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El alga asiática «no deja vivir» a los pescadores de Conil: «Es la ruina para el pescador»
El «miedo» a llenar hasta arriba el barco de algas invasoras provoca que más de la mitad de la flota artesanal del puerto de Conil no salga a faenar
La lonja de Conil ha dejado de facturar 1,5 millones de euros respecto al año anterior, según OPP72.
Los pescadores se sienten «abandonados» por parte de las administraciones
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El puerto de Conil amanece encapotado. Nada más poner un pie en él, se percibe un ambiente enrarecido, denso, y, a medida que se avanza, el olor a café que se escapa del bar 'El Pastor' es opacado por otro más intenso. Las nubes parecen echarle un cable a tres pescadores que limpian sus redes. «Hoy no hemos podido salir a faenar. Todo esto es de ayer y hay que prepararlo todo», lamentan. Una y otra vez, las pasan por un cepillo hasta que se desprenden a duras penas. Y mañana otra vez. Y otra vez. Los pescadores artesanales de Conil viven el día de la marmota desde 2016, un año después de que se detectará por primera vez el alga invasora (Rugulopteryx okamurae) en Ceuta.
La desesperación se ha transformado en el aburrimiento y el hastío de quien está «abandonado» y ha aceptado que nadie vendrá en su búsqueda. Las caras y los gestos corporales reflejan un cansancio que traspasa lo físico. Ese organismo que conquista sus redes de pesca, al que ellos llaman alijo, los amedrenta y apaga. Daniel Burgos se pregunta con sus compañeros a dónde van a fondear la red esta noche. Y como él, el resto de la flota de la Organización de productores Pesqueros Artesanales Lonja de Conil. «Si salimos esta noche, ¿adónde vamos? Porque en esta fecha está todo enterrado en alijo. Yo no sé si cortarme las venas o dejármelas largas. Es una impotencia… Todos esos barcos que hay ahí no han salido por aburrimiento y por miedo a hacer un cargo de alijo; y los que lo han hecho traen la pesca que cabe en un cubo». Anoche, tan solo 23 de los 55 barcos que forman la flota artesanal de Conil decidieron salir a faenar a pesar de un «miedo» que aumenta en primavera y verano, cuando la expansión del chapapote vegetal crece debido a la luz y las altas temperaturas.
Los barcos llegan a cuentagotas al puerto de Conil. La imagen choca con la que debería ser en plena temporada alta. En verano, el pescado se paga bien y un capazo «te hace el jornal»; pero el riesgo es enorme. Levantar las redes y que estén cargadas de kilos y kilos de algas puede ser fatídico. «Un día te dejas dos tendidos de red en la mar y son dos mil euros que te dejas ahí. Entonces, dices: he trabajado un mes entero solo para reponer lo que he perdido», lamenta Daniel Burgos. Por eso, dentro de las mínimas posibilidades que tienen, intentan sortear ese chapapote vegetal como pueden; pero como ellos, el resto de barcos. «Donde hay menos, más tirando a poniente, van todos los barcos; y ahí no hay quien coja un pescado. El alga no nos deja vivir», comenta José Carlos, otro pescador que también ha decidido quedarse en el muelle y no salir a faenar «por miedo a destrozarlo todo». Los pocos caladeros disponibles están ocupados por un «sobreesfuerzo pesquero» entre la flota de Barbate y de Conil.
Han terminado de limpiar las redes. En el suelo, kilos y kilos de alga asiática, que vuelve a ser vertida al mar. «Hemos pedido un contenedor para depositar estos residuos tanto al Ayuntamiento de Conil como a la Agencia Pública del Puerto de Conil y no hemos tenido respuesta. Desde el ayuntamiento tan solo nos han facilitado un número de teléfono de una empresa dedicada a la recogida de residuos; pero, ¿encima que tenemos este problema también nos van a hacer pagar estos contenedores?», se pregunta Manuela Leal, presidenta de la Organización de Productores Pesqueros Artesanales (OPP72) y también pescadora. La desesperación es máxima. Ella vive con un pie en cada orilla. Uno en la isla de las administraciones y otro en la de los pescadores. Y no se sabe cuál es más deprimente. «Vivo el problema día a día y el abandono que sentimos es… ya no sabe una para dónde tirar. Es muy agobiante». El problema del alga asiática y el desamparo que sienten por parte de las administraciones ha provocado la pérdida de 12 barcos en los últimos diez años. «No tenemos futuro y es normal que no haya relevo generacional si no lo hay», lamenta conmocionada. La lonja de Conil ha dejado de facturar 1,5 millones de euros respecto al año anterior, según OPP72.
