El Picasso aprendiz que se convirtió en genio
Una muestra en el Círculo de Bellas Artes explora el diálogo entre el pintor y sus artistas referentes
Cuando Pablo Picasso visitó por primera vez el Museo del Prado con 13 años, contempló la obra de los grandes maestros españoles como Zurbarán, El Greco, Velázquez o Goya, entre otros. En su época de formación llegó a pasar ocho horas al día en el Prado copiando a los grandes maestros , y después, al instalarse en París, visitó con frecuencia museos como el Louvre donde descubrió, entre otros, a Courbet y Delacroix.
Este recorrido iniciático es el punto de partida conceptual de la exposición «Picasso y el Museo», realizada por el Círculo de Bellas Artes en colaboración con la Fundación Bancaja y que podrá visitarse en las Salas Goya y Picasso del CBA hasta el próximo 16 de mayo. Comisariada por Javier Molins , la muestra se divide en ocho apartados . En «El Museo del Prado: Velázquez y Goya» la principal protagonista es «Las Meninas», obra que no reinterpretó totalmente hasta los 75 años, más de sesenta después de haberlo contemplado por primera vez.
El segundo bloque explora su admiración por El Greco, que alcanzó su máxima expresión al contemplar una obra que le marcaría para siempre, «El entierro del Conde de Orgaz» . «El Museo del Trocadero y el arte primitivo» explica cómo Picasso bebió del arte ibero y africano, con el que entró en contacto a través de su amigo y artista André Derain. El Louvre, objeto del cuarto bloque, es otro de los grandes museos que sirvió a Picasso como fuente de inspiración . Entre los muchos artistas que Picasso descubrió allí, Delacroix es uno de los más importantes y, en concreto, su obra «Las mujeres de Argel».
Obsesiones
Rembrandt, objeto del quinto apartado, también obsesionó a Picasso. La presencia del pintor holandés aparece por pri-mera vez en la «Suite Vollard» y a partir de este momento se convierte en una constante en su obra, como en el caso de El Greco y Velázquez . Degas es otra de las constantes en la obra de Picasso y, más concretamente, en su obra gráfica. Una de esas primeras referencias aparece en «La planchadora (1901)», en la que se hace eco de la figura de la mujer trabajadora.
Jean-Auguste-Dominique Ingres con «El baño turco», y el particular acercamiento de Picasso a la obra de Rafael protagonizan los dos últimos bloques de esta exposición, que recala en el CBA tres años después de su paso por Valencia