Solidaridad

Paz y Bien, treinta años «cosechando» personas en Alcalá de Guadaíra

Hace tres décadas abrió su granja de San Buenaventura, hoy tiene nueve centros en la localidad

El sacerdote Rafael Pozo impulsa una enorme obra social que no deja de crecer A. M.

ALBERTO MALLADO

Un trozo de tierra junto a los pinos de Oromana, el abono de muchas horas de trabajo, riego de ilusión y una máxima: la discapacidad se queda en la puerta y entra la parte sana. El resultado es «una cosecha de personas», en palabras del fundador de Paz y Bien, Rafael Pozo, que hace ahora treinta años llegó a Alcalá para dar forma a un proyecto distinto en el ámbito de la atención a las personas con discapacidad. Empezaron con la finca San Buenaventura, hoy tienen ocho centros más.

El ímpetu del sacerdote Rafael Pozo y su capacidad para articular alrededor de él a colaboradores, administraciones, empresas y voluntades en tres décadas es capaz de levantar una obra monumental. Quien lo conoce lo sabe. Es lo que ha hecho desde que llegó a Alcalá. Cogió una finca que era un baldío y la convirtió en una granja modélica. Eso ya hubiera sido mucho, pero no era nada, porque ha sido el medio para dar una vida de dignidad y felicidad a un colectivo, que hace 30 años tenía una consideración social y una atención muy distinta a la de ahora . A Rafael Pozo todo se le queda chico, así que sólo en Alcalá fundó más centros. Todo mientras la obra de Paz y Bien también crecía en Santiponce, en Osuna, en Huelva y hasta saltaba al extranjero, a Guatemala con un proyecto que se ha convertido en aquel país en modelo de desarrollo.

La llegada a Alcalá se gestó en Hamburgo, Alemania. Allí en 1986 se celebraba un congreso sobre discapacidad. La gente de Paz y Bien eran de los pocos españoles. Cuando intervino el secretario de Estado, Rafael Pozo dijo en voz alta, «menos mal que se oye algo de español». Pasó el día con el secretario de Estado contándole sus ideas. Al volver a España le llamaron del ministerio que si quería una finca en Alcalá de Guadaíra. Era una donación de la empresaria María Luisa de Velasco. Cien mil metros cuadrados no demasiado buenos para sembrar. Demasiado albero. Lo cambiaron por tierra buena. Más de 800 camiones, que sirvieron para las obras de la calle Torneo de Sevilla, previas a la Expo. Un año después ya estaba en marcha la primera Casa de Oficio para jóvenes con discapacidad intelectual.

Luego un crecimiento constante, hasta llegar a la actualidad: un centro de día, un centro ocupacional, la residencia Oromana, un centro de protección a la infancia, una empresa de servicios accesibles y la granja escuela San Buenaventura por la que pasan todos los años 6.000 niños en un modelo de integración que da lugar a momentos muy especiales. En estos años han formado en escuelas taller a cientos de personas. Atienden a más de 200 personas diarias y en las instalaciones de Alcalá, dan trabajo a 146 personas. Han dado enseñanza, empleo, dignidad y sobre todo «felicidad que es de lo que realmente trata todo esto», afirma Rafael Pozo. Un resultado que tiene un test cada mañana en las caras de las personas que aquí trabajan, aprenden  y disfrutan. Lo expresa uno de los padres de los chicos atendidos en Alcalá, «el día que se levanta y no va a trabajar, está triste».

Paz y Bien no se achanta ante los nuevos retos y las nuevas necesidades que surgen en la atención a personas dependientes y en las nuevas demandas sociales y fruto de ello es la creación de otros centros en Alcalá: una residencia para grandes dependientes, un centro de día, atención a menores en situación de desamparo, una casa para personas con discapacidad intelectual y trastornos de conducta y centros para menores tutelados.

Y lo que viene en camino. Una experiencia europea  para abordar el comportamiento delictivo de las personas con discapacidad intelectual o una aplicación en la que quedarán recogidos todos los datos de estas personas, su historial o tratamientos que necesita y que servirá para mejorar su atención en caso de hospitalización por ejemplo. Nuevos caminos en los que «acompañar a la gente para que pueda elegir» afirma Rafael Pozo. Los retos son nuevos, pero los principios siguen siendo válidos. «Nuestros enemigos son la lástima, la limosna y la compasión»; «lo básico para que todo sea posible es creer en la persona», en palabras del sacerdote que fundó la monumental obra social que es hoy Paz y Bien.

Momento para la celebración

Los 30 años de la entidad en la ciudad contarán con un programa de actos en el que se incluye un acto central en el Teatro Gutiérrez de Alba, donde se entregarán distinciones y reconocimientos, la muestra de Arte «Di Capacidad» en la Casa de la Cultura, un partido de fútbol del CD Alcalá dedicado a Paz y Bien, la actuación del grupo de danza de Paz Bien en el ciclo de danza de Alcalá o la recuperación de la carrera de San Silvestre el 31 de diciembre.

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