Poca ayuda para un grave problema
«Poco pescado y mucha mierda». Ese es el resumen de cómo ha ido la noche. Vierten la aguanieve en las espuertas donde esperan los pescados a ser subastados en la lonja y se marchan a limpiar las redes. Ante un problema de tal magnitud que afecta también a otros sectores, la solución es compleja. «Las especies invasoras son muy complicadas. La solución es amoldarse: muchas veces las especies invasoras después de un tiempo y de una explosión de crecimiento y desarrollo, se nivelan y se amoldan al hábitat; pero hay ocasiones en que esto lo invade todo y puede que esté aquí para quedarse«, explicó Iván Franco, doctor por la Universidad de Vigo e investigador del grupo de Estructura y Dinámica de Ecosistemas Acuáticos de la UCA, a LA VOZ DE CÁDIZ. Pero, mientras tanto, la pesca artesanal de Conil necesita «ayuda».
Desde OPP72 plantean recibir un pellizco de la cuota de pesca del atún rojo. «No pretendemos quitársela a alguien que la tiene, sino que esa subida de la cuota se reparta equitativamente entre las flotas artesanales que peor lo están pasando», defiende Nicolás Fernández, gerente de OPP72. De esta manera, en los meses donde el alga lo ocupa todo, podrían dedicarse a la pesca de atún rojo y así dejarían descansar «el poco caladero que les queda». Según OPP72, han recibido «varias ayudas económicas para luchar contra los efectos del alga por parte de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Agua, Pesca y Desarrollo Rural». Sin embargo, lamentan no haber recibido «nada de ayuda» por parte del Ministerio de Pesca.
Los pescadores del puerto de Conil viven en el Día de la Marmota. Salen a trabajar con la incertidumbre de que esta noche pueden ser ellos los que traigan el barco hasta arriba de algas, con todas las consecuencias económicas que eso significa. El desgaste físico y mental se hace insoportable y las fuerzas para luchar contra lo que «ha sido la ruina para el pescador y la salvación para el pescado» cada vez son menos. Pero, sin duda, es el sentimiento de «abandono» por parte de los dirigentes políticos lo que agranda la herida.
Los posibles usos del chapapote vegetal
Son kilos y kilos de algas las que recogen los pescadores del puerto de Conil cada vez que levantan sus redes; pero la falta de un depósito al que verterlas hace que no tengan otra opción que devolverlas otra vez al lugar de donde vinieron. Al igual que en el sector pesquero, el problema del alga invasora también causa estragos. Las playas más cercanas al Estrecho de Gibraltar son las más damnificadas por la presencia de los cúmulos del chapapote vegetal; sin embargo, este verano, han vuelto a repetirse imágenes de la orilla de la playa de La Caleta cubierta por este organismo, que, aunque no sea tóxica para los humanos, imposibilita el baño y pone en jaque a las administraciones, que trabajan contrarreloj para retirarlas y mejorar el aspecto de cara al turismo. A pesar de que el asentamiento del alga asiática crezca cada año, «todavía no tiene unos niveles preocupantes en cuanto a desplazamiento de la fauna y flora local».
El Puerto de Santa María ha movido ficha para transformar todos los kilos de alga. Desde el inicio de la temporada de verano, los servicios de limpieza han retirado un total de 200 metros cúbicos de alga, que se va a transformar en compostaje para recuperar los espacios naturales del municipio que lo necesiten.
Desde los inicios de la invasión del alga en Cádiz, que se cree que sucedió mediante el agua de lastre de los barcos de mercancías procedentes de Asia, los expertos han estudiado posibles usos. Además del compost, el biocombustible y la posibilidad de que el erizo de mar se alimente de ellas también están en proceso de estudio. «Varios grupos de investigación dicen que el erizo se las puede comer, pero en otro se ha dicho que el alga es tóxica para el erizo y resulta dañado«, afirmó Juan José Vergara, catedrático de la UCA, quien aseguró que »el control biológico por consumo es difícil en esta especie porque tiene cierta toxicidad».
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