REPORTAJE
Los agentes de Científica de Cádiz, cuando las llamas hablan sobre un posible crimen
Los policías de la Unidad de Científica se encargan además de recoger pruebas y analizarlas, resolver cualquier sospecha que pueda surgir tras un incendio
Expertos en analizar cualquier indicio, han logrado destapar a los autores de fuegos que fueron intencionados
Imagen del grave incendio provocado en el hospital Puerta del Mar de Cádiz.
Nunca se sabe. Esa podría ser la principal premisa con la que trabajan en la Policía Científica. La labor de estos agentes de la Policía Nacional es tratar de unir puzles. Tratar de dar respuesta a todas esas preguntas que quedan en el aire, o incluso, a aquellas que pueden tener una resolución más clara pero que siempre, siempre, hay que probar. Ellos se encargan de la investigación más técnica, de la recogida de pruebas en cualquier escenario donde se produzca el hecho en cuestión. Sea un crimen o también un incendio, una explosión, el análisis de un arma, el cruce y la compatibilidad de huellas, ADN, y otras muchas tareas que sirven de apoyo clave para todas las investigaciones que llevan sus compañeros de otras unidades.
«Aquí nada se da por sentado», cuenta el inspector jefe de la Brigada de la Policía Científica de Cádiz. «Es un trabajo extremadamente minucioso, si no hay nada... no hay, pero tenemos que comprobarlo, asegurarnos, que no se escape ningún detalle porque si hay... la resolución puede estar en nuestra mano». A los de Científica se les conoce de forma más popular por ser esos policías que revisan cualquier escena de un crimen, de robos, que recogen huellas, sangre y posibles vestigios que puedan servir como prueba. Esa es la idea más 'cinematográfica' pero su trabajo es muchísimo más amplio.
Y así ocurre por ejemplo con los incendios. Esta unidad también se encarga de revisar cada uno de los siniestros que pueden ser sospechosos o donde ha habido víctimas, contando también con la colaboración y el apoyo de los bomberos. Revisan cada pista que les pueda llevar al origen de ese suceso, a si ha sido intencionado, accidental, o si detrás de esas llamas que han podido tener un resultado mortal había algún tipo de plan establecido. «Cuando hay un incendio y no está del todo claro su origen y además se ha puesto en peligro la vida de otras personas, comenzamos con la investigación».
No es nada fácil. El fuego lo devora todo pero Científica intenta llegar siempre hasta el final. «A veces tenemos que analizar esos espacios en varias ocasiones. No basta con una vez». Y así van hilando la posible historia de lo que ocurrió. Para ello se preparan en diversos conocimientos con cursos especializados y siguen además las indicaciones de Bomberos con los que trabajan mano a mano. Uno de los primeros objetivos es localizar el foco del incendio -lo que se conoce como el cono del fuego-. Para ello es importante por ejemplo mirar las paredes. Las manchas son también claves. El fuego no tizna, quema, pero sí el humo, por tanto, puede marcar ese recorrido.
Y, con paso detenido, van tomando muestras y se va encaminando la investigación. En este sentido si es accidental, por ejemplo provocado por un aparato eléctrico, «se ve más claramente». O si hay varios focos -varios espacios donde se ha prendido- puede ser provocado. «Vas cogiendo la experiencia necesaria y ya sabes lo que hay que buscar», relata el agente.
El incendio del hospital
Esa, y a muy grandes rasgos, podríamos decir que es la teoría. Luego viene la práctica y el resolver todos estos asuntos con los que se han ido encontrando.
Uno de ellos y de los más recordados por el impacto que tuvo fue el incendio que provocó un enfermo que estaba ingresado en el hospital Puerta del Mar y que originó una gran alarma debido a su elevada peligrosidad. Como se recordará, ocurrió en febrero de 2021 durante la pandemia cuando un enfermo de Covid prendió fuego en su habitación donde estaba ingresado con la intención de salir del centro hospitalario. Eran en torno a las siete de la tarde cuando comenzaron las llamas que se extendieron en pocos minutos y generaron una gran humareda.
Fue en la sexta planta y se desalojó de forma inmediata todo ese ala además de los pisos contiguos. Esta persona, que, al parecer, sufría períodos confusionales por una enfermedad de hígado que padecía, fue detenida por la Policía Nacional cuando intentaba escapar. Mientras, los pacientes fueron poco a poco y con mucho cuidado trasladados al noveno con ayuda de los sanitarios, «que actuaron de una forma ejemplar», y de los efectivos desplazados.
Aunque desde un primer momento ya se apuntó a la intencionalidad de ese fuego, había que probarlo. Fue entonces cuando los agentes tomaron muestras para esa determinación judicial. El gel hidroalcohólico, un mechero y el colchón carbonizado fueron algunas de las claves. También que la habitación de esa persona había sido el origen. «Estaba bastante claro». Los falsos techos del hospital -que posteriormente se corrigieron- favorecieron la propagación de las llamas y el humo. «Si no se llega a intervenir tan rápido hubiera sido una absoluta desgracia».
Esta persona, que quedó detenida, fallecía a los días posteriores a causa de un infarto. Sin embargo, su presunta autoría se podría haber justificado perfectamente en el juicio al que se hubiera tenido que enfrentar con todas estas pruebas recabadas.
Pero ese trabajo también da el resultado contrario. Es decir, que no haya ningún tipo de intencionalidad. Que el incendio haya sido accidental. Y también hay que comprobarlo. Y así ocurría recientemente en este mismo hospital cuando el pasado verano se declaraba otro fuego en el sótano. Según informaron desde el Consorcio al acabar la actuación, el incendio afectó a varias estanterías de los productos de farmacia del hospital, así como a las instalaciones del almacén, aunque no hubo daños personales ya que era una estancia de depósito.
Científica determinó que el fuego se había originado en un aparato electrónico y que las llamas fueron avivadas por los productos con alcohol que allí se guardaban, los desinfectantes y también otros elementos químicos como la pintura, ya que en esos días se estaba adecentando ese espacio. Por tanto se concluyó que con un solo foco y en esas circunstancias, sí había sido accidental.
Un crimen tras las llamas
Otro caso de gran calado y que ayudó a determinar la culpabilidad o la inocencia de una persona acusada de asesinato también se daba recientemente. Una vecina de San Fernando era detenida en el marco de la investigación de un posible crimen cuando se le acusó de haber matado a su tía, una anciana de 86 años, provocando un incendio en la casa donde esta mujer vivía. Hace unos meses se celebraba el juicio contra esta procesada y finalmente fue inculpada como la autora de ese crimen. En enero, el TSJA ratificaba la sentencia y le condenó a 22 años y 11 meses de cárcel a pesar que ella siempre negó que lo hubiera hecho.
Fue en septiembre de 2021 y lo que en un principio pareció un terrible y dramático incendio en la barriada Carlos III acabó con la vida de Paquita. A los días y vistas las pruebas obtenidas -en buena parte por la unidad de Científica- la Policía Nacional detenía a su presunta homicida, su sobrina. La acusada se encargaba supuestamente de cuidarla y hacerle compañía. Sin embargo, y según confirmó la investigación, llevaba tiempo robándole joyas y dinero. Cuando la víctima se dio cuenta y se lo reprendió fue cuando se produjo su muerte.
Tras los hechos los agentes inspeccionaron a fondo la vivienda y con el apoyo de Bomberos detectaron que el fuego se había originado en varios focos distintos, «en habitaciones separadas por una pared». En el caso de haber sido accidental, hubiera sido solo en uno, sin embargo quedó claro que había prendido en la habitación de la víctima en la cama, en un sofá de otra habitación, en una banqueta reposapiés, así como otra estancia en la parte inferior de la ventana.
Imagen de cómo quedó la habitación de la asesinada por su sobrina en San Fernando.
«La acusada prendió los fuegos de madrugada a sabiendas de que su tía estaba dormida y con la intención de que no se diera cuenta y no pudiera reaccionar a tiempo y salir de su casa», se expuso en la sentencia, que precisó que, a consecuencia del fuego provocado, este se propagó por la vivienda, al igual que «una densa humareda que le impidió ver con claridad la puerta de salida y salir». La acusada aprovechó la hora de madrugada a la que acudió al domicilio de su tía puesto que a esa hora dormía, por lo que la víctima «no esperaba ni preveía el ataque y no pudo ejercer defensa eficaz alguna».
Otra de las pruebas determinantes fue la aportada por un testigo que aseguró haberla visto de madrugada en la casa. Un testimonio que fue reforzado por otra muestra de las recogidas en el escenario del crimen. La vieron con una botella, echando un acelerante. En este caso fue alcohol, vodka y así se pudo demostrar según los restos.
Y ha habido muchas más investigaciones. Como las desarrolladas para determinar autorías en otros fuegos como los que se han producido en diferentes casas okupas de la capital gaditana. Así ocurrió en una vivienda cercana a la Alameda donde recientemente se descubrió el origen en dos focos distintos y pudo arrancar las pesquisas acerca de otro fuego intencionado por diferencias entre los moradores. O también algún siniestro producido por venganza en la quema de vehículos.
Todos ellos asuntos que se presentan a estos agentes como un reto cada vez que se producen y a los que se enfrentan sin dar nada por hecho. «Nosotros no somos la justicia pero ayudamos a que se haga justicia aportando todas aquellas pruebas que sean necesarias».
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