Las cartas
Actualizado: GuardarYa que empecé la semana pasada esta retahíla de literatura veraniega con las aventuras de Mortadelo y Filemón, he decidido continuar cronológicamente revisando mi estantería. Y lo primero que saltó a mi vista fue un librito menudo, de una edición barata que me compré hace muchos años, recomendado, por cierto, por una antigua profesora de instituto.
Las Cartas un joven poeta de Rainer María Rilke son una vuelta a las preocupaciones y dilemas que nos asaltan en la adolescencia para quedarse ahi, agazapados. La verdad es que creo que me lo leí demasiado pronto y que he aprovechado más la relectura que la primera impresión. Dicen que es habitual, como cuando un cinéfilo quiere volver a ver una película para captar los detalles. Se publicaron después de la muerte de su prolífico autor, una persona terriblemente atormentada, a tenor de lo que escribe.
Creí que todos mis compañeros habrían leído esta obra pero, oh sopresa, cuando descubrí que no era así. Supongo que lo pasa en este microcosmos de la calle Porvera es un reflejo de lo que hay fuera. Anímense a leer una obra que provocó a Mario Vargas Llosa a escribir las Cartas a un joven novelista y a Juan Antonio Cebrián a escribir Cartas a un joven periodista. Como suele pasar, las segundas y menos las terceras partes, no pueden igualar a la primera, pero ahí están.
No habla Rilke sólo de literatura con el señor Kappus sino de la soledad, las palabras y el sentido de la existencia. Me quedo con una de las frases: «Viva usted de las preguntas, quizás luego, poco a poco, sin darse cuenta, vivirá un día lejano entrando en la respuesta».