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Telepapa

JOSÉ JAVIER ESPARZA/
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Todas las cadenas han prestado gran atención, como era de esperar, a la visita de Benedicto XVI. Usted lo estará viendo por la tele. Yo le contaré lo que usted no puede ver.

La organización del Encuentro ha colocado a los medios en el Museo Príncipe Felipe de la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Allí las televisiones y las radios se despliegan en un sinfín de pequeñas cabinas, como contenedores de campaña. La solicitud de acreditaciones de prensa para la visita del Papa ha sido mayor que para la Copa América.

Anduve fisgando por unas cuantas cabinas: TVE, Telecinco, Punto Radio... Usted no puede imaginarse cómo es la vida dentro de una de esas celdillas: un montón de personas sudorosas manejando complejos aparatos en permanente estado de neurosis. Lo que se hace aquí es montar el material filmado y controlar lo que se emite en directo. Lo normal es que siempre falle algo; también es normal que todo se arregle justo treinta segundos antes del momento fatídico.

Abajo, en el patio del Museo Príncipe Felipe, la organización ha tenido la providencia de colocar -gratis- distintos puestos de reconfortante horchata, bebida de acreditados efectos benéficos sobre el sistema cardiovascular. Quienes más frecuentan el surtidor de horchata son los presentadores de televisión. Lo que usted ve en pantalla es a unas hermosas damas bien maquilladas o a unos apuestos caballeros bien vestidos, de corbata inmune al calor.

La realidad es muy diferente: diez segundos antes de comparecer ante usted, esas damas y esos caballeros son atribulados individuos envueltos en sudor y nervios. Usted también ve hermosos platós con vistas a frescos jardines. Pero, una vez más, la realidad es otra: los platós son frágiles andamios, montados unos sobre otros, donde se apiñan cámaras, ordenadores y la mesa del presentador; es como el esqueleto de un edificio en construcción que volverá a deshacerse en cuanto termine el acontecimiento.

Entre las cabinas y los platós, las cadenas confeccionan el menú informativo. Dentro del material de cocina juega un papel importante la crónica de ambiente, que es lo que los reporteros han ido recogiendo por las calles de la ciudad. Centenares de cámaras han estado paseando por Valencia para hablar con los peregrinos, recoger su imagen y sus impresiones. Aquí, por cierto, es donde los canales tienen manga ancha para editorializar sin que se note: según el tipo de testimonios que uno ofrezca, el espectador recibirá una impresión u otra. Eso forma parte del juego y el espectador tiene que saberlo. También tiene que saber cuántos sudores y nervios hay tras cada plano televisivo de esta visita papal. Indulgencia.