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Cartas

El reproche de Navarro Valls

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Navarro Valls ha reprochado muy duramente a Zapatero que no asistiera a la misa del Papa. Lo ha comparado con otros líderes comunistas como Castro, Ortega o Jaruzelsky, ya que ellos sí asistieron en convocatorias anteriores. Aunque no recordaba, cuando se le preguntó, que otros líderes tan importantes como Chirac o el mismo Bush decidieran no asistir a la misa. Por lo visto para ellos no hubo reproches en su día. Pero lo que me sorprende es que, incomprensiblemente, este portavoz del Papa, miembro del Opus Dei, no quiera entender que una persona que no sea creyente hace muy bien en no participar de la eucaristía que es el memorial de la muerte y resurrección de Jesús en la que participamos los que nos consideramos creyentes. A mí me ha parecido muy coherente y muy lógica, y por tanto digna de todo elogio, esa decisión del presidente y de la vicepresidenta de no asistir a un acto en el que no creen. Nadie puede alegar descortesía hacia la figura del Papa porque ya fueron a recibirlo y saludarlo al Palacio Arzobispal, donde hubo los protocolarios intercambios de regalos. Ya está bien de que los actos religiosos sean considerados como actos de convencionalismo social. Y es que nos estamos acostumbrando a que eso sea así, lamentablemente. Misas de bodas, de primeras comuniones, de entierros , se han convertido en actos de convencionalismo social más que de participación de los que creen en dichas Eucaristías ¿Eso cómo se casa con el Evangelio? Por otra parte, la decisión del presidente y vicepresidenta de no asistir a actos religiosos si no son creyentes, debiera ser el ejemplo a imitar , el camino a seguir, sobre todo por los políticos. Nunca entendí que unos alcaldes o concejales, por el simple hecho de serlos, tengan que verse obligados a participar de actos religiosos en los que no creen y con los que no se sienten identificados. Parece más lógico que deleguen su asistencia en otros representantes que sí compartan esas creencias. Lo otro, sería caer en unas contradicciones terribles que desde el punto de vista ético y religioso no tienen ningún sentido. Creo que ya va siendo hora a estas alturas, de que aprendamos a respetar democráticamente este tipo de decisiones que mucho tienen que ver con la coherencia personal y con las creencias o no creencias de los representantes públicos. ¿Invitan los sacerdotes a las misas a los que no creen? ¿O a los fieles? No entiendo cómo un miembro tan destacado de un colectivo católico como el Opus Dei puede caer en este tipo de bochornosa censura a un presidente de Gobierno por no participar en un acto religioso en el que no cree y que debiera estar reservado exclusivamente para los creyentes.

Juan Cejudo Caldelas. Cádiz