Superar la depresión
Actualizado: GuardarEsa es una de las lecciones que nos puede enseñar este nuevo fracaso de la Selección Española: que mientras prosiga la vida, hemos de superar la tristeza que nos originan las amargas frustraciones. Se me ocurre que, para lograrlo, deberíamos tener muy presente el siguiente decálogo: primero, que las sensaciones y los sentimientos que hemos experimentado durante la fase de clasificación del Mundial es un capital acumulado de buenas sensaciones que no se podrá borrar de la hoja de nuestros haberes -lo que hemos disfrutado no nos quita nadie-; segundo, que los fracasos, si los sabemos administrar de manera correcta, nos pueden servir para alcanzar otros triunfos -aprendemos, sobre todo, de los errores-; tercero, que, en una vida plena, no deberíamos limitar nuestras ilusiones a alcanzar un solo objetivo -hemos de buscar diferentes alicientes: muy pronto empieza otra temporada-; cuarto, que deberíamos aprender a desdramatizar, sobre todo, los problemas que, en sí, no son dramáticos -con esta nueva derrota no pasada nada grave-; quinto, que el humor es igualmente saludable mientras el equipo gana que cuando pierde -puede servirnos, al menos para aliviarnos-; sexto, que, además de los goles, las jugadas también nos hacen disfrutar -el camino tiene mayores alicientes que el final del trayecto-; séptimo, que no podemos despreciar a ningún adversario -fíjense en la reacción del majestuoso Zidane a las declaraciones que hicieron algunos críticos, de que estaba acabado-; noveno, que igual que la felicidad es más intensa cuando es compartida, el dolor es más soportable cuando nos sentimos acompañados -repasemos la lista de equipos que han regresado a sus respectivos países como, por ejemplo, Holanda, Inglaterra o Brasil-; décimo, que los que pierden necesitan mayor apoyo que los que triunfan. No hemos de olvidar, sobre todo, que el fútbol, igual que la vida, cuando la tomamos en serio, es un juego y que, para sobrevivir, hemos de creer, esperar y amar a muchas otras cosas.