LABORAL

La agricultura gaditana se queda sin herederos

Las organizaciones agrarias necesitan en la provincia 6.000 jóvenes autónomos en el régimen agrícola para garantizar el relevo generacional del sector

«Mis dos hijas no tienen intención de seguir los pasos de su padre»

LA VOZ

JAVIER RODRÍGUEZ

CÁDIZ

La agricultura y la pesca no tienen herederos en Cádiz. Los más jóvenes prefieren buscar otra forma de ganarse la vida y no seguir con la tradición familiar. Demasiado riesgo, muchas horas de incertidumbre y poco dinero. Las organizaciones agrarias estiman que hacen falta en la provincia 6.000 jóvenes autónomos en el régimen agrario para garantizar la viabilidad del sector. En 2022 se inscribieron 120 para explotar suelo agrícola en Cádiz y en 2023 la cifra es de 60. La edad media de los agricultores gaditanos supera los 55 años.

Lo sabe bien José Miguel López que junto con su padre y su hermano explotan 60 hectáreas de terreno que se reparte entre las pedanías y barriadas jerezanas de Torrecera, La Barca, José Antonio de Majarramaque y Azuara. En ellas plantan algodón, tomates, calabazas, pimientos y coles. Sin embargo, sus dos hijas no tienen intención de seguir los pasos de sus padre. «Los precios y la PAC nos han dado la puntilla». José Miguel señala que una familia podía vivir antes con la explotación de 5 ó 6 hectáreas, «pero ahora como mínimo necesita 30». El precio de los productos fitosanitarios y el embalaje se ha multiplicado y cada vez es más dura la competencia de países como Marruecos, «con una mano de obra más barata y, sobre todo, con una legislación distinta a la nuestra en materia fitosanitaria».

No es el único que piensa que el futuro agrícola de Cádiz está en entredicho. Manuel Bastida tiene un terreno en la campiña de Jerez en el que se ha dejado el lomo y las manos durante décadas. Ahora, ya jubilado, mira al cielo y ve como llueve en junio. Reconoce que durante años se ha pasado la vida con la mirada clavada entre el cielo y los surcos de su huerta. Ahora, sigue en el tajo por afición y con menos quebraderos de cabeza. Sus hijos son «urbanitas» a los que el campo les viene grande y lejos. Señala que salarios, costes, precios y riesgo son las palabras más repetidas por un agricultor.

La provincia de Cádiz cuenta con 10.434 explotaciones agrarias. Se trata del número más bajo de las ocho provincias de Andalucía, donde Jaén lidera el ránking con 77.632. Lo mismo ocurre con el suelo de cultivo; la provincia cuenta con 565.352 hectáreas destinadas al sector primario. Sin embargo, esta actividad lleva una década bajo mínimos y en continua decadencia. La inflación, la sequía, la ausencia de ayudas directas y la competencia que ejercen otros países con el beneplácito de Europa han puesto a la agricultura y a la ganadería local en la antesala de la extinción.

 

La subida de los costes de explotación, la competencia exterior y los precios bajos en origen provocan el desapego laboral

 

 

El presidente en Cádiz de ASAJA, Pedro Gallardo, ha destacado que 2022 fue un año muy complicado para el sector, marcado por las incertidumbres de las ayudas de la Política Agraria Comunitaria (PAC), «un año marcado por una agenda ambientalista impulsada por la propia Comisión Europea, un año que se ha caracterizado por una elevada volatilidad de los mercados, por el desproporcionado incremento de los costes de producción y por una inflación descontrolada, así como una mayor burocracia que penaliza la mayoría de las explotaciones y para colmo una gran sequía que ha diezmado las producciones agrícolas y los pastos». En cuanto a la PAC, Gallardo recuerda dos cuestiones fundamentales; por un lado el recorte en las ayudas ya que la provincia de Cádiz va a perder unos 120 millones de euros entre 2023-2027, cifra que en muchas de las explotaciones será de más del 25% o 30%.

La competencia de Marruecos

La cooperativa agrícola Las Virtudes de Conil se encuentra ahora en plena campaña de tomates y patatas. Se trata de unos de los centros agrícolas más importantes de la provincia con un movimiento de 300.000 toneladas al día en momentos de máxima producción. Bartolomé Ramírez, su presidente, destaca que la entrada de mercancía de Marruecos supone un revés para la producción española y «es necesario, por tanto, que las autoridades europeas controlen de una forma más directa y severa la colocación en el mercado español de productos agrícolas procedentes de Sudamérica y del norte de África». Este comercio internacional afecta de forma negativa a Cádiz, que cuenta con una producción que recoge toda la oferta del sector agroalimentatrio. Ramírez insiste en que uno de los problemas que sufre el sector radica en los precios de origen, «son como un yo-yo, suben y bajan».

Esta misma opinión la comparte José Luis Ibáñez, de la organización agraria COAG, y asegura que los precios bajos y la dureza que entraña el campo han llevado al sector a una crisis generacional. Falta mano de obra que siga adelante con los cultivos. Aclara, no obstante, que las hectáreas de cultivo se mantienen, pero no la actividad.

Ante esta situación surgen iniciativas como la promovida por la Diputación y ASAJA que han lanzado un proyecto para facilitar el relevo generacional en la ganadería extensiva de la Sierra de Cádiz. Con esta iniciativa, ambas entidades buscan contribuir al mantenimiento de esta actividad económica tradicional, implicada, por un lado, en el asentamiento de las poblaciones rurales y por otro, en la conservación de las razas y los hábitats en los que se desarrollan. La ganadería extensiva se presenta, además, como una opción laboral para los jóvenes de la provincia, hacia quienes se enfoca buena parte de las acciones previstas.

El proyecto impulsado por el Área de Transición Ecológica y Desarrollo Urbano Sostenible de la Diputación, a través del Servicio de Desarrollo Rural, y ASAJA contempla otras actuaciones para fomentar y difundir esta actividad económica entre la juventud de la provincia, mediante la organización de salidas al campo, la promoción de los productos procedentes de la ganadería extensiva desde el punto de vista gastronómico, un concurso de cocina, el desarrollo de una página web específica y campañas informativas, entre otras.

 

La edad media de los trabajadores del campo gaditano es de 55 años y el oficio ha dejado de ser una tradición familiar

 

 

De esta forma, se pretende despertar el interés de la juventud hacia la actividad ganadera extensiva, acercarla al medio rural y fijar la población al territorio, sobre todo en la zona de la Sierra, una de las comarcas gaditanas donde la falta de relevo generacional en el sector es más preocupante. Es por eso por lo que la iniciativa presta especial atención en difundir la producción de la oveja merina y la cabra payoya, las dos razas autóctonas predominantes en la comarca serrana, así como sus valores socioeconómicos y su función en la conservación del paisaje y el medioambiente.

De espaldas al sector

El presidente de ASAJA Cádiz, Pedro Gallardo, es consciente de que la mano de obra joven en el campo gaditano va a menos. A nivel nacional se tramitaron el pasado año 620.000 expedientes frente al millón de 2008. En quince años se ha reducido en 120.000 personas. Gallardo destaca que la entrada de productos extranjeros ha destrozado al sector. Es el caso de la leche, «que viene de Francia y Portugal, o de la carne, que ahora se trae de Sudamérica o el cordero que viene de Australia y Nueva Zelanda». El responsable de ASAJA en Cádiz lamenta que Europa haya apostado todas sus cartas por la industria sin atender a la actividad agrícola. En su opinión, «resulta muy complicado mantener el cultivo y más aún que sea rentable». Las organizaciones agrarias señalan que esta alineación de factores es lo que ha provocado el desapego de la juventud hacia un sector clave de la economía y de la cadena de alimentación como son la agricultura y la pesca.

Uno de los primeros en dar la voz de alarma sobre la crisis generacional del sector de la agricultura fue la Asociación de Profesionales para los Retos del Tercer Milenio (Apytermi), un colectivo activo desde hace años en la comarca de la Costa Noroeste, que en 2020 realizó un estudio sobre las dificultades para encontrar mano de obra en la agricultura gaditana. El análisis concluyó, por un lado, que «se trata de un sector clave para el desarrollo económico de la Costa Noroeste que no termina de captar el interés de los jóvenes como oportunidad de desarrollo económico y social». «En la actualidad es un sector ignorado particularmente en poblaciones como Rota y Trebujena, donde prácticamente ha desaparecido», explicaba Apytermi del informe señalando que «la población agraria media en Rota está en 70 años, y en Trebujena se entiende como una actividad de ocio o de segunda actividad sin que se haya producido un relevo generacional».

En el lado positivo, el estudio destaca «las excelentes condiciones climáticas y virtudes de las tierras para dedicarlas al cultivo». «Pese a ello, no se está llevando a cabo, en la mayoría de los casos, una modernización ni de las infraestructuras que permitan una producción más intensiva y de calidad, ni de las propias técnicas de cultivo que se adecúen a las acciones y reformas legislativas que se están intentando implantar desde la Unión Europea y que afectarán directamente a la Política Agraria Común (PAC)», indica la asociación apuntando que «las subvenciones, lejos de contribuir al desarrollo agrario, no impulsan de manera eficiente el crecimiento económico de las que se sustenta la mayoría de los productores».

En cuanto a las ayudas, añade que en la Costa Noroeste «generalmente se aplican para tratar de reconducir desde el punto de vista económico aquellos productos que suelen tener una baja rentabilidad en el mercado, como el trigo o el algodón». «Con ello no se consigue ningún tipo de innovación para los cultivos ya existentes, ni se fomenta mediante ayudas económicas la apuesta por otros tipos de productos que puedan tener una mayor salida y márgenes en el mercado tanto en el presente como a medio o largo plazo, adecuándose a la demanda real del sector, como los productos hortofrutícolas ya establecidos en Sanlúcar y Chipiona», explica. Por municipios, el análisis señala a Sanlúcar como la población líder de la comarca en materia agraria, seguida de Chipiona, donde la flor cortada juega un papel importante y comienzan a asentarse empresas de otros puntos de la geografía nacional, lo que supone una dificultad para que la rentabilidad económica repercuta en nuestras localidades.

Sobre Rota indica, entre otras cosas, que «las tierras están siendo alquiladas y sobreexplotadas, al ser más baratas que las de Sanlúcar» y, en relación a Trebujena, que carece de «empresas dedicadas a la agricultura, salvo en el sector vitivinícola, lastrado en su desarrollo por la falta de un sistema de riego agrario».

La Junta, en los dos últimos años, ha adelantado el 70% de las ayudas de la PAC para combatir la sequía y 750 millones a interés cero para los agricultores y financiar sus explotaciones. También se ha puesto 82 millones de euros para el relevo generacional.

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