Alejandro Serrano: «Pensé que a nadie le iban a interesar estas canciones, pero era el miedo el que hablaba»
El músico albaceteño, trompetista de Dani Martín, M-Clan o Love of Lesbian, presenta su primer disco en solitario «¿Hay alguien ahí?» este miércoles en la sala El Sol
Ha puesto su trompeta al servicio de Dani Martín, M-Clan, Love of Lesbian y otros nombres ilustres del pop-rock nacional, pero ahora Alejandro Serrano se lanza al vacío con una carrera en solitario que, por calidad y actitud, debería permitirle volar alto en la escena musical nacional. Tras sus experiencias como líder de las bandas No Reply y DuMMie, este joven albaceteño canta y toca su instrumento fetiche al frente de un proyecto muy personal, a veces descarnadamente sincero, que presentará su debut «¿Hay alguien ahí?» presentará este miércoles 20 en la sala El Sol (22h).
Este proyecto parece haber nacido con una ética de trabajo como punto de partida, basado en la composición profunda, la grabación honesta y la actitud sin imposturas. ¿Me equivoco?
Como músico siempre he intentado dentro de mis posibilidades cuidar y respetar la música. Y con este disco en concreto, ser lo más honesto posible. Es el primer disco que lleva mi nombre como tal, aunque es mi cuarto como compositor: dos con No Reply y uno con DuMMie, así que tenía que disfrutar el proceso y sentirme yo. He tenido bastante tiempo para darle vueltas a las canciones, tanto en la composición como en la preproducción. En la grabación ya fue dejarse llevar y pasarlo bien. La actitud es la de intentar ser profesional siendo capaz de seguir emocionándome y ante todo ser buena gente.
¿Cómo fue el proceso emocional y musical que te llevó a moldear esta nueva apuesta?
Está siendo el proceso creativo más divertido en el que me he embarcado nunca. Gracias a los dos productores, Rubén García y Martín García, fui capaz de volver a tener ganas de grabar mis canciones. Ellos me arroparon y me animaron a hacer este disco. Después junté a algunos de los músicos que más me gustan de Madrid para grabar en él, y daba la casualidad que casi todos eran amigos íntimos, con lo cual he estado muy bien cuidado. Rubén y Martín han dado sentido a cada canción y al conjunto del disco. Tengo la sensación de que me han marcado un camino por el que tirar y yo ya estoy componiendo canciones para lo siguiente que haga.
Un disco como este se presta mucho a una grabación en directo tocando todos juntos, pero eso no siempre se puede hacer por diferentes motivos, y hay que hacerlo por pistas. ¿Cuál ha sido el método elegido y por qué?
Como empezamos a trabajar en la preproducción con Martín y Rubén antes que con la banda, fue algo muy natural que los músicos se fuesen sumando en el estudio a las maquetas que habíamos hecho antes. Así que fuimos grabando por partes, añadiendo cada instrumento hasta quedar lista cada canción. Pero también improvisamos varios de los grooves con Jaime Gutiérrez y Javier Geras (batería y bajo del disco), e íbamos tirando ideas cada día de estudio. Yo dejé libertad para que probásemos y nos confundiéramos si eso tenía que ocurrir, pero la mayoría de decisiones que se tomaron sobre la marcha fueron acertadas. Hemos hecho muy buen equipo y me encantaría repetir con ellos.
Al margen de la construcción de un estilo propio, que lo hay en este disco, siempre hay influencias que se cuelan, ¿cuáles son tus referentes vocales ineludibles en este trabajo?
Nunca me he planteado mis referentes vocales como tal… pero voy a decir varios nombres que para mí tienen sentido con mi forma de cantar, salvando las distancias entre ellos y conmigo: Antonio Vega, Chet Baker, Rufus Wainwright, Mark Everett, Kurt Elling o Jamie Cullum.
Creo que mi favorita es “Cadena de pensamiento”, ¿tú tienes una?
Bueno, a esa canción le tengo mucho cariño por ser de las canciones más complejas del disco a nivel compositivo y por la historia, que habla de un trastorno que afecta a muchos músicos llamado distonía focal. Pasé por un proceso similar hace unos años que me hizo aprender mucho de mí mismo, pero sufrí mucho. La canción es como un bucle de pensamientos. Si tuviera que elegir una favorita me quedaría con “La Carta”. Es la canción a la que más tiempo le he dedicado en mi vida. Tardé muchos meses es escribirla, música y letra, y después cuando Martín me dijo que hiciéramos un arreglo de cuerda tipo “Eleanor Rigby” pero más al estilo Bernard Herrmann, me pareció un reto muy divertido. Yo nunca había escrito para cuerda, siempre he hecho arreglos de metales, pero la cuerda me era más ajena.
Si tuviera que decir una palabra que describiera el espíritu de este disco, quizá sería “lucha”. ¿Lo ves más o menos acertado?
Podría ser, la verdad. Hay mucha lucha en intentar hacer lo que a uno le hace feliz. Y en el fondo este disco es muy personal y habla de las cosas que me afectan y me preocupan en el día a día, con las que creo que la gente podrá identificarse fácilmente. Ahí está la lucha de cada uno, en su día a día.
También hay cierto hilo conceptual en torno a los sinsabores de la vida urbanita, ¿surgió de forma natural o fue una forma consciente entrelazar las canciones?
Surgió de manera natural. Escribo sobre lo que veo y sobre lo que me rodea y vivo en una ciudad como Madrid. Es inevitable observar cómo respira esta ciudad y las cosas que nos pasan tienen que ver también con el sitio en el que vivimos.
El título y la portada parecen aludir a cierto sentimiento de incomprensión en la escena musical actual, ¿tiene algo de eso?
Puede ser. Pero no sólo musical… también es social. Tengo la sensación de que con la inmediatez, la prisa, la comida basura, las listas de reproducción, las redes sociales, la impostura, el falso éxito… poca gente escucha ya un disco tranquilamente, o se sienta a leer durante una tarde entera. Sinceramente, cuando empecé a grabar pensé que a nadie le iba a interesar un disco con canciones como éstas, pero es el miedo el que hablaba. Tenemos miedo todo el rato, a enseñar quiénes somos en realidad, y yo estoy contento de no tener que disfrazarme más. De contar lo que quiero contar y hacer la música que quiero hacer porque me he formado para poder elegir.
¿Qué piensas cuando ves qué músicos (en algunos casos sería muy aventurado llamarlos así) ocupan los primeros puestos de las listas de ventas actuales, y de su habitual exhibicionismo de su presunto “éxito””?
El éxito tiene que ser muy abrumador, porque ser anónimo en el fondo es muy sencillo. Cada uno es libre de hacer lo que le dé la gana. ¿Que me gustaría ver más estilos diferentes en los primeros puestos de esas listas? Pues sí, pero igual es que no somos hijos del tiempo que nos ha tocado vivir. Venimos de otra época… y eso que me siento joven. Últimamente he sentido que las relaciones humanas, personales y profesionales están más afectadas por el éxito que por otro tipo de factores y valores, y me da bastante pereza, sinceramente.
¿Por qué se puso fin a la trayectoria de Dummie?
Yo dejé de sentir que estábamos “a una” con el proyecto. Cuando se pierde la ilusión y se dejan las cosas “morir” a mí me da mucha pena. Cuando los proyectos no dan resultados cuesta mucho mantener la energía y la ilusión, pero para mí hacer canciones es mi vida. Así que, de alguna forma, este disco es la continuación a ese camino que empezamos con DuMMie, al menos para mí.
Has tocado con Dani Martín, Tarque y otros grandes de la escena pop española, ¿qué cosas se aprenden en estas experiencias, en lo musical y lo extramusical?
Mirar desde la barrera te da una perspectiva fabulosa de muchas cosas. Ver lo que cuesta, esté cada artista en el momento que esté, es muy inspirador, y por otra parte tampoco te implicas tanto emocionalmente. Cada vez más respeto que alguien haga de su música su forma de vida, cuesta mucho conseguirlo… y mantenerse. Hace tiempo, siendo más joven, creo que yo vivía peor ese tipo de situaciones. Hay que tener el ego bajo control para no hacer el imbécil en según qué circunstancias y dejarte llevar demasiado por tus pensamientos o por la euforia de las grandes citas. Es un trabajo como otro cualquiera, pero tiene cosas muy bonitas. Compartir música es maravilloso, y alrededor de la música se comparten muchos momentos duros y algunos muy agradables. Viajar suele ser lo que más me va cansando con la edad pero a la vez, gracias a tocar para otros, he conocido sitios a los que no hubiera ido nunca de otra forma.
¿Qué puedes contarnos sobre el concierto en El Sol? ¿Habrá viejos amigos sobre el escenario en algún momento?
El concierto de la Sala El Sol es la puesta de largo de mi proyecto personal. La primera vez que nos vamos a subir a un escenario a tocar estas canciones del disco y algún aperitivo de lo que será el próximo álbum. Estoy muy ilusionado con la banda que tengo. Una de las mejores cosas que ha surgido con este proyecto es mi reencuentro musical con Jaime Gutiérrez, batería con el que monté No Reply hace ya diecinueve años. La gente se va a encontrar con una banda maravillosa que además son amigos y un repertorio honesto y contundente. Creo que puedo decir que hay más rock en directo de lo que podría parecer con este disco.
¿Tienes otros proyectos o giras entre manos?
El día 28 acabo la gira de Love of Lesbian en la que he estado este verano como trompetista. También siempre suelo trabajar con mi hermano, David Serrano, adaptando junto a él las letras de los musicales en los que va trabajando. Y para el año que viene se avecina algún proyecto interesante en cuanto a gira, pero creo que aún no puedo decir nada. Y lo que más me apetece es tocar con mi proyecto, eso seguro, darlo a conocer y viajar tocando mis canciones. Ser yo el que decide cuándo se sale a la carretera… y hacer discos, que al final creo que es lo que permanece y me lo paso increíble en el estudio. No tardaré en meterme a grabar el siguiente.