Cádiz
Auriculares, fuera prejuicios y fluir al ritmo de la música electrónica: la «propuesta terapéutica» de 'Silent Dance' en La Barrosa
«Se trata de conectar con la música y contigo mismo. Solo hay que dejar mover el cuerpo sin ninguna pauta», explica Lucía Cervera, partner de Silent Dance
Anna Orlinski, alemana y residente en Conil desde hace siete años, comenzó el proyecto en el verano de 2023.
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El sol empieza a caer y más de una decena de personas bailan de manera totalmente descoordinada en la orilla de La Barrosa. Desde el paseo marítimo, se clavan en ellas miradas de asombro. Sorprende que no se escuche ninguna canción; no hay nada que compita con el sonido de las olas y de los niños que corretean. No es una clase de baile normal. Quien detiene su paseo por un momento y observa con atención, se da cuenta de que cada bailarín y bailarina lleva unos auriculares. Forman parte de una sesión de baile de 'Silent Dance' y por esos cascos sale música electrónica.
«Silent Dance es conectar con el movimiento. Sacar todo el fuego que hay en el cuerpo y entenderlo. Es una propuesta de ocio, pero también es una propuesta terapéutica«, explica Lucía Cervera, partner de Silent Dance y una de las monitoras de las sesiones. Con los pies en contacto con la arena húmeda, la música actúa de vehículo en un viaje por las emociones que siente cada uno. Tan solo hay que dejarse llevar. «Se trata de conectar con la música y conectar contigo mismo, con el momento en el que estás tú. Proponemos al principio de la sesión conectar con la emoción que estés viviendo ahora mismo. Si estás triste o estás enfadado, no lo rechaces; el hecho de bailar con lo que estás viviendo, te liberará de esa emoción«, afirma.
No hay que seguir instrucciones, el único requisito es fluir. «Simplemente hay que dejar mover el cuerpo sin ninguna pauta, como te dé la gana y, si quieres, estar sentado o tirado en la playa o lo que quieras», declara Lucía, quien asegura que esta forma de bailar al aire libre aporta muchos beneficios, a nivel físico, ya que las sesiones duran una hora y media, y emocional. «Al final de la sesión siempre son caras felices, radiantes. Mejora la autoestima y también te cargas de energía. Puede ser que llegues cansadísimo y de repente te das cuenta que has estado una hora y media sin parar de saltar y ya no estás cansado«, explica.
La idea cada vez cala más. Ya son más de 400 personas en el grupo de Whatsapp por el que se gestionan las sesiones y en Instagram cuentan con casi 2.000 seguidores en poco más de un año. Sin embargo, las miradas cargadas de prejuicios suelen ser todavía habituales al ser una propuesta totalmente desconocida en la zona. Por eso, los que la practican han de hacer el ejercicio de aislarse del 'qué dirán'. «Al ser un entorno natural, te confronta con muchos prejuicios. Estás en la playa, donde normalmente hay otras personas, y tienes que atravesar ese propio juicio de 'me están mirando', 'me estarán juzgando'... para darte cuenta que cada uno va a lo suyo».
La monitora de baile asegura que es empezar a sonar la música y abstraerse de todo. «Cuando tú estás con los cascos puestos y entras en la música, no te das cuenta. Puede ser que al principio sí que, por supuesto, se te pasen esos pensamientos, pero llega un momento en el que tienes que elegir qué alimentar: si ese pensamiento de qué estarán pensando los demás de mí o a este momentos que estás viviendo que te está haciendo mover los pies y disfrutar«, propone Lucía, quien valora que es una »necesidad urgente« dejar de estar atentos a lo que los demás piensan y poner atención a lo que pensamos nosotros.
Una alternativa a la noche
Muchas personas que pasean por la orilla y se topan con una de las sesiones de baile, que se celebran tanto en La Barrosa como en la playa de La Fontanilla, quedan sorprendidas y sienten curiosidad por probar. «En todas las sesiones se acerca gente a preguntar y, como siempre llevamos cascos de más, les invitamos a probar». Sin ir más lejos, Lucía fue una de esas personas. En octubre, paseaba por la playa con sus hijas y vio a un grupo de personas bailar. En ese momento, no dudó en ponerse en contacto con Anna Orlinski, la fundadora de Silent Dance, quien comenzó con el proyecto en el verano de 2023 de manera esporádica, pero no fue hasta un año después cuando empezó a organizar las sesiones dos veces por semana.
Anna es alemana y lleva siete años en Conil. «Me encanta la música electrónica, pero desgraciadamente no hay mucha en Cádiz, y no siempre tengo ganas de salir por la noche. Al final, este proyecto es la mejor forma de hacer realidad mis deseos: bailar con gente genial y con buena música al aire libre«, afirma. Silent Dance nace también como una alternativa al ocio nocturno, una oportunidad para aquellos que aman la música electrónica pero que se inclinan por la vida diurna. »Hay personas que no les gusta salir de noche, que prefieren dormir pero que les encanta la música electrónica«, declara Lucía.
«Tenemos las playas más lindas. ¿Qué podría ser más hermoso que bailar descalzo en la arena con el poniéndose frente a ti?«, se pregunta Anna. Ella ha sido la responsable de traer a Cádiz una forma de entender el baile que antes no se había visto en la zona. »Esto lo trajo Anna, por Europa se ve mucho y por Estados Unidos también«, concluye Lucía.
Cada vez son más las personas que deciden ponerse los auriculares, quitarse los zapatos, aparcar los complejos y dejarse llevar por aquellos lugares donde la música decida llevarte. Y en La Barrosa, la catarsis siempre es más fácil de alcanzar.