Patrimonio

Luces y sombras diez años después de la cesión del Castillo de Alcalá de Guadaíra

Desde entonces ha mejorado su situación sin llegar a ser el referente cultural y turístico que se planteó

El Castillo de Alcalá es una de las fortalezas más grandes de Andalucía A.M.

A. MALLADO

Se han cumplido diez años de la cesión del Castillo a Alcalá. Aunque resulte extraño hasta entonces, la fortaleza en la que tuvo su origen la ciudad y que es uno de sus símbolos, pertenecía a la ciudad de Sevilla. El acuerdo ratificado entonces entre los alcaldes de ambas localidades abrió una etapa de recuperación para la fortaleza, aunque aún incompleta.

Hace diez años la propiedad del Castillo de Alcalá era la misma que se estableció en su Reconquista, en 1246. La ciudad de Sevilla, durante siglos quiso mantener su propiedad al ser una pieza fundamental en la defensa de la capital. Pero pasado el tiempo se había convertido en un anacronismo cuya resolución ninguna administración había afrontado. Antes de la cesión definitiva de la propiedad, el Ayuntamiento de Sevilla concedió la gestión del Castillo a Alcalá, lo que ya permitió una mejora en su mantenimiento y el inicio de obras de restauración. Hace diez años los alcaldes de Sevilla, Sánchez Monteseirín y Alcalá, Gutiérrez Limones, organizaron un acto formal de cesión que se visualizó con la firma de un acuerdo en la Torre Mocha del Castillo que fue la primera sede del cabildo alcalareño.

Entonces, la administración alcalareña anunció un gran proyecto para que «los alcalareños conquisten el Castillo». Se habló de crear un parque temático de actividades culturales y sociales. Un espacio que sirviera tanto para atraer turistas como para vertebrar la vida social de Alcalá. Si bien esa imagen global no se ha logrado, la situación del Castillo es bien distinta a la de hace diez años.

En materia de restauración se ha abordado buena parte de los elementos de la enorme fortaleza, que es más bien todo un alcor fortificado. Se ha recuperado de esta manera la muralla norte, varias torres de los Patios de la Sima y de los Silos, la puerta de acceso al recinto fortificado, el arco de San Miguel, los baños árabes que aparecieron en una excavación o los restos mudéjares del palacio del Marqués de Cádiz. Pero aún queda mucho por restaurar, como la torre Entrepatios aquejada de un derrumbe parcial hace dos años, o todo el entorno de la Torre Mocha . Mientras, el vandalismo, uno de los grandes problemas de la fortaleza, no cesa y los destrozos han obligado a rehacer parte de lo ya estaba acabado, como la creación de acceso. Un vandalismo que ha llegado a un punto que hasta ahora se suele respetar en otros lugares como son los grafitis sobre las torres y murallas.

En materia de adecuación al turismo se abrió un centro de interpretación en el antiguo depósito del agua, que no obstante abre con un horario muy limitado. No existe señalización turística, ni guías permanentes, ni siquiera aseos o una fuente de agua. Tampoco ningún servicio añadido. No puede comprarse ni siquiera un refresco. Su uso como elemento de dinamización cultural tampoco ha logrado el objetivo. En este tiempo, el Castillo dejó de ser la sede del Festival Flamenco Joaquín el de la Paula. Tampoco volvieron los festivales de verano que convertían el Castillo en escenario de artistas de primera fila en diversas disciplinas de las artes escénicas. Desaparecieron del mismo modo los mercadillos medievales que se celebraban y que registraron una buena afluencia de público. No obstante en verano se han realizado algunas iniciativas interesantes como las representaciones teatrales de pequeño formato en la Torre Mocha o un cine de verano.

El Castillo de Alcalá no puede entenderse sin su entorno, el barrio de San Miguel. Aquí de nuevo hay luces y sombras. El maná de fondos europeos del Plan Urban ha permitido realizar muchas obras de urbanización y arreglo de las calles. Pero no ha alcanzado a la totalidad del entorno. La zona más emblemática, la cuesta de Santa María, permanece en el total abandono. Varios edificios de gran interés patrimonial y de propiedad municipal están abandonados. Es el caso del palacete de la Casa Ibarra, que ha sufrido varios incendios y donde apareció una persona muerta o de Villa San José. En las faldas que dan al río Guadaíra continúan los vertidos que convierten algunos de sus tramos en un vertedero. 

El extremo opuesto es la recuperación de la iglesia de San Miguel, un antiguo templo que conserva algunos elementos mudéjares, que se ha recuperado como centro para actividades escénicas, sociales y culturales. Ahora una empresa se encargará de ponerlo en uso y darle contenido. Está llamado a ser un gran espacio dinamizador de la cultura de todo el entorno y la puerta de entrada de la visita al Castillo.

Con motivo de la cesión se han programado dos exposiciones que podrán verse hasta el 14 de mayo: «El Castillo de Alcalá de Guadaíra: diez años de la cesión» y «Fortaleza, imagen y símbolo».

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