Estrellas sin Michelín
Club 31, legítima reivindicación de un nombre
La cocina clásica del restaurante de la calle de Alcalá renace con toda su riqueza en Jovellanos frente al Teatro de La Zarzuela
Hay circunstancias que merecen ser celebradas por todo aquel que disfrute de la buena mesa, del bien hacer y de la memoria de la gastronomía madrileña. Y el «Club 31» de la calle Jovellanos de Madrid reúne todas esas características. Pocas inauguraciones ha habido en el último año y medio que reúnan la exquisitez, la variedad de carta y el trato ejemplar por parte del personal que se da en este local que ha reivindicado el nombre del restaurante que regentó la familia Cortes en la calle de Alcalá, casi en la misma Puerta de Alcalá . Un nombre que quedó sin propietario y que ha sido retomado por Pilar Peña y Joaquín Castellanos para un restaurante con todos los ingredientes para deleitar.
Desaparecido el anterior « Club 31 », nada impide reivindicar sus manitas de cerdo, su tartar de atún rojo, su solomillo strogonoff , sus huevos o sus míticos callos que en este «31» redivivo llegan a la mesa mínimamente pegados a la cazuela y evocan memorias imperecederas. En el «Club 31» se ha puesto al frente de la cocina a José Antonio Asensi, que fue jefe de cocina en El Amparo, Gaztelupe, el Asador Guetaria, o el antiguo «Club 31» entre otros y como jefe de repostería Francisco Clavijo que desempeñó esa misma función 25 años en «Jockey», otro emblema de la cocina madrileña hoy también desaparecido.
El «Club 31» ofrece por 40 € un menú para almuerzos en el que escoger entre cuatro entrantes: ensaladilla con ventresca y langostinos, menestra de verduras, raviolis de changurro o el plato de cuchara del día; el plato principal se escoge entre una merluza de pincho, unos escalopines de solomillo con reducción de mostaza, unos callos «Club 31» o rabo de toro estofado al vino tinto y para el postre hay que escoger entre espuma de yogur y un hojaldre con crema de café y salsa inglesa . El precio incluye un vino de la casa.
Aún más atractivo es el menú de maridaje, que se ofrece por la noche. Tras los aperitivos llegan unos raviolis de changurro con un Naia 2015 de Rueda ; el plato principal es el Strogonoff al estilo «Club 31» con un rioja David Moreno Selección Familia 2012 y de postre la espuma de yogur. El precio son 45 €.
El día de nuestra visita optamos por probar unos deliciosos calamares a la sarten con cebolla dulce , tiernos y sabrosos. También una magnífica sopa de pescado para la que hubo que reclamar los croûtons que no llegaban. De entre los platos principales seleccionamos los escalopines de solomillo con reducción de mostaza antigua, una verdadera delicatessen y los ya mencionades y memorables callos «Club 31» . De entre los postres las dos selecciones fueron un éxito: la tarta (muy) fina de manzana y el Soufflé Grand Marnier, los cuales requieren una preparación de doce minutos.
La sala del nuevo «Club 31» es un éxito en sí misma: una iluminación casi perfecta, una música baja, no tanto como para no ser oída, que sería lo idóneo, pero al menos no molesta. Los manteles de hilo y las maderas del comedor ayudan a acallar el sonido de la sala, algo que evidentemente fue pensado al hacer el montaje del comedor. Y cómo se agradece en estos tiempos en que se piensa tan poco en cómo hacer de una sala un lugar agradable en el que poder conversar en torno a la comida sin necesidad de tener que gritar para hacerte oír y superar el estruendo que procede de otras mesas.
No es muy corriente ver reivindicar el nombre de un restaurante desaparecido hace poco tiempo. Pero el viejo «Club 31» ha renacido con toda su riqueza, hasta el punto de que no se echa en falta a su antecesor.