Jerez

¡Jaleo, jaleo, en la Feria te veo!

Cuando la fiesta llega a su ecuador, las mujeres se adueñaron del Real del Hontoria y los caballistas y enganches comenzaron a dar color a un recinto que comienza a saborear lo que de verdad es una fiesta

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Desde esta líneas iba a reivindicar un día para los machos en el Real de la Feria, aunque Ramón, compañero de IU en Chipiona, me convenció de lo contrario: «Si no dejamos entrar a las mujeres, qué hacemos nosotros».

Pues eso, que siga el miércoles de Feria tal y como está. No me voy a meter en camisa de once varas. Vamos que no pienso reivindicar nada, excepto que la Feria del Caballo vuelva a ser lo que fue. Como la concibió Miguel Primo de Rivera y Urquijo y la desarrolló Pedro Pacheco.

El día amaneció -que yo lo vi llegar dentro del Hontoria-, con levantera y enfurruñao.

En menos de cinco horas ya estaba otra vez en el fregao, como denominan los norteamericanos que estaban en Nam cuando llegaba la hora del cuerpo a cuerpo con los charlies.

Si ya era difícil entrar en la Feria -a empujones yo mismo-, más lo fue cuando unas ochenta señoras ataviadas para la ocasión, con tamboril y flauta incluidas, me arrollaron como la jauría que se llevó a Marlon Brando por delante.

Fue en Izquierda Unida la cita del día para empapar y darle cuerpo a un estómago más frío que el hocico de un chucho con moquillo.

Pimientos de la Algaida, pescaíto frito y mero en amarillo, con gambas de por medio y mucha cerveza y rebujito. Para los que llegamos a la hora señalada, porque el que fue a Sevilla perdió su silla. Lo siento compañeros de cuadrilla.

El Real del González Hontoria se parecía ya a una Feria de verdad. Coches y caballos por doquier, y sus caballistas, porque éstos no van solos, y en el recinto ferial sólo las ambulancias tienen derecho de circulación.

Cuando llega la Feria a su ecuador me gustaría verle la cara a Solbes o a Rato, y que calcularan el IPC del mes de mayo en Jerez. ¿Joé! como suben los precios estos días.

Me gustaría saber cuáles son las requisitos que la Maricuchi exige para que una caseta tenga más privilegios que otra en el González Hontoria.

Porque éste, al recinto me refiero, no es más que una convención hostelera de todo el elenco gastronómico de nuestra ciudad. Y si currar en Feria, y más en hostelería, es un suplicio y a veces una necesidad, -como la mía-, hace que una cerveza en el PSOE cueste a un euro y medio. ¿Vamos! que unas 250 rubias de las antiguas. Hay que aprender de casetas como la de la Hermandad de Santa Marta. Hermano Mayor, mujer, hijos, cofrades... todos enfrascaos en el asunto para que la propia cofradía se beneficie de la rentabilidad de más de una semana de trabajo. Está llena, con buen servicio y a buen precio.

Pero para precio lo que cuesta un traje de faralaes, bueno de gitana, que pongo sevillano y que me corrigen. Mínimo 300 euros del ala para lucir palmito por el albero recién remodelao y que me produce una alergia que hace que mis ojos se parezcan a los de una breca. Y no es por dopaje, sino por la urea que utilizan los operarios municipales para que la arena se asiente. También podrían haber comenzado el trabajo de adecentamiento hace unos meses, pero no, tó a ultima hora, justito antes de que llegue el momento del cachondeo y te chorree la nariz durante un semana; lo que dura el cotarro.

En fin, que mi cuerdas vocales ya no dan para más. Es imposible hablar en estos días. El volumen de la música en las casetas es tan chillón que hay que pedir al responsable de la misma que lo baje, porque es imposible articular palabra alguna. Ahora que es la Feria de la Igualdad nos podrían dar un cursillo sobre el lenguaje de signos.

Las mujeres tomaron el Real de la Feria. Ayer y todos los días. Que razón tiene Ramón. La próxima Feria se la dedicamos a ellas enterita.