Motos
Actualizado: GuardarAyer terminaba el Mundial de Fútbol de Alemania. No estaría mal hacer alguna reflexión sobre el papel de la televisión en todo esto y, más especialmente, los canales que han protagonizado el Mundial, que son La Sexta y Cuatro. Primero, sobre el sistema de adquisición de los derechos para emitir el campeonato. La directora general de RTVE, Carmen Caffarell, tiene razón cuando pide que en este tipo de subastas se exija la garantía de que el comprador pueda emitir efectivamente el acontecimiento cuyos derechos ha adquirido.
La Sexta no estaba en condiciones de garantizar tal cosa cuando adquirió los derechos del Mundial y ha seguido sin estarlo en las semanas siguientes. Al final, lo que esa carencia ha producido es un mercadeo bastante impresentable, en una atmósfera como de reventa que, se mire como se mire, a quien de verdad perjudica es al público.
El segundo punto importante sobre la cobertura televisiva del Mundial concierne al relato informativo de los canales. Éstos tuvieron la osadía de presentar a la selección española, desde el primer momento, como favorita para el título. La enormidad fue denunciada por distintas voces, pero, a fuerza de repetirla, terminó cuajando en el público y, más aún, obligando a callar a quienes tenían una visión algo más relista de las cosas. Como quiera que las previsiones más pesimistas se hicieron realidad y España fue eliminada muy pronto, al aficionado se le ha quedado una suerte de mueca permanente de estupor, como la que surge cuando uno señala el cubilete equivocado en la mesa del trilero.
Esto que me han vendido los canales, ¿era realmente información o era más bien propaganda? Si fuera información, me habrían engañado, porque España no era favorita; si fuera propaganda, también me habrían estado engañando, porque me lo habían vendido como información. Por supuesto, ya sabemos que el fútbol tiene un componente muy denso de ilusión y que es el propio aficionado quien lo pide. Pero ¿y los periodistas? Uno no puede dedicarse a la información deportiva y manejar su materia como si estuviera vendiendo motocicletas. Y, sin embargo, lo que tanto Cuatro como, sobre todo, La Sexta han estado haciendo es vendernos la moto, hinchar las expectativas de la selección española en una maniobra que sería menos grave si detrás no hubiera tanto dinero en juego.
La tele es cada vez menos comunicación y más espectáculo. El periodismo, como profesión, pierde terreno. Quizá sea un proceso inevitable. Pero los periodistas deberían resistirse. Al menos, un poquito. Lo justo para que no los tomemos por agentes comerciales de su patrón.