VUELTA DE HOJA

Mejor, la víspera

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Ningún conflicto laboral se soluciona antes de que haya surgido, pero conviene que las cosas se arreglen antes de que empiecen las huelgas, que son, a la vez, un reconocido derecho de los trabajadores y un desastre perfectamente reconocible para el público en general.

La de los trabajadores de Iberia se ha detenido como todas: acercando posturas, de suyo incómodas, y cediendo por las dos partes. ¿Por qué no se hizo la víspera de su comienzo? No se hubieran cancelado 240 vuelos ni habría sido necesario firmar acuerdos con otras compañías para poder recolocar a 95.000 pasajeros.

Lo más significativo de ésta es que ha logrado enfrentar a los trabajadores más corrientes con los trabajadores más distinguidos. Han sido los primeros los que exigieron a los pilotos que depusieran su actitud, que a su juicio se debe a la petición de «reivindicaciones inasumibles».

La vieja aspiración - «¿trabajadores del mundo, uníos!»- sólo se da en las pancartas. Sucede que entre los asalariados existen enormes diferencias de salario y por lo tanto en la clase trabajadora hay muchas diferencias de clase. Dijo don Antonio Machado: «¿Que se divida el trabajo! Los malos unten la flecha, los buenos tiendan el arco!». Lo que ocurre es que buenos y malos hay en los dos lados y además ya sabemos que donde no hay marineros no puede mandar patrón.

El relevo de los pilotos quieren tomarlo ahora los maquinistas de Renfe. Co-mo es natural, todos los descontentos escogen con mucho cuidado la época en la que les conviene mostrarlo.

No debemos temer que los que ex-tienden y recogen las hamacas en la playa se declaren en huelga en pleno invierno, cuando no hay hamacas, porque están en el almacén, ni hay bañistas, porque están en la oficina. Los huelguistas saben que la oportunidad es una diosa adorable.