Crítica

Merci, decoración y cocina

Abierto en el espacio de una antigua carbonería del siglo XIX, alterna elaboraciones tradicionales con concesiones a las modas actuales

Sala del restaurante Merci de Madrid Merci
Carlos Maribona

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La avalancha de aperturas registrada en Madrid a lo largo del año que termina ha sido abrumadora. Muchos de los nuevos establecimientos se orientan más hacia un modelo de restaurante en el que lo importante es la decoración, el ambiente y el tipo de clientela. Algunos otros apuestan de forma más decidida por lo puramente gastronómico. Y existe un tercer grupo que busca conjugar ambas fórmulas, o lo que es lo mismo, un espacio moderno y agradable, decorado con gusto y apto para todo tipo de públicos, en el que la cocina no sea algo secundario. En esta vía es donde pretende moverse Merci , abierto en el espacio de una antigua carbonería del siglo XIX.

Sus propietarios, que ya tienen otros establecimientos de cocina informal en la capital, han hecho un buen trabajo de rehabilitación, recuperando la fachada decimonónica de azulejos y manteniendo a la vista las vigas de madera y las columnas de fundición que caracterizaban a los edificios construidos en aquel tiempo en esta zona de Madrid. Un acertado juego decorativo entre tradición y modernidad en el que las paredes son de ladrillo blanco y las maderas en blanco y negro. El comedor, con aire de bistrot, presenta grandes ventanales a la calle, mesas espaciadas y vestidas con sus correspondientes manteles, algo que, por inhabitual, hay que reseñar en estos tiempos.

La carta, extensa, no sigue una línea definida. Podríamos hablar de una cocina de mercado, que se rige por productos de temporada pero con una mezcla de platos que busca contentar a un público amplio y variado. Así, se alternan elaboraciones tradicionales con concesiones a las modas actuales. En esos guiños a lo que ahora se lleva encontramos los nems, la burrata, el pulpo a la brasa, el tataki de atún, el tartar y el sashimi de salmón , o la hamburguesa. Sin embargo, lo que mejor funciona en Merci son los platos que podemos considerar tradicionales, empezando por unas buenas alcachofas (12,50), especialidad de la casa. Llama la atención encontrar en la carta coquinas (15), producto poco habitual fuera de los restaurantes andaluces o de pescado. Aquí las hacen ligeramente picantes.

Siguiendo la línea clásica, notable el steak tartar (19,50), buena carne, bien cortada y correctamente aliñada, aunque no se pregunta el punto deseado al cliente. Sin embargo las patatas fritas son congeladas, y se nota. De los guisos, correcto sin más el de verdinas con pato (17). La sorpresa llega con la presencia en la carta de un lenguado meunier (21), una elaboración de la alta cocina clásica francesa prácticamente desaparecida de las cartas de nuestros restaurantes. El pescado se sirve como mandan los cánones: bien frito, con su grasa y zumo de limón vertidos por encima. Es una pieza de calidad y está en su punto. Su guarnición también es la tradicional, judías verdes y patata cocida, aunque a la patata se le añade una ajada que no viene a cuento.

Postres caseros que elabora a diario una repostera de formación académica. De las tartas está francamente buena la tarta de limón con merengue (6). Bastante mejorable la carta de vinos, brevísima y sin interés, que tiene como parte positiva el hecho de que todos se sirven por copas.

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