Misiles norcoreanos
Actualizado: GuardarCorea del Norte, prosiguiendo su desmesurada política de confrontación con Occidente y, de paso, poniendo en apuros a China, acaba de lanzar siete misiles balísticos en las últimas 48 horas, incluido uno intercontinental. Lo de menos en este peligroso paso dado por Pyongyang es que todos los ingenios bélicos cayeran al mar de Japón o que el que se suponía con capacidad de alcanzar incluso los Estados Unidos, también lo hiciera menos de un minuto antes de alcanzar su altura de crucero; lo importante realmente en este asunto es el disparatado camino que el régimen del imprevisible Kim Yong Il parece empeñado en transitar.
La explicación oficial norcoreana habla de un régimen «en pie y a salvo» gracias a la disuasión que para los Estados Unidos ha supuesto la confirmación de su capacidad nuclear. Mensaje que sobreentiende el deseo de Washington, o de una coalición dirigida por la Administración Bush, de atacar al país para derribar la última dictadura estalinista que queda en el mundo; algo que los propios antecedentes del foro a seis bandas -Japón, las dos Coreas, Rusia, China y los EEUU- celebrado el pasado otoño en Pekín, desmienten rotundamente. Entonces, Washington declaró que sus pretensiones, lejos de tener intención alguna de bombardear al país, pasaban exclusivamente por disuadir a Corea del Norte de derivar ingentes recursos económicos para la creación de un arsenal atómico injustificable por cuanto estos deberían dedicarse a paliar las terribles hambrunas que asolan cíclicamente el país. Sin embargo, el Gobierno norcoreano, lejos de dar facilidades y aceptar la sincera mano tendida que siempre le ofrece en las negociaciones la democrática Corea del Sur, ha emprendido un camino incomprensible con el abandono, incluso, del Tratado de No Proliferación para poder seguir sin control alguno su programa atómico militar.
Las advertencias lanzadas por la comunidad internacional sobre las consecuencias de las pruebas balísticas no sirvieron de nada, como era previsible, y tampoco tendrán mayores efectos las resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. El régimen norcoreano ha demostrado su preferencia por la estrategia de confrontación con Occidente y sus vecinos asiáticos, y lo hace convencido de que la coyuntura actual le es tan favorable para obtener contrapartidas como lo está siendo para los iraníes; pero en su disparatada partida, Pyongyang olvida que podría empujar a la Casa Blanca a realizar una demostración que atempere las ansias nucleares que parecen imponerse de nuevo en el mundo.