Once personas deberán desenmascarar al 'topo' en un concurso de pruebas

Todos sospecharán de todos. Ése es el lema del nuevo concurso de Cuatro para la noche de los miércoles, El traidor, en el que once participantes deberán descubrir al infiltrado que vive entre ellos. Éste, además de evitar descubrirse, deberá obstaculizar la resolución de las pruebas físicas o intelectuales para ganar un premio que puede alcanzar hasta 100.000 euros.

El programa, que se estrena hoy y durará en antena dos meses y medio (10 emisiones), estará presentado por el actor y modelo vasco Sergio Muñiz. Su carrera profesional se ha desarrollado en Milán, aunque se hizo conocido tras vencer en La isla de los famosos. Este espacio de la productora Four Luck Banana ha sido adaptado de un formato que ya ha triunfado en 24 países. Su productor ejecutivo, Robert Fonollosa, insiste en que no se trata de un reality al uso, ya que no se mostrarán escenas de convivencia entre los concursantes «salvo que sea necesario por el desarrollo de las pruebas o la interacción entre ellos». La emisión se limitará a las galas semanales de una hora, sin resúmenes diarios.

Seis mujeres y cinco hombres de toda España entre 23 y 41 años y con trabajos diversos -«ninguno será actor profesional»-, vivirán recluidos en una hacienda a la espera de la realización de alguna de las 40 pruebas realizadas en lugares alejados de su alojamiento y a donde deberán llegar en vehículos conducidos por ellos mismos. «No están recluidos, podrán salir al exterior y se comunicarán con sus familias periódicamente», resalta Fonollosa, que se reunirá a diario con el topo y el resto de participantes para darles instrucciones. La frenética actividad deductiva mantendrá en vilo al público.

La dinámica de este «juego de engaños, en el que nada es lo que parece», es sencilla: los jugadores deberán ir superando una serie de pruebas rodadas en escenarios naturales, cuyo importe se va acumulando hasta un máximo de 100.000 euros para el ganador final, «y en la que cualquier fallo les hará cuestionarse si ha sido casualidad o torpeza, o, por el contrario, un acto intencionado del infiltrado para intentar evitar que consigan el premio».

Cada semana, realizarán en el plató un test acerca del perfil del traidor, y el que menos conocimiento sobre éste demuestre será eliminado. Al final, sólo quedarán tres: el ganador, el topo y su «última víctima». El público jugará a adivinar al traidor a través de un concurso de SMS.

Pruebas espectaculares

Fonollosa resalta que la clave del programa «es el infiltrado, sin él sería un simple concurso de aventuras», y explica que sólo tres personas en España -el propio topo y dos personas del equipo- conocen la identidad del traidor, designado durante el mismo proceso de selección que el resto de participantes. «No obstante, los concursantes piensan que el equipo técnico conoce su identidad, por lo que estarán pendientes de cualquier gesto o palabra que hagan», indica. «Y no hay posibilidad de que alguno le destape antes de tiempo, podrá tener sus sospechas pero, hasta el programa final, sólo será la opinión de cada concursante».

El director de programas de Cuatro, Leonardo Baltanás, subraya la complejidad de poner en marcha el programa, al rodarse en su mayor parte en exteriores -en distintas provincias andaluzas- y con pruebas «espectaculares», que han requerido 60 personas. Habrá cámaras instaladas en helicópteros y globos aerostáticos, y cámaras-lápiz en puntos estratégicos. «El primer programa se rodó en el Cabo de Gata con tres helicópteros, lanchas y todoterrenos, para darle más espectacularidad», explica Baltanás, que resalta la buena acogida del espacio, con más de 2.000 participantes en los ocho castings realizados por todo el país.