Enso Sushi, sashimi mediterráneo
La obsesión de Antonio Bernal por la calidad del pescado hace que este sea el punto fuerte de este local madrileño

Antonio Bernal es un empresario exportador de pescado, principalmente de atún rojo, que además ha vivido unos años en Japón. De ambas experiencias surge su interés por abrir restaurantes japoneses en los que el pescado que tan bien conoce sea el principal protagonista. En 2009 ponía en marcha su primer Enso Sushi en La Manga del Mar Menor, al que siguieron luego otros locales en Murcia, Alicante o Campoamor. Hace unos meses dio el salto a Madrid, instalándose en el local que durante tantos años fue Nikkei 225, que llegó a ser un restaurante de referencia cuando tuvo al peruano Luis Arévalo al frente de la barra de sushi y a Lai Rueda como sumiller y director de sala. El espacio se mantiene sin apenas cambios en su decoración, con el comedor de amplios ventanales a la calle Fernando el Santo presidido por la gran barra tras la que trabaja el equipo de sushiman, dirigido por el cocinero chileno Patricio Alarcón . Al fondo hay otro comedor que se reserva para eventos.
La obsesión de Bernal por la calidad del pescado hace que este sea el punto fuerte de este Enso Sushi madrileño . Piezas notables que, además, son poco habituales en los restaurantes japoneses de Madrid ya que proceden de las costas levantinas, especialmente del Mar Menor. Así encontramos dentones, sargos, pargos, lubinas, doradas, caballas o salmonetes, además, claro está, de los atunes rojos de granjas marinas. Más algunos pescados de otras procedencias, desde corvinas hasta salmones o rodaballos. Todos se ultracongelan a 60 grados bajo cero y se descongelan con agua de mar para garantizar su calidad y frescura. Por ello es fácil deducir que lo mejor de este restaurante son los sashimis, los pescados cortados y servidos en crudo. Bien por piezas (entre 17 y 28 € seis cortes según el pescado elegido), bien en el tradicional «moriawase» (37), una selección del chef con 16 piezas surtidas. Alarcón y su equipo demuestran un buen dominio del cuchillo, con cortes impecables. Nos gusta especialmente el sashimi de mújol (19), un pescado nada habitual, que aquí se acompaña con sus huevas. Por el contrario, los niguiris resultan más flojos, sobre todo en lo que al arroz se refiere. Probamos el llamado Enso (9, dos piezas), con ventresca de atún y foie gras, una mezcla grasienta en exceso.
La ortodoxia japonesa se rompe en elaboraciones de fusión. Futomakis (entre 14 y 23) y uramakis (entre 17 y 24) en general bien resueltos, especialmente estos segundos. Hay también algunos platos calientes que se elaboran en el kamado, tradicional horno de leña nipón. Probamos unas vieiras (19) planas de sabor y un buen bacalao negro (28). En los postres, el origen chileno del chef se plasma en unas crepes de dulce de leche (7,50). Para un recorrido completo hay un buen menú a precio razonable (49 €, más 22 con vinos) e incluso uno ejecutivo para los mediodías (35). Carta y menús a precios contenidos si tenemos en cuenta la calidad del pescado. Mención especial para la bodega que maneja la sumiller búlgara Metodiyka Popova , quien ofrece acertadas combinaciones de jereces, champanes y sakes para acompañar a la comida.
Lo mejor: El sashimi.
Precio medio: 60 €. Menú degustación: 49 €.
Calificación: 7.
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