El Papa pide a los obispos que frenen el intento de relegar la religión al ámbito privado
Alerta sobre un proceso de secularización que afecta incluso al interior de las comunidades cristianas
Actualizado: GuardarBenedicto XVI pidió ayer a los obispos españoles que perseveren en la lucha contra los intentos de limitar la religión al ámbito de lo privado. En una carta que entregó en la catedral de Valencia al presidente de la Conferencia Episcopal, Ricardo Blázquez, el Papa se refiere a la rápida secularización vivida en España y alerta de los peligros que se derivan del intento de prescindir de Dios o de actuar como si no existiera.
El pontífice alemán empieza su documento reconociendo la actuación de los prelados, a quienes invita a proseguir la labor pastoral en las respectivas diócesis, con objeto de llevar hasta todos los hogares el mensaje evangélico. No olvida tampoco el Papa una referencia a la tradición misionera de España, un país «que tanto ha aportado y está llamado a aportar al testimonio de la fe y a su difusión en otras muchas partes del mundo. Mantened vivo y vigoroso este espíritu», reclama.
Pero en este momento de inquietud por la fuerte caída de la identidad católica, reconocido por la jerarquía eclesial, Ratzinger no podía ocultar su preocupación por el impacto de la secularización, que «a veces afecta incluso al interior de las comunidades cristianas». Por eso, pide a los obispos que reiteren su proclamación de que «prescindir de Dios, actuar como si no existiera o relegar la fe al ámbito meramente privado, socava la verdad del hombre e hipoteca el futuro de la cultura y de la sociedad». Frente a esa corriente secularizadora imperante en España, al igual que en casi todo el mundo occidental, el Papa recuerda a los obispos que mirar a Dios conduce hacia una humanidad nueva. En un mundo cubierto por la oscuridad, añade, dar testimonio de que Dios es amor es la luz que «nos da la fuerza para vivir y actuar».
De puntillas
Contra lo que algunos sectores de la Iglesia española habían vaticinado, el Papa pasa de puntillas sobre las últimas reformas legales promovidas por el Gobierno de Zapatero, pese a que es conocido su malestar con las mismas. Tan sólo se limita a constatar que los prelados españoles han orientado la conciencia de los fieles «sobre diversos aspectos de la realidad ante la cual se encuentran y que en ocasiones perturban la vida eclesial y la fe de los sencillos».
La carta, un documento de un par de folios, concluye con una exhortación a que los obispos mantengan y acrecienten la «comunión fraterna, testimonio y ejemplo de la comunión eclesial que ha de reinar en todo el pueblo fiel que se os ha confiado. Ruego por vosotros, ruego por España. Os pido que oréis por mí y por toda la Iglesia».
Pocos minutos después de entregar la carta a monseñor Blázquez, el Papa se dirigió a un grupo de seminaristas y sus familias, que le esperaban en la plaza de la Virgen, el amplio espacio que se abre en la parte posterior de la catedral y junto a la puerta de la basílica de los Desamparados.
Allí, sonriente, más relajado que en los primeros actos de la mañana, Benedicto XVI les dirigió unas palabras que fueron interrumpidas hasta una decena de veces por quienes abarrotaban la plaza bajo un sol de justicia del que sólo unos centenares pudieron protegerse gracias a un gran toldo. Les habló de la vocación y también del papel de los padres, cuyo amor, entrega y fidelidad destacó como mejor caldo de cultivo para poder escuchar, cuando surge, la llamada de Dios. Luego, juntos y a deshora -por el cambio de planes debido a que desde el aeropuerto el Papa se dirigió a la estación de metro de Jesús-, rezaron el Ángelus.