viña
Un vecino de la calle Doctores Meléndez descubre el cuerpo sin vida de Antonio, un hombre de 55 años, durante una entrevista debajo de su casa
Muere una persona sin hogar en la 'conflictiva' escalera de Capuchinos de La Viña en Cádiz
«Parece que vivimos en las Tres Mil Viviendas y La Viña es un barrio por el que no paran de pasar turistas»
Quien suscribe se había personado en la calle Doctores Meléndez del barrio de La Viña de Cádiz en la mañana de este lunes para dar voz a sus vecinos tras los lamentables sucesos de las últimas horas protagonizados por personas sin hogar y delincuentes de toda índole. Tocaba recoger testimonios. Y es que el infierno en forma de convivencia, que dura ya 14 años, ha regresado a la zona de la escalera de Capuchinos.
El periodista hace preguntas y el vecino, llamado Alejandro García, las va contestando. Pero los ojos de los dos se van fijando en el mismo punto, una esquina en la que yace un hombre sin hogar. «Yo creo que está muerto», dice uno. «Está morado y no respira», apunta el otro.
Antonio estaba de lado, dejado caer hacia la izquierda, con el ceño fruncido, la boca apretada y morado, muy morado. Con su mano izquierda apretaba algo con fuerza, cabe pensar que para no perderlo, para que no se lo quitaran.
Periodista y vecino aparcan la entrevista. Todo hace pensar que la persona ha perdido la vida. Alejandro, que ya ha entregado su DNI a la Policía Nacional en alguna que otra ocasión para actuar como testigo en juicios por sucesos ocurridos en ese punto del barrio, debajo de su casa, saca el teléfono: «Voy a llamar a la policía».
Dos agentes de la Policía Local, hombre y mujer, no tardan en personarse en la zona en un coche. Se bajan, preguntan y se acercan a una esquina en la que cada vez se fijan más ojos. «Está muerto», le dice ella a él. Ambos cubren el cuerpo.
Desde entonces, turno de llegada para la ambulancia, la Policía Nacional, otros periodistas y fotógrafos, vecinos y curiosos. Hasta que se levanta el cadáver, movimientos y más movimientos. Desde entonces, palabras y palabras.
«No era problemática, con la gentuza que está parando por aquí se tiene que ir quien es buena persona», se destaca. «Era el único que limpiaba la zona», se apunta.
«Llevaba aquí más o menos desde abril, desde que regresaron los acontecimientos. He hablado con él varias veces, ayer mismo por la tarde», dice Alejandro lamentando el fallecimiento de esta persona sin hogar justo debajo de su casa. «Se llamaba Antonio Calderón Recio», recuerda sin dudarlo un instante. No era de Cádiz y tenía 55 años«, describe como si tuviera el DNI de Antonio en su mano.
«Le habían operado tres veces a corazón abierto y no tenía paga ni pensión, no tenía ingreso de ningún tipo. Había trabajado hasta hace cuatro años. No quería meterse de okupa en ninguna casa ni molestar a nadie. Quería hacer las cosas bien», añade.
Periodista y vecino vuelven a hablar por la tarde. «Menos mal que hemos quedado para hablar, menos mal que nos acercamos a observarlo y menos mal que llamamos a la policía», dice uno. «Si no lo hacemos, quién sabe si aún seguiría ahí tirado, muerto. Qué pena más grande. Qué asco de sociedad», apunta el otro.
Será la autopsia la que determine las causas de la muerta. De momento, la Policía Nacional ha abierto una investigación para esclarecer las circunstancias de la muerte.
«Nos pidió dormir aquí»
La asociación de vecinos Gades del barrio de La Viña tiene su sede pared con pared con el lugar que el destino ha elegido para que Antonio se vaya de este mundo. Su presidenta, Catalina Cárdenas González, asegura que era «un buen hombre».
«Nos pidió pasar las noches aquí y le dijimos que lo único que queríamos era que no hiciese sus necesidades en plena calle. Se levantaba cada mañana, a primera hora, recogía sus cosas y se iba. Hoy, lamentablemente, no ha ido a ninguna parte y se ha quedado ahí», añade Catalina con tristeza.
«Era un hombre que razonaba, se podía hablar con él. No bebía mucho, estaba en su sano juicio», destaca.
«Nosotros cerramos aquí en la asociación a las nueve o nueve y media y no estamos abiertos en las horas en las que se lía la que se lía. Pero me lo cuenta los vecinos. Todos estamos hartos. Por mí, que cerraran esto ahora mismo», concluía con pesar Catalina.