Bodas
Actualizado:TVE 1 estrenaba esta semana un programa veterano: Hasta que la tele nos separe, que es una variación -sólo en el nombre- del muy añejo Luna de miel, un formato de Gestmusic Endemol que en España presentó Mayra Gómez Kemp. Para quien ignore de qué se trata, he aquí un sucinto resumen: varias parejas de novios en capilla (o en antejuzgado) compiten entre sí por hacerse con un premio consistente en parné bruto y una luna de miel en algún lugar de campanillas; durante el proceso, algunas de las parejas caen al agua, ceremonia que resulta más vistosa por el hecho de que los novios van vestidos de novios, con los consiguientes estragos de sastrería. La función de la presentadora se concentra en dar al concurso el tono más divertido posible.
Al éxito coadyuvan distintos recursos espectaculares como las actuaciones de artistas invitados; esta semana, David Bustamante. En principio, es el típico programa fresquito e intrascendente para aliviar el verano. De momento, la primera emisión ha salido bien: 2,8 millones de espectadores, un share del 19,9%. No está mal si se tiene en cuenta que sustituye al muy celebrado ¿Mira quién baila!, el concurso de baile para famosos de la pública. En realidad, el mayor interés de este nuevo programa no reside en el programa mismo, que ya es un formato conocido y poco nuevo puede aportar, sino en Paz Padilla, que es una show-woman sujeta a discusión. Es una buena humorista, pero de recorrido limitado; tiene fans incondicionales, pero su talento no despierta unanimidad. ¿Entrará el público al trapo de Padilla, o le dará la espalda?
Paz Padilla apareció en nuestras vidas hace ya un cierto número de años, en aquel programa de chistes que presentaba Bertín Osborne. Desde entonces ha hecho una carrera bastante notable. Su último éxito ha sido Mis adorables vecinos, en Antena 3, y esta serie puede servir de parábola de la propia carrera de la actriz: sin ser un buen producto, enganchó a una cantidad respetable de público. El principal reto de Paz Padilla es lograr que no nos saturemos de su comicidad